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25 junio 2022

Sesquidécada: junio 2007


Tres novelas extrañas se asoman a esta sesquidécada. La primera de ellas es Guapa de cara, de Rafael Reig. Se trata de una historia de búsqueda en la que se mezcla el misterio, lo irreal y la distopía urbana. Quizá demasiados ingredientes para una obra que no pretende ser ambiciosa y que se queda en eso, en un divertimento. Rafael Reig era uno de mis escritores preferidos entonces, más por los artículos de prensa que por las obras largas, aunque siempre tenía momentos de prosa brillante que merecían su lectura. Creo que esta novela se puede leer hoy como un ejercicio de crítica literaria para asomarse a las experimentaciones que abrieron paso a la narrativa actual. Bueno, tal vez, rescatar el Madrid inundado de canales sea también una buena manera de reflexionar sobre la libertad de las terrazas.

También producto de su época es Una noche de perros, de Hugh Laurie, el célebre doctor House, la serie televisiva. Se trata de una novela negra que aborda con bastante éxito algunas de las claves del género. Sin entrar en la originalidad o en su trascendencia, es una novela que se lee con agilidad y que tiene sus momentos interesantes. Se le puede dar una oportunidad.


Por último, recomiendo, esta vez sí, sin concesiones, la novela autobiográfica de Mohammed Chukri, El pan desnudo (o la traducción en català que leí: El pa de cada dia). Como una versión del Lazarillo moderno, el protagonista tiene que sobrevivir a una infancia dura en las calles de diversas ciudades norteafricanas. Un relato duro, intenso, lleno de miseria pero también de valentía y un punto de esperanza. De las tres novelas de esta sesquidécada, la única llamada a convertirse en un clásico.

20 noviembre 2021

Sesquidécada: noviembre 2006

Uno de los libros que rescato en esta sesquidécada me gustó tanto cuando lo leí que me llevó a escribir en su momento una reseña en este mismo blog, por lo que no voy a insistir mucho en recomendarlo. Se trata del Manual de literatura para caníbales, de Rafael Reig, una historia de literatura sui generis, solo apta para letraheridos. Creo que resulta difícil encontrar la edición que manejé, pero he visto que la han reeditado con el nombre de La cadena trófica en dos volúmenes. El humor y la ironía de Reig, salpicados de crítica literaria, o viceversa.


Para los que buscan literatura juvenil de acción y aventura, recupero también una novela de Fernando Lalana, que gustó mucho a mis alumnos de 3ESO: Amnesia. Con el ritmo de una película de acción y el suspense de un peligro sobre raíles (como en la película Imparable), la trama de esta obra engancha al joven lector hasta el final. Buena literatura para iniciarse en el placer de leer.

11 julio 2020

Amor intempestivo, vidas en desazón

Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.

La última novela de Rafael Reig bien podría llevar algo parecido al prólogo del Lazarillo de Tormes. No es una novela-epístola, aunque sí autobiográfica, protagonizada por un pícaro que quizá no sabe que lo es, y explica el caso, casus, la caída, el azar de su protagonista hasta llegar a la atalaya desde la que se dirige al lector.
Me confieso admirador de ese Rafael Reig del Manual de literatura para caníbales y del articulista incisivo en las columnas de diferentes medios. Sus novelas tienen ese tono de humor inteligente que las convierte en objetos de lujo para minorías, objetos que sin ser brillantes son elegantes. Por eso no es un escritor de masas, por eso tendrá que seguir esperando para escribir su obra maestra.
En Amor intempestivo Rafael Reig cuenta por extenso su caso, haciendo de la novela un diario, o viceversa. Sin embargo, no sería una novela si la narración se redujese a unas memorias. Hay ficción, más de la que los lectores pensamos (creo), y hay un estilo particular en el que recuperamos al mejor Reig. La trama se enrosca sobre sí misma para volver una y otra vez a los elementos fundamentales que configuran la narración: el amor en todas sus dimensiones (amor filial, amor sexo, amor amistad) y la búsqueda de una identidad perdida. Vamos, la base de casi cualquier novela. Pero la novela es también el retrato de una generación literaria intempestiva, fuera de tiempo y sazón, como afirma el autor. Una generación que parece haber nacido tarde para convertirse en referente, como Muñoz Molina, Millás, etc. y demasiado pronto para ejercer de modelo en unos tiempos en los que apenas se lee. ¿Cuál es el papel del novelista perdido en ese interludio? Encontrar su voz, elegir su obra, ajustar cuentas con su pasado: "Si no tienes cuentas pendientes con el mundo, no te pones a escribir novelas". Rafael Reig traza en esta novela un mapa de sus elecciones, de todo ese abanico de vidas posibles que le han ido saliendo al paso. He leído la novela imaginándolo atado al mástil de su obra rechazando una y otra vez los seductores abrazos de las sirenas que pasan por su vida, unas sirenas demasiado humanas, demasiado carnales. En ese destino trágico se halla también el caso, que no mencionaré aquí por no desvelar el núcleo argumental que para mí tiene la novela, un núcleo que también se relaciona directamente con el amor, con la creación, con la vida.
Amor intempestivo es una novela para amantes de la literatura, para filólogos, para desubicados, para escritores que siguen esperando su musa, sin saber que la han echado de su cama cientos de veces. Igual que el lector del Lazarillo se queda con esa amarga sensación de haber padecido mucho sufrimiento para acabar de cornudo y apaleado, el lector de Reig también experimenta la desazón de ese narrador que parece claudicar ante la adversidad. Sin embargo, nada mejor que retroceder para coger carrerilla. ¿Quién iba a pensar que aquel pregonero de vinos se convertiría en un personaje inmortal? ¿Quién pone en duda que Reig sea capaz de escribir una obra maestra? Ojalá. 

06 diciembre 2007

Rafael Reig en público

Un escritor actual al que le estoy tomando estima es Rafael Reig. Tiene publicadas varias novelas en la editorial Lengua de Trapo (algunas de ellas ya en edición de bolsillo en Punto de Lectura). He leído Guapa de cara, una novela policíaca, al estilo americano pero con cierto tono descreído y fantástico. También las Hazañas del Capitán Carpeto, parodia de tebeo de superhéroes a la que quizá le sobran repeticiones.
Pero me gusta, sobre todo, por sus artículos de opinión corrosivos y radicales. Actualmente tiene una sección en el diario Público en la que contesta a una Carta al Director, seleccionada sin duda entre las más reaccionarias, bobas o cínicas. Es un juego periodístico divertido en el que se entabla una mínima disputa entre lector y escritor, coreada por los comentarios digitales en el blog.
Además de esto, durante bastante tiempo ha ido publicando en El Cultural, suplemento del diario El Mundo, una sección en la que bajo el título de Juzgado de segunda instancia, se ajustaban cuentas a oportunistas de la cultura. Vale la pena leer algunos de ellos, que incluso podemos utilizar en clase como parodia de los textos jurídicos:
Al margen de los artículos que publica en la prensa, mantiene también un blog personal. En fin, provocador y un tanto irreverente en ocasiones, pero con un aire original que promete. Aquí os dejo también una entrevista en la que presenta su libro Manual de literatura para caníbales al cual ya dediqué una nota en este blog.

11 noviembre 2006

Canibalismo literario

Acabo de leer el Manual de literatura para caníbales de Rafael Reig.
Es cualquier cosa menos un manual de literatura, aunque sí hay mucho canibalismo literario. En realidad es un paseo divertidísimo por la cara B de la literatura, no por mostrar a los subalternos sino por estar contada desde el punto de vista de los estéticamente rezagados. El hilo conductor lo marca una saga familiar de individuos letraheridos que, desde el Romanticismo hasta el 2020 se apuntan al oficio literario con una generación estética de retraso, de ahí su frustración y perplejidad. En la última parte del libro se nos cuenta la 'Guerra de las dos Marías', quizá uno de los pasajes de metaliteratura en clave de ciencia ficción más divertido que he leído últimamente. Recomendable para todos los que estén hartos de visiones canónicas de la literatura y de sus vacas sagradas. Algo diferente y que engancha. Me quedo y apunto aquí algunos de los títulos que he entresacado y que pienso revisar: 
Carlos Pujol: Jardín inglés. 
Juan Bas: Alacranes en su tinta. 
Antonio Ferres: Los vencidos. 
Juan Iturralde: Días de llamas. 
Robert Fraser: Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. 
Antonio Ruiz Villaplana: Doy fe. 
Fernando Marías: La luz prodigiosa. 
 Por cierto, me ha sorprendido leer aquí la hipótesis de una empresa de producción de libros a modo de factoria de ensamblaje, en la que los autores son meros actores. Era una idea que había empezado a trabajar yo hace años como posible germen de una novela. ¿Será telepatía?