Aquella incursión vespertina, nos llevaba nuevamente hacia la ascensión de posibles
peligros aún por descubrir y no queremos decir que desconozcamos la calle Peligros
por la que pretendíamos acceder hasta...
la calle Calvario. Allí encontramos una entrada poco conocida hacia la sierra.
Por ahí podíamos subir a la Mina, hacia la derecha, pero no es una entrada usual.
Y se notaba que no está en la ruta turística porque bajo el naciente manto verde,
se alojan innumerables restos abandonados de antiguos muladares.
Viendo los ropones ajironados, datados de fechas anteriores a "Madre Coraje",
podemos comprobar que no está en el ánimo de "nadie", su limpieza y recuperación.
Tendremos que seguir "limpiando la sierra" y reciclando todo lo que podamos.
Desde que estuvimos en la base de la Cruz conservábamos la intuición de que
tenía que haber una "entrada secreta" que uniese esta parte con la del Camino de Ronda.
En aquella ocasión las tunas verdes con sus afiladas púas, no nos lo permitieron.
Sin embargo, desde la plaga de la cochinilla del carmín, las pobres chumberas
han estado muriéndose lenta pero inexorablemente, permitiendo...
el acceso a otras vistas sobre nuestro querido pueblo...
incluso antes del paso por detrás del mini tajo que alberga la lavadora serrana.
Llama la atención poderosamente la visión tan cercana desde este lugar, de nuestros
edificios emblemáticos y poder hacer encuadres "en verde" y originales.
Cuando miramos por delante el San Antonio, parece que no hay mucho terreno
entre él y el Tajo. Pero la perspectiva nos engaña...
ya que incluso hay pequeños desfiladeros antes de llegar al centro de la cuestión.
Piedras con magia. Escondrijos de juegos infantiles. Correrías de chiburraleas.
Esta sorpresa añadía rédito a la incursión pues al superarla, la vista...
puede elevarse a las alturas imponentes del magnífico Tajo...
y comprobar que en estas fechas, se cambia el icono por "la Estrella del Tajo".
Para desgracia de las tunas, lo que antes era meramente inaccesible...
ha dado paso al descubrimiento de lo que andábamos buscando...
¡La entrada secreta!
Una angostura de fácil acceso que nos llevará a territorio conocido.
El nexo de unión entre las dos partes. El sueño anhelado. Un camino
bastante frecuentado antes de la traída de las chumberas desde América.
Pronto estábamos ascendiendo por el lateral del familiar Tajo.
Y pronto estábamos ascendiendo, con el zoom,
las imágenes de la mezcolanza entre lo nuevo y lo viejo.
Ascendiendo pero sin dejar de arrimarnos al filo...
para comprobar desde las alturas a vista de dron -que es más moderno que "pájaro"-
el "por dónde" habíamos cruzado hasta este lar. Desde aquí y pegado a la gran roca,
nos percatamos de la existencia de un reciente "chinchal" para meter animales,
Y algo más arriba, pudimos ver otra vez, el nuevo aparcamiento de la Calera,
a través del caprichoso "trilito" natural.
La prueba de "la entrada secreta" estaba superada...
ya no hacía mucha falta continuar la agreste y empinada subida desde la que,
con enfoque descendente, nos permitía vistas de impresión.
Y aunque no faltaba mucho para hacer cumbre en la temporal "Estrella del Tajo"...
llegamos a subir un poco más arriba de "la Piedra del Predicador"
-donde está la entrada de acceso al Huerto del Tabaco- hasta llegar...
al escondite del "Guardián de la Cruz".
El atardecer precoz de estos días de otoño nos instaba al descenso.
Y aunque pudimos haber pasado la noche recostado...
en la atrevida "cama" de piedra sin barandas, preferimos regresar al confortable hogar.
Desgraciadamente habíamos confirmado de nuevo aquello de que "Pasa la Tuna".
La desaparición de las entrañables chumberas que tanto tiempo formaron
parte de nuestra cultura y que con tan dulces frutos nos agasajaban,
ha dado paso al redescubrimiento de un camino que puede continuarse...
entre lo bello de contemplar a un San Antonio
eternamente enamorado de la torre de la Iglesia...
y entre lo "no tan bello" de los interminables "detritus" humanos abandonados
a su suerte desde tiempo inmemorial. Y son tantos que algún que otro día
tendremos que decir nuevamente... "¡Vamos a desamueblar la sierra!"
Ya estaban encendidas las iluminarias de la Cruz del Tajo
-¡Bueno...! ¡La Estrella del Tajo!-
cuando regresamos al punto de partida.
Un nuevo lugar para futuras aventuras estaba a nuestro alcance.
Volvíamos convencidos de que el pétreo e inamovible...
"Guardián de la Cruz", esperaría impaciente nuestro regreso.
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