Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de enero de 2022

Los institutos urgen a tomar medidas ante la emergencia de salud mental que atraviesa el alumnado (Sarah Babiker para elsaltodiario.com)

 Artículo de Sarah Babiker para elsaltodiario.com

La comunidad educativa señala la alta incidencia de conductas autolesivas por parte del alumnado madrileño, y exige medios para hacer frente a la crisis de salud mental que se vive en los centros.
20 de enero de 2022

“Estoy muy preocupada, en este curso he visto algo que nunca había vivido”. Quien habla es una profesora de filosofía de un instituto de la periferia sur de Madrid. Y ese algo que nunca había visto son numerosos expedientes de prevención del sucidio, en su caso, tiene cuatro alumnos con expedientes de este tipo abierto. “Hemos tenido una reunión especial para abordar ese tema y cómo actuar con determinados supuestos, la primera sensación es de sorpresa”.

La preocupación por la salud mental del alumnado madrileño, la sorpresa ante la escalada de las conductas autolesivas e intentos de suicidio, y las reuniones para afrontar esta situación se extienden por toda la Comunidad de Madrid, y es que las cifras son contundentes: “Solo en el primer trimestre de este curso hay el mismo número de protocolos por intento de suicidio abiertos que en todo el curso pasado”, confirma Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras de Madrid. Se trataría solo de “la punta del iceberg de otra serie de problemas que son como una espiral, las conductas de autolesión que han aumentado exponencialmente”. Así lo denuncian en un comunicado que el sindicato hizo público el pasado lunes, y en el que urge a la Comunidad de Madrid a poner los medios para atajar lo que consideran “una emergencia absoluta”.

Un panorama que, comenta la sindicalista, se complejiza con chavales que acuden a las redes para buscar información sobre cómo suicidarse o forman redes con pares que se encuentran en la misma situación de vulnerabilidad. La prevención en este caso es fundamental, y en especial el rol de los centros educativos para la identificación de alumnado en riesgo. Pero no resulta fácil: “estas situaciones se detectan a través del tutor y luego el equipo de orientación, pero antes de la pandemia ya estaba todo muy tocado porque, con los recortes, el profesorado tiene más horario lectivo y menos tiempo para atender al alumnado en tutoría”.
 
“Solo en el primer trimestre de este curso hay el mismo número de protocolos por intento de suicidio abiertos que en todo el curso pasado”

Un alumnado más necesitado de atención y acompañamiento que nunca, y un tiempo limitado y sobrecargado de tareas generan una situación de agobio en un profesorado que teme que alguno de estos intentos de sucidio, alguna de estas situaciones de malestar emocional, acabe resolviéndose de forma fatal, apunta Galvín. Ante este miedo real, la Asociación de directores de secundaria y FP de Madrid (Adimad) ha dado la voz de alarma.

Esteban Álvarez, presidente de Adimad critica que se deje a los centros solos y sin recursos ante una emergencia que les está desbordando, cuando ni siquiera hay un protocolo unívoco para todos: “Lo que hay es una guía, recomendaciones y cada centro tiene que hacer su propio protocolo”, apunta. El problema fundamental se centra, para este director, en una cuestión de recursos materiales y humanos, y en particular, en la ausencia de psicólogos escolares. “En estas condiciones es difícil hacer un seguimiento real, un seguimiento serio y eficaz de los casos”. Es sobre el equipo de orientación que recae la adaptación de la guía, un equipo, recuerda el director, donde es más común que haya pedagogos, e incluso en los casos en que están integrados por psicólogos, estos no pueden practicar psicología clínica.

Y además, recuerda Álvarez, son demasiados pocos, algo que pasa en todo el Estado pero particularmente en Madrid, donde hay un orientador por cada 800 alumnos, frente al orientador por cada 300 alumnos que propone la Unión Europea. La falta de recursos convierte a los protocolos en “un trámite burocrático”. ¿Por qué? Porque sin personal lo necesario en estos casos, que es básicamente no dejar a los chicos solos en ningún momento, “implica un trabajo tremendo que con la masificación de alumnado que hay, pues es muy difícil de seguir”.

El profesorado o los directores no son los únicos que demandan que en los centros educativos existan psicólogos. La FAPA Giner de los Ríos comparte este reclamo, y es que consideran esencial el rol de los institutos para el acompañamiento de los adolescentes, un acompañamiento que muchas familias no pueden encontrar fuera de este ámbito al no poder permitirse acudir a terapia privada, y depender de una red pública saturada que tarda meses en citar a los chicos y chicas. “Estamos reivindicando que se dote a los centros educativos de todos los recursos materiales y humanos necesarios para poder abordar toda la situación y todo lo que conlleva el momento en el que estamos viviendo, en concreto todos los profesionales necesarios y en particular la figura del psicólogo”, explica Mari Carmen Morillas.

No se sienten escuchadas, cuenta la presidenta de la FAPA que se han pedido en el periodo navideño sendas reuniones al Consejero de educación desde la plataforma regional por la escuela pública y desde la propia Giner de los Ríos, y no han conseguido concretarlas: “la democracia exige participación y la comunidad de Madrid no lo practica ni potencia en ningún sentido”, se indigna Morillas.

Tiempos duros para la adolescencia
La emergencia de salud mental no solo se encuentra con el colapso de la sanidad pública, sino que el incremento de la demanda también empieza a saturar a las opciones privadas. El confinamiento ha hecho mella en un colectivo que ha sufrido particularmente el mandato de aislamiento. La psicóloga Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, considera que la limitación de las relaciones sociales les ha afectado particularmente “en una etapa vital donde se producen muchos desajustes hormonales, fisiológicos, psicológicos, emocionales, donde hay una mayor inestabilidad emocional, una tormenta emocional, como decimos muchas veces los profesionales de la psicología, que hace que todo esto se agrave”.

“La pérdida de interacciones sociales ha conducido a muchos adolescentes a desarrollar otros patologías, como trastorno de conducta alimentaria, del estado de ánimo, o problemas de adicciones y consumo”

Bermejo considera que es importante diferenciar cómo puede afectar a un adulto no poder hacer un plan social, frente a lo que supone para un adolescente no vivir la fiesta de graduación o el viaje de fin de curso, “hitos de desarrollo que son muy importantes desde el punto de vista evolutivo: sienten que se les ha ido la vida”. Considera necesario que se entienda lo difícil que ha sido esta etapa para las personas adolescentes y los sacrificios que han tenido que hacer mientras eran juzgadas y criticadas. La pérdida de interacciones sociales ha conducido a muchos a desarrollar otros patologías, como trastorno de conducta alimentaria, del estado de ánimo, o problemas de adicciones y consumo, y es que “desde el punto de vista madurativo, cerebral , no tienen esa madurez para poder autocontrolarse, autorregularse y gestionar mejor todo lo que son sus competencias emocionales”.

Cuenta Álvarez que si bien los directores, conociendo la dureza del confinamiento para el alumnado, se temían que no fuera fácil la adaptación durante este curso, “ni en el peor de los casos imaginábamos que el problema iba a ser tan grande y sobre todo tan grave. Está claro que a los chavales emocionalmente esto les afecta, y además aquellos chicos que tienen un alto rendimiento académico, altas expectativas, se han visto todavía más afectados”. Volver a las jornadas completas y a las exigencias académicas previas a la pandemia estaría suponiendo un desafío para muchos estudiantes.

María integra el equipo de orientación de un instituto al Sur de Madrid. Considera que es una afortunada, porque en su caso son dos orientadoras, sin embargo la problemática de salud mental las supera. “Nosotras escuchamos a los chicos, les damos un espacio tranquilo, un espacio seguro donde les vamos a respetar y les vamos a acompañar y tratamos de hacer un seguimiento lo máximo que podemos. Pero claro, cuando tenemos a tantos chicos con esta ansiedad tan generalizada, con estos niveles de depresión, con ideas e intentos de suicidio, nos sentimos totalmente desbordadas”. Desde que empezara el curso, María dedica el 90% al seguimiento de los casos de niños con pensamiento suicidas. Solo el 10% queda para las labores de orientación, teniendo que tirar de su tiempo libre.

Los límites de la respuesta
Si no es fácil ejercer como orientadora ante un panorama así, tampoco es fácil cumplir con los objetivos curriculares. “Tú tienes ahí tu temario y con un panorama así ni temario ni leches, lo que hay que hacer es actuar. Además, cómo van a atender y cómo van a trabajar con esos problemones, te conviertes en una trabajadora social más que en una profesora”, considera la docente de filosofía. “A veces están tan enfrascados en el momento presente que no ven más allá, y verlo todo en negro, todo malas noticias, todo el rato, tiene que acabar afectando. También hay quienes han perdido a sus abuelos, y eso les ha tocado”.

Para poder acompañar de mejor manera al alumnado, el profesorado necesitaría de algo básico, recuerda Galvín: más tiempo y menos alumnos. Bajada de ratios, bajada de horas lectivas, a parte de la presencia del psicólogo escolar, serían fundamentales para avanzar hacia una mejor detección y seguimiento. Los actores lo tienen claro y así han intentado trasladárselo a la Consejería, pero “el director general de secundaria no tiene interlocución ninguna con nosotros, no nos ha convocado a ninguna reunión desde que está. Y luego en la mesa sectorial este tema todavía no se ha tratado”. Espera que al menos en el marco de la ley de Defensa del Menor presentada por el gobierno, la propuesta de crear la figura de defensor de los menores, sea ocupada por un profesor técnico de servicios a la comunidad (PTSC), una figura que consideran fundamental para paliar esta situación. “Además, tienen que dotar de psicólogos y ampliar los departamentos de orientación. Vamos a hacer mucha, mucha, mucha fuerza. Vienen fondos europeos para el tema de refuerzo de la orientación por lo que habría posibilidad económicamente de subsanar este tema”.

“En otros ámbitos se han tomado medidas, los ERTE, los fondos europeos, la gente ha teletrabajado... ¿Qué medidas se han tomado para cuidar la salud emocional, para cuidar la educación y la evolución de estos chavales?”

Hasta ahora ha habido, no obstante, algunas iniciativas para formar y apoyar a los cuerpos docentes: por un lado, señala Bermejo, se han dado algunas formaciones importantes. Un ejemplo fueron unas jornadas de formación en prevención al suicidio en las que participaron más de 600 centros. “Así se ha formado a los docentes en diferentes temáticas en relación con las autolesiones, el suicidio, los problemas de salud mental, o cómo gestionar de cara a la familia cuando hay crisis o dificultades en el aula”, explica Bermejo. La psicóloga destaca que entre la Consejería y el Colegio hay una amplia colaboración. A María las jornadas le parecieron interesantes, si bien considera que la formación no era suficiente, pues al ser muy abierta, no profundizaba. “Nosotras andamos buscando información entre nosotras, coordinándonos con otras compañeras en otros centros y formando una red de apoyo”.

Por otro lado, se valora la labor del psicólogo educativo Jose Antonio Luengo y el Equipo de apoyo contra el acoso escolar que encabeza en el ámbito de la Comunidad de Madrid, que ahora está centrando su labor en la prevención del suicidio. “Hacen un trabajo magnífico y todos lo reconocen, pero son tres y no llegan a todas partes”, explica Galvín. “Necesitamos o bien un psicólogo escolar en cada centro educativo, o bien un equipo de psicólogos suficientemente amplio como para poder desplazarse por centros y asesorarnos”, apunta Álvarez, quien también tiene cierta fe en la creación del defensor del menor, siempre que sea una figura nueva, y no otro rol a cubrir por la misma saturada plantilla escolar. “No se le puede pedir a un orientador o al director que ya está sobresaturado de trabajo, que además se encargue de más funciones”.

Y es que la falta de tiempo y el desborde, pueden tener consecuencias fatales cuando no se detectan casos de riesgo, “casos donde los niños tienen una gran sonrisa y sin embargo tiene un gran tormento interior, si nosotros no somos capaces de verlo, no seremos capaces de atenderlo de la mejor manera”, apunta María.

Es hora pues, de pensar en los adolescentes, insiste Álvarez, “en otros ámbitos se han tomado medidas, los ERTE, los fondos europeos, la gente ha teletrabajado... Para los alumnos ¿qué se ha hecho? ¿Qué se ha hecho para nuestros chavales, que son el futuro? ¿Qué medidas se han tomado para cuidar la salud emocional, para cuidar la educación y la evolución de estos chavales?”.

sábado, 8 de enero de 2022

Regreso a las aulas el 10 de enero de 2022 (Carta de CONFAPA al Consejero de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía)

 




Los menores de 12 años solo tendrán que guardar cuarentena si hay cinco o más positivos en su clase

Artículo de Sofía Pérez Mendoza para eldiario.es
  • Las aulas solo se cerrarán si se da un brote con cinco contagios o el 20% de la clase afectada, según el acuerdo entre Sanidad y comunidades, que encamina a los centros a una mayor normalidad mientras avanza la vacunación infantil
  • — Acuerdo unánime: la vuelta a clase será presencial
7 de enero de 2022 

Cambio en el protocolo Covid de los centros educativos a la vuelta de las vacaciones. La Comisión de Salud Pública, que reúne a los directores generales de las comunidades autónomas y al Ministerio de Sanidad, ha acordado suprimir las cuarentenas de contactos en los colegios para evitar cerrar aulas de Infantil y Primaria si hay positivos en medio de la ola más contagiosa de la pandemia y mientras avanza la vacunación infantil.

Hasta ahora, todo el grupo burbuja de niños y niñas menores de 12 años era enviado a casa diez días cuando se confirmaba un positivo como contactos estrechos. Con la modificación, ya no será así: continuarán asistiendo a clase presencial, da igual si están o no vacunados, y solo se planteará la clausura del aula si se da una acumulación de cinco o más positivos "o una afectación del 20% o más de los alumnos en un periodo igual o inferior a siete días".

"En caso de que sean 4 casos o menos o menos del 20 por ciento, se considerarían casos esporádicos y no se recomendaría cuarentena", informa el Ministerio de Sanidad. Los infectados tendrán que aislarse durante al menos siete días, siguiendo la estrategia general.

Para los mayores de 12 años, se seguirá el protocolo general, que exime de cuarentena a los contactos vacunados con pauta completa pero obliga a hacerla a los que no se han inmunizado. Esta diferenciación, sin embargo, no se va a hacer con los niños de Infantil y Primaria.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, evitó confirmar este cambio tras la reunión interterritorial del miércoles que confirmó la vuelta presencial tras las vacaciones, pero adelantó que estaba en estudio. Era la línea de actuación que recomendaba la Ponencia de Alertas, formada por técnicos de Sanidad y de las comunidades, y supone un paso más que en el protocolo de adultos. La Comunidad de Madrid ya se había adelantado al cambio y había informado a sus centros educativos.

Una decisión "adaptada a la situación pandémica actual"
La decisión encamina a los colegios a una mayor normalidad en medio de una ola de contagios predominantemente leves gracias a las vacunas y pretende también dar respuesta a la conciliación de las familias, un asunto que no ha terminado de resolverse pese a que ya han pasado casi dos años desde el inicio de la pandemia.

El Ministerio de Sanidad asegura que los cambios "van dirigidos a garantizar y fomentar lo máximo posible la presencialidad en todos los niveles educativos " y "se adaptan a la situación pandémica actual". El cambio, sostiene Sanidad, "refleja también el importante avance de la vacunación en todos los grupos de edad y tiene en cuenta que los entornos escolares han demostrado a lo largo de la pandemia ser entornos seguros en cuanto a la transmisión del virus". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado este viernes, en la misma línea, que hay que "aprender a convivir" con el virus adaptando la respuesta "a las actuales características.

Uno de cada tres niños y niñas menores de 12 años (32,1%) se han puesto ya la primera dosis de la vacuna.

martes, 4 de enero de 2022

La 'vuelta al cole' será presencial: “Es la única manera de garantizar el derecho a la educación y la igualdad” (Marta Borraz para eldiario.es)

Artículo de Marta Borraz para eldiario.es
  • Las clases en el aula es la apuesta que el Gobierno y la exigencia de familias y docentes que no han parado de alertar sobre los daños que causa la educación virtual en el alumnado
3 de enero de 2022 

Las clases volverán tras las fiestas navideñas el próximo 10 de enero sin cambios de calado. A pesar de generarse cierto debate en los últimos días, el Gobierno y las comunidades se inclinan por no retrasarlo y por garantizar la presencialidad. Es la propuesta que llevarán este martes Sanidad, Educación y Universidades a la reunión con las autonomías para preparar la vuelta al cole y es también la posición a la que finalmente ha virado la Comunidad de Madrid, que amenazó en la última semana con imponer la "semipresencialidad" al alumnado más mayor, lo que ha solivantado a la comunidad educativa. Por su parte, la Región de Murcia, que había dejado en el aire su posición, ha aclarado este lunes que su propuesta es que "se retomen las clases en la fecha prevista".

La decisión definitiva de volver a las aulas de forma presencial en todas las etapas educativas en Madrid la ha tomado este lunes el Gobierno autonómico, solo unos días después de que Isabel Díaz-Ayuso asegurara que no descartaba lo contrario. Ya entonces, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, adelantó que la presencialidad es "es un éxito y es el modelo del Gobierno" aunque la sexta ola esté en pleno ascenso, mientras el Ministerio de Educación advertía de que no abrir las escuelas tendría "mayores inconvenientes que ventajas". Fuentes de Sanidad confirman este lunes que la presencialidad "es la apuesta" del Ejecutivo de Pedro Sánchez, informa Sofía Pérez.

La sola posibilidad de plantear un regreso a las aulas tras la Navidad que no fuera presencial se ha encontrado con la contundente y unánime oposición de la comunidad educativa, que no entiende cómo este podría ser uno de los pocos ámbitos en los que se podrían imponer este tipo de restricciones férreas ante el avance de los contagios. "Volver de forma presencial y segura es la única manera de garantizar el derecho a la educación y la igualdad de oportunidades del alumnado, y ha quedado demostrado...La semipresencialidad ha causado estragos en el plano académico y emocional", lamenta Carmen Morillas, vicepresidenta de la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA).

La demanda la replicaron en los últimos días otras tantas asociaciones de familias, pero también de docentes y sindicatos. En Madrid, la FAPA Giner de los Ríos se ha mostrado especialmente indignada por el amago de Ayuso: "Se debe garantizar el acceso a un derecho fundamental como es el de la educación (...) Quizá la única manera de dar clase es en los bares, abiertos y sin mascarilla", ironizaba a través de un comunicado de prensa. También para Morillas era una propuesta "incoherente" al mantener al mismo tiempo en la región abiertas las discotecas "o haber visto en fin de año algunas macrofiestas".

Habrá cuestiones, como las cuarentenas de contactos estrechos de positivos o la gestión de los casos, que aún deberán ultimarse en la reunión de este martes, aunque son las comunidades las que tendrán la última palabra. Aunque la incidencia acumulada en la franja de edad de los cinco a los once años se disparó en el último trimestre del año, este grupo de población ya no es el que más contagios reporta en la reciente explosión de la sexta ola: ahora son los veinteañeros y treinteañeros los que lideran la incidencia.

Además, el Gobierno central confía en que la vacunación pediátrica llegue a prácticamente el cien por cien de los menores este mes de enero. Son 3,3 millones de niños y niñas de entre cinco y once años, de los que un 26,8% se ha puesto al menos una dosis. Los últimos datos de Sanidad, del pasado día 23, muestran que en la última semana escolar completa el 98,7% de las aulas han estado en funcionamiento y sin cuarentenas. El número de aulas confinadas en Infantil y Primaria era de 3.000 sobre un total de 417.000, cifra que se reduce a un centenar entre los cursos con alumnado ya vacunado, es decir, de los niveles de ESO, Bachillerato y Formación Profesional.

Una vuelta a las aulas "segura"
En este escenario, también otras organizaciones como Save the Children o el Club de MalasMadres han reclamado el mantenimiento de la presencialidad y se han dirigido por carta a todas las Consejerías de Sanidad y Educación de todas las comunidades para subrayar su importancia. "El impacto de esta medida en la educación o la salud mental de los niños y niñas, así como en las familias en términos de conciliación, hace que ésta deba ser el último recurso", destaca Laura Baena, presidenta de MalasMadres. La escuela tiene, además, "un papel protector de los derechos de la infancia", señala Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de Save the Children, sobre todo de aquellos menores más vulnerables.

Ambas organizaciones llaman a que, en vez de discutir sobre si la 'vuelta al cole' debería ser o no presencial, el debate verse sobre "cómo garantizar la presencialidad en el reinicio de curso, es decir, cómo mantener los centros escolares abiertos para evitar que se amplíe la brecha educativa o que el impacto en la salud mental de la infancia y la adolescencia sea aún mayor".

Por su parte, los sindicatos reclaman volver a poner en marcha las medidas que estuvieron vigentes durante el curso 2020-2021 y que en el fondo son demandas históricas, entre ellas la reducción de ratios o el refuerzo de las plantillas. "Garantizar la presencialidad segura implica una inversión económica y voluntad política decidida. Deberíamos volver a lo que sabemos que ha funcionado", asegura la responsable de Enseñanza de UGT, Maribel Loranca. En CCOO comparten el planteamiento y apuntan a que las recetas para esta sexta ola "no pasan por la semipresencialidad", añade Paco García, secretario general de la Federación de Enseñanza del sindicato, "sino por medidas de apoyo que garanticen la presencialidad segura".

Es algo que la comunidad educativa ya demandó de manera unánime al inicio del curso, cuando los responsables educativos decidieron renunciar a las ratios de un máximo de 20 alumnos mantenidas el curso anterior y una distancia interpersonal de 1,5 metros. El acuerdo fijó entonces que los topes para las comunidades volverían a ser los establecidos en la ley: 25 alumnos por clase en Infantil y Primaria, 30 en Secundaria y 35 en Bachillerato. "Fue una decisión torpe y miope. Sabemos que las comunidades no han gastado todo el dinero del fondo covid del Gobierno central, es un despropósito que al mismo tiempo no se recuperen estas medidas", cree García.

La Comunidad de Madrid determina presencialidad en la vuelta a clase en todas las etapas educativas desde el 10 de enero (3-1-2022)

 



sábado, 25 de septiembre de 2021

Derecho a la vida (Manuel Menor)

Detrás de todo acto político está el derecho a la vida 

Nos lo recuerda todos los días cuanto tiene importancia: la electricidad, la pandemia, la educación de los hijos, todo. 

Fue en 1789, cuando en la Revolución Francesa, cuando el “derecho a la vida”, pasó a estar explícitamente en las grandes declaraciones de la convivencia entre humanos como asunto político nuclear. 

La humanidad de todos 

No es que antes fuera un páramo absoluto, pues desde el Código de Hammurabi en Babilonia, 1800 años a. C., hay constancia de la preocupación por comportamientos sociales que empezaron a estar fijados por escrito en igualdad para todos. En torno a cuatro siglos más tarde, el Decálogo de Moisés (Éxodo, 20 y Deuteronomio, 5) los señaló para la organización sociopolítica de los israelitas, y el cristianismo los concretó –entre los años 80-90 d.C.- en torno al “amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo” (Mateo, 22, 36-40). La posterior cristianización del Imperio romano entre el siglo cuarto y quinto hizo que ese bagaje fuera principal de la cultura europea y occidental en los siglos siguientes, incluso como referente de lo humano frente a otras culturas. Con los descubrimientos geográficos a partir del siglo XV, la amplitud de lo humano hubo de de ser reconfigurada, pues se había reducido de manera estrechamente etnocéntrica y patriarcal con el ensimismamiento feudal; como ha estudiado Fernando Álvarez-Uría, los primeros brotes de esa apertura en El reconocimiento de la humanidad tuvieron lugar en los albores del Humanismo renacentista; acabarían eclosionando en la revolución de los colonos americanos contra los ingleses y, muy pronto, en París. 

Aquella floración fue amarga; mientras los privilegiados del Antiguo Régimen se aprestaron a conservar sus privilegios en lo posible, cuantos desde los estratos sociales hasta entonces inferiores -en particular los burgueses-  pudieron trepar en el ascenso social y económico ayudaron a mantener a salvo aquellos intereses, mientras los pobres y asalariados del trabajo se asociaron más vivamente para defender su derecho a la vida. Desde entonces, el genéricamente denominado “movimiento obrero” –nutrido de influencias incluso religiosas- fue sobre todo desde 1848 su brazo en la pelea social y política, mientras el poderoso grupo de los percentiles económicos más altos se reforzó en la conservación del pasado.  

La igualdad del derecho a vivir 

Esta es la raíz de la gran dificultad, después de esa fecha, para ampliar un poco más el derecho en igualdad a la vida. En el momento actual, ahí seguimos los humanos en esa pelea que, en los países democráticos, se traduce en la configuración de un conjunto de derechos sociales, nunca del todo satisfechos por la pugna subyacente: unos  deseando ampliarlos y otros tratando de recortarlos. En el caso de España, en estos días se muestra en bastantes frentes; la pandemia de la que no logramos salir lo muestra claramente y el salario mínimo, la sanidad, la educación de los hijos, la energía eléctrica o el gas, se suman de manera muy destacada a las urgencias de cuanto define la mayor pobreza de muchos o la creciente riqueza de unos pocos a cuenta de los “medios de producción”, imprescindibles para atender las necesidades humanas –empezando por las más básicas-, y que siempre han sido y serán escasos. De cómo seamos capaces de conciliar una moderada satisfacción de todos, depende el entendimiento colectivo y el orgullo de sentirse a gusto en esta sociedad, en la que el pasado pesa mucho. 

Detrás de este permanente conflicto, siempre ha habido una soterrada lucha por la “propiedad” de los bienes capaces de solucionar los problemas y necesidades, y  hasta muy entrado el siglo XIX, estuvo acompañada por una fuerte tendencia a sostener como inviolable, y hasta sagrado, el derecho de propiedad privada; pero también crecieron los partidarios de coartarla, sobre todo desde que en el último tercio de ese siglo, para evitar males mayores, empezaron a limitarse los omnímodos derechos que conllevaba ser propietario. Sobre esa base se crearon las primeras leyes sociales que, después de la segunda Guerra Mundial, configuraron el “Estado de Bienestar”, es decir, un abanico de coberturas para todos soportadas por leyes e instituciones del Estado. Hasta entonces – y en diverso grado según países- estas formas limitadoras de la propiedad, que habían sido variadas -y  a veces con fondo religioso- nunca habían estado generalizadas como obligación; no eran exigibles, por tanto, ante un Tribunal hasta muy entrado el siglo pasado. 

El “Bien general” 

Hoy, la pugna de fondo ahí sigue. Las declaraciones de ayer por parte del llamado Foro Nuclear , junto con algunas de preguntas en el control parlamentario en la mañana del día 15 de este mes, documentan fehacientemente que esa lucha básica por el derecho a la vida, con unos mínimos de igualdad, sigue latente y no se soluciona con alivios. Solo consensos democráticos hacen viable encontrarle una solución; la Sanidad y la Escuela pública, y cuanto presupuestamos atender con dignidad cada año, son un ejemplo de que es posible, a sabiendas de inconformismos y, sobre todo, de que de no hacerlo todos perderemos mucho más. 

A esta conclusión llegó Bismarck en la Alemania de los años ochenta del siglo XIX; a la misma llegaron cuantos, a partir de 1902 sobre todo, apoyaron en nuestro país el seguro de accidentes de trabajo,  el primer derecho social en nuestro país. Cien años más tarde, los neoliberales de turno, desde Reagan a Thatcher -imitados por el ala más cerrada del Partido Popular y no frenados por la fracción  conservadora de la socialdemocracia-, han vuelto a las esencias del liberalismo clásico del siglo XIX; todas las limitaciones, recortes y silencios que unos y otros pactan, deciden y consienten -junto a las broncas para teatralizarlo en público-, degradan el derecho de todos a la vida, y se saltan lo que dice el art. 128 de la CE78 sobre la predominancia que debe tener “el bien general” en las decisiones a tomar en este conflicto permanente. De igual que se trate de salarios mínimos, la luz eléctrica, prevenciones y cautelas sobre la pandemia, servicios sanitarios, y dignidad que deba tener la educación de todos o la atención a los mayores. A los de abajo en los percentiles económicos –como si sus vidas valiesen menos- hay siempre quienes les están diciendo: cállense, tengan paciencia, que bastante les hemos dado. Dicho de otro modo, que lo que estos días sigue en riesgo es el interés general de todos y cun particular de unos u otros.es por derecho y no por devocimos minante endo: c abajo en los percentiles econbre todo, apoyaron eáles han de ser sus componentes por derecho, no por voluntarista devoción caritativa o benéfica de alguien.

Manuel Menor Currás

Madrid, 15.09.2021.

martes, 27 de julio de 2021

Balance del «curso covid»: docentes, familias y sindicatos ponen nota (Fernando Rodríguez Martínez para ELDIARIODELAEDUCACION.COM)

 Reproducimos este reportaje de ELDIARIODELAEDUCACION.COM


La comunidad educativa tilda de «éxito» un curso marcado por la pandemia del coronavirus y, al mismo tiempo, exige a la Administración más inversión para mantener las medidas en el curso 21-22. Todo apunta a que, al menos en cuestión de ratios, no será así.


Toca a su fin el curso escolar 2020-2021. Un año marcado, sin duda alguna, por la pandemia. También por las medidas de higiene y seguridad para la prevención de contagios y las múltiples restricciones que de ellas derivan. El coronavirus nos ha cambiado la vida a todos. Ha afectado, en mayor o menor medida, a la totalidad de los ámbitos de nuestra sociedad. Por supuesto, el sector educativo no ha sido una excepción.

El curso arrancó con dudas y recelos. Muchos. El futuro era incierto. Un mar de inquietudes con respecto a si las medidas adoptadas en los centros educativos, tales como la reducción de ratios o el establecimiento de grupos burbuja, serían suficiente para evitar contagios masivos entre los docentes, el alumnado y sus familias. Los acontecimientos marcarían la pauta: vuelta a la presencialidad o resignación remota frente a la fría pantalla del ordenador.

La predisposición y el trabajo duro de todos los miembros de la comunidad educativa permitió finalmente que el curso escolar transcurriese siguiendo las directrices de la «nueva normalidad». De la mejor manera posible. Tanto es así que, a pesar de los duros momentos atravesados, especialmente tras las vacaciones de Navidad cuando el repunte de casos obligó a activar la modalidad a distancia en algunos centros, existe un cierto consenso en tildarlo de “éxito”.

También se ha alcanzado un acuerdo generalizado en alabar el esfuerzo de docentes, equipos directivos, familias y alumnos que, a pesar de los vaivenes e indecisiones que caracterizaron a determinadas administraciones autonómicas, supieron dar lo mejor de sí para desencallar el barco y hacerlo navegar, incluso a contracorriente.

Es momento ahora de hacer balance. De pararse a pensar. De analizar y reflexionar. Valorar los aspectos positivos, aquello que se ha hecho bien. También los errores, pequeños y grandes.

La pandemia no ha terminado. El curso 2021-2022, aunque la situación sanitaria haya mejorado como resultado de las campañas de vacunación masivas, no será “normal”. Y es precisamente en esa línea en la que se debe trabajar. Comprender que, le pese a quien le pese, la escuela no volverá de inmediato a ser lo que era antes. Un periodo de tránsito es necesario. Es momento de estar alerta. Cuidar y cuidarse. Seguir haciéndolo. Para evitar males mayores. Eso sí, la luz al final del túnel está, cada día, más y más cerca.
Docentes y equipos directivos, en guardia

“Hacemos una valoración muy positiva del curso. Las medidas de distancia interpersonal entre el alumnado, así como la ventilación y el establecimiento de grupos burbuja han sido claves para conseguir que los centros educativos sean espacios seguros”, argumenta el secretario de la Fedadi y director del IES Pare Vitòria de Alcoy (Alicante), Antonio González.

“El aspecto negativo más relevante ha sido la semipresencialidad. Lo complica todo muchísimo. Es por ello que el principal objetivo que se debe marcar ahora la Administración es garantizar la presencialidad en educación secundaria y bachillerato con vistas al próximo curso”, añade.

Vicent Manyes es director en el CEIP Bertomeu Llorens i Royo de Catarroja, en Valencia. Además, es presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos de Educación Infantil y Primaria (Fedeip). Si algo destaca del recién finalizado curso es “el gran esfuerzo realizado por toda la comunidad educativa. En primer lugar, los alumnos, que se han adaptado muy bien. También sus familias, incluso las que se mostraban recelosas a la presencialidad al principio. Por último, los maestros y directivos de los colegios, que han dado lo mejor de sí para que este curso fuera un éxito”.

Aunque se muestra, en líneas generales, satisfecho con los planes de contingencia diseñados por la Administración, reconoce su preocupación por la previsible reducción de recursos de cara al curso académico 21-22. “El próximo año tendremos más recursos que hace dos, pero menos que en el pasado. Es clave mantener las medidas el próximo curso, porque no habrá normalidad total. Confío en que los grupos burbuja se mantengan, pero la cuestión se complica si no hay profesores suficientes…”, afirma.

Otra cuestión de relevancia con respecto al siguiente año académico es la aplicación de la nueva ley educativa, la Lomloe. Ideada por Isabel Celaá, será la nueva ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, quien deba ponerla en marcha. “Consideramos que la nueva ley educativa es un avance en comparación con la anterior. No obstante, seguimos detectando carencias: falta de consenso entre las diferentes fuerzas políticas, un currículo demasiado cargado de contenidos, la ausencia de obligatoriedad de la educación infantil, la falta de desarrollo en cuanto a la función directiva, entre otras”, lamenta Manyes.
Las familias, a la espera

“Ha sido un año muy duro. Durísimo. Una prolongación del anterior, que también lo fue. Pero también ha sido un año que nos ha permitido localizar debilidades y propuestas de mejora para los problemas y las deficiencias de nuestro sistema educativo, tanto anteriores como nuevas”, señala la presidenta de la FAPA Francisco Giner de los Ríos de Madrid, Carmen Morillas.

Morillas sostiene que “la educación es un derecho fundamental que, en estos años de pandemia, se ha vulnerado”, motivo por el cual el próximo curso será clave para revertir la situación. “Es fundamental mantener la presencialidad y aumentar la inversión si queremos que haya equidad. La crisis ha traído consigo un incremento de la desigualdad, de la brecha social. De ahí la importancia de mantener medidas como la bajada de ratios, que ha mejorado los resultados académicos y la convivencia en el aula”, apostilla.

Pese a que las fallas del sistema educativo son palpables, Morillas reconoce que “como consecuencia de la incapacidad de los partidos políticos, de uno y otro signo, para aparcar sus diferencias, lo cierto es que ya vamos un poquito tarde con el inicio del nuevo curso. Aunque en otras comunidades se va arrojando algo de luz, en Madrid aún no sabemos qué medidas nos vamos a encontrar en cuanto a la organización de los centros para el curso 21-22”, concluye.
Los sindicatos, preocupados

“El curso nos deja un sabor agridulce. Cosas buenas como el regreso a la presencialidad, al menos en infantil y primaria, y cosas malas, como la deficiente labor de la Administración. Las ayudas y la inversión que se han hecho en educación se quedan en nada si la comparamos con otros sectores”. El responsable de Política Educativa en la Confederación STEs, José Ramón Merino, apunta y dispara.

Coincide a este respecto el secretario general de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, Francisco García: “La Administración actuó de manera razonable, aunque en la mayoría de las comunidades lo hizo de manera tardía e insuficiente. Pedimos la contratación de 72.000 profesores para garantizar la presencialidad de la enseñanza no universitaria. Se contrató, finalmente, a la mitad, lo que impidió garantizar la presencialidad en secundaria y bachillerato. Nos parece un error tremendo”.

Ambos consideran precipitada la decisión de volver a las ratios prepandemia. “Para el nuevo curso se deberían mantener e, incluso, ampliar las medidas del pasado con el objetivo de garantizar entornos seguros, pero las comunidades están haciendo lo contrario para ahorrarse unos euros. Van contra el sentido común y la lógica, pues los jóvenes, al no estar vacunados, son quienes se están contagiando más en estos momentos”, advierte García.

La desigualdad social derivada de la crisis económica es un asunto que también preocupa a los sindicatos. “Es necesario más apoyo a la enseñanza pública, que es donde se encuentran escolarizados los hijos e hijas de las familias más humildes, las que verdaderamente están pagando el pato de esta crisis. Son necesarios más medios y más ayudas, al igual que están haciendo el resto de las potencias europeas”, asevera Merino.

La atención a la diversidad es otra de las asignaturas pendientes en el curso covid. “Debemos seguir dando pasos adelante en materia de atención a la diversidad. Lo hecho hasta ahora resulta insuficiente, pues quien antes ya era vulnerable ahora lo es aún más. La cuestión de las ratios no responde meramente a una cuestión sanitaria, que también, sino a una mejor respuesta a las necesidades educativas del alumnado. Además, hacen falta más políticas educativas: más becas, más ayudas…”, destaca García.

lunes, 26 de julio de 2021

El curso en que enseñamos peligrosamente (Ana Gloria S. Ruano para ELDIARIO.ES)

Artículo publicado en eldiario.es

Las situaciones inesperadas que llegan sobrevenidas obligan de entrada a adaptarse, luego van pasando y es entonces cuando tomamos conciencia de lo vivido y de los cambios que han supuesto, esto pasa más aún en esas situaciones en las que la dinámica del día a día no deja un resquicio por el que poder escapar y analizar.

Vamos a trasladarnos mentalmente, esperamos que solo tenga que ser mentalmente, al inicio del confinamiento. En esos días andaba yo en otros asuntos personales, también complicados, no lo viví como docente en primera persona, pero eso no me impidió observar y sobre todo empatizar.

Me pareció una situación tan dura que llegué a alegrarme de que, aunque por mal, esa ausencia me hubiese venido tan bien. De un día para otro el aula se trasladó a la pantalla. Para el profesorado supuso familiarizarnos con herramientas y programas, algunos conocidos, otros un aprendizaje en tiempo record, no había horario, no había timbres, cualquier día, cualquier hora eran buenos para resolver una duda o recibir una tarea.

Nuestro alumnado, nativos digitales genios del TikTok y de otras app, en muchos casos descubrieron que también existían otras aplicaciones, alguno hubo que hasta tuvo que aprender a mandar correctamente un mail. Las familias, con la preocupación de su teletrabajo, su ERTE, su paro o su riesgo al ir a trabajar, con la carga sicológica de la incertidumbre, con la preocupación por los contagios y los seres queridos, tuvieron que ayudar en casa con ‘los deberes’ sin horario, sin descanso.

La brecha económica se endureció con la brecha digital. Adiós a la Escuela como igualador social. A la vez en nuestras vidas lo cotidiano se volvió excepcional, visitarnos, acercarnos, vernos las caras, tocarnos al saludar, abrazarnos, compartir… se convirtieron en lujos que, por comunes, no habíamos valorado suficientemente, pero añorábamos ¡cuánto los añoramos!

Y como añadido la incertidumbre del futuro, cuánto durará, parece que ya está, pero no, cuándo acabará, cómo acabará, nos tocará… Mucho por vivir y ver y leer, me temo, sobre el efecto sicológico antes, durante y después del confinamiento: las carencias y temores, depresiones, ataques de ansiedad, miedo a la gente, miedo a salir.

Poco a poco empezamos a salir a las calles. Llegó y pasó el verano. Y empezó el curso. La situación volvía a ser nueva, es la primera vez que vivimos algo así y el primer curso en que en esta situación se abrían las aulas. Las normativas iban cambiando, un día nos daban unas instrucciones, a la semana otra, a los tres días otra, y los equipos directivos, el personal, docente o no, que colaboraba en la preparación de los centros durante julio y agosto estuvieron adaptando, readaptando y volviendo a adaptar.

No es lo mismo escribir en un despacho que diseñar vías de entrada, elementos separadores o marcar en el suelo espacios, no. Pero se hizo, deshizo y rehízo. De esta saldremos más fuertes, de esta saldremos entre todos y todas, las ganas de recuperar normalidad eran muchas, la certeza de que era necesario pasar de las pantallas a la presencialidad también.

Y por fin, llegó la esperada fecha, la vuelta a las aulas del alumnado. Fue emocionante, entraban tras meses sin pisar el centro, las mascarillas dejaban ver los ojos, unos ojos que mostraban esa mezcla, que compartíamos, entre temor, dudas y alegría. Empezábamos, por fin volvíamos y hasta de quienes menos lo esperábamos llegaba un “eché de menos las clases”.

También ellos y ellas se debatían entre el temor a un contagio a un ser querido y una vuelta al confinamiento. Nuevas normas, mascarillas, geles, señaléticas… no solo utilizarlas, velar por su uso, cambiar las dinámicas aprendidas, explicar, repetir y repetir que eran importantes, poner pie en tierra, en tierra con pandemia, a infantes y adolescentes que junto a sus ganas de vivir todo y su mezcla de cambios y hormonas tenían que aprender a vivir de esa manera, para nosotras no era fácil, quizás para ellos y ellas menos.

Y a la vez, cómo no, papeleo, programaciones que contemplasen tres situaciones presencialidad, semipresencialidad, confinamiento. Cuando empezamos muchas temíamos que en menos de un mes tendríamos que volver a confinarnos, que todo volvería a parar y que el segundo confinamiento sería aún más descorazonador y duro, con sabor a derrota y vuelta atrás, sin saber cuándo llegaría el final.

Pero el curso se fue desarrollando, ahí estuvimos, en primera línea con la dosis extra de tensión, de responsabilidad. Lo que era cotidiano ya no podía ser, nada de prestarnos cosas, utilizar materiales compartidos, nada de clases prácticas, separación, distancia de seguridad, algunas clases con una distancia que no permitía casi oírnos, “no se ve seño” “más grande por favor” recreos, que son el espacio para el recreo imposibles de controlar, no te bajes la mascarilla, recuerden separarse… El temor cuando faltaba alguien, será, me habré contagiado, el temor con una tos, el temor cuando veíamos que algo no se hacía bien, el temor.

Sí, lo sabemos todo el mundo tuvo que adaptarse, pero no todo el mundo tuvo que hacerlo con grupos de niños, niñas o adolescentes que muchas veces olvidaban la importancia de las normas sanitarias Todo el personal de los centros pusimos de nuestra parte, el alumnado también.

Un aplauso, infinito, al personal de limpieza de los centros, controlando en cada momento los posibles cambios de aula, de grupos. Creo que ellas han sido el principal pilar de que no tuviésemos que volver atrás. Y llegó el final de curso ¿llegó? Pues no, no para todos y todas.

Convocatoria de oposiciones, tribunales y opositores tuvieron que seguir, sabiendo que en ello podía ir la posibilidad de su futuro o el de quienes se examinaban. Pues igual habría estado bien que la Consejería hubiese aplicado una moratoria de no expulsión de las listas a quienes no se presentasen. Enhorabuena a quienes lo han conseguido. Ánimo a quienes no, habrá más años, seguro que menos estresantes que este.

Es la Educación en quienes deposita la sociedad la posibilidad de mejora, la solución a muchos de los problemas que tenemos, y así es, trabajamos con quienes son el presente y el futuro, el potencial es infinito, aunque no puede ser solo responsabilidad nuestra.

Valgan estas reflexiones compartidas para pedir, para pedir que esas ratios que durante este curso bajaron, demostrando que sí se podía, no vuelvan a subirse, para que el reconocimiento de imprescindibles para la comunidad se mantenga, para que no disminuyan los cuidados a nuestro alumnado, que ahora está en el rango de población con mayor contagio, para que nuestras condiciones de trabajo se cuiden, se respeten.

Para que no tengamos que ajustarnos, con una burocracia absurda y con unas condiciones impuestas y sin suficientes materiales a unos sordos diseños de despacho en los que no podemos participar pero sí debemos acatar.

Felices Vacaciones, estas vacaciones en la que nos recuperaremos y como siempre nos reinventaremos. Nos volvemos a encontrar en septiembre, porque la Escuela, esta escuela nuestra siempre va a estar ahí.

viernes, 21 de mayo de 2021

La escuela conspira contra el mundo (Jaime Buedo para ctxt.es)

Texto escrito por un profesor de Bachillerato para sus alumnas y alumnos con motivo del final del curso escolar

Jaime Buedo para ctxt.es

16/05/2021

Queridos alumnos, queridas alumnas:

Creo que es de rigor que comience por felicitaros. Hoy llegáis al final de un camino que iniciasteis hace ya algunos años y del que creo que debéis estar orgullosos. Un orgullo, por cierto, que os pertenece a todos, con independencia de cuál haya sido vuestra particular peripecia por este sendero común al que llamamos educación secundaria.

¿Por qué tenéis que estar orgullosos?

No voy a ocultar que comenzar un discurso halagando a su principal audiencia es el truco retórico más viejo que existe. Por ello, lamento deciros que, con el fin de demostrar que mi felicitación es rigurosamente honesta y no una mera estrategia discursiva, no me queda más remedio que apelar a una de esas anécdotas filosóficas que estáis hartos de escuchar en mis clases.

Resulta que hace más de dos mil años, un famoso rey macedonio, Ptolomeo II, quiso aprender geometría. Para añadir un poco de contexto, hay que decir que la geometría era trending topic en la civilización griega y que los geómetras más famosos eran prácticamente estrellas del rock. En aquellos tiempos, el geómetra más famoso se llamaba Euclides, y este había escrito un libro complicadísimo donde reunía y sistematizaba todo el saber geométrico de los griegos hasta el momento.

Así pues, el famoso monarca agarró aquel libro, que llevaba por título Los Elementos, y se dispuso a empaparse de teoremas y demostraciones, quién sabe si para presumir después calculando hipotenusas ante la corte. Por lo visto, el rey no había pasado de la segunda página cuando ya estaba reclamando la presencia del maestro en palacio. “Oye, Euclides, ¿tú no puedes darme algún truco para que pueda yo saber de geometría sin necesidad de leerme este tochaco?”.

¿Qué creéis que respondió Euclides al hombre más poderoso de Grecia?

“Mi señor, en geometría no hay atajos para la realeza”.

Con ello, Euclides quiso mostrar al rey Ptolomeo cuál había sido el verdadero descubrimiento de los griegos: dependiendo de la condición social con la que nacemos, nuestro camino en la vida puede ser más pesado o más liviano; por el contrario, comprender la geometría nos exige a todos lo mismo. Da igual si uno es el rey de Macedonia o una joven de Usera, porque cuando se trata de aprender el teorema de Pitágoras, los mismos pasos deben recorrer los hijos de una dinastía imperial y los hijos de un humilde campesino.

Y lo dicho de este teorema, hay que decirlo también de la Ley de la gravitación universal, de los descubrimientos arqueológicos de Atapuerca, del imperativo categórico de Kant, o de los poemas de García Lorca. Lo fascinante de la anécdota de Euclides es que nos muestra cómo el teorema de Pitágoras, que todos conocéis, no solo nos exige que el cuadrado de la hipotenusa sea la suma del cuadrado de los catetos; sino que al mismo tiempo nos exige, con la misma necesidad, la existencia de una escuela pública. Y lo exige porque el saber científico y humanístico constituye una riqueza común que no se deja apropiar con dinero o con privilegios, sino que solo es accesible a través del uso de la razón. El único camino aquí, por tanto, es el de la curiosidad, el esfuerzo y el estudio.

Yo espero que estéis orgullosos, entonces, porque ese camino que habéis recorrido hasta aquí es el mismo que Euclides le exigía al rey Ptolomeo; el mismo que la humanidad ha tardado siglos en conquistar. Y por ello, merecéis todo mi reconocimiento, más allá de vuestros resultados concretos, por el mero hecho de haber decidido recorrer ese camino. Con ello habéis contribuido, seáis conscientes o no, a conservar la única vacuna que hasta ahora conocemos contra la tiranía, el abuso de poder y las desigualdades sociales: el acceso público al conocimiento.

Por otro lado, creo que tenéis que estar orgullosos porque el último año no os lo ha puesto fácil. Os ha tocado culminar el Bachillerato en un contexto de pandemia mundial, de crisis económica galopante, y de cambios que han convertido la vida cotidiana en una película de ciencia ficción. Llegáis al final de esta etapa en un momento en el que el mundo os enseña los dientes. No puedo ocultar la indignación que me ha producido ver cómo los medios de comunicación utilizaban la etiqueta de “los jóvenes” para hacer de vosotros el símbolo de la irresponsabilidad ciudadana; al tiempo que era un testigo diario de la fortaleza con la que habéis asumido la privación del contacto con vuestros compañeros, del derecho a veros las caras e incluso del calor en invierno.

A esas caras, que ahora solo puedo ver de nariz hacia arriba, me gustaría también expresarles un sincero agradecimiento. No os sorprenderá saber que esas caras, vuestras caras, fueron las primeras a las que, hace ahora tres años, pude llamar “mis alumnos”. Y fueron esas caras, que me miraban desde el otro lado del aula, quienes por vez primera se dirigieron a mí como “profe”. Es inevitable pues, reconocer, que en muchos sentidos habéis sido vosotros quienes me habéis enseñado a mi, y por eso os estaré eternamente agradecido.

Me había propuesto llegar al final de este discurso evitando cualquier tipo de consejo para el futuro. No voy a mentiros: el futuro es un tiempo verbal que hoy tiene difícil conjugación.

Me hubiera gustado deciros, aprovechando la anécdota de Euclides, que os espera un mundo geométrico, donde la igualdad entre hipotenusas y catetos, se traduce en la igualdad entre mujeres, hombres, clases y pueblos. Pero lo cierto es que salís a un mundo que conspira contra la geometría.

Me hubiera gustado deciros que salís a un mundo bello, como es bello el amor en Garcilaso, como la luna es bella en García Lorca, pero lo cierto es que salís a un mundo que conspira contra la belleza, contra el amor e incluso contra la luna.

En fin, queridos alumnos, porque salís a un mundo que conspira, acordaos de la escuela; pues todavía, por suerte, la escuela conspira contra el mundo.


Jaime Buedo es profesor de Filosofía en el IES Pradolongo, en el distrito de Usera, en Madrid.

martes, 13 de abril de 2021

Trumpismos (Manuel Menor)

Mantener la racionalidad se complica 

Cada día que pasa, la pandemia y sus vacunas traen nuevos frentes de discusión y desconcierto: no estamos hechos para la ansiedad injustificada. 

Disputan algunos de qué quiso hablar San Ignacio cuando en sus Ejercicios espirituales dejó aconsejado que “en tiempo de desolación, no hacer mudanza”; era inteligible en un  mundo de cristiandad y fe en Dios, en que la constancia en el camino virtuoso era orientación a sostener, lo único capaz de generar paz interior: en momentos de flaqueza, mejor sería sostener la determinación que se hubiera tenido. Ello no impide que, en múltiples ocasiones en que esas imágenes tuvieron gran valor organizativo, el dicho preciso del de Loyola surja de nuevo para miradas sin su perspectiva trascendente, un trasvase en que las múltiples transiciones secularizadoras que ha habido han reorientado los lenguajes. 

Tromboembolismos 

El actual es, en todo caso, momento de “turbación”, “tribulación” y, si se apuran las cosas, de gran “desolación”. Mírese como se mire, todo contribuye a que el ciudadano común se sienta abandonado de la mano de Dios y, a lo que se ve, de la de sus conciudadanos, incluidos los elegidos para que lleven cuenta y razón de los asuntos supuestamente comunes. En momentos como ayer, día siete de abril de 2021, confluyen casi todos los ingredientes para que se acelere el sentimiento de desamparo y de “noche oscura” de la existencia. En primer lugar, porque en Europa, la EMA (European Medicines Agency) ha dicho lo que ha dicho de los efectos secundarios constatados en la vacuna que lleva varios días en el ojo de observación y contraste de casi todos cuantos tienen capacidad para observar, y ha mostrado gran liberalidad para  administrar ese conocimiento, de modo que cada Estado verá qué hacer “según sus circunstancias”, tanto más cuanto que, en líneas generales, los beneficios de la vacuna en cuestión dice que son “mayores” que los daños. 

De lo cual cabe deducir –sin calificativos de apreciación prejuiciada- unas cuantas hipótesis explicativas de esta determinación nada salomónica. Por un lado, que no todos los ciudadanos europeos son iguales –cosa que ya sabíamos desde la colonización romana- al no coincidir las capacidades económicas básicas ni las cronologías de supuestas situaciones de bienestar de unos y otros; más decisivo es constatar que, por tanto, tampoco todas las muertes y riesgos de vida son iguales en unos u otros puntos de Europa, como ya tenían comprobado cuantos anduvieron en los caminos de la emigración de los años sesenta y setenta. 

El rasero de los números estadísticos revela, en todo caso, la real valía objetiva de cada cual, pues el número de casos en que puedan producirse tromboembolismos problemáticos son “inusuales” pero existen y son compensados por la estadística de los grandes números. Es decir, las posibles muertes que puedan producirse, al ser pocas son irrelevantes; constituyen –en la apreciación de esta sublime jurado europeo- una especie de sacrificio obligado con el resto de aquellos a quienes no les vaya a tocar esta lotería; les ha faltado determinar cuál sea el número adecuado para que esos supuestos “pocos casos” empiecen a ser relevantes en el conjunto europeo por igual. Ya sabíamos esto experimentalmente, a raíz de muchas otras situaciones como, por ejemplo, la existencia de curvas muy peligrosas en nuestra red de carreteras carreteras, determinadas desde la época de las calzadas romanas y que ahí siguen como atractivo arqueológico. 

Más o menos de 60 

En una segunda escala de decisiones, la avidez demostrada por esta vacuna, seguramente inducida por instancias económicas ansiosas de normalidad, está precipitando concordantes decisiones en esas pautas, pero diversas en los distintos Estados, que están traduciendo ya el supuesto valor aleatorio de las vidas de sus ciudadanos; en el nuestro –determinado ayer mismo a mantener la decisión adoptada sobre esta vacuna desde que empezó a ser administrada-, la volatilidad valorativa se mueve ahora en múltiples direcciones de añadido interés. Una, principal, es la pertinente a los segmentos de edad a los que se debe seguir aplicando este “remedio”; por más que su eficiencia no esté bien contrastada, causa ahora un desbarajuste tentativo de propuestas cambiantes, de modo que ser joven, adulto o estar en fase de muchos años vividos, cobra inusitado interés a merced de criterios discriminatorios según se entre o no en un rango variable de edad. El valor de uno u otro lo determina la secuencia de vacunación y del gasto que pueda suponer a la administración sanitaria nacional y autonómica adoptar las precauciones más pertinentes al fiable conocimiento científico existente. 

Dos: en paralelo, además, los atribulados ciudadanos están viendo con impaciencia lo mucho que pugnan sus líderes autonómicos por mostrar una alegre listeza,  aventurerismo, sagacidad y coraje en el enfrentamiento a la pandemia, de modo que lucen estratagemas que desbordan, a veces, en “salto mortal” –como ha dicho uno de ellos- lo supuestamente establecido como pauta común a seguir, tanto en la posible compra de vacunas como en su administración y, por supuesto, en los límites del “estado de alarma” que rigen hasta el nueve de mayo. 

Libertades polarizadas

Y tres: en este salto mortal, en que “cobernar” es lo de menos, y lo que importa es que hablen de uno como el más arriscadamente caprichoso y audaz, incluso las elecciones democráticas son traídas a cuento, y en este momento, no hay día en que no haya algún combate, sibilino o trapero, por ver quién hunde a quién y, a ser posible, pronto. Llevamos algo más de un año de confinamiento variopinto y, cuando falta casi un mes para la cita del cuatro de mayo, Madrid se ha convertido en síntoma inequívoco de una enfermedad rara de voluble temeridad que, en contraste con cualquier otra, puede acabar resultando casi tan letal para la convivencia como lo están siendo sus indicadores no propagandísticos de atención a la Covid-19 para la vida humana de sus habitantes. 

La gratuita polarización, especialmente fuerte del lado ultraconservador, está llevando a situaciones en que los sofismas twiteros vuelan por los aires a todas horas, contrarios a cualquier entendimiento real de lo que sucede. Ya no es raro, incluso, que, a veces –como en nuestros patios de recreo de críos, en que disputábamos por parcelas de barrio o de calle a nuestro alcance- vayan acompañados por bastante más que palabras provocadoras. Entre adultos, no estaría mal algo de sensatez racionalizadora antes de que Los desastres que pintó Goya, o el Atila en Galiza a que prestó atención Catelao,  puedan desbocarse inopinadamente. La supuesta “libertad” que, según casi todos está en juego, no es eso; este teatrillo cotidiano, escenificado ayer en Vallecas, arrastra excesiva hipocresía y muy dispar compromiso con el bienestar de todos.   

Manuel Menor Currás

Madrid, 08.04.2021  

lunes, 12 de abril de 2021

Alternativas a la manifestación 17A para barrios o municipios confinados (AMPA IES Jane Goodall)

Estimadas familias:


El día 17 de abril Marea Verde convoca una manifestación, y queremos darles visibilidad desde el barrio, ya que estamos confinados y no podemos ir a Sol.

Queremos pediros ayuda y que vuestras ventanas se vistan de verde en apoyo a la educación pública.
Un dibujo, un corazón, el cartel que os adjuntamos de la manifestación... Lo que más os guste. 
Y para poder hacer con ello algo chulo para el día 17, tenéis que hacer una foto de vuestra ventana y mandarla al email ampajanegoodall@gmail.com o por WhatsApp al teléfono 643 42 74 05. 

Nosotras subiremos el día 17 todas las fotos que nos lleguen a nuestra cuenta de Twitter. 

Os agradeceríamos infinito vuestra colaboración, necesitamos visibilizar que queremos educación pública de calidad y con vuestras fotos lo conseguiremos. 

Pediremos desde twitter la reforma de nuestro viejito colegio Ciudad Pegaso, y la terminación de nuestro IES Jane Goodall.

Gracias de antemano por vuestra ayuda💚

Un cordial saludo:

AMPA IES Jane Goodall

Fuentes: 


Entrada relacionada:

martes, 6 de abril de 2021

La escuela, camino de completar el curso sin cerrar por la pandemia a la espera de volver a ser 100% presencial (Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es)

Artículo de Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es
  • Educación muestra su satisfacción por los datos del segundo trimestre, que acaba con un 99,6% de las aulas abiertas; el profesorado confirma que la bajada de casos permite tener "una continuidad" en clase "muy buena" y aspira a que el curso que viene todo el alumnado vuelva a las aulas a diario
3 de abril de 2021

La escuela se encamina firme a salvar el curso, si por salvar se entiende seguir abierta. El segundo trimestre del año escolar se ha cerrado con el 99,6% de las aulas de centros educativos abiertas y solo dos centros completamente cerrados, según datos del Ministerio de Educación con información de las comunidades autónomas. En el primer trimestre el dato fue algo peor en las dos variables: concluyó con un 0,7% de las aulas confinadas y 35 colegios clausurados. En ningún momento del curso, destaca Educación, se ha superado el 2% de las aulas en cuarentena ni los 43 centros cerrados simultáneamente, pico que se dio a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Además, España es de los países europeos que menos tiempo ha tenido cerrados los centros.

El Ministerio presume de la situación escolar. "Cabe destacar que España es de los pocos países que ha mantenido abiertos los colegios durante estos dos trimestres de curso escolar", señala la cartera que dirige Isabel Celaá en una nota de prensa. La propia ministra recordó hace pocos días en un acto de la Unesco lo importante de que el alumnado acuda cada día (más o menos) a su centro, la organización de la ONU dedicada a la Educación, la Ciencia y la Cultura: "En España creemos que la educación presencial es insustituible", aseguró. En la misma línea se expresa la directora general de la propia Unesco, Audrey Azoulay: "Los cierres prolongados y repetidos de los centros educativos están teniendo un creciente coste psicosocial para los estudiantes, aumentando las pérdidas de aprendizaje y el riesgo de abandono escolar, lo que afecta de forma desproporcionada a los más vulnerables".

Este es el mayor "pero" que se está poniendo en estos momentos desde los sindicatos docentes. La presencialidad de la que hace gala el ministerio es de facto semipresencialidad en la mayoría de las comunidades autónomas, y la realidad sobre el terreno es que el día que toca clase online es un día medio perdido para el alumnado. "El problema de este trimestre no es tanto la situación sanitaria como la presencialidad", sostiene Maribel Loranca, secretaria general de la sección educativa de UGT. "El problema es que no se han cumplido todas las medidas del plan de digitalización", añade en alusión al anuncio del Gobierno de que dotaría de equipamiento informático tanto a centros como al alumnado más vulnerable.

Toni González, presidente de la Asociación de Directores de Instituto del País Valenciano ADIES-PV, coincide en que pese a las bajas que han salpicando el curso la situación se ha conseguido salvar, que no es poco. Y la cosa va mejorando, asegura, aunque también afirma ser consciente de que todo se puede ir al traste tras la Semana Santa, como ocurrió un poco tras la Navidad. "A partir de febrero es cierto que ha ido bastante bien. Los contagios detectados en los centros están en mínimos desde que empezó el curso y eso da una continuidad [a la docencia] muy buena. En mi centro llevamos un mes sin ningún contagio", explica, consciente de que solo es un ejemplo concreto.

¿La próxima parada? Recuperar la presencialidad total, responde González, quien en su condición de tesorero de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos Fedadi está en contacto con colegas de todo el territorio. "Nuestra idea es planificar con esta vuelta total a las clases", asegura. "Y si es con COVID, habrá que contratar más profesorado", como ya se ha hecho este año en casi todas las comunidades, añade.

El consenso en torno a la importancia de la presencialidad está bastante asentado. La ministra hablaba en términos puramente educativos, pero algunos expertos también creen que lo es a nivel de seguridad frente a la COVID-19. "Los colegios reflejarán la transmisión de las comunidades, más o menos alta, pero no la amplifican. Son una buena barrera de contención, un mecanismo para aislar positivos de los niños y que estos no contribuyan a diseminar el coronavirus", explica Quique Bassat, pediatra y epidemiólogo. Dicho de otra manera, si los menores no van a clase, donde están más o menos controlados con los protocolos sanitarios, estarán en otro sitio y no necesariamente tan controlados.

Bassat, que viene monitorizando los datos de contagios en las escuelas catalanas –una de las pocas comunidades autónomas que ofrece datos desagregados al respecto– explica que la tendencia es clara: se dan picos de contagios en los periodos postvacacionales (el último fue tras la Navidad) motivados por la transmisión en tiempo de ocio, y luego baja y la situación se estabiliza. La evolución de las aulas cuarentenadas durante este trimestre así lo refleja también.


Ministerio de Educación.

De hecho, como recuerda Educación, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés) reforzó esta idea en un informe del pasado 23 de diciembre, cuando la incidencia se disparaba: "Hay un consenso general en que la decisión de cerrar escuelas para controlar la pandemia de COVID-19 debería utilizarse como el último recurso. El impacto físico, sobre la salud mental y la educación de los niños de cerrar las escuelas, además del impacto económico a nivel global, sería mayor que los beneficios" de hacerlo.

El inicio de la campaña de vacunación entre el profesorado ayudará a rebajar las cifras, al menos en lo referido a los contagios de adultos. La tasa de contagio entre el profesorado y el alumnado es similar, explica Bassat. Está en torno al 0,15%-0,20%. Es esperable, explica el epidemiólogo, que la transmisión entre su colectivo baje. Aunque, si se quiere llegar a la inmunidad de rebaño que se busca, que se alcanzará cuando el 70% de la población esté vacunada, según las administraciones, habrá que pensar en inocular a los alumnos también, opina Bassat. "Quizá no tanto por ellos mismos, pero sí contribuyen en mayor o menos grado a la transmisión", matiza. Aún no está decidido, pero este experto sostiene que lo más natural es vacunarlos empezando por los más mayores y hacia abajo (como los adultos), porque los adolescentes presentan una mayor transmisibilidad y también porque tienen un estilo de vida más proclive a los contagios.

Tanto el ministerio como las consejerías de educación han apostado por mantener la apertura y han conseguido apagar la retórica del cierre de escuelas, que sonó con fuerza cuando el pico de la tercera ola coincidió con una ola de frío que dejó imágenes de niños con mantas, gorro y guantes en clase ante la necesidad imperiosa de ventilar y ahora parece silenciada.

El panorama europeo

España está, como afirma Educación, entre los pocos países europeos que no han cerrado su sistema educativo del todo en todo el curso académico. La situación ha ido variando según evolucionaban las olas y actualmente solo tres naciones en toda Europa tienen cerrados los centros, y no del todo: son Portugal, que acaba de reabrir sus escuelas infantiles, Polonia e Irlanda, según datos de la Unesco.

A ellas se une ahora Francia, que venía resistiéndose a la medida. El país galo está inmerso en una cuarta ola, registra tasas de incidencia en torno a los 750 contagios por cada 100.000 habitantes en 14 días y el gobierno de Macron ha acabado cediendo a lo que hasta no hace tanto era muy remoto. Los centros cerrarán tres semanas aprovechando las vacaciones. La situación no deja de ser un aviso a navegantes.

España por el momento se mantiene entre los pocos países entre los 27 que están complemente abiertos, sin restricciones (más allá de la semipresencialidad elegida por la mayoría de las Comunidades Autonómas). Bélgica, Luxemburgo, Finlandia, Austria, Croacia y Rumanía son los otros países que mantienen sus centros operando con normalidad. El resto están funcionando a medias.

Nuestro país también es uno de los europeos, comunitarios o no, que menos tiempo han mantenido cerradas las escuelas debido a la pandemia, según datos de la Unesco recopilados por el diario francés Le Parisien. Destacan en esta lista Islandia, que apenas cerró seis semanas, Suiza (6,4 semanas), Francia (9,7 semanas) y Croacia (10). El siguiente es España, que tuvo sus centros cerrados durante 15 semanas (todas del pasado curso). Los grandes países europeos casi duplican estas cifras: Alemania contabiliza 23,6 semanas de cierre, Reino Unido 26 e Italia 29.

A nivel mundial y desde el inicio de la pandemia, las escuelas han estado cerradas por completo durante una media de 3,5 meses (14 semanas), aunque las diferencias regionales son notables. Los que peor están en ese sentido son los países de América Latina y el Caribe, donde acumulan cinco meses (20 semanas) de cierres completos a nivel nacional de media y hay países, como Guatemala, en los que los niños llevan un año entero sin pisar el colegio.