El señor Gaitero, don Martín, concejal en el Ayuntamiento de Manzanares, actualmente en la oposición, ex-todopoderoso, ex-concejal de ¿cultura? y muchas más cosas, mandó un escrito antes del acto de constitución del nuevo Ayuntamiento, recordando o exigiendo que en el citado acto deberían (sí o sí) figurar la bandera, la biblia, el crucifijo y, como guinda, debería sonar el himno nacional (no sé si en versión de orquesta de cuerda o de banda de metales).
Ninguna sorpresa. ¿Alguien se puede extrañar de que estos señores sigan en su búnker de patrioterismo añoso y religión medieval? Por si no se han enterado: hace mucho que estamos en un estado laico, aconfesional. ¿Por qué nos quieren seguir imponiendo su religión a machamartillo? ¿Hasta cuándo seguiremos con el lastre de los símbolos nacional-religiosos, como estigmas que nos marcan a fuego (sagrado, eso sí) y nos dan el cielo o nos amenazan (siempre nos amenazan) con el infierno? Sálvense ustedes, por favor. Cojan las órdenes menores o mayores; recen y dénse latigazos si les place; acudan a confesionarios oscuros a vomitar sus pecados; fumiguen con aroma de incienso sus casas y sus conciencias; eleven plegarias a cualquier santo patrón o patrona (que de eso tenemos de sobra); sean mártires, mueran por Dios si lo desean; crean lo que quieran. Pero déjennos a los descreídos serlo; déjennos a los equivocados estarlo; déjennos en paz ¡por Dios y los santos! Dejen las paredes libres de crucifijos, de llagas y de banderas, limpien el aire de sones militares; basta ya de creerse en la obligación de salvarnos, aunque para ello deban llevarnos a la hoguera. ¡Qué buen Torquemada hubiera sido, señor Gaitero! ¡Lástima que se equivocó de época! ¡Santiago y cierra España!
Recordemos ahora cómo nos llenaron el pueblo de desfiles militares, de juras de bandera, de himnos patrios, de uniformes y de ardor guerrero; recordemos cómo plantaron en una rotonda, nada más llegar al poder, una gran bandera que "daba gloria verla". Sí, ya sé que la bandera es el símbolo patrio; repito: patrio y de todos los españoles. Lo malo aquí es el uso que hacen algunos (que se creen los únicos y verdaderos españoles, patriotas de pelo en pecho) de ella, de esa bandera que pasa ya a ser símbolo de otra cosa. De una cosa de cuyo nombre no quiero acordarme.