AMENAZAS
viernes, 2 de julio de 2010
viernes, 25 de junio de 2010
SEA BREVE (8)
Un viernes más, esta pequeña casa se enorgullece de presentar una nueva y estupenda colaboración. Gracias L.G.G.
ABANDONO
Tras muchos años de ciega y servil afinidad, avenencia y concordancia, y con expresivos gestos de inequívoco agotamiento, acompañados de compulsivos jadeos y sonoros resoples y cuando, completamente desacompasada, se encontraba casi sin resuello: se zafó y le previno.
Imponente silencio al otro lado de la luz.
Nadie contesta, caso omiso, ni una palabra, ni un gesto (ni se tocó el ala del sombrero), ni una mirada: hermético desdén.
Soportó la desoladora sensación de haber sido violentamente despojada de un pasado, una luz (quizás cansada), un tiempo, una vida que nunca fueron la suya. Ahora, ni tan siquiera la sombra proyectada de un desconocido. Sin el peso de la vida, el secreto desvelado de la levedad.
Cae la noche y emprende el camino con profundo desaliento aunque más sabia y ligera.
La Sombra, sin mácula de altanería, estoicamente, abdicó.
Fue antes de desaparecer, modesta y discretamente, por entre la elegante geometría del humo del silencio.
viernes, 18 de junio de 2010
SEA BREVE (7)
viernes, 11 de junio de 2010
SEA BREVE (6)
viernes, 4 de junio de 2010
SEA BREVE (5)
Aunque la convivencia no había resultado fácil, dado su tamaño y la imposibilidad de mantenerse en un discreto segundo plano, siempre pensaron que esos serían detalles insignificantes para la magnitud de su amor.
En la soledad de la primera noche, trató de escamotearle argumentos al desaliento. Bien mirado, disponía de mucho más espacio libre y se ahorraría las incómodas explicaciones que tanto le molestaba dar a los extraños.
Pero en lo profundo del sueño, comenzó a añorar su intenso aliento, su piel rugosa y sus tiernos alaridos de placer.
viernes, 28 de mayo de 2010
SEA BREVE (5)
viernes, 21 de mayo de 2010
SEA BREVE (4)
El despertador sonó como todos los días, sin demasiada piedad. Se levantó con desgana, se frotó el rostro para despegar los vestigios del sueño, y se asomó a la ventana. Ya había amanecido, y el horizonte lo saludó como una hermosa tabla de colores pastel. Lo asaltó el deseo de ir hasta el horizonte y, como Alfanhuí, recoger ollas enteras de sangre fecunda y triste. Pero tenía dos asuntos importantes, urgentes. Su mirada bajó del horizonte a la cama, y allí se quedó un instante eterno en el que todas sus metafísicas se enredaron sin remedio. Sus ojos se soltaron de la cama, de la tersura de la colcha que aún no había abierto. Se sorprendió de que el cielo estuviera plagado de estrellas, que la impersonal luz nocturna de la ciudad no las apagara. Cuánto hubiera dado por pasear durante horas bajo ese cielo oscuro, para descansar del fulgor del día. Pero mañana tenía más asuntos importantes, urgentes. Así que se durmió enseguida, tan agotado que ni siquiera advirtió los sueños que tuvo.