Con algo de retraso, cierro las crónicas de Sitges 2017 con algunos títulos que sería injusto no comentar o destacar.
De Palma
Documental que recorre la carrera de Brian de Palma sustentado únicamente por una larga entrevista en la que este comenta una a una todas sus películas y/o proyectos no finalizados. En lo formal es de una simpleza absoluta: el protagonista en plano fijo y escenas de filmes (propios o ajenos) que se van intercalando. Como documental, en definitiva, se limita a aplicar la fórmula más básica y tradicional posible. Claro que con tamaño protagonista no hace falta más para que el resultado sea la mar de disfrutable, casi dos horas que pasan en un suspiro y se alzan con el mayor triunfo posible para un producto de estas características: tras visionarlo es inevitable lanzarse a revisar la filmografía de Brian de Palma de cabo a rabo.
The Girl with all the gifts
Estupenda película y enésima demostración que el subgenero zombie/infectados, lejos de agotarse, sigue permitiendo aportaciones más que notables. Con guión de Mike Carey, conocido sobre todo por su labor como escritor de cómics, y con un director salido de la factoría inglesa de series de género (ha firmado episodios de Doctor Who, Black Mirror o Sherlock), su pertenencia directa a la tradición británica es incuestionable y, eso, son palabras mayores porque si algo distingue a esta es la elegancia, riqueza y respecto dado al género fantástico desde tiempos inmemoriales y por múltiples vías: literatura, tebeos, películas, producciones televisivas. The Girl with all the gifts no traiciona ese notable legado sino todo lo contrarío, no puede tener mayor aroma a ciencia ficción clásica, regala unas cuantas buenas ideas (el tema de los hongos, por ejemplo) y su desenlace es puro Twilight Zone.
It Stains the Sands Red
Seguimos en lo zombi con un título que quizá habría merecido no quedar enterrado en las maratones nocturnas para insomnes que, eso sí, supieron destacarlo con el premio a la mejor película de las sesiones de medianoche. Tampoco se crean que es una maravilla, ojo, pero sí una serie b resultona levantada sobre mimbre escaso: una chica de mala vida se queda tirada en el desierto tras huir del caos apocalíptico de Las Vegas, y un zombi a piñón fijo la perseguirá de manera implacable. Más allá de la metáfora del acoso sexual (tan evidente que su subrayado era innecesario), la cuestión es que cuando uno se teme que va a ser todo el rato lo mismo, la historia sabe girar con acierto y dar brío al asunto, hasta el punto que cuando al final flirtea con la moralina y flota el mensaje de que no hay nada como el fin del mundo para rehacer tu vida, la cosa no molesta demasiado.
The Autopsy of Jane Doe
Una de las joyitas del festival, una de esas series b a las que se suele otorgar el rango honorífico de ser “como las de antes”, etiqueta que es puro tópico pero de lo más eficiente para dejar claro de que va el asunto. También algo equívoca, porque a menudo lo que hay detrás, de lo que se trata en realidad, es de una dignísima aportación al cuento de miedo más noble y puro, aquel cuya única pretensión es hacernos estremecer pese a lo modesto de los medios empleados. En este caso, una funeraria como único escenario y un cadáver sin identificar cuya autopsia convoca malignas fuerzas sobrenaturales. Una de esas pelis que crecen y se hacen robustas, que juegan bien al reparto de susto, intriga y sugerencia. Al final, todo hay que decirlo, se alborota un poco con un estallido del terror de feria que, por otro lado, era inevitable por su condición de… “serie bé de las de antes”.
Hardcore Henry
Uno de esos casos poco frecuentes en los que el ejercicio de estilo puro y duro no está reñido con la diversión pura y dura. Cantante de la banda de rock alternativo Biting Elbows, el ruso Ilya Naishuller ha ido labrando una espectacular carrera audiovisual desde que irrumpió con un brillante videoclip rodado con cámara GoPro y perspectiva en primera persona. Esa misma técnica es la que ahora traslada a un largometraje, reto importante pues proponer hora y media de cámara subjetiva exige mucho más que la mera habilidad técnica. No es el primero en intentarlo, le preceden clásicos del cine negro como La senda tenebrosa o La dama del lago, así como una derivación tan profusa como el found footage (que ha dado grandes títulos, pero que también demuestra lo complicado del asunto). Naishuller sale victorioso del envite, y de qué manera, aplicando una fórmula compuesta principalmente por dos ingredientes. Acudir al lenguaje de los videojuegos es uno, al fin y al cabo es donde más y mejor se ha desarrollado la visión en primera persona. El otro es la diversión trepidante, desmelenada y gore con una trama sencilla que mezcla ciborgs, mutantes y centenares de sicarios para un body count casi infinito. Una fiesta.
Lo chiamavano Jeeg Robot
Una de las reglas que me guían durante el Festival es la que reza: en caso de duda escoge la película de El Retiro. En la mayoría de ocasiones la decisión es la correcta y esta fue una de ellas. Aportación italiana al cine de superhéroes, precisamente esa procedencia mediterránea es su mejor baza: la mirada cultural es otra y , si hace bien, ventila y refresca un espacio lleno de blockbusters que, resultones o no, siguen la misma fórmula monolítica. En este sentido, la peli tiene ecos a El protegido y remite a la figura del Joker en determinados momentos, pero la cita directa es a la serie de anime Getter Robot de Go Nagai, el creador de Mazinger Z, y no, no por la presencia de gigantes metálicos sino como homenaje original y delicioso. Más allá de estos referentes, lo importante es que asume y actualiza el legado del cine de género italiano que tanto añoramos, empezando por el título, puro espagueti; por una trama de delincuencia marginal que es puro poliziezco, violencia incluida; o por atreverse con detalles que hoy serían inconcebibles en una producción de Hollywood, como dotar de arrolladora sexualidad a una disminuida mental. El resultado combina de maravilla dureza suburbial, poética sentimental, heroísmo y tortazos.
Grave (Crudo)
Otro de los grandes títulos que han podido verse y que llegó precedido por los desmayos provocados durante su proyección en el Festival de Toronto. Una expectativa peligrosa porque los espectadores de Sitges han curtido una sensibilidad rocosa y curada de espantos. En realidad, aunque la contundencia de algunas escenas es poderosa, está lejos de ser un festín de sangre y tripas, ni lo pretende. Prometedor debut de la directora francesa Julia Ducournau, explica la historia de una joven educada en estricta alimentación vegetariana que, internada en una elitista facultad de veterinaria, descubre lo mucho que le gusta la carne cruda, especialmente si es humana. Relato de horror grotesco más clásico de lo que aparenta por su factura indie afrancesado, ofrece una sugerente visión del vampirismo y, en algunos momentos, remite a las chicas sangrientas de Jean Rollin.
Swiss army man
He dejado para el final a la ganadora del premio a la mejor película para, antes de comentarla, lanzar algunas reflexiones sobre el principal galardón de Sitges. La perspectiva que dan los casi 50 años del Festival lo permite. Una de las grandes contribuciones de Sitges es descubrir autores, señalar tendencias y trazar una línea cronológica de grandes clásicos del cine fantástico o de terror. Obviamente, solo el tiempo desvela lo acertado o no del premio dado, y en la lista de ganadoras hay de todo. Hay años que se recuerdan por una película concreta y otros que, repasados ahora, demuestran que no premiaron títulos que luego resultaron claves y sí otros que ya nadie recuerda. Lo ideal sería que la ganadora fuera siempre una de esas películas que pasarán a la historia del género, pero eso es imposible, pura utopía. Por otro lado, la decisión del jurado siempre es legítima y tiene sus razones, del mismo modo que luego los aficionados también están en su derecho de compartirla o rechazarla. En todo caso, lo único que puede fallar ocasionalmente en ese esquema es que los miembros del jurado no sean conscientes de la importancia histórica del premio dentro de su especialidad temática.
Dicho esto, Swiss army man es un buen ejemplo de película a la que le va algo grande la distinción o, mejor dicho, no se acomoda bien a esta frente a otras más óptimas o lógicas (en esta misma entrada hay tres o cuatro de ellas). Por otro lado, esto no significa que sea una mala película o que carezca de mérito, no se trata de eso; de hecho, es bastante evidente que la intención del jurado ha sido apoyar una propuesta original, extravagante e insólita en un tiempo poco proclive a estas características, tanto que resulta sorprendente que un proyecto como este consiguiera salir adelante. La premisa es la siguiente: un náufrago desesperado alivia su soledad convirtiendo su amigo imaginario a un cadáver que la marea ha dejado en la orilla. La idea aún es más loca cuando reincide una y otra vez en un humor grotesco y escatológico alrededor de la combustión gaseosa propia a todo muerto en proceso de descomposición, es decir, un festival de pedos y líquidos a los que el náufrago encontrará fantasiosa utilidad. El desarrollo es irregular, no siempre encaja bien ese humor grueso con su naturaleza de fábula poética sobre la soledad contemporánea y, desde luego, tiene un desenlace que deja perplejo por raro y discutible, pues su trasfondo es realmente oscuro y chungo. Es justo señalar tres virtudes: los momentos en que remite con delicadeza al teatro de títeres y marionetas; el atrevimiento de sugerir con alegría una variante travestida de la necrófilia (de perfil romántico, ojo, no se me espanten); y, por encima de todo, el trabajo de Daniel Radcliffe en el papel de saco sin vida camino del rigor mortis, es decir, de muñeco muerto e inerme.
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19.10.12
CRÓNICAS DE SITGES 2012 (XV). CHAINED
La hija de David Lynch regresa a Sitges, donde ganó hace algunos años con Surveillance (que no pued ever y que no he recuperado, por cierto). Y Sitges es territorio lynchiano porque allí fue donde triunfó Terciopelo Azul. De todas formas, y aunque seguramente late en su interior la perversidad del cine que la alimenta por sangre, Chained se aleja o no comparte ese inquietante universo paterno. Ojo, que no digo que eso esté mal porque no lo está (y de hecho, cuando me toque hablar del Antiviral del hijo de Cronenberg verán que es el caso contrario).
Supongo que sacar a relucir la ascendencia familiar está feo y que Jennifer Lynch debe estar harta de ello, pero viene al caso porque Chained hace de las relación paternofilial su epicentro, aunque tomando un curioso desvío que yo definiría como melodrama de psicópatas. La historia es la de un niño secuestrado por un maníaco asesino que rapta mujeres y se las lleva a casa (sita en la soledad de la América profunda), donde abusa y liquida de ellas. Al niño le salva la vida, lo encadena y se dedica a darle durante años una educación sin duda peculiar. Y cuando el chaval llega a la adolescencia, los problemas crecen., claro. La peli tiene interés, se sigue muy bien y Vincent D’Onofrio está estupendo, pero por alguna razón no me entusiasmó demasiado, entre otras cosas porque el giro final creo que está algo mal llevado y le noto sutura y pegament. En definitiva, que no está mal la peli pero… sí, ese pero; ese pero de espectador rancio que no puedo evitar aquí.
7.8.12
HEDONISTAS DEL APOCALIPSIS
Sin querer y dándole a la tecla, con mis tres últimas reseñas (contando esta) me he montado una extraña trilogía. He hablado de best-sellers distinguiendo entre el que pretende ser más que eso (caso HHhH) y el puro y duro (caso los cómics de Marini). Ahora vamos a otra cosa, a otra pata de la cultura de consumo popular. De hecho, la pata que desata mis pasiones y mi entrega, la pata que me nubla el juicio y que distingue este blog: la serie bé, la explotación, el subproducto de derribo facturado al amparo de la industria, oculto en sus resquicios, poniendo huevos y larvas en la grieta sin motivo, por puro ánimo vandálico o buscando dineros desbordados por los márgenes de la industria.
Ya estoy desvariando de nuevo. Yo venía a escribir un poco sobre Crossed, la serie de tebeos de Avatar que aquí publica Editores de Tebeos (EDT y antes Glénat). Lo de Avatar, al menos lo que por aquí va saliendo, me gusta bastante. Soy fan del sello. Fan del concepto y fan del resultado. Avatar busca el apoyo en sus guionistas. Los busca interesantes, populares y con rasgos muy concretos. Por ejemplo: Warren Ellis, Garth Ennis o David Lapham (menudo trío). Luego les pide que vomiten subcultura sin mesura y rapidito, que hay que sacar tebeos. No siempre cumplen, y cuando lo hacen es acotado por la propia dinámica industrial y de serie bé del siglo XXI, pero como los tipos elegidos dan con el perfil, la cosa a mí me funciona y me atrae. Tampoco es que sea algo nuevo o brillante; el pulp, el bolsilibro o el tebeo precode funcionaban así, aunque los tiempos han cambiado y estos tebeos de Avatar se han revolcado en el barro del punk y del nihilismo apocalíptico. Sí, eso, punk, de garaje o de imperdible, da igual. Un bajista competente y el resto de la banda una chavalada por pulir que pide tiempo y tablas. One. Two, three. Ruido y volumen, y los lectores a bailar un pogo desordenado y de breve minutaje. Todo muy inmediato, sin pulir, sin pensar, sin vergüenza.
Es obvio que estoy exagerando y que me pierde el estilo, pero qué más da. También es obvio, evidente, que Crossed no es más que una explotación (a la vieja usanza) de los Walking Dead de Kirkman y del aún bien alimentado (pese al empacho y por sorpresa) subgénero zombi, que es al fin y al cabo el zeitgeist pOp de nuestro tiempo, el tipo de ficción que define estos tiempos de crisis económica, de valores y de buen gusto. Un contexto ideal para que la subcultura plante huevos y larvas. Y sí, vale, los cruzados de Crossed no son muertos vivientes sino contagiados, menudo debate estéril y gañán ese. No sé ni para qué lo apostillo.
Yo me imagino la cosa un poco así, con el tipo de Avatar (ni pajolera idea de quién es, pero es un tipo, eso seguro) pidiendo algo de zombis porque lo están petando, y venga, ahí aparece el Garth Ennis y se casca los diez números que forman el primer arco (independiente, como el resto) y que aquí compiló EDT en un tomo consistente en peso, páginas y contenido. Me cae bien el Garth Ennis, es así, no lo escondo. Despierta mis simpatías. Es bruto como un arado y amigo del exceso sin mesura; se pierde, no controla y revuelca sus historias en el chiste grueso y guarro. Ofensivo si puede. Es por eso que lo prefiero a, no sé, Neil Gaiman, porque es su reverso oscuro. Uno busca la dignificación por la vía de la alta cultura inglesa, el otro se zambulle en la del proletariado sucio, maleducado, maloliente y borracho de cerveza. El humor británico, tan celebrado, también da cobijo al chiste de pedo, pis y polla en el culo. Bueno, eso también lo hacía, salvando las distancias y si me permiten, John Ford. Siempre recuerdo que en el momento cumbre de Centauros del desierto, cuando John Wayne se dispone a enfrentar su mal rollo cara a cara, va John Ford y corta la escena para enseñarnos que le están quitando una flecha del culo al general del Séptimo de caballería. Y también pienso que estoy hablando de humor inglés cuando en realidad lo de Ennis y Ford es humor irlandés.
El vínculo entre Ford y Ennis no sólo viene dado por proceder de la misma cultura. Ennis, con todo lo bruto que es, con toda su desmesura, tiene otra faceta muy evidente y a priori contradictoria. El relato, el tema central de sus historias, se alimenta totalmente de un tipo de cine muy clásico. Ennis, tras los mocos, los pedos y la salvajada epatante, cuenta la misma historia que contaban Howard Hawks, John Carpenter o Sam Peckimpah. Historias protagonizadas por un grupo humano que alcanza la épica forjando lazos que van más allá de la simple amistad. Amistad viril que dicen algunos, porque esos relatos, por contexto cultural, desatienden al personaje femenino o incluso le reservan un papel de interferencia en la relación masculina entre hombres de pelo en pecho. Afortunadamente, eso se superó un poco con el tiempo y en películas como Asalto a la comisaría del Distrito 13 (John Carpenter, 1976) ya teníamos por ahí a una chica dura, que falta hacía. Lucha de sexos al margen, son títulos como ése o como Río Bravo, El Dorado, Grupo Salvaje, Doce del Patíbulo o Los Violentos de Kelly los que alimentan las historias de Ennis. Eso es muy evidente en sus tebeos de género bélico, pero también en Predicador y hasta en The Boys.
En lo personal, sintonizo mucho con estas historias de grupo heroico. Esa épica del codo con codo, de espalda contra espalda, pueden llegar a ponerme la piel de gallina y emocionarme cosa mala. Que me ponen, vaya. Quizá por eso me gusta Ennis y le sigo la pista, porque también le va el rollo. Además, soy amigo del exceso, con lo que su otra faceta, la soez, hasta me hace gracia y todo. Ese me pasa también con Irvine Welsh, el de Transpoting o Acid House, y que también se puede conectar a Ennis. Pero volvamos a los zombis (y a los contagiados a mordiscos). Uno de los códigos usuales del subgénero es, precisamente, esa épica del grupo, de la banda. A menudo se establecen vínculos entre Río Bravo y La Noche de los muertos Vivientes (y ahí, entre ambas, Asalto a la comisaría del distrito 13 actúa como voluntario pegamento), pero es que mi película de zombis favorita, el Zombi de Romero, su primera secuela, es una película de grupo, con esos cuatro supervivientes armados, peligrosos y fortificados en un supermercado. Por resumir y acotar lo dicho hasta ahora: el subgénero zombi es muy dúctil al exceso (como bien demostró el cine de explotación italiano) y hace centro neurálgico del grupo superviviente y su mística . Resulta lógico, por tanto, que Ennis ni siquiera tenga que llevarlo a su terreno. Es su terreno. Juega en campo propio.
Decía antes que de partida Crossed es una exploit de los Walking Dead de Kirkman, que por otro lado no deja de ser un fiel y robusto desarrollo de los cánones del subgénero, sin desviarse siquiera del muerto viviente lento de Romero (al menos en el tebeo, no tanto en la serie). La principal diferencia parte de ahí. Lo de Crossed toman la variante del contagio y añaden un rasgo muy distintivo que es todo un acierto. Los contagiados de Ennis, los cruzados que dan título al tebeo, son humanos con los bajos instintos desatados hasta lo inconcebible, una incontenible e irracional masa entregada a la mayor violencia y a la mayor perversión posible. Iba a escribir que son animales pero no, nada de eso, son humanos desatados, un ejército enajenado y orgiástico entregado a lo peor de lo peor. Una promiscua legión de hedonistas del Apocalipsis. De la causa del contagio nada se explica, ni falta que hace, y se acude a lo simbólico y lo sobrenatural con la marca facial que los distingue, una cruz de sangre en el rostro. Con ese rasgo deja ir Ennis su proverbial mala leche, poniendo el símbolo cristiano por excelencia como distintivo de una horda que pervierte toda moralidad. Una provocación más, claro, pero que tiene su miga, al fin y al cabo la religión también se agarra y escarba en el lado más irracional del ser humano.
Que los contagiados de Ennis se dejen llevar por la brutalidad absoluta le viene muy bien. Acota su gusto por el exceso. Le libra del peso de sus desmanes porque puede centralizarlos en sus cruzados y librar así a sus héroes, su grupo humano protagonista, de la incontinencia de Ennis por el caca, culo, pedo, pis elevado al cuadrado. Hay detalles marca de la casa, como las balas bañadas en semen infectado o el cruzado que atiza con una polla de caballo, pero siempre a un lado del tablero, Eso le sirve para armar una historia de apocalipsis y supervivencia muy seca, dura, áspera, nada paródica, y puede llevar a sus personajes, sus humanos sin futuro ni esperanza, por terrenos incómodos y poder tocar sin bromas ni salidas de tono tabús como el asesinato despiadado de niños, que no es moco de pavo y que ensombrece a sus héroes (porque nunca serán héroes). Las historias de zombis e infectados sacan lo peor del ser humano, pero más aún cuando ante sí ya tienen a lo peor del ser humano convertido en horda insaciable.
Otro detalle que me gusta de Crossed es que se convierte en un relato (descarriado, atroz) de Nueva Frontera, ese espíritu que alimentó el mito del salvaje Oeste, que es el mito de la forja de los EEUU. Dejar atrás la civilización y adentrarse en la naturaleza indómita de desiertos y montañas para conquistar un trozo de tierra donde asentar un porvenir incierto. Eso también está en el tebeo de Kirkman y me hace gracia ver como el subgénero zombi, que hizo del encierro y la claustrofobia uno de sus códigos, haya mutado hacia al espacio abierto y la caravana de pioneros. La humanidad busca fronteras que de momento no tenemos. El tema, en realidad, es más cosa de la cultura popular norteamericana que europea, esto es así, pero es que el subgénero zombi, por mucho que la Italia eurotrash lo hiciera suyo en sus gozosos desmanes, se alimenta de otro icono de la cultura pop norteamericana: las armas de fuego, esas que guardan constitucionalmente en casa por si regresa el invasor inglés, que es como guardar estacas por si vienen los vampiros. Una superstición vestida de ideal patriótico y reformulada como negocio industrial. Esa cultura, que en la ficción pOp da lugar a una fascinante estética de la violencia, late en subgénero cuando emana de los EEUU (y sí, lo sé, Ennis es irlandés).
El arco fundacional de Crossed, pese a su conclusión falsamente abierta (como pasaba con el Zombi de Romero), dejaba el asunto concluido. Cualquier continuación con los mismos personajes sería un error; además, Ennis ya ha contado todo lo que tenía que contar. No sé cómo fue la cosa, si era obra cerrada que al funcionar se quiso continuar o ya se diseñó como franquicia, pero lo cierto es que tras Ennis los bártulos de los cruzados han pasado a manos de David Lapham.
Lapham es un tipo interesante al que respeto porque sus Balas Perdidas son una cosa muy grande, pese a estar inacabadas. De hecho, ese mismo detalle demuestra que es una obra robusta. También las dos novelas gráficas de género negro que se publicaron por aquí (Mátame, Silverfish) y tras las cuales se puso a escribir superhéroes, que es cuando le pierdo la pista, lo reconozco. No puedo decir si en esa excursión ha aguantado el tipo. Sospecho que no. En Avatar, y aquí publicado por EDT, tiene un tebeo sobre Calígula, una fantasía violenta, gore y sobrenatural, que que me dejó desconcertado, tanto que me siento incapaz de forjarme una opinión al respecto. Supongo que eso es bueno.
Con Lapham al cargo de Crossed, EDT lleva publicados aquí tres tebeos, cada uno de ellos compilando arcos o historias independientes entre sí. Valores familiares es el primero, y el mejor. Una muy digna continuación del universo atroz creado por Ennis. Esa vertiente de Nueva Frontera, de western apocalíptico, es aún más evidente, caballos incluidos. También mantiene el tipo en cuanto a violencia desatada, imágenes desagradables y comportamientos aberrantes y lenguaje profusamente explícito. Y siendo un relato aún más americano que su precedente (la portada que referencia el American Gothic está muy bien puesta) conecta, curiosamente, con el modo italiano de entender al zombi y el tipo de horror que encarna. No pienso sólo en el gore brutal, también en la religión. Los protagonistas de Valores familiares son una familia criada en el fundamentalismo cristiano, el Tea Party rural que no atiende a razones; pero en su interior anidan perversiones incestuosas y pederastas, ahí queda eso. Lapham contrapone así la horda de los cruzados viciosos y perversos, el bajo instinto liberado y llevado al límite irracional, con un horror que no tiene la justificación del contagio y que, encima, es real, un monstruo que habita entre nosotros, a cobijo de la tradición, el mesianismo y la salvaguarda de su torcida moral.
Religión al margen, la idea del monstruo de verdad reaparece en Psicópata, tercer gran arco (independiente, insisto) y que reincide más o menos en lo mismo. Entre el grupo de supervivientes se oculta un psicópata, un ser humano que no necesita llevar la cruz de los cruzados para ser abyecto, subrayando la metáfora que justifica Crossed y su brutalidad: que el virus (o lo que sea) tan sólo ha liberado algo terrible que está ahí, en nosotros. Aunque la lectura se me hizo algo larga, es de alabar el tono oscuro y cómo Lapham hila un relato que incomoda y no da asideros. Aquí no hay Nueva Frontera sino un tebeo de mal rollo que el dibujante cordobés Raulo Cáceres se encarga de vestir con ultragore chorreante y explícito.
La idea de mezclar psicópatas y zombis (infectados) siempre me ha gustado. La utilizó Kirkman en Walking Dead y también la solventaba muy bien, y de pasada, Ennis en el primer arco. Me gusta porque enmarca aquello del Psycho in / zombi out que desarrollamos en una de las Reflexiones de Repronto (esta): de cómo muchos telediarios se construyen a partir de esa dualidad: noticias de psicópatas en lo nacional y de zombis en lo internacional. Tenemos el psicópata dentro y la horda zombi fuera, y así construimos nuestros miedos en esta época de crisis total.
No les he dicho que entre Valores Familiares y Psicópata se coloca un número extra, especial y pintoresco: Crossed 3D. Lo cierto es que se lo pueden ahorrar porque es el peor de la serie, una cosa infame. Tiene la gracia, sí, de ser un tebeo en 3D a la vieja usanza, para leer con gafas, y un poco para reivindicar el ánimo de subproducto de serie bé que late en los tebeos del sello Avatar. Pero la resolución gráfica del experimento es atroz por sobrecarga, y yo no sé si es por eso o porque la historia de Lapham en esta ocasión fracasa, pero la lectura se convirtió en un auténtico sufrimiento y me desentendí cosa mal. Se lo pueden ahorrar si no son ustedes completistas o les pica la curiosidad, pero lo cierto es que desluce lo que Crossed ofrece en el resto de la saga: subcultura sin domesticar y sin pulir, violencia gratuita, vandalismo, mal gusto. pOp de Derribo.
8.12.11
ASOMBROS DE BARCELONA: LA PARADA DE LOS MONSTRUOS DEL SEÑOR ROCA
A través del (muy recomendable) blog Galeria d'imatges llego a este cartel del Museo Roca que es un maravilloso e inigualable documento de la Barcelona que fue freak. La degeneración por el vicio modelada en cera, la plaga de los estupefacientes, el hombre mono, siamesas, fetos humanos auténticos, la araña gigante del Japón, Galería de monstruos humanos y de celebridades. Buf. Tremebundo.
Así que me pongo a investigar. Se anuncia como "el primer museo de cera de España", pero no sé si se refiere a su calidad o por cronología, cosa que no se corresponde con el que yo tenía anotado, el Gran Museo Histórico Anatómico de Figuras de Cera inaugurado en la calle Hospital en 1885. En realidad el Museo Roca se inauguró en 1900 y muy cerca de aquel, en la calle Nou de la Rambla, que enlaza Paralelo con las Ramblas atravesando el antiguo Barrio Chino, y concretamente en su número 25.
Una busqueda intensa por la Hemeroteca de la Vanguardia no arroja demasiadas pistas, entre otras cosas porque los museos anatómicos causan furor por esas fechas, y no muy lejos de allí, en la calle San Pablo, se inauguró otro en 1922 (y eso sin tener en cuenta los que proliferan en hospitales y facultades de medicina). En la prensa de 1927 también localizo publicidad de otro museo situado en la calle Unión. Para los que no son de Barcelona, sepan que todas estas calles (Unión, Hospital, Nou de la Rambla, San Pablo) están en un arco de unos 100 metros cuadrados como mucho.
Algunos, incluso, se ponen en venta, como demuestra este anuncio publicado en La Vanguardia el 8 de abril de 1915, y que se localizaría también en la San Pablo, pero que no sería el inaugurado en 1920 a no ser que el comprador no lo moviera de sitio, claro.
Pero curiosament es un anuncio de una feria de coleccionismo celebrada en Sant Cugat del Vallés en 1985 la que me da la pista definitiva:
Como ven, el museo se instala en Nou de la Rambla en 1900, pero su propietario, especialista en monstruos de feria, llevaba en la materia desde 1860 y tenía carácter ambulante, por lo que no debemos descartar que el de la calle Hospital de 1885 fuera también de su propiedad. Otra cosa interesante es el apelativo popular con el que era conocido, La Parada de los monstruos, que fue como se bautizó aquí Freaks, la obra maestra de Todd Browning. Quizá el título español proviniera del apelativo popular con que fue conocido el Museo Roca.
El otro detalle de interés era la mezcla de atracción de feria y ánimo educacional, o moralizante, en el que se mostraban los efectos del vicio sexual o drogodependiente justo en pleno centro del barrio chino barcelonés.
Pero, desde luego, la noticia es que al menos una parte del Museo Roca no se había perdido tras cierre (en 1935, la Guerra Civil y la oscuridad que vino luego no dejaban mucho margen para este tipo de espectáculos populares). Así que sigo buscando y descubro que los fondos del Museo Roca pasaron a formar parte de la colección de la Familia Coolen y que actualmente forman parte delos fondos del museo belga del Dr Guislain. No sólo eso, sino que también fueron exhibidos en Londres en 2008 como parte de la exposición Exquisite Bodies en la Wellcome Collection. Aquí dos reseñas en castellano: una y dos.
A partir de aquí me encomiendo a San Google y me pongo a buscar todas las imágenes que pueda de la exposición, descartando aquellas cuya procedencia no era el Museo Roca de Barcelona. Lo que tienen a continuación es un recorrido virtual por esa maravilla freak de la vieja Barcelona, ya que a nadie se le ha ocurrido traer la exposición al lugar donde nació, Barcelona. (y si tras decirlo alguien decide traerla, espero que no se olvide anotar que la idea nació aquí).
Con Ustedes...
El Museo Anatómico del Señor Roca
El Museo Anatómico del Señor Roca
Debo reconocer lo inquietante que me resultan estas galarias de anatomía femenina. En parte por la mórbida languidez de las modelos de cera. Por un lado, son como estámpas gore de la Virgen, por otro, buscan la belleza de la mujer muerta, ese ánimo necrófilo que tanto preocupó a los reguladores del Código Hays. Lo más probable es que el modelo de partida fuera, precisamente un cadáver, y en cuestión de modelaje freak el verismo es muy importante.
Y a partir de aquí lo que sigue no es apto para personas sensibles, o, como decía el cartel que preside esta entrada: absténganse personas impresionables, ya que bajo el cartel de Los estragos del barrio chino se mostraban los efectos de las enfermedades venéreas en diversos órganos genitales. Por desgracia, de la exhibición paralela relacionada con el consumo de drogas no he encontrado nada.
17.11.11
VEN Y MIRA: EL CINE FANTÁSTICO Y DE TERROR EN LA ZONA PROHIBIDA
El viernes presentaremos Ven y Mira: el cine fantástico y de terror en la zona prohibida en Madrid, en la librería Ocho y medio y a las 18 horas, Rubén Lardín, Frank G. Rubio, yo y no sé si alguien más de los que hemos colaborado en este libro editado por Donostia Kultura y que sería el número 14 de la colección de ensayos amparada bajo la célebre Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti.
Y esto me lleva a pensar que aún no había dicho nada por aquí. Primero quise esperar a que estuviera en la calle y luego tenerlo en mis manos para hablar con la criatura a mano, que es bella y peleona. Verán, todo empieza con el escándalo de Serbian Film, esa película mediática y abyecta, su prohibición en España (pese a que se puede descargar subtitulada con todas las facilidades del mundo) y la denuncia contra el director del Festival de Cine de Sitges. Escribí bastante y en caliente por aquí, ahora hace un año. Al fin y al cabo es un tema que toca muchos de los palos que sostiene este blog: la sociedad borderline, la cultura pOp instrumento para el derribo de convenciones, y los ejercicios de censura y prohibición.
De ese cabreo compartido por muchos aficionados nació este libro coordinado por Rubén Lardín y destinado a hablar de censura y transgresión dentro del marco de un tipo de cine muy concreto, Es un libro especial que creo sobrepasa lo habitual en estos ensayos dedicados al cine fantástico y allegados. Hay ira, hay humor, hay ganas de hacer pensar y de dar elementos para el debate que sobrepasen las memeces que los madios de masas dijeron en su momento.
He tenido la suerte de formar parte del equipo de colaboradores (además de los ya citados, también tipos ilustres como Jorge de Cascante, Jordi Costa, Jesús Palacios, Joan Ripollès Iranzo o Nelson de la Rosa), tarea que me tuvo entretenido un par de meses (y que explica que durante el mes de julio este Blog batiera un récord de inactividad que pensé nunca llegaría). No he podido pasar más que las páginas, sin leerlo aún, así que poco más puedo decir. Rubén Lardín lo ha explicado en algunas entrevistas (una, dos, tres).
Respecto a mi parte en el asunto, me he encargado de un capítulo dedicado a realizar un viaje cronológico por diferentes procesos de censura y escándalo relacionados con el género fantástico y/o de terrror, que de hecho tiene entre sus códigos uno de los arquetipos de este tipo de asuntos, la masa enfurecida que con sus antorchas parte feliz hacia la quema del monstruo. Hablo de legislaciones, de espectáculos de feria, de códigos censores, de escándalos varios, de legislaciones y calificaciones, y todo ello con el estilo dicharachero que me caracteriza. También he escrito sobre tres de las Catedrales, es decir, de las películas especialmente diseccionadas. En concreto: Holocausto Caníbal (ese clásico), Pesadillas de una mente enferma (ese estandarte de la video inmundicia) y A Serbian Film (nada menos). También espero subir, los próximos días, algún documento relacionado con el tema; alguno MUY jugoso.
Les dejo el índice, que siempre es cosa buena para hacerse una idea de lo que van a encontrar en las páginas de Ven y Mira
1. VEN Y MIRA
1.1. Las buenas costumbres / Rubén Lardín
2. LESA HUMANIDAD
2.1. Lo imaginable y lo inconcebible. Un cine que se atreve a mirar lo que nadie mira / Joan Ripollès Iranzo
2.2. Los muros de la Bastilla. Escenas para una pequeña historia de la infamia / Jesús Palacios
2.3. Bajo el peso de la ley. Legislaciones, procesos, censuras / Daniel Ausente
2.4. El camino recto. De ronda por “la parte maldita” / Rubén Lardín
3. PLANETA PROHIBIDO
3.1. Sexo y muerte a precio de saldo. Burdeles y mataderos en el cine de explotación norteamericano / Joan Ripollès Iranzo
3.2. El dedo en la llaga. Provocación programada en el cine fantástico y de vanguardia / Jorge de Cascante
3.3. ¡Shoxploitation! Los bajos fondos del horror mediterráneo / Rubén Lardín
3.4. La mala fe. ¡Un asunto de nuestro tiempo! / Nelson de la Rosa
3. 5. Mira lo que hace la guarra de tu hija. Los niños, el demonio y la carne / Jesús Palacios
3. 6. A Brand New World. Visiones de un futuro extremo / Nelson de la Rosa
3.7. Retro-transgresión y gore para las masas. La lenta infiltración (y la rápida neutralización) de la imaginería extrema en el mainstream / Jordi Costa
4. CATEDRALES
4.1. Häxan. La brujería a través de los tiempos / Jesús Palacios
4.2. La parada de los monstruos / Rubén Lardín
4.3. El fotógrafo del pánico / Frank G. Rubio
4.4. Este perro mundo / Jordi Costa
4.5. La naranja mecánica / Jesús Palacios
4.6. Viva la muerte / Joan Ripollès Iranzo
4.7. La semana del asesino / Frank G. Rubio
4.8. Desenlace mortal / Joan Ripollès Iranzo
4.9. Sweet Movie / Jorge de Cascante
4.10. Saló o los 120 de Sodoma / Joan Ripollès Iranzo
4.11. La muerte en directo / Jordi Costa
4.12. Holocausto caníbal / Daniel Ausente
4.13. Pesadillas de una mente enferma / Daniel Ausente
4.14. Cada ver es / Joan Ripollès Iranzo
4.15. Videodrome / Rubén Lardín
4.16. Angst. La angustia del miedo / Frank G. Rubio
4.17. Nekromantik / Joan Ripollès Iranzo
4.18. Tras el cristal / Jorge de Cascante
4.19. Society / Jesús Palacios
4.20. Funny Games / Jordi Costa
4.21. Solo contra todos / Jorge de Cascante
4.22. Martyrs / Rubén Lardín
4.23. Encarnaçao do demonio / Frank G. Rubio
4.24. A Serbian Film / Daniel Ausente
4.25. Notre jour viendra / Jorge de Cascante
10.3.10
ANATÓMICA
La ilustración médica anatómica es lo que tiene, que uno la observa desde una perspectiva alejada de la ciencia y, quizá por ello, la misma frialdad científica con que está realizada la transmuta en fascinantes imágenes de horror corporal mutante pese a su humanidad, y en un canto a la carne muerta cuando en realidad busca el detalle del mínimo común de la vida. Esto, lo dicho, cobra mayor sentido si lo visto son ilustraciones con casi tres siglos a sus espaldas, como las maravillas de Jacques Gautier D'Agoty que aquí les muestro. La sóla búsqueda en google se revuelve inquietante al arrojar sus resultados. Las iconografías católicas, especialmente las barrocas, son también mórbidas y siniestras en muchos caso (y se citan como referente cultural para el gore italiano, es decir, católico), pero las ilustraciones anatómicas de Gautier D'Agoty van más allá y uno se pregunta si en el ánimo del ilustrador francés sólo hay deseo de descripción científica ilustrada y ánimo de experimentación cromática, o si hay algo más: la expresión artística como válvula de oscuridad interior. Uno apuesta por el amor a la muerte y la fascinación por el escalpelo y sala de forenses, y seguro que no me equivoco. Y si no, que les pregunten a Burke y Hare.
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