No son pocos los hinchas que piensan que la campaña no fue del todo mala, teniendo en cuenta los 14 puntos del Apertura pasado. Es una pensamiento muy mediocre. Así no piensa un hincha de River. Y ese análisis es un síntoma del momento. La mediocridad se mimetiza, y si el equipo vende eso (de la dirigencia ni hablar), el hincha desprevenido termina comprando. Fueron 6 meses grises. Escasas alegrías, repetidas broncas, constantes desilusiones. Efervescencias pasajeras y letanías prolongadas. Un equipo que jugó mal al fútbol y que extravió definitivamente el estilo que debe identificar al Club. Vaivenes y desventuras de un plantel mediopelo con el peso de una historia y una actualidad difícil de cargar.
El verano: Entre la esperanza por la llegada de Pipo y el choque con la realidad. 5 partidos sin victorias. Un lastimoso partido ante Boca en Mendoza y algunas promesas de piña ante San Lorenzo. Poco e irrelevante.
La Copa: La gran bronca. La Libertadores se juega como River no sabe jugar. Sucumbió ante un equipo metedor y otros dos que aquí jugarían en la B Metropolitana. Ganó dos partidos, uno con un gol ilegal y el otro sin importancia. El resto fue una lágrima así de grande.
El Clausura: Soñar siempre se sueña, pero la realidad es esta. Octavo puesto. El equipo no estaba para otra cosa. Sumó bien en casa, pero flaqueó dramáticamente de visitante. Pudo haberse prendido en serio si se ganaba ante Boca, pero ese partido River solamente jugó a no perderlo.
El mejor: Marcelo Gallardo, lejos y con poco. 30 minutos ante Arsenal. 2 o 3 pases de gol y un tirolibrazo en la Bombonera. Jugó lesionado hasta que tuvo que parar. Pero solo el físico se disminuye, el talento jamás. Y una mención especial para Falcao.
El peor: Por nombrar a uno se salvan varios con sobrados méritos para estar en este ítem. Mauro Rosales. Llegó a River con promesa de velocidad, desborde, gol, peligro en el área. Hasta el momento ha hecho todo lo contrario. Y lo que es peor. Parece no importarle demasiado.
La revelación: En realidad ninguno reveló nada. Pero a Daniel Vega le tiraron el arco por la cabeza tras las fallidas actuaciones de Ojeda y Barbosa, y el Indio salió adelante con aplomo y sobriedad. De allí a ser titular indiscutido hay un campo de distancia.
El verano: Entre la esperanza por la llegada de Pipo y el choque con la realidad. 5 partidos sin victorias. Un lastimoso partido ante Boca en Mendoza y algunas promesas de piña ante San Lorenzo. Poco e irrelevante.
La Copa: La gran bronca. La Libertadores se juega como River no sabe jugar. Sucumbió ante un equipo metedor y otros dos que aquí jugarían en la B Metropolitana. Ganó dos partidos, uno con un gol ilegal y el otro sin importancia. El resto fue una lágrima así de grande.
El Clausura: Soñar siempre se sueña, pero la realidad es esta. Octavo puesto. El equipo no estaba para otra cosa. Sumó bien en casa, pero flaqueó dramáticamente de visitante. Pudo haberse prendido en serio si se ganaba ante Boca, pero ese partido River solamente jugó a no perderlo.
El mejor: Marcelo Gallardo, lejos y con poco. 30 minutos ante Arsenal. 2 o 3 pases de gol y un tirolibrazo en la Bombonera. Jugó lesionado hasta que tuvo que parar. Pero solo el físico se disminuye, el talento jamás. Y una mención especial para Falcao.
El peor: Por nombrar a uno se salvan varios con sobrados méritos para estar en este ítem. Mauro Rosales. Llegó a River con promesa de velocidad, desborde, gol, peligro en el área. Hasta el momento ha hecho todo lo contrario. Y lo que es peor. Parece no importarle demasiado.
La revelación: En realidad ninguno reveló nada. Pero a Daniel Vega le tiraron el arco por la cabeza tras las fallidas actuaciones de Ojeda y Barbosa, y el Indio salió adelante con aplomo y sobriedad. De allí a ser titular indiscutido hay un campo de distancia.
La desilusión: Cristian Fabbiani. Movió cielo y tierra para ponerse la banda. Vendió una importante cantidad de humo que el hincha compró. Pero, mas allá de algunos chispasos de su innegable talento, su semestre se fue en el tamaño de su pancita y en promocionadas noches de juerga.
El mejor partido: La remontada ante Arsenal. También el fallido debut ante Colón. Y mas allá de eso, algunos lapsos de los juegos ante Vélez, Independiente y Tigre.
El peor partido: El 0-4 ante Huracán se destaca entre varios. A partir de los 15 del segundo tiempo, River no volvió a tocar la pelota. Otro peludo importante fue el de los pibes de Boca en Mendoza, pero no cuenta solo por ser amistoso.
El técnico: Laburo y empeño. Malabares para sumar. Mentalidad miedosa y varios planteos discutibles. Gorosito hizo lo que pudo con el equipo clase B que orienta y las limitaciones de sus capacidades de igual valía.
La hinchada: Para los hinchas de River, el aplauso. Lecciones de fidelidad en momentos donde es fácil borrarse. Para los hinchas de ellos mismos, la indiferencia. Otros seis meses patéticos para su imagen y redituables para sus bolsillos.
La dirigencia: ………….. (complete la línea punteada con el insulto que mejor le plazca).
La sensación: Como dice el tango: “Estas desorientado y no sabés que trole hay que tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fé, querés cruzar el mar y no podés”.
El mejor partido: La remontada ante Arsenal. También el fallido debut ante Colón. Y mas allá de eso, algunos lapsos de los juegos ante Vélez, Independiente y Tigre.
El peor partido: El 0-4 ante Huracán se destaca entre varios. A partir de los 15 del segundo tiempo, River no volvió a tocar la pelota. Otro peludo importante fue el de los pibes de Boca en Mendoza, pero no cuenta solo por ser amistoso.
El técnico: Laburo y empeño. Malabares para sumar. Mentalidad miedosa y varios planteos discutibles. Gorosito hizo lo que pudo con el equipo clase B que orienta y las limitaciones de sus capacidades de igual valía.
La hinchada: Para los hinchas de River, el aplauso. Lecciones de fidelidad en momentos donde es fácil borrarse. Para los hinchas de ellos mismos, la indiferencia. Otros seis meses patéticos para su imagen y redituables para sus bolsillos.
La dirigencia: ………….. (complete la línea punteada con el insulto que mejor le plazca).
La sensación: Como dice el tango: “Estas desorientado y no sabés que trole hay que tomar para seguir. Y en ese desencuentro con la fé, querés cruzar el mar y no podés”.