viernes, 26 de febrero de 2010

EL TOUR SUPERCLÁSICO


La Selección Argentina se debatía por sobrevivir en el Mundial de Alemania. El país estaba expectante por la –mala- salud de su Presidente Juan Domingo Perón. Y entre tanta convulsión interna, Montoneros, Triple A, Rucci, Isabel y López Rega; River y Boca salían de gira por el interior, como artistas consagrados promocionando un disco nuevo.
El Tour superclásico (nomenclatura inventada por quién esto escribe, claro está)
tuvo a Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy, Santa Fe, Bahía Blanca y Cipolletti, como ciudades elegidas. Los partidos se jugaron en estadios precarios y abarrotados por un público expectante y emocionado por ver a sus héroes jugando en su tierra. La idea, manejada por Aragón Cabrera y el Puma Armando tenía una sola finalidad: La recaudación; Mas allá de medirse con el rival eterno, en épocas de parate por la disputa de la Copa del Mundo en Europa.
La primera parada de la ronda fue en San Miguel de Tucumán. Fue la noche del martes 16 de abril, en plena disputa del Torneo Oficial de AFA. En la cancha de Atlético Tucumán, River le ganó a Boca 2-1 con dos tantos de Carlos Morete. El Puma, hacía 15 días se había despachado con un triplete ante el xeneize en el Monumental por el Metropolitano. Letanú descontó sobre el final para el cuadro que orientaba Rogelio Domínguez. Teodoro Nitti arbitró y expulsó al Chino Benítez.
Por esos días, River y Boca mostraban caras muy dispares. River era un equipo en decadencia, con jugadores devaluados y aplastados por el peso de 17 años sin salir campeón, y con la inminencia del cierre del segundo ciclo de Pipo Rossi como entrenador, tras un nuevo fracaso por llegar a las finales del Metro. Boca, en cambio, estaba gestando un equipo de alto vuelo (Potente, Ferrero, García Cambón, Trobbiani, Mané Ponce) que quedaría en la memoria de su hinchada, pese a que no logró dar vueltas olímpicas.
El estadio de Central Córdoba de Santiago del Estero fue la sede del segundo choque entre los colosos del fútbol Nacional, el 4 de junio de 1974, también martes por la noche. Estaba en juego la Copa “Madre de Ciudades” y ante 15.000 personas, Boca se impuso 2-0 con tantos de Enzo Ferrero y Ramón Ponce. El arbitro fue Oscar Veiró.
River volvió a vencer a Boca la tarde del sábado 15 de junio en la Tacita de Plata de Jujuy. Fue 2-0 con tantos de Víctor Marchetti y Carlos Morete. Y repetiría el éxito la noche del jueves 20, en el Cementerio de los Elefantes de Colón. En este caso el triunfo millonario fue por 1-0 con un gol convertido por Ernesto Mastrángelo a los 20 minutos del segundo tiempo, un hombre sumamente efectivo en los clásicos, sin distinción de camisetas.
La ronda se estiró hasta Bahía Blanca. El partido se jugó el domingo 23 de junio en el estadio Roberto Carminatti de Olimpo. Fue el único empate de la gira. 0-0. Fueron a los penales y Boca se impuso por 5-3. Mostaza Merlo falló su penal ante Rubén Sánchez. Previamente, Passarella, Pena y Avanzi por River, y Mouzo, Carregado, Letanú, Ponce y Ferrero por Boca, habían señalado los tantos en la definición.
El último de los partidos se realizó en la ciudad rionegrina de Cipolletti. Fue el domingo 30 de junio de 1974. A falta de 15 minutos para el cierre, un impacto de Juan José López le dio la victoria a River por 1-0. Triunfo que peligró cuando, sobre el final, el juez Roberto Barreiro sancionó un penal para Boca, que fue ejecutado en forma desviada por Mané Ponce.
Como antecedente se puede citar lo ocurrido en 1993, cuando River y Boca se enfrentaron 4 veces en menos de un mes en partidos de verano. Pero si se tienen en cuenta los cotejos oficiales del Metropolitano 74 (2-5 y 3-1) y el Nacional 74 (0-1 y 1-1), mas el superclásico de verano, jugado en el estadio General San Martín de Mar del Plata (0-0), Millonarios y xeneizes se enfrentaron ese año un total de 11 veces. Una exageración, sobre todo en tiempos donde la televisión no había comenzado su negocio.

martes, 23 de febrero de 2010

DARÍO CONCA


En los últimos años River ha establecido un prototipo físico en el cual se han encuadrado muchos de los elementos surgidos de sus divisiones inferiores. Chiquitos, frágiles, veloces, habilidosos. Casualidad o causalidad, este target es el mismo para definir a Diego Buonanotte o Andrés D’Alessandro; A Daniel Ludueña o Pablo Aimar; A Damián Álvarez o Javier Saviola; O hasta los mismos Marcelo Gallardo y Ariel Ortega.
Darío Conca es un producto mas de la cantera millonaria circunscrito a estas características, aunque existe un detalle fundamental que lo diferencia del resto anteriormente citado: Él alcanzó el reconocimiento bastante lejos del Monumental de Núñez.
Nació en Talar de Pacheco el 11 de Mayo de 1983. Media varios centímetros menos que su actual 1,68. cuando llegó a River a los 15 años, luego de que lo vieran jugando en la Primera de Tigre, en tiempos en que el Matador de Victoria naufragaba en los tormentosos mares de la B Metropolitana. Hizo 3 años de inferiores y reserva hasta que Manuel Pellegrini lo puso en Primera en un partido ante Chacarita en San Martín. Era el 23 de noviembre de 2003. River perdió 1-0 con gol de Germán Lux en contra.
Jugó un par de partidos más, pero la ida del Ingeniero chileno y la llegada de Leonardo Astrada, lo dejaron sin muchas chances de seguir mostrándose. Es por eso que decidió irse a Chile para jugar en la Universidad Católica de Santiago. Allí encontró pista libre para desplegar sus principales características: La habilidad en espacios cortos y la pegada. En el cuadro de San Carlos de Apoquindo fue campeón del Apertura 2005 y figura destacada junto a su compadre Polo Quinteros.
Sin embargo el lugar en el mundo de Darío Conca no estaría tras la Cordillera de Los Andes, sino a la vera de las cálidas aguas de la Bahía de Guanabara: Río de Janeiro. Fue Vasco da Gama quién se lo llevó en 2007 y rápidamente se convirtió en uno de los preferidos de la torcida carioca. Jugó al lado de Romario y por eso la prensa local lo consideró “O novo baixinho”. Al año fue adquirido por Fluminense de la misma ciudad. Con mas experiencia y conocimiento del medio, y con un plantel de mayor vuelo técnico, Conca lideró los esfuerzos del team tricolor para quedarse con la Copa Libertadores del 2008 y la Copa Sudamericana 2009 –perdió ambas finales con Liga de Quito-.
Tiene 26 años y una carrera en la mitad de su recorrido. Ha logrado construir un nombre reconocido en una terreno habitualmente inhóspito para el futbolista nacional. Darío Conca todavía no logró campeonatos en suelo brasileños pero existe un dato que le da validez a todo lo que se dice de él. En 2008 una encuesta realizada entre todos los torcedores de Brasileirao, lo eligió como el mejor jugador del Torneo.
Y esos tipos, algo de fútbol saben.

lunes, 22 de febrero de 2010

DONDE IREMOS A PARAR...

River Plate 1 - 1 Arsenal
Torneo Clausura 2010 - 5ª fecha.
Estadio Monumental - 21/02/10.


RIVER PLATE: Vega (5); Villagra (5), Ferrero (5), Coronel (5) y Díaz (5); Ferrari (4), Almeyda (4), Rojas (4) y Gallardo (5); Ludueña (4) y Canales (4). Posteriormente Villalva (4), Ahumada (5) y Funes Mori. DT: Leonardo Astrada.
ARSENAL: Campestrini; Álvarez, Tula, Matellán y Yacuzzi; Galván, Sena, Pérez Castro y Poggi. Obolo y Jara. Luego Leguizamón, Silva y Menéndez. DT: Jorge Burruchaga.
GOLES: Sergio Sena (ARS) 40 pt. Marcelo Gallardo (RP) -t. libre- 6 st.
ARBITRO: Juan Pablo Pompei (bien)
ROJAS: Matías Almeyda (River Plate)
MAN OF THE MATCH: Franco Jara (Arsenal)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Arsenal 1.

El 20 de Enero pasado, River Plate le ganó a Boca Juniors en Mar del Plata 3-1. En aquel momento, un joven equipo de Astrada brindó un espléndido segundo tiempo ante un xeneize que -vale decirlo- arrastraba las patas por el piso. Apenas un mes ha transcurrido de aquella feliz noche de verano, y la ilusión que de ella se desprendió se ha evaporado por completo. Una ilusión que nunca tuvo sustento lógico, aunque muchos nos negaramos a aceptarlo.
Varios meses antes de ese partido, cuando le tocó asumir en reemplazo de un Pipo Gorosito renunciado, Leonardo Astrada había establecido parámetros claros sobre la idea que quería de equipo. Bien o mal, River en esos últimos partidos del Apertura pasado jugó apuntando a respetar un esquema y una idea. A juzgar por lo visto en estos primeros juegos de 2010, algo parece haberse perdido en el camino.
La cosa es sencilla: Ante Banfield 4-4-2 con Rojas de 8. Ante Chaca 3-5-2 con Rojas de enganche y Almeyda de zaguero. Ante Central vuelta al 4-4-2 con Barrado de 8 y ya sin Ortega. Frente a Colón 3-5-2 con Gallardo de doble 5. Ante Arsenal 4-3-1-2 con Villagra de 4, Ferrari de 8, Rojas a la izquierda y Gallardo de enganche. Imposible no estar desconcertado. Imposible no jugar mal.
Nuestros sufrimientos crónicos de endebles defensiva, y anemia en ataque, volvieron a hacerse presentes ante un Arsenal que jugó muy cómodo la táctica pijotera que fue a desplegar a Núñez. Ante eso, River no expuso mas que un puñadito de llegadas en la primera parte del cotejo. Luego, el jeroglífico de contención de Burruchaga hundió al millonario en un oscuro vacío de ideas y sorpresas, que se profundizó mucho más con la roja de Almeyda. Seamos honestos. Si no fuera por la chiripa del desvío en la barrera, hoy estaríamos lamentando otra derrota.
Extinta aquella llamita marplatense, hoy nuestro River naufraga en un océano turbulento, ciego y sin radar. Una certeza paga su peso en oro, pero por lo visto hasta aquí (5 puntos de 15 y sin confianza en ninguna de las líneas), estamos mas cerca del fondo que de la superficie.

viernes, 19 de febrero de 2010

OSCAR ORTÍZ

River Plate 1977 / 1981 - 120 partidos – 11 goles - 5 títulos.

En tierras brasileñas por mucho tiempo se dijo que Garrincha (aquel mítico wing derecho del scratch) siempre hacía la misma: Amagaba para adentro y salía siempre por afuera. A pesar de ello, durante tantos años de carrera no se supo de nadie que pudiera quitarle la pelota. Con el Negro Ortíz –en la teoría y en la realidad- ocurrió exactamente lo mismo.
Llegó a River en 1977 cuando ya era un consagrado exponente de la legendaria raza de los wines, extinta del fútbol, allá por los años 80. Debutó el 20 de Febrero en la cancha de Huracán ante Temperley. River ganó 6-2 y Ortíz convirtió un gol. Pero aunque lo trajeron para reemplazar a Oscar Más, la gente comprendió enseguida que a él no había que exigirle lo que a Pinino le sobraba: Goles. En realidad, el Negro -a su manera- también era goleador… pero de los goles de los demás. Los preparaba, los amasaba, y los servía en bandeja en cada arranque por izquierda. El Gringo Scotta en San Lorenzo y Víctor Marchetti en River, le deben una gran parte de su reputación de goleadores a los centros-pases de Ortíz.
Su lugar en el mundo era la franja izquierda del campo de juego, desde la línea central hasta la raya de fondo. 50 x 20 metros donde se desplazaba con la gracia de una pantera. La llevaba cortita con cara interna y sus marcadores reculaban sin saber bien que hacer, de pronto zapateaba con el balón entre sus piernas, inclinaba su cuerpo hacia el centro del campo y en un saltito veloz cacheteaba la pelota con su revés para salir hacia fuera. Centro rasante o colgadito, centro y uhhhh de la tribuna, centro y gol.
Fue titularisimo en sus dos primeras temporadas. Agente de brillo de un equipo exuberante. Fundamental para ganar el Metro del 77 y pelear la final del Nacional del 78. La decisión de Labruna de colocar al Nene Comisso de cuarto volante le sacó continuidad. River relegó lujo por efectividad y la apuesta rindió con un tricampeonato. Ortíz siguió alternando cancha y banco hasta que en su llegada, a mitad del 81, Alfredo Di Stéfano le marcó el futuro con una frase: “Si te comprometés un poco mas con la marca, sos titular”. Obviamente, el Negro no jugó más.
Nacido en Chacabuco el 8 de abril de 1953. Creció rodeado de la humildad en los potreros de la ciudad de Junín, lugar desde donde San Lorenzo se lo llevó para hacerlo debuta en Primera en el año 1971. Luego de River pasó por Huracán y finalizó su carrera en Independiente. También jugó unos pocos meses en Gremio de Porto Alegre en el 76, pero nunca concibió el “esfuerzo” de vivir lejos de sus cosas para hacer lo que mas le gustaba en la vida.
Oscar Ortíz es uno de los 43 jugadores de la historia de nuestro fútbol que tiene una medalla de Campeón del Mundo en su casa. Eso, por sí solo, ya lo convierte en un grande; Pero es solo un complemento de la magia de su desborde, de lo indescifrable de su gambeta, del ridículo que indefectiblemente experimentaban sus defensores, del placer de verlo jugar.
Esta nota arrancó con el nombre de Garrincha. Podría haberse citado a René Houseman, Omar Orestes Corbatta, Raúl Emilio Bernao, Juan Carlos Muñóz, Enrique García, o Juan Ramón Verón, lo mismo daba. Una cosa no se discute: Al negro Ortíz, la ropa de estos tipos, le quedaba a medida.

miércoles, 17 de febrero de 2010

CAMPAÑA 1946


La Guerra ha concluido pero sus efectos no se detienen. Las potencias ganadoras se reparten el control de Alemania, o lo que queda de ella. En 1946 se funda la Organización Mundial de la Salud. En Polonia, un muchacho llamado Karol Wojtyla es ordenado sacerdote. En Chile, la justicia de ese país le concede a Ricardo Eliécer Neftaly Reyes Basoalto la facultad de llamarse legalmente Pablo Neruda, seudónimo con el que firmaba sus obras y era reconocido popularmente. En Argentina la dicotomía política se resume en dos nombres: Braden o Perón. Las urnas le dan la derecha al General, quién se convierte en el nuevo Presidente del país. En Francia, un tal Luois Reard presenta en sociedad un invento que lo hará merecedor del paraíso: La bikini.
Nacen Syd Barret y David Gilmour, almas fundadoras de Pink Floyd. Miguel Ángel Peralta, el popular Miguel Abuelo. George W. Bush, Silvestre Stallone, Domingo Cavallo. Bill Clinton, Freddy Mercury y Steven Spielberg.
No es un gran año para River Plate. Lo mas destacado acontece con la vuelta de José Manuel Moreno. Racing amaga con repatriarlo, pero es River quién finalmente se impone en la negociación. Debuta en la cancha de Ferro ante Atlanta. Va tanta gente que los alambrados ceden. El charro paga con 3 goles. Una rueda mas tarde, Labruna le hace 4 goles a Atlanta en 40 minutos. Di Stéfano es prestado a Huracán y en el partido jugado ante el Millonario en Núñez, le anota un gol al minuto de comenzado el juego. El equipo está a cargo de Carlos Peucelle, quien reemplaza de Renato Cesarini, emigrado a Italia. River concluye tercero detrás de un gran San Lorenzo de Almagro. Algunos malos resultados provocan una crisis dentro del plantel y en su relación con los dirigentes. Como efecto importante de esa reyerta, Adolfo Pedernera se aleja de River contratado por Atlanta a cambio de 140.000 pesos, una cifra récord para la época.

CAMPEONATO AFA 1946

1- Newell's O.B. 2-1 - Gallo, Pedernera / López.
2- Platense 4-1 - Gallo (2), Pedernera, Muñóz / Cantelli.
3- Estudiantes (LP) 3-1 - Labruna, Loustau, Muñóz / Oroz.
4- San Lorenzo 1-1 - Muñóz / Pontoni.
5- Vélez Sarsfield 2-1 - Labruna, Pedernera / Heisecke.
6- Ferro C.O. 0-1 / Allison.
7- Tigre 1-1 - Loustau / García.
8- Independiente 1-2 - Giúdice / Cervino, Elena.
9- Rosario Central 3-1 - Labruna (2), Castagno (ec) / Santos.
10- Boca Jrs. 2-0 - Loustau (2).
11- Lanús 0-0
12- Huracán 3-1 - Martínez, Báez, Pedernera / Di Stéfano.
13- Atlanta 5-1 - Moreno (3), Pedernera, Báez / Yorlano.
14- Chacarita Jrs. 2-1 - Loustau, Pedernera / Lanchini.
15- Racing 1-1 - Labruna / Danza.
16- Newell's O.B. 1-0 - Moreno.
17- Platense 3-2 - Pedernera (2), Báez - Cantelli, Ricagni.
18- Estudiantes (LP) 1-0 - Loustau.
19- San Lorenzo 1-1 - Martínez / Martino.
20- Vélez Sarsfield 1-2 - Moreno / Ferraro (2).
21- Ferro C.O. 4-1 - Moreno (2), Labruna, Pedernera / Cachiero.
22- Tigre 1-1 - Ramos / Rubio.
23- Independiente 2-0 - Gallo, Muñóz.
24- Rosario Central 1-3 - Pedernera / Geronis, Santos, Pérez.
25- Boca Jrs. 0-2 / Sosa, Boyé.
26- Lanús 1-2 - Moreno / Marángelo, Romay.
27- Huracán 2-2 - Labruna (2) / Simes, Unzué.
28- Atlanta 6-1 - Labruna (4), Loustau, Muñóz / Lapresa.
29- Chacarita Jrs. 3-2 / Labruna (2), Loustau - Lanchini, Campana.
30- Racing 2-1 - Rossi, Labruna / Danza.

FORMACIÓN BASE: José Eusebio Soriano; Ricardo Vaghi y Eduardo Rodríguez; Norberto Yácono, Néstor Raúl Rossi y José Ramos; Juan Carlos Muñóz -Joaquín Martínez-, José Manuel Moreno -Antonio Báez-, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau.

GOLEADORES: Ángel Amadeo Labruna 15- Adolfo Pedernera 9- Félix Loustau 9- José Manuel Moreno 8- Juan Carlos Muñoz 5- Alberto Gallo 4- Antonio Báez 3- Joaquín Pedro Martínez 2- Manuel Ernesto Giúdice 1- José Ramos 1- Néstor Raúl Rossi 1- Cesar Héctor Castagno (Rosario Central -EC-) 1.

lunes, 15 de febrero de 2010

YA NO SOMOS ELEFANTES

Colón (Santa Fe) 1 - 0 River Plate
Torneo Clausura 2010 - 4ª fecha.
Cementerio de los elefantes - 14/02/10.


COLÓN: Pozzo; Goux, Candia y Torres; Coudet, Pellerano, Moreno y Fabianesi, Rivarola y Bertoglio; Lucero y Fuertes. Posteriormente Soto, Capurro y Gómez. DT: Antonio Mohamed.
RIVER PLATE: Vega (8); Ferrero (6), Sánchez (4) y Quiroga (5); Ferrari (5), Almeyda (4), Gallardo (4), Díaz (4) y Rojas (5); Villalva (5) y Canales (5). Luego Barrado, Díaz y Funes Mori. DT: Leonardo Astrada.
GOLES: Esteban Fuertes (COL) -penal- 43 pt.
ARBITRO: Cristian Faraoni (mal).
ROJAS: Facundo Quiroga (River Plate)
MAN OF THE MATCH: Daniel Vega (River Plate)
RESULTADO MORAL: Colón 2 - River Plate 1.

Uno de los principales pesares de este River es su pasado glorioso. Su historia. Su nombre. Es imposible no acordarse de momentos de éxtasis. Es imposible no comparar con días de júbilo. Es imposible no pedir por la vuelta de aquel River. Ese que vestía ropas elegantes, el que siempre se ganaba la doncella mejor, el que metía la mano en el bolsillo y pagaba la ronda para todos. Ese River ya no existe y todos sabemos porqué. Estaría bueno que a veces su recuerdo se esfumara también. Por lo menos para no hacernos tanta mala sangre.
Hoy River vive con lo justo. No tiene ni para ahorrar. Años atrás, tal vez, jugadores de mayor categoría hubieran ganado fácil un partido como el que se presentó en Santa Fe. Pero hoy la realidad marca que el millonario no posee el poder ni para lograr, al menos por la fuerza, lo que antes se obtenía con naturalidad. River no banca atrás, corre bastante, pero genera muy poco en el medio, y adelante apenas hace cosquillas. Así es muy difícil.
Asi y todo, River no hizo un mal partido en el Cementerio de los elefantes. Se plantó con personalidad en el medio y buscó la velocidad para salir de contra ante un equipo mejor plantado y seguro de sí. Apostó al palo por palo. Vega y Pozzo fueron figuras y la historia se definió con dos penales. El innecesario cometido por Quiroga a Bertoglio y el no sancionado de Goux sobre Paulo Ferrari. Decir que Cristian Faraoni perjudicó a River es algo tan cierto como innecesario. No perdimos por el juéz. Además, el pobre presente del millonario no da ni para llorar por los malos arbitrajes.
Al igual que en el Apertura pasado, River conquistó 4 puntos en las 4 primeras fechas. Con las consabidas falencias ya marcadas, creemos que este conjunto de Astrada es mucho mejor que la versión de Pipo Gorosito. Esperamos que los puntos nos empiecen a dar la razón.

viernes, 12 de febrero de 2010

CARLOS BABINGTON


La historia de Carlos Babington y River nació mal parida, y como toda historia surgida de un aprieto inesperado, caminó -mas rápido que lento- a un irremediable y rotundo chasco. River realizó una apuesta fuerte con su figura, discontinuando una tradición altamente efectiva: La de entrenadores surgidos del riñón de la institución. Podrá decirse que la experiencia del ingles en el banquillo millonario fue un paso en falso, pero tal vez lo mas acertado para clasificar su ciclo al frente de la banda sea la palabra fracaso.
Por aquellos días de finales del 94, nadie en el Mundo River se animaba a sospechar que Américo Gallego le diría no al ofrecimiento de continuidad, tras el brillante campeonato invicto logrado en el Apertura de ese año. River le ofreció el oro y el moro para prolongar el ciclo, pero el Tolo privilegió la lealtad al dinero, y marchó –fiel a su palabra- a acompañar a Passarella en su experiencia en la Selección Argentina.
La dirigencia movió rápido las fichas y arrimó a Núñez a un entrenador alejado del palo, pero que se encontraba en un inmejorable momento, tal vez el mas alto de su carrera. Babington había sido campeón con Huracán y con Banfield en el ascenso, y el fabricante de un Racing Club protagonista en el Apertura 1993.
Tuvo un buen comienzo. Su River le ganó a Boca un Superclásico de verano en Mendoza 2-0 con goles de Amato y Berti. Pero algo en él no convencía. Muchos recuerdan la parada de carro que Davicce le dio luego de una de sus habituales trasnoches en La Raya con Basile, Merlo, Chiche Sosa y otros amigos del faso, el whisky y la bohemia. “Tené cuidado. Esto es River” le dijeron. No se sabe si tuvo tiempo para comprenderlo del todo.
En 1995, River era como una joyería de la 5ª Avenida. Enzo, Berti, Ratón Ayala, Ortega, Gallardo, Almeyda, Hernán Díaz, etc. En los 6 meses que estuvo a cargo, Babington afrontó la doble competencia de Libertadores y Clausura. En ambas defeccionó. En el Torneo doméstico conquistó un par de victorias resonantes (3-2 a San Lorenzo, 4-1 a Independiente), pero fueron mas las caídas estrepitosas (0-1 con Jujuy, 0-2 con Español, 2-4 con Boca). Su caballito de batalla era la Libertadores, pero aquí, al inglés, el destino no lo ayudó. Había arribado a cuartos de final donde tenía que vérsela con Vélez, pero la Copa América a jugarse en Uruguay obligó un paréntesis en el calendario. En ese mes y medio de receso la mala onda se acentuó, tanto que Davicce decidió poner a Babington de patitas en la calle. Todos creen que cuando tomó esa decisión, estaba seguro de que su reemplazante iba a ser Gallego. Finalmente quien ocupó el banquillo de suplentes fue Ramón Díaz. Una movida arriesgada y –con el tiempo- absolutamente exitosa para la gloria millonaria.
Babington agachó la cabeza y realizó el duelo en silencio Recién cerró el circulo de su bronca, explotando 6 años mas tarde a puteada limpia, cuando una victoria de su Huracán ante el River de Gallego, le quitó al millonario la chance de una vuelta olímpica.
Nada mejor que los recuerdos instalados en la gente para resumir la magnitud una historia o para evaluar el talante de una gestión. La gran parte de la masa riverplatense se acuerda de Babington no por su estilo de juego o por sus grandes victorias, sino por el curioso jugueteo que hacía en su boca con la colilla del pucho recién terminado.

martes, 9 de febrero de 2010

RELEGADOS POR MERLO


Reinaldo Merlo le decía a Aragón Cabrera “Don Rafael, usted conmigo pierde plata, siempre compra un cinco nuevo pero al final termino jugando yo”. Tenía razón. Desde su debut en 1969 hasta su cotejo final en 1984 fue dueño de la casaca 5 de River. Tenía argumentos simples y contundentes. Entrega, ubicación, sacrificio y personalidad. En sus 16 temporadas, varios nombres importantes llegaron para pelearle el puesto, y tarde o temprano, todos (pero todos) acabaron observando desde la banca o la platea cómo la melena amarilla de Merlo se debatía cual titán, para recuperar el balón y dárselo a los que sabían. El siguiente es un catálogo de las figuras que pretendieron cotejar su reinado.
Carlos Della Savia: Su puesto natural era de volante por izquierda, pero cuando River lo trajo en 1971, la 10 era propiedad de Daniel Onega. Didí lo colocó al medio para acentuar la idea de jogo bonito que pretendió establecer. Jugó los 36 partidos de ese Metropolitano convirtiendo 2 goles, Merlo solo lo hizo en 6. Pero River con Della Savia en el medio sufría mucho en la contención y Mostaza era la pieza que reparaba la falencia. Eso, más la fulgurante aparición de Beto Alonso, le fueron quitando oportunidades de jugar. En el Nacional actuó solo en 3 partidos y a fin de año fue traspasado a Racing.
Jorge Vázquez: Lo de este uruguayo es un caso particular. Lo trajeron en 1971 como lateral por derecha, pero apenas jugó dos partidos ese año. En 1972 disputó -en forma muy discreta-, los 14 cotejos iniciales del Metro. Quedó inmerso en el ostracismo largos meses hasta que un hecho fortuito –una lesión de Merlo- obligó al DT Urriolabeitia, a improvisar un volante central. Vázquez cumplió efectivamente con la misión de apuntalar las excursiones ofensivas de JJ y el Beto. Jugó con corrección 9 partidos en el Nacional 72, incluidas las semifinales ante Boca y la final ante San Lorenzo, pero la embarró cuando de hizo echar en el partido definitorio. En 1973 retornó Merlo de su lesión, y este laborioso charrúa, nada más vio acción en un solo cotejo, antes de su partida de Núñez rumbo a Colón de Santa Fe.
Eduardo Carranza: Vino de Quilmes para jugar la temporada de 1974, junto a nombres bizarros en la historia de River como Adolfo Mecca o Walter Durso. Ocupó el puesto de Merlo en 18 partidos, pero no pudo escapar del nivel paupérrimo que River mostró ese año. Convirtió su único tanto con la banda en la cancha de Ferro ante Argentinos, aunque esa tarde también marcó un gol en propia valla. Sus actuaciones no convencieron para que la dirigencia decidiera renovarle el contrato. Retornó a Quilmes sin pena ni gloria.
Miguel Ángel Raimondo: “Perico” estaba librando sus últimas batallas cuando Labruna lo trajo a River en el 75. Buscaba experiencia y la encontró en un momento donde la presión doblegaba. Fue el 5 titular del primer campeonato de River en 18 años. Perdió el puesto en la tarde clave de la futura consagración: El 2-0 ante San Lorenzo con los goles de Alonso. El peso de los años y el repunte de Merlo lo relegaron al banco. Igual, aportó presencia en la nueva conquista de ese año, el Nacional. En total jugó 41 de los 65 partidos de esa temporada. Dejó un gran recuerdo. Fue cedido a All Boys a comienzos del 76 donde se retiró del fútbol.


Francisco Russo: River necesitaba mas personal para poder afrontar la Libertadores del 76, y “Fatiga” Russo llegó para darle descanso a Mostaza. Arribó proveniente de Huracán y vio bastante acción en el Metro, actuando en 17 partidos y convirtiendo un tanto ante Independiente. Cuando la Libertadores concluyó y el trajín de partidos se hizo mas liviano, Russo solo fue titular en un solo partido durante certamen Nacional de ese año. A fin de año fue cedido a Talleres de Córdoba.
Héctor Pitarch: Llegó de San Lorenzo en 1977. Es un caso parecido al de Russo, aunque Pitarch jugó varios partidos mas, atento a dos razones: Primero porque el Metropolitano del 77 fue un torneo kilométrico, y segundo, porque Pitarch –creo- era mejor jugador que Russo. River quedó rápido afuera de la Copa y se metió de lleno en el Metro que ganaría sobre Independiente. A Pitarch se le agotaron las oportunidades y terminó haciendo banco seguido al final de la campaña. Jugó en total 25 partidos e hizo dos goles (a Temperley en su debut y a Platense). A comienzos del 78 se fue a Unión de Santa Fe.
Américo Gallego: Es un pilar de la historia de River, pero se ganó esa condecoración, luego de que Mostaza diera las urras. Llegó a mediados del 81 ya con la chapa de campeón del mundo, pero eso no alcanzó para desbancar a Merlo. Varias veces fue suplente, otras tantas jugó de ocho, algunas veces fue titular. Arrancó 1984 entre los 11 y no dejó mas ese puesto hasta su retiro en 1988. Fue de todos, el competidor más férreo de Merlo en toda su carrera.
Mas nombres: Merlo debutó en 1969 (21 de septiembre, 1-0 vs Estudiantes). cuando la mediacancha se la repartían Jorge Recio y Carlos “Chamaco” Rodríguez. Al año siguiente arribó a Núñez el uruguayo Ramiro Pérez. Fueron ellos los predecesores de Mostaza en el centro del campo, y con quienes alternó hasta afianzarse definitivamente en primera. A esta lista, hay que agregar los nombres de Víctor Marchetti, Héctor Ártico, Jorge Coudannes, Daniel Lonardi, Alfredo De los Santos, Daniel Iervasi y Enzo Bulleri, ocupantes de otros puestos que esporádicamente fueron ubicados como volantes centrales, y a los otrora juveniles Claudio Giudice, Néstor Gorosito, y Claudio Cabrera, reemplazantes momentáneos del hombre de la voz cavernosa.
Mostaza jugó en River 520 partidos. Marcó 10 goles. Ganó 7 campeonatos. No se sabe a ciencia cierta cuantos foules cometió sobre habilidosos enganches, ni cuantos kilómetros corrió para recuperar el balón, ni cuantos litros de sudor transpiro en la casaca banda sangre. Demostró que para quedar en la historia no hace falta estar tocado por la varita mágica. Solo hay que querer formar parte de ella.

lunes, 8 de febrero de 2010

UNA NUEVA RECAÍDA

River Plate 0 - 0 Rosario Central
Torneo Clausura 2010 - 3ª fecha.
Estadio Monumental - 07/02/10.


RIVER PLATE: Vega (6); Ferrari (5), Ferrero (5), Sánchez (5) y J.M. Díaz (5); Barrado (5), Almeyda (6), Abelairas (4) y Rojas (5); Villalva (5) y Funes Mori (4). Luego Gallardo, Canales y Bou. DT: Leonardo Astrada.
ROSARIO CENTRAL: Galíndez; Chitzoff, Burdisso, Valentini y Ambrossi; Astudillo, Paglialunga, Núñez y Gómez; De León y Zelaya. Posteriormente Ballini, Danelón y Caraglio. DT Alejandro Cuffaro Russo.
GOLES: No hubo
ARBITRO: Néstor Pitana -bien-.
MAN OF THE MATCH: Hernán Galíndez (Rosario Central)
RESULTADO MORAL: River Plate 1 - Rosario Central 0.

River es una moneda al aire. Variable y oscilante. Solo una cosa ofrece como certeza: La imposibilidad de adivinarle su suerte. Tal vez se levante encendido y te pinte la cara. Tal vez tenga un mal día y provoque fastidios perdurables. Por allí algún chispazo de talento despierte ovaciones, pero también será capaz de colgarse durante largo rato y matar del aburrimiento a los que sufren por él. River quiere. Siempre. River puede. Solo a veces.
Hoy el trauma son los equipos a los que le importa un bledo el espectáculo. Central -como Banfield- planto 4-4-2 en cancha y esperó a que el reloj corriera lo más rápido posible. River golpeó puertas siempre cerradas. Barrado y Galíndez. Funes Mori por arriba dos veces. Almeyda apenas afuera. Rojas al travesaño. Mucho ímpetu. Pocas ideas. Cero sorpresa. 2 puntos ganables que se escapan, básicamente, por no tener en la baraja una carta fuerte que haga la diferencia.
Vació de goles, River reclamó todo el verano por un 9 que todavía no aparece. A Funes Mori todavía le falta condimento, y a Gustavo Canales -mas allá de lo poco que ha mostrado hasta ahora- varios minutos mas en cancha. Muchos tomarán esta igualdad en casa ante el Canalla con una marcada decepción. Tal vez la lectura deba ser otra. River no es mas ni menos que la gran mayoría en este Clausura. Y en ese sube y baja medio pelo de 19 fechas. Si no son 3, 1 punto es mejor que ninguno.
El post no puede terminar sin referirse a Ariel Ortega. Nuestro ídolo autodestructivo recayó una vez más. Cuan grande será su figura, que con solo mencionar su nombre nos daremos por satisfechos. No abusaremos de la palabrería. Los hinchas de River sabemos que no hace falta abundar en explicaciones para decir lo que sentimos con lo que le pasa.

viernes, 5 de febrero de 2010

UNIDOS POR EL AMOR Y EL ESPANTO

Chacarita Juniors 2 - 3 River Plate
Torneo Clausura 2010 - 2ª fecha.
Estadio Diego A. Maradona - 05/02/10.


CHACARITA JUNIORS: Cejas; López, Echeverría, Gravinsky y Zarif; Pereyra, Frezzotti, Núñez y Morales; Ramírez y Parra. Posteriormente Ponce y Franco. DT: Fernando Gamboa.
RIVER PLATE: Vega (6); Almeyda (6), Sánchez (4) y Quiroga (5); Ferrari (7), Ahumada (6), Barrado (5), Abelairas (5) y Rojas (8); Ortega (5) y Funes Mori (5). Luego Coronel (4), Canales y Bou. DT: Leonardo Astrada.
GOLES: Paulo Ferrari (RP) 20 pt. Paulo Ferrari (RP) 27 pt. Cristian Gravinsky (CHA) 30 st. Gustavo Bou (RP) 35 st. Facundo Parra (CHA) 42 st.
ARBITRO: Juan Pablo Pompei -bien-
MAN OF THE MATCH: Rodrigo Rojas (River Plate)
RESULTADO MORAL: Chacarita Juniors 3 - River Plate 3.

Minuto 93 de la tarde. El partido ya ha perdido toda su compostura y el mismo se resume en el "a la carga Barracas" de Chacarita, y el "todos atrás y Dios de nueve" de River. Estos años sombríos nos han familiarizado con el sufrimiento, pero uno nunca se podrá acostumbrar a partos como el vivido en el último cuarto de hora en la Paternal. Una pelota bollando encuentra a Almeyda listo para el despeje. De pronto Diego Morales surge desde atrás y le arrebata el balón en un movimiento karateka. La prensa dirá lo que quiera, pero tendrían que leer el reglamento. Es una clara jugada peligrosa. Parra aprovecha la confusión y la manda a guardar. El corazón se paraliza. Uno, dos, tres, cuatro segundos. Hasta que se ve a Pompei levantando la mano y marcando el indirecto. El suspiro de alivio del mundo river confirma que, además del amor, también nos une el espanto.
¿Se justifica sufrir tanto?. ¿Tenemos que acalambrarnos por los nervios de esta forma para ganarle a Chacarita en la segunda fecha?. El repaso de errores, impericias y negligencias llenaría varias páginas, pero podría resumirse en una sola y lapidaria idea general: Nuestra defensa hace agua. Y eso va mas allá de los nombres que la integren y los sistemas que se implementen.
Pero así como el amor y el espanto, también nos hermana la ilusión. Esa que despierta Rojas con su prestancia para jugar un fútbol simple y positivo. La que arranca Funes Mori con promesas de gol aún sin madurar. La que provoca Almeyda con su despliegue de teenager. La que contagia ese mar de fanáticos al que le importó un comino si el jueves a la tarde había que laburar. Seguro que es poco para soñar en grande, pero de algo hay que aferrarse.
River se acomodó bastante rápido al juego en La Paternal, pero empezó a sufrir luego de la salida por lesión de Oscar Ahumada. Astrada cambió nombres -Coronel atrás, Almeyda al medio- pero no el sistema de tres zagueros. Con Coronel, Quiroga y Sánchez, el millonario sufrió en el segundo tiempo hasta el último instante. Afortunadamente, el oportunismo de Ferrari, la contra definida por Bou y el impecable rendimiento de Rodrigo Rojas, ya habían hecho el daño suficiente como para que podamos respirar tranquilos, al menos unos días.

martes, 2 de febrero de 2010

EL HIJO DE DOÑA ROSA

River Plate 1935/1946 - 287 partidos - 131 goles - 5 títulos


Existen tres respuestas posibles para la siguiente pregunta: ¿Es Adolfo Pedernera el mejor jugador de la historia de River?. 1): Seguro que si. 2): Si. 3): Tal vez sí. Todavía nadie en su sano juicio a esbozado un "no" como respuesta.
Avellaneda tiene nombre de alta alcurnia, pero a finales del 10 lo que abundaban eran baldíos e ilusiones efímeras de progreso. En alguna hora incierta del 15 de noviembre de 1918 nacía allí un niño con un pan invisible bajo el brazo y con un futuro previsible de sudor y laburo. Pero lo que el futuro ignora es que el destino ya tenía todo escrito de un modo muy diferente. Lo bautizaron Adolfo y es un purrete rubietón y menudo, que solo conoce reyes magos pijoteros. La escuela es un obstáculo inevitable, que da paso a la merienda y libertad de la tarde en los terraplenes con la pelota y amigos. Y es entonces algún descampado bonaerense, el aula severa donde el nuevo maestro se foguea.
A los 16 la pasión por el fútbol no ha cambiado, pero si el barrio. Ahora Adolfo es un muchacho de Patricios. Es un adolescente a medio hacer, no tan alto, no tan fornido. Tiene una mirada tímida que se evapora al instante de pisar un campo de juego. Ya entrena en River, donde llegó con edad de quinta. Pero, que va, el pibe es tan bueno que al hungaro Emérico Hirsch no le queda otra que decirle “Mire, señorito, va a debutar usted”. Y el señorito de 16 años se queda para siempre, porque además de lo que trae desde la cuna, también es una esponja que absorbe todas las enseñanzas de figuras como Bernabé Ferreyra, José María Minella, o Carlos Peucelle. Juega en la punta izquierda pero anota goles como un centrodelantero. Empuja con su aporte la llegada de 2 campeonatos en esa década.
Porta Pedernera, ya en 1941, un físico tallado, rocoso y compacto. Sus piernas son pilares gruesos y su torso un colchón king size que bancan cualquier embate. Quedará para la historia dilucidar si fue Cesarini o fue Peucelle, quien decide que debe jugar en el centro y mas retrasado. Lo cierto es que con esa decisión desatan un vendaval de fútbol, y River se saca la lotería. Si Pedernera era muy bueno en la izquierda, ahora, con mas espacio y mas tiempo para pensar, es poco menos que la excelencia en persona. Conduce como tal vez nadie en la historia. Dinamiza el juego, codifica tácticas desconocidas, piensa mas rápido que los demás, tiene ojos en la espalda, posee exímia precisión en los pases largos, y explosión para el regate corto y el shot desde afuera, asiste y llega al gol en partes iguales, es inteligente y cerebral, además de elegante en lo estrictamente estético del juego. Maneja los hilos y los momentos, habla, ordena, caga a pedos.
Es el maquinista de la máquina, tanto que si él no juega no es lo mismo. Gana 3 campeonatos más y forma con sus históricos compañeros una cofradía de supremo entendimiento con el balón y el juego. Con algunos de ellos (Moreno, luego Pipo Rossi) viven la farra de la noche porteña a puro boite y tango. Adolfo tiene barrio, tiene calle, tiene valores y códigos. Por eso no se calla y da pelea en defensa de su verdad. Sus enconos con Labruna y Liberti adquieren fama. Se resquebraja una ligazón que nació para no romperse. A finales del 46 la tensión no se aguanta más. Atlanta llega con 140.000 pesos y se lo lleva.
La historia marca entonces un paréntesis que se corta en 1979. El hombre que atraviesa el portón de la Figueroa Alcorta en el retorno es ya un anciano venerable, de cabello nevado y andar cancino. A su paso lo secunda un silencio respetuoso de admiración. No es para menos, están viendo pasar a la historia. Don Adolfo entonces se recibe de maestro, adiestrando jóvenes figuras en un trabajo tan silencioso como imponente. Vive sus últimos años por y para River. Muere una tarde de mayo del 95. La pena es enorme.
Hoy Don Adolfo hace mucha falta. Podría darse una vuelta para poner algunas cosas en orden. Para escucharlo como en misa hablando de fútbol. Para acallar pendejos barriletes, vendedores de humo y giles mediáticos. Para volver a imponer los valores del barrio ante esta carnicería individualista. Para pelear por el retorno al fútbol juego y espectáculo, en detrimento de este mundillo garca, cultor de la mediocridad y el sálvese quien pueda.
Alguna vez, le preguntaron a Peucelle quién había sido el verdadero creador de La Máquina. Y, muy suelto de cuerpo, Don Barullo contestó sin ninguna vacilación: “Doña Rosa, la mamá de Adolfo Pedernera”.
Así las cosas. Gracias vieja.

lunes, 1 de febrero de 2010

BIENVENIDOS A LA JUNGLA

River Plate 0 - 1 Banfield
Torneo Clausura 2010 - 1ª fecha.
Estadio Monumental - 31/01/10.


RIVER PLATE: Vega (6); Ferrari (5), Ferrero (4), Quiroga (5) y J.M. Díaz (5); Rojas (5), Almeyda (5), Abelairas (4) y Ortega (4); Villalva (4) y Funes Mori (4). Luego Barrado (5), Canales y Bou. DT: Leonardo Astrada.
BANFIELD: Lucchetti; Barraza, Maidana, López y Bustamante; Quinteros, Battión, J. Rodríguez y Erviti; Ramírez y S. Fernández. Posteriormente Pío, Marchant y Ladino. DT: Julio Cesar Falcioni.
GOLES: Sebastián Fernández (BAN) 30 st.
ARBITRO: Saúl Laverni (bien)
MAN OF THE MATCH: Walter Erviti (Banfield)
RESULTADO MORAL: River Plate 0 - Banfield 1.

Pongamos una mano en el corazón y seamos sinceros. Quién de todos nosotros, hinchas de River, tomó como certeza esta idea implantada en el verano de que había nacido un nuevo equipo. Cuantos, mas allá de la ilusión lógica, tomamos como cierto eso de pelear el campeonato. El fútbol Argentino no otorga concesiones y se mueve al compás de la ley de la selva. La supremacía del mas fuerte. Queda claro que la fortaleza está bastante lejos de Núñez.
Ante Banfield, River no mostró nada de lo que insinuó en el verano -perdón, en los 45 minutos finales ante Boca en Mar del Plata-. Básicamente por un motivo fundamental. El del domingo fue un partido en serio con un rival en serio. Banfield no será un canto a la estética pero tiene el condimento vital que se necesita para triunfar en el mediocre fútbol vernáculo: Pragmatismo. Puso piquetes en cada una de las rutas de acceso a su valla y embotelló el transito en su terreno con despliegue y rigor físico. Rivales como el taladro, abundan en la jungla del Clausura.
Ayudó River al cual no se le cayó una idea. Demasiada congestión de piernas como para que carretee la motoneta que Villalva tiene en sus piés, o para que prospere el toque sutil de Rojas (al fin y al cabo el único que pateó al arco), Abelairas (frío, tirando a helado) u Ortega (en una muy mala tarde). Pasó lo que tenía que pasar entre un equipo que sabía lo que hacía y otro que no. Jugadón en una contra veloz, y andá a cantarle a Gardel.
Tal vez Astrada deba replantearse la función y el aporte al juego de Ariel Ortega en este esquema. El jujeño, con los años y la vida que carga, es titular por su nombre inmaculado y por los destellos de su talento sublime. Pero el tiempo hace mella y eso es evidente sobre todo cuando Ariel se empecina en trasladar el balón. Confía como siempre en su inventiva, pero ya las piernas no están tan veloces como ayer y sí las de sus marcadores. Si de 20 pelotas jugadas, 15 terminan en los pies de los rivales, algo no funciona. River consumió el físico de Rojas mandándolo a correr a la punta derecha. Cuando en el complemento lo adelantó a la posición que debe jugar, el cuadro mejoró. Pido un replanteo, no un cambio. Y perdón por la herejía.
Tal vez no sea para encender la alarma. Se perdió ajustadamente ante el último campeón. Puede que sea beneficioso que la pompa de jabón se halla reventado. La realidad no se escucha por televisión sino que se ve todos los domingos en la cancha. Atento a lo de ayer, 30 puntos no es un mal objetivo. ¿Estamos en condiciones de sumarlos?. Todavía queremos creer que sí.