Mostrando entradas con la etiqueta Ruiz-Zafón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ruiz-Zafón. Mostrar todas las entradas

06 febrero 2022

Sesquidécada: febrero 2007

Febrero de 2007 tiene registradas lecturas del club de la comedia (los monólogos estaban de moda y hubo varias recopilaciones), una singular novela policíaca de Millás (Papel mojado), y las obras que voy a reseñar a continuación. No es un mes de muchas lecturas, pero creo que fueron todas bastante interesantes.

Carlos Ruiz Zafón había cosechado un éxito notable con La sombra del viento, lo que le vino muy bien para relanzar su carrera como escritor de literatura juvenil (incluso algunas de estas novelas se vendieron más tarde orientadas al público adulto). En aquel momento leí dos de sus novelas juveniles más conocidas: El príncipe de la niebla y El palacio de la medianoche. Ambas novelas tienen ingredientes similares, protagonistas jóvenes, secretos, lugares misteriosos, terror, intriga, oscuridad... La primera se sitúa en una ciudad costera, mientras la segunda se ubica en Calcuta. Son novelas muy bien configuradas para enganchar a los lectores jóvenes y creo que siguen siendo una buena referencia para las lecturas de Secundaria, por ejemplo 3º de ESO. En la misma línea se encuentran otras obras del autor como Luces de septiembre o Marina, también recomendables. Lamentablemente, Carlos Ruiz Zafón falleció hace poco más de un año, dejándonos huérfanos de otras obras igual de interesantes.


Buzón de tiempo, de Mario Benedetti, es la otra protagonista de esta sesquidécada. Se trata de una obra esencial para disfrutar de este autor imprescindible. Reúne una serie de cuentos con algunos poemas intercalados. Los relatos de Benedetti son pequeñas joyas que vale la pena leer y releer. Heredero de la mejor tradición cuentística americana (Cortázar, Borges, Felisberto Hernández, Monterroso o Quiroga), Benedetti añade un elemento sentimental que impregna con un toque personal su escritura y la hace inconfundible. Más allá de las citas, más allá de haberse convertido en protagonista de frases célebres y de poemas inolvidables, Benedetti es uno de los mejores escritores de nuestra época: lean por ejemplo La tregua y ya me dirán. 

17 marzo 2019

Sesquidécada: marzo 2004

Las lecturas de marzo de 2004 fueron más variadas que las de meses anteriores. En aquel año saltó a las librerías el éxito de Carlos Ruiz Zafón La sombra del viento, que supuso un hito reseñable en la historia de los best sellers patrios. En la estela de El código da Vinci y otros títulos como El club Dumas, Ruiz Zafón cocina unos ingredientes muy atractivos para el lector: misterio, libros, elementos con tintes fantásticos, historia, ambientes brumosos, ciudades con encantos ocultos... Había leído algunas de las novelas juveniles del autor y el estilo encajaba bien con su trayectoria, tanto que algunos de esos títulos juveniles se reeditaron como si fuesen novelas para el público general. Aunque me gustó bastante La sombra del viento, no continué con ninguno de los otros libros de la saga, una serie que continúa hasta la actualidad y que no creo que me despierte ya tanta curiosidad como aquella primera obra.


Muy distinto es el caso de Hay algo que no es como me dicen, una extraña obra de ensayo sociopolítico de Juan José Millás sobre el caso de Nevenka Fernández e Ismael Álvarez. Leí esta obra con el corazón encogido, quizá porque todavía no existían las redes sociales y uno no alcanza a imaginar lo que puede ocurrir cuando se mezcla el acoso sexual con la política, la corrupción y el abuso de poder. Lamentablemente, el caso de Nevenka no sirvió para que los partidos políticos fuesen más transparentes ni para que los hombres dejasen de ser tan machistas. La protagonista ganó en los tribunales pero perdió en todo lo demás. Y quince años después siguen saltando a los medios casos similares.

El último libro reseñado en esta sesquidecada es El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson. No es una obra que requiera mucha explicación, pero debo destacar que releerla con cierta edad me proporcionó un nivel de lectura mucho más rico que el de la lectura juvenil que suele plantearse en el aula. El monstruo genera un terror y compasión que se vuelve demasiado cercano cuando se entiende desde la psicología humana. Dicen que los clásicos son libros que nunca pierden vigencia y que ofrecen una y otra vez lecturas cada vez más enriquecedoras: eso pasa con esta novela, viva hoy más que nunca.

20 febrero 2007

El morbo del abandono

Seguramente, de tanto leer literatura juvenil, estoy sufriendo una regresión en el gusto literario. Lo digo porque cada día me gustan más estas novelas a menudo insustanciales que, sin embargo, se leen de un tirón y te saben a poco. En mi descargo añado que las he combinado con 'El tercer policía' de Flann O'Brien, 'Estambul' de Orhan Pamuk y 'Buzón de tiempo' de Benedetti.
A lo que íbamos, que quisiera hablar de dos novelas que me han dejado buen gusto: 'El Príncipe de la Niebla' y 'El Palacio de la Medianoche', las dos de Carlos Ruiz-Zafón, sí el de 'La sombra del viento'. Fueron novelas tempranas del autor que editó Edebé y que ahora recupera (graznidos desde las alturas) Planeta, a un precio injustificadamente mayor. Lo bueno de ellas es una intriga aceptable y un atinado punto de terror, dos elementos que enganchan a los alumnos a la primera (ved ejemplos de sus críticas). También algo que tienen en común es el uso de los lugares abandonados como elemento de misterio y atracción fatal. En 'El Príncipe de la Niebla' es una casa con un cementerio de estatuas (y un barco naufragado, además). En 'El Palacio de la Medianoche' es, además del propio palacio, una estación de ferrocarril fantasma con túneles misteriosos.

Confieso que yo mismo siento una atracción insana hacia los lugares abandonados (ahora satisfecha, pues como ya he repetido, doy clase en un cuartel del ejército abandonado y que recuerda a esos escenarios dantescos de las películas de Mad Max -nada más entrar hay una gasolinera reventada y varios hangares fantasmales-). Este pequeño e inofensivo vicio encuentra satisfacción en algunos blogs que he descubierto recientemente, como Abandonalia o Fogonazos. Del primero, incluso saqué una actividad de estaciones-fantasma para mi blog de 4º de ESO.

Ahora, he descubierto también en un blog una nota sobre líneas del ferrocarril abandonadas, el colmo de mis parafilias. Supongo que mi interés por esos caminos de hierro abandonados estriba en que los considero el trasunto de mis propios senderos abandonados, de todos aquellos proyectos que iban a ser y no fueron y que quedaron como fósiles de la memoria.

Ejem... Que las novelas de Ruiz Zafón son muy entretenidas. Agur.