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lunes, 2 de mayo de 2016

A Sierra Baja por "lo fácil"

Sierra Baja es un peculiar topónimo dentro de la sierra de Ubrique.
A ella se accede desde nuestro querido pueblo pero con la salvedad
de la gran falla llamada la Merga que le añade cierto grado de dificultad.
Por eso vamos a subir a Sierra Baja por "lo fácil", partiendo desde
el área recreativa de El Cintillo, en Aguanueva, donde podemos apreciar
cómo se divierte un nutrido grupo de animales no humanos.



Antes de partir por el camino ensanchado a base de picar piedras,
nos llaman la atención estos "hermanos y residentes" en Aguanueva
-uno de ellos es "albino". Y justo en la curva de la Manga de Villaluenga
-donde sucumbieron aquellas míticas encinas- entrada y pasada la angarilla...



comenzaba nuestra singladura peculiar y añorada por enésima vez,
por entre un mundo mágico y casi indemne...



en continuada ascensión, con cuatro pechos arriba como la cuesta de la calle Los Solano
-más o menos exagerado. A medida que se asciende, es de pura lógica...



obtener espectaculares planos panorámicos, como el de Vega Redonda,
esa dolina verde, mágica y atractiva. Y por encima de ella...



los pilones de El Pozuelo, de los que nos llama la atención el limo que cubre sus aguas.
Y en esas, distraídos, ralentizando la marcha por pura admiración
-recuperando el resuello- pronto estábamos por detrás...




del obsoleto y añejo estandarte de la placa de teléfonos.
 Y justo a su espalda...



un hermoso torcal calizo en exposición permanente, en el que
 pudimos observar entre sus rendijas, algunas "tetillas" ocultas.



-Tetillas de doncella o Brasas del diablo -Cytinus hypocistis,
una parásita -extraviada- de las jaras. Según nos comentó a posteriori
nuestro amigo Jesús Ortiz en su página de Flora Sierra de Grazalema



Y por sus encrespadas siluetas, los viejos roqueros nunca mueren.



Habíamos alcanzado nuestro objetivo de llegar a Sierra Baja por "lo fácil".
Ubrique quedaba oculto a nuestra vista y ante nosotros se erguía orgulloso...



el pico del Gamón luciendo la cara que pertenece a nuestro término municipal.
Un remanso de paz y de curiosidades se abría ante nuestras dilatadas pupilas...



y más, cuando junto al marcado sendero, florecían las orquídeas,
entre una multitud de matagallos, altramuceros y gamones "serranos".
Con nuestra presencia se alteraron mínimamente los pacíficos planes...



de ingesta verde de los rumiantes que se alejaron prudentemente
al desconocer la intenciones de los bípedos que se entrometían en su territorio.



El paseo bien merece la pena aunque sea para ver a las mansas, nobles y lindas vaquitas.
Pero la inmensidad de las setecientas hectáreas de dominio público, hace que parezcan
diminutas. Nos acercaremos sin cautela pues les pasa como a las de Covadonga...



son tan mansas que parecía que se dejaran tocar...



pero "lo fácil" fue no hacerlo -un asunto de cuernos.



Tantos años de escuchar aquel chascarrillo de "¿Será brava o será mansa?" nos ha llevado...



a la conclusión de que lo mejor es respetar la intimidad de estos inocentes herbívoros
que pastan bajo el influjo del Gamón -la máxima elevación del término municipal
de nuestro querido pueblo con más de mil metros de altura.
Desde allá arriba se comprende por qué se le llama a este paraje Sierra Baja.



Al ser Sierra Baja un lugar calizo y absorbente. Toda el agua precipitada se filtra y
la única manera humana de acumularla es con la proliferación de aljibes.
Las tres de esta parte se caracterizan por los nogales. En la época de los frutos
no son pocos los que se encargan de ir a por nueces a Sierra Baja.



Como había tiempo, dejamos el pico del Gamón, rodeado de gamones "serranos", atrás
para dirigirnos hasta otra famosa aljibe...



la del Algarrobal o Casa Refugio. Pero poco tiempo estuvimos pues...



nuestra presencia alteró a dos becerritos que mugiendo buscaron a las madres.
Lo mejor fue poner pies en polvorosa...



En el regreso vimos otra res rodeada de gamones "serranos". Estos no sirven para
explotarlos en el día de las candelas -esa fiesta tradicional de Ubrique.
Y levantando la mirada y dirigiéndola hacia el lejano horizonte verificamos que...



lo que era indiscutible es la vista gratificante hacia paisajes increíbles.



Ya el sol remansaba en el poniente tras las nubes inciertas que 
habían hecho caso omiso a los pronósticos de futura lluvia, cuando
nos disponíamos a abandonar Sierra Baja por el mismo camino.



Poder disfrutar de la entrañable suerte de acceder por "lo fácil" a estos parajes
y con nuestro querido pueblo como protagonista principal.



-Por "lo fácil" vinimos.
-Por "lo fácil" nos íbamos.
Alguno de aquellos rayos traviesos de la bella estampa vespertina...



incidían en el delicado rosa...



de sutiles y frágiles florecillas...



destacando el albar de los "mauletos" entre las soberbias 
encinas centenarias al paso del camino desandado.



Aún estaban las gregarias ovejas y entre ellas las que más destacaban...
las más llamativas, eran las distintas. Algunos pensamos que ser
la "oveja verde de la familia", no está tan mal, 
por el bien de los animales y por ende, de la Gran Madre Tierra.



Esos animales que luchan y se afanan por sobrevivir en este mundo de explotación.



Esos animales que nos brindan la comprensión de la palabra compasión
ante escenas tan tiernas y entrañables como la de un cordero...



buscando su exclusivo alimento en su propia madre.



Poco a poco se va vislumbrando una nueva era en la que se tengan
en cuenta los derechos de los animales. Cada vez hay más personas
sensibilizadas y con compasión hacia ellos... pero no será tan "fácil"
como subir a Sierra Baja.



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domingo, 24 de enero de 2016

No es otro día de niebla cualquiera

¿A quién no le atraen las nubes...? ¡Tan bellas y a la vez tan efímeras...!
Esas nubes que siempre están arriba y nosotros -pobres mortales- abajo.



Esas nubes que se aferran a la sierra de nuestro querido pueblo y la besan
como fervientes enamoradas de nuestra perpetua belleza caliza.
Pero hay veces que esos volátiles algodones se dejan caer hasta nuestro mundano nivel...



y se quedan dormidos en nuestro querido pueblo,
sin ganas de levantarse...
¡Y no es precisamente porque le pongamos algún colchón a la guisa...!
Hay veces -mágicos momentos- que las nubes cambian a...



niebla y humedecen algunos amaneceres de noches frías, de ciertas desiertas plazas.
Ese hecho, según cuentan, augura un precioso día azul, cuando despierta el sol.
Y es que esa niebla está en el valle.



Si subimos a los Olivares ese mismo día...



nos daremos cuenta de aquello que contaba la prosa antigua...



de que Ubrique es un "Pueblo jugando al esconder", es bien cierto.
Lo lógico es mirar y ver la niebla tapando a nuestra villa hermana de Benaocaz.



Pero no es otro día de niebla cualquiera...



y es Benaocaz quien no puede ver a Ubrique.
Y mientras abajo suceden los vaporosos acontecimientos...



El romano Ocurrris, en el Salto de la Mora,
se deleita viendo salir el astro rey por
las alturas más importantes de la sierra de Cádiz... 
¡El Torreón y el San Cristóbal! 
¡La sierra del Pinar!



Y las ovejas del cerro de los Olivares pueden ver perfectamente por donde pisan.



La niebla está en el Hoyo.



El paisaje familiar se vuelve de fantasía...



imprimiendo un halo de misterio a la sencilla estampa de los legendarios olivos.



Dándoles incluso aspecto de fantasmagórico atractivo.



-"¡Ya es hora de despabilar el ánima...!"
Es la ocasión de tornar al cielo.
Momento de desaparecer.



Oportunidad de evaporarse y cambiar la luz de la vida...



Tiempo de levantar el vuelo...



y dejarnos su húmedo abrazo.
Pero al igual que el sol en nuestro querido pueblo 
a la aferrada y a la vez perezosa niebla...



le cuesta trabajo abandonarnos.
-¿Será por el sutil encanto de nuestros tesoros....?



-¿Será que está esperando que el "Lorenzo" le dé la orden?



Pero sabemos, ya sea mirando al Convento de Capuchinos...



o hacia el abandonado Rodezno, en sus aledaños,
que poco intervalo quedaba para hacer
realidad la leyenda de "Día de niebla, cielo azul..."



Y allá iba en ascensión, jugando con su amiga la sierra.
Dejando ver la silueta del cancho del Búho siempre camuflado.



O despidiéndose hasta la próxima, del cancho Grande 
desde donde se ve la espalda de los pajarracos.



O jugando al Salto del Pollo -donde está la puerta de Sierra Baja.




Y como veraz premonición -como lo diría Tagore- 
"Por encima de las nubes el cielo siempre es azul",
Ubrique hizo gala de un día brillante y luminoso.
 El efecto inexorable causado por la niebla que,
como una aljofifa de blando algodón, había sacado lustro
a las blancas casas con un buen "josifado" a ras de suelo.



Y así se mantuvo hasta el atardecer desde los Olivares.
Ya pudimos ver en su momento, "un día de niebla
pero éste, visto lo visto...
¡No es otro día de niebla cualquiera...!



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