Torneo Clausura 2009 - 16º fecha.
Estadio Diego Maradona - 31/05/09.
ARGENTINOS JUNIORS: Torrico; Canutto, Caruzzo, Scotti y Prosperi; Mercier, Ortigoza, Peñalba y Berardo; Hauche y Pérez. Posteriormente Gianni, Bogado y Romero. DT: Fabián Desarasquetta -interino-
RIVER PLATE: Vega (7); Ferrari (5), Gerlo (6), Sánchez (6) y Orban (6); Barrado (5), Domingo (5), Díaz (6) y Buonanotte (6); Fabbiani (4) y García (5). Luego A. Fernández y Archubi. DT: Néstor Gorosito.
GOLES: No hubo.
ARBITRO: Néstor Pitana (Bien)
RESULTADO MORAL: Argentinos Jrs 1- River Plate 1.
Secuencia de una tarde intrascendente. A un domingo así le falta algo. Y no es el sol de otoño, o el fresco que penetra los abrigos, tampoco una camiseta que pese a todo convoca, ni un partido que no ayuda demasiado. Para que este domingo valga la pena falta un actor fundamental: River. En la enorme instancia de la pelea por el campeonato. O de la pelea por algo. Falta la tensión, el nervio, la ilusión, el cagazo, la euforia. Pero esta tarde tiene todo, menos una explicación lógica para estar pendiente de la suerte de nuestra camiseta.
Con las cartas así barajadas, hoy en el Diego Maradona, jugando a las 3 de la tarde como cumpliendo penitencia, están River y Argentinos Juniors, actuando para cumplir, sin objetivos importantes a la vuelta de la esquina. Dos equipos aburridos, taciturnos, desesperanzados, combatiendo con balas de fogueo por un premio poco tentador.
En este marco, el juego no puede escapar de la mediocridad. Será empate porque a la mediocridad de los protagonistas se le suma una evidente mala puntería. Vega tapa los potentes remates de Prosperi, Peñalba y Hauche, y hace vista ante un cabezazo de Caruzzo y un balazo lejano de Mercier. River contesta desde la larga distancia. Roza el gol con los intentos de Falcao -uno de ellos movió el travesaño-, Buonanotte y un impacto franco de cabeza de Gerlo. Se pudo haber ganado si el Tigre no hubiera tenido una mala tarde. Pero para que hacerse mala sangre en una tarde destinada al rápido olvido.
Fueron solo sacudones aislados de vibración en una jornada de pura languidez. Efecto de la monotonía propia de un equipo vacío. A lo lejos se oyen los ecos de una vuelta olímpica que se avecina, pero que pasará lejos de la estación Núñez. Jornadas como esta no le dan mucho sentido al fútbol que tanto vivimos. Costó todo. Costó ir a la tribuna, costó aguantarlo frente al tele, y, seguramente, también costó jugarlo. River no nació para ser un extra en una tarde de domingo. Queda claro que todo es culpa nuestra, y mientras eso siga pasando, seguiremos quedándonos un poco vacíos de pasión.