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31.10.15

CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XXXII): AS THE GODS WILLS



Como es ya tradición, el cine de Takashi Miike no faltó a su cita con Sitges, y que fuera por partida doble a nadie sorprende al tratarse de un realizador hiperactivo que no se conforma con una película al año. As the Gods wills pertenece al Miike lúdico y, en cierta forma, esta película se puede entender como su singular aportación a la corriente actual de historias donde un grupo de jóvenes debe sobrevivir a una serie de pruebas. Vamos, un poco como El corredor del laberinto pero sin distopía de fondo a cambio de delirio nipón. Aquí los protas se ven obligados a sobrevivir al encuentro con una serie de monstruos inspirados en juegos tradicionales japoneses —un poco versiones orientales de cosas como la gallinita ciega o el escondite inglés—. Eso es gracioso porque, en un formato argumental que bebe de los videojuegos —pruebas que dan paso a la siguiente— y de los reality shows concursales —encierro— Miike coloca lo tradicional. A su manera claro, porque se materializa con efectos digitales y generosidad en términos de gore y hemoglobina. La película tiene un inicio salvaje y prosigue entretenida, aunque en su tramo final se relaja y se pone más trascendental, pero bueno. ¡Ah! También adapta un manga, creo que inédito por aquí, obra de Muneyuki Kaneshiro y Akeji Fujimura. Como tal, no está al nivel de I am a Hero o Parasyte, también programados este año.

30.10.15

CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XXXI): PARASYTE



Tercero de los live action o adaptaciones a imagen real de mangas que vimos este año, y pese a que no suelen entusiasmarme lo cierto es que tendré que sacarme reparos de encima. Quizá no llega al guateque de diversión de I am a Hero, pero lo cierto es que este Parasyte está muy bien, al menos la primera entrega, ya que no puede ver la segunda y la historia queda sin concluir. La historia va de unos parásitos que se apoderan de cuerpos humanos, que tienen capacidad multiforme y que, literalmente, se alimentan de nosotros, ñam ñam. Pero como son cautos, la invasión es silenciosa y conspirativa. La cosa es que que una de esas fagocitaciones no fructifica como es debido y produce una simbiosis entre el parásito y un joven estudiante, algo que los otros bichos ven como una amenaza. La peli es divertida, tiene buenos momentos de comedia, hay drama, acción, violencia, gore, romance, despertar del héroe e incluso alguna reflexión sobre la condición humana, y todo eso servido con ritmo y gracia. El manga original, obra de Hitoshi Iwaaki, fue seriado entre 1988 y 1995 y tuvo adaptación anime, pero aún así está inédito por estos lares. La pena es que desconozco si la segunda entrega mantiene el buen pulso de esta primera parte.

25.10.15

CRÓNICAS DE #SITGES2015 (XXX): I AM A HERO



Una de las películas que más ganas tenía de ver, al fin y al cabo soy fan del manga de Kengo Hanazawa. Mis expectativas eran altas, pero tampoco mucho: las adaptaciones de mangas en imagen real (live action que las llaman ahora) pueden gustarme o no, pero siempre están por debajo del original, les falta algo. No es el caso. I am a Hero captura el tono original, tanto el carácter apocado del protagonista como esos zombis surrealistas que repiten frases absurdas. A medio camino entre la comedia y la aventura de acción con infectados, tiene media hora inicial trepidante y espectacular, luego se tranquiliza y al final se convierte en una fiesta por todo lo alto. Yo me lo pasé bomba, y desde luego es una de las grandes triunfadoras de la edición de este año. Por cierto, esta producción de la Toho se estrenó mundialmente en Sitges, un dato a tener en cuenta. La única pega es que no todas las frases de los zombis estaban subtituladas, con el delirio que suponen.

9.10.15

CRÓNICAS DE SITGES 2015 (II): ATAQUE A LOS TITANES I



A ver si puedo matizar mi entusiasmo. Esto es la adaptación en imagen real (que es como nos referíamos antes a lo que ahora llaman Live Action) de un manga de mucho, mucho éxito, que aquí publica Norma y que también tiene versión anime. Leí los dos o tres primeros números y, aunque tenía su gracia, ahí me quedé. La cosa va de un futuro muy chungo en que la humanidad ha sido casi exterminada por unos caníbales gigantes y los pocos supervivientes malviven protegidos tras unos muros enormes. Como shonen manga que es, los protas son un grupo de adolescentes que forman parte del reducido ejército que planta cara a los titanes. El matiz a mi entusiasmo es precisamente ese, que todo el rollo juvenil me interesa más bien poco y media de la peli va de eso. Pero la otra mitad, ah amigo, la otra mitad me ha hecho salir fascinado y dando brincos, porque aquí lo que importa son los titanes, visualmente impresionantes. Es curioso que al llevarlos a imagen real desvelan algo que el cómic no transmitía, o que yo no supe ver: son la invasión zombi definitiva. Aquí, los zombis (de la tradición lenta y hambrienta) tienen tamaño Godzilla y se zampan humanos como espárragos. Su desnudez y su amorfa sonrisa añaden toneladas de impacto visual y así la película se descubre como un imposible crossover entre La noche de los muertos vivientes de George A. Romero y La batalla de los simios gigantes de Ishiro Honda. Vamos, que aúna con belleza dos de las cosas que más me gustan: Lo Zombi y los monstruos gigantes japoneses, y el resultado en ese aspecto me resulta tan brutal que no hay peros que valgan. Por cierto, la adaptación consta de dos partes y me temo, ay, que lo tengo mal para ver la segunda.

31.12.14

TEZUKA Y LOS MUTANTES DEL PLANETA DE LOS SIMIOS

Ando estos días leyendo y disfrutando de Alabaster, uno de esos mangas de Osamu Tezuka con que nos van alegrando las editoriales, en este caso Astiberri. Pretendo escribir más sobre esta lectura, y algún Tezuka más, los próximos días. Alabaster es una variación sobre el Hombre Invisible con forma de divertidísima aventura pulp con un villano de folletín que también remite a Fantomas y demás genios del crimen. Como es habitual en Tezuka, no contempla el bien y el mal como dos absolutos puros sino que los llena de ambigüedad añadiendo ternura a la maldad o un carácter despiadado en quien se supone del lado del bien, y de fondo un plan maestro que quiere demostrar que la belleza no existe, que todo lo que es bello por fuera oculta fealdad interior.

Pero no venía yo a extenderme en ese aspecto sino anotar un detalle más anecdótico, y es que al llegar a la viñeta en que se muestra el verdadero rostro de Alabaster, cuya invisibilidad sólo afecta a la piel dejando ver músculos y venas, relacione de inmediato esa imagen con los mutantes que habitan el subsuelo de la Zona Prohibida del Planeta de los simios. 




Mis lectores veteranos saben que siento fascinación por Regreso al Planeta de los simios, la primera secuela, y quizá eso me lleve a establecer un lazo improbable, y es cierto. De todas formas, tampoco es tan descabellado que Tezuka se inspirara en esos mutantes para dibujar el rostro de Alabaster: por un lado, tenemos que El Plantea de los simios fue todo un éxito en Japón, que su secuela se estrenó, según IMDB, en agosto de 1970 y que Tezuka empezó a publicar Alabaster en diciembre de ese mismo año.

9.5.14

EL TREN DISTÓPICO



Una de las cabeceras claves del llamado boom de las revistas de cómic (finales de los 70 – principios de los 80) fue Totem, editada por Nueva Frontera. En el número 52, cuando ya estaba próxima a su decadencia, los lectores de Totem nos vimos sacudidos por el inicio de El Transglacial , una historia de ciencia-ficción de aquellas bendecidas para permanecer en la memoria, pero nunca habríamos imaginado que acabaría adaptada al cine, y menos con una realización tan espectacular. La película se llama Snowpiercer y acaba de ser estrenada, merece mucho la pena y, a poder ser, en sala de cine en versión original.



Pero volvamos, de momento, al cómic original. El Transglacial (Le Transperceneige) planteaba una poderosa metáfora social a partir de una distopía apocalíptica. En el futuro, una nueva era glaciar se ha instalado en nuestra planeta y exterminado a la raza humana. Los únicos supervivientes viajan en un largo tren, más o menos autosostenible, sin más destino que recorrer durante años su extenso trazado. En su interior viven organizados en una brutal estratificación social: en los vagones de cola despojos y marginados muertos de hambre, en los de cabeza una élite disfruta de todos los lujos. El protagonista es un rebelde huido del último vagón a quien acompañaremos en su periplo hacia adelante por los muchos vagones que van de una punta a otra y que no son sino peldaños de ascenso social a la vez que barreras de desigualdad impuestas a la fuerza o por medios más sutiles. Delante de todo, en la locomotora, habita el ingeniero que mantiene el motor en marcha y que tiene casi la consideración de un Dios. Como ven, una muy poderosa metáfora de cómo funciona nuestro mundo expresada a través de un tebeo de género a caballo entre la ciencia-ficción, la aventura y la intriga política.



El Transglacial era obra de Jacques Lob, uno de los mejores guionista franceses de aquella época (muy amigo del folletín, como demuestra su indispensable saga erótica Las tribulaciones de Virginia junto a Pichard), y el apartado gráfico corría a cargo de Jean-Marc Rochette, que no era un primera fila pero cuyo trazo de línea gruesa funcionaba bastante bien para mostrar la suciedad, dureza, fealdad y carácter avieso de la mayoría de personajes. También es cierto que alguna escena concreta no está del todo bien resuelta y resultaba algo tosca; pero vamos, es un estupendo cómic que ha aguantado con mucha dignidad el paso del tiempo.



Curiosamente, si cuando la leía en las páginas de Tótem me hubieran preguntado por el lugar de publicación original, estoy seguro de que habría jurado que venía de la mítica Metal Hurlant, una sensación que aún hoy permanece, cuando en realidad se publicó en la más aventurera revista A Suivre entre 1982 y 1983, alcanzando una extensión final de 116 páginas, entonces bastante inusual para el mercado francés, donde las 48 o 64 páginas del álbum tradicional estaban marcadas a fuego. Aún así, se convirtió en un pequeño clásico, continuado años más tarde en varios álbumes, ya sin Lob ni Rochette, que no he leído. Bang la recuperó hace unos años, sin demasiado eco, con el título de Rompenieves, e incluso se atrevió con un segundo volumen que recogía un par de esas secuelas. No está de más anotar que inicialmente el dibujante iba a ser Alexis (autor, con guiones de Lauzier, del genial western paródico Al Crane que tanto me gustaría ver rescatado algún dia) pero le sobrevino la muerte repentina cuando llevaba 17 páginas ya dibujadas. Una pena, porque era joven y estaba especialmente dotado para retratar lo mezquino.


¿Y la película que se estrena hoy? Pues estupenda, la verdad. Lo cierto es que a Snowpiercer le tenía muchas ganas sin saber siquiera que era la adaptación de Transglacial. La razón: ser la primera película internacional de Bong Joon-ho, responsable de dos de mis títulos preferidos del nuevo cine coreano: Memories of murder (brutal crónica sobre los crímenes de un psicópata rural) y The Host (espectacular puesta a punto de las monster movies), ambas con un sustrato de crítica social ideales para llevar al cine el cómic original. Como coproducción entre Corea del Sur, Francia y EEUU es un proyecto curioso porque tiene un poco de las tres procedencias. Se beneficia de sólidos actores de habla inglesa como John Hurt, Ed Harris o Tilda Swinton (que está espectacular) aunque reserve un importante papel a Song Kang-ho (uno de los rostros habituales del mejor cine coreano). También está presente el diseño de producción del cine fantástico francés, tan influido precisamente por la estética de los cómics de Metal Hurlant, cosa que le da siempre un toque especial y diferente. Y luego está el tono propio del cine coreano, tanto en el fondo como en su preciosista forma.


El punto de partida y estructura de la historia viene a ser la misma que la del cómic, aunque hay bastantes cambios, empezando por el rebelde de cola, que no es un huido sino un líder revolucionario rodeado de un pintoresco grupo humano. Se elimina también el personaje femenino que le ayudaba, una especie de activista de ONG de los trenes intermedios, y eso está bien porque añade desesperanza. También se enriquece la historia y se hace un retrato más o menos sutil de como funciona esto de la dominación social: hambre, desigualdad, violencia, educación, sexo, distracción lúdica, drogas ilegales. Sin olvidar las hostias como panes y los coreanos con martillo.



Son muchas las escenas memorables (la pelea con los guardianes encapuchados, la visita a la escuela, el tiroteo entre vagones) aunque habrá quien considere un pequeño bajón el final dominado por diálogos de enjundia existencialista, pero vamos, nada grave. Ojalá todos los blockbusters de sci-fi apocalíptica fueran así, porque Snowpiercer le da bastantes vueltas a las recientes Elysium (que no está mal pero que parece hija del Concilio Vaticano II) o Oblivion (que pese a su condición hard, que es de agradecer, desprendía un cierto tufillo a cienciología new age).


9.9.12

DE ALIEN A PROMETHEUS


En menudo letargo estival se ha sumido este blog. Un letargo literalmente ausente, más que nunca. Fíjense que ni siquiera he celebrado el octavo aniversario. En fin. Caliento motores con el anuncio de una charla que bajo el título De Alien y Prometheus se celebrará en Barcelona el próximo jueves 13 de septiembre a las 18:30 en la Sala Pi i Sunyer de l'Institut d'Estudis Catalans (carrer del Carme, 47). Abajo tienen los detalles, y también en el blog del siempre inquieto divulgador Jordi Ojeda, que es quien organiza. Estaré en la mesa junto a Ángel Sala i Jordi Sánchez-Navarro, así que para mí es un lujo, y encima con streaming en directo a través de la dirección http://videoteca.iec.cat/directe.asp


Como ya indica el título, la mesa girará alrededor de Prometheus (precuela sobre la que ya dije lo que tenía que decir), la saga Alien y, muy especialmente, de la recomendable adaptación al cómic de la película original que acaba de recuperar Diábolo. Yo aún conservo mi ejemplar de la vieja edición de Bruguera, pieza de coleccionista de eses difíciles, entre otras cosas porque al carácter mítico de la película de Ridley Scott se añadía la calidad de sus autores: Archie Godwin y Walter Simonson.


Las adaptaciones al cómic de películas llamadas a ser un éxito han sido habituales y su lógica interna de productos de consumo destinados tanto a la promoción como a aprovecharse de esa misma promoción siempre juegan en su contra. Ese estigma tiene sus excepciones, la mayoría muy contextualizables en una época concreta  de finales de los 70 y principios de los 80. En el caso que nos ocupa destaca el buen hacer de un Walter Simonson a las puertas de explotar definitivamente con su Thor, una auténtica obra maestra. El otro detalle es la editorial que amparó el proyecto, Heavy Metal, hermana gemela de Metal Hurlant. Bajo su sello también se editaría la otra obra maestra de las adaptaciones, la espectacular Atmósfera Cero de Steranko.


El sello editorial no sólo explicaba la calidad del producto, sino que también cerraba un círculo perfecto. Alien se alimentaba de algunas joyas de la serie b, pero también se zambullía visualmente en todos esos cómics que aún lado y otro del Atlántico se publicaban en las páginas de Heavy Metal y Metal Hurlant. Que uno de los referentes se responsabilizara de la adaptación al cómic certificaba muchas cosas.


Por cierto, y antes de dejarles con toda la información sobre la charla del jueves, a raíz de Prometheus (y del inesperado eco que tuvo mi texto) recordé un estupendo artículo de divulgación ganador de un Premio Ignotus. Se titula Los dioses astronautas en la ciencia-ficción, está escrito por Mario Moreno Cortina y se puede leer íntegro aquí. De hecho, deben leerlo pues muy bien los lazos y el camino que unen la ciencia ficción con la literatura esotérica y magufa. Un tema fascinante sobre el que vuelvo una y otra vez. Recuerden mi teoría: los Däniken, Bergier o Pauwels son escritores de ciencia ficción que aportan al género formas de no-ficción y perspectiva de falso documental. A algunos les mueve la pasión y a otros la caradura, y la cosa funcionó también que en algunos casos dio lugar a religiones como la cienciología. Una muestra más del poder de la ciencia-ficción, un género tan menospreciado como clave y poderoso. Seguro que una cosa explica lo otra.



19.10.11

CRÓNICAS DE SITGES 2011 (XXXIII) : POULET AUX PRUNES


Pues oigan, qué bien lo de Satrapi y Paronnaud (como autor de cómics más conocido como Winshluss). Yo no las tenía todas conmigo, y a las ocho y media de la mañana entre en la sala entre temeroso y desganado. A ver, Persépolis es una gran novela gráfica, capital para entender el fenómeno, y la película no estaba nada mal. Pero con Pollo con ciruelas, que como cómic me gusta bastante (pero menos que Bordados), no sé, pensaba que no iba a funcionar, y más cuando la pareja de directores renunció a la animación tras una experiencia, la de Persépolis, que tildaron de agotadora. Así dudaba yo y casi sin darme cuenta me zampé la película bien, con alegría, mirando como jugaban a introducir pequeños guiños a la narrativa gráfica en plan Sin City de la Nouvelle Bedé, afrancesado y de andar por casa. Bueno, exagero, pero que la peli bien, vamos, bonita y tal. Encandiló a algunos de esos críticos seriotes de toda la vida, por cierto.

12.10.08

SINCRÓNICAS DE SITGES (XIII): 20TH CENTURY BOYS

La esperada adaptación del manga 20th Century Boys, con actores reales y no animé, debe ser tenida en cuenta a la hora de debatir las virtudes o problemas de una adaptación fiel. Esta lo es tanto que pierde toda capacidad de sorpresa, y lo que es peor, tengo dudas de que funcione para aquellos que no han leído el original. Además, su descarado continuará, anunciado con letras mientras vemos por primera vez a la Kanna adolescente, seguro que destrempa, y mucho, al espectador virgen. Nada resuelve, por lo que los problemas del tramo final del manga se intuyen insalbables para el futuro de la saga fílmica, que en esta primera entrega cubre el arco justo hasta la noche del 31 de diciembre del año 2000. Le falta pasión, además del suspense y la tensión que distinguen la obra de Urasawa. Ojo, tampoco resulta aburrida en su metraje, cosa que también debe tenerse en cuenta.