Hay
algo que me gusta de la saga de Duro de matar, y es la capacidad que tiene el
protagonista John Mc Claine para tirarse de alturas, caer, chocar, estar
herido, sangrar y seguir como si nada, con leve cojera y algunos cortes, todo
por la magia de Hollywood.
Creemos,
en esas dos horas que nos sentamos frente a la pantalla, que las explosiones,
bombas y choques son parte de la vida del protagonista y lo acompañamos en su
travesia por su aventura y lucha contra los malos, esta vez rusos.
Para
mi generación Mc Claine es un tipo rudo y común que se enfrenta siempre a los
problemas (ellos lo buscan o él a ellos, ¿ya quien sabe?) en eso esta más de 20
años; y al borde de los 60 de edad Bruce Willis, sigue siendo el mismo policía
metete que salva el día de “los chicos malos” como los llama.
Mc
Claine es un clásico, de esos héroes que prefiririan no serlo, pero es que no
hay quien haga lo que tiene que hacerse. Siempre termina bien, el bien vence al
mal, y en esa utopia que nos enrostra el cine norteamericano seguimos creciendo
en que todo deberia tener finales felices.
Pero
al salir del cine sabemos que no. ¿verdad?
Pd:
mi favorita es la 1era, 2da. la 4ta, esta y la 3ra. En ese orden.
Pd2:Fui
a ver Un buen día para morir (o Duro de matar 5) con el amigo blogger Juanki .
pd3: no soy esperanzador.