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20 febrero 2007

El morbo del abandono

Seguramente, de tanto leer literatura juvenil, estoy sufriendo una regresión en el gusto literario. Lo digo porque cada día me gustan más estas novelas a menudo insustanciales que, sin embargo, se leen de un tirón y te saben a poco. En mi descargo añado que las he combinado con 'El tercer policía' de Flann O'Brien, 'Estambul' de Orhan Pamuk y 'Buzón de tiempo' de Benedetti.
A lo que íbamos, que quisiera hablar de dos novelas que me han dejado buen gusto: 'El Príncipe de la Niebla' y 'El Palacio de la Medianoche', las dos de Carlos Ruiz-Zafón, sí el de 'La sombra del viento'. Fueron novelas tempranas del autor que editó Edebé y que ahora recupera (graznidos desde las alturas) Planeta, a un precio injustificadamente mayor. Lo bueno de ellas es una intriga aceptable y un atinado punto de terror, dos elementos que enganchan a los alumnos a la primera (ved ejemplos de sus críticas). También algo que tienen en común es el uso de los lugares abandonados como elemento de misterio y atracción fatal. En 'El Príncipe de la Niebla' es una casa con un cementerio de estatuas (y un barco naufragado, además). En 'El Palacio de la Medianoche' es, además del propio palacio, una estación de ferrocarril fantasma con túneles misteriosos.

Confieso que yo mismo siento una atracción insana hacia los lugares abandonados (ahora satisfecha, pues como ya he repetido, doy clase en un cuartel del ejército abandonado y que recuerda a esos escenarios dantescos de las películas de Mad Max -nada más entrar hay una gasolinera reventada y varios hangares fantasmales-). Este pequeño e inofensivo vicio encuentra satisfacción en algunos blogs que he descubierto recientemente, como Abandonalia o Fogonazos. Del primero, incluso saqué una actividad de estaciones-fantasma para mi blog de 4º de ESO.

Ahora, he descubierto también en un blog una nota sobre líneas del ferrocarril abandonadas, el colmo de mis parafilias. Supongo que mi interés por esos caminos de hierro abandonados estriba en que los considero el trasunto de mis propios senderos abandonados, de todos aquellos proyectos que iban a ser y no fueron y que quedaron como fósiles de la memoria.

Ejem... Que las novelas de Ruiz Zafón son muy entretenidas. Agur.