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miércoles, 18 de enero de 2012

BLAISE


En 1913 el poeta Blaise Cendrars publica su Prosa del Transiberiano con ilustraciones de Sonia Delaunay. En su momento fue una publicación novedosa: rompía las fronteras entre la pintura y la escritura y su verticalidad -homenaje a la Torre Eiffel- intentaba provocar nuevas emociones artísticas en el espectador-lector. Era el fruto de una época en la que todo parecía poder romperse, en la que todo debía romperse para resurgir de nuevo. Una época en la que todavía quedaban emociones por estrenar.

Cendrars debía de ser un tipo curioso. Un especimen extinto de hombre lanzado a la vorágine de la vida. ¿Qué se podría contar de alguien que a los dieciséis años se fuga de casa con un traficante, llega a Rusia en plena revolución y se monta en el transiberiano para comerciar en Asia? Un hombre que se vio obligado a cambiar su vocación musical por la literaria cuando un obús le reventó el brazo derecho. La Gran Guerra la llamaron, tiernos ignorantes del futuro:

Mil millones de individuos me dedicaron toda su actividad de un día, su fuerza, su talento, su ciencia, su inteligencia, sus costumbres, sus sentimientos, su corazón. Y he aquí que hoy, tengo el cuchillo en la mano. Palpo una fría verdad que se suma a una hoja cortante. Tengo razón. Mi joven pasado deportivo tiene que bastar. Aquí estoy con los nervios tensos, los músculos estirados, dispuesto a saltar en la realidad. He desafiado al torpedo, al cañón, a las minas, al fuego, al gas, a las ametralladores, a toda la maquinaria anónima, demoníaca, sistemática, ciega. Voy a desafiar al hombre, mi semejante. Un mono. Ojo por ojo, diente por diente. Ahora será entre nosotros dos. A puñetazos, a cuchilladas. Sin piedad, salto encima de mi antagonista. Le doy un golpe terrible. La cabeza está casi separada. He sido más listo y más rápido que él. Más directo. He dado primero. Tengo sentido de la realidad, yo, poeta. He actuado. He matado. Como el que desea vivir.


Hombre intelectualmente inquieto, escribió poesía, novelas, fue corresponsal de guerra, experimentó con collages, se interesó por el cine, colaboró con algunos directores, llegó él mismo a dirigir e incluso actuar de figurante. Se interesó por la literatura africana, viajó a Brasil, Estados Unidos... En 1949, después de casarse con Raymone, el amor de toda su vida, escribe:

Deseaba decir a los jóvenes de hoy que les engañan, que la vida no es un dilema y que entre las dos ideologías opuestas entre las que se les fuerza a optar, está la vida, la vida, con sus turbadoras y milagrosas contradicciones, la vida y sus ilimitadas posibilidades, sus absurdos mucho más capaces de alegrarnos que las idioteces y simplezas de la "política", y que por lo que tienen que optar es por la vida, a pesar de la atracción del suicidio, individual o colectivo, y de su fulminante lógica científica. No hay más posible elección. ¡ Vivir !

Miro su fotografía, su cara de rudo campesino, sus manos grandes, su mirada desafiante, la sencilla indumentaria del que nunca lleva demasiado equipaje y por un instante quiero creer sus palabras. Quiero creer que la vida no es un dilema sino algo sencillo, algo así como un viaje lleno de posibilidades. Quiero creer que Incluso a través de la solitaria estepa siberiana pueden aparecer amaneceres de insospechada y turbadora belleza.

lunes, 14 de noviembre de 2011

EL HOMBRE IMPACIENTE


Gracias, Ana Bande

Soy una recién llegada a Stefan Zweig. Curioseo en el vestíbulo de su obra con la emoción de saberme en un lugar prolífico, prometedor. Me reconforta comprobar que la casa es grande, diáfana, llena de habitaciones que todavía puedo descubrir. No hay demasiados lujos ni ostentaciones superfluas, en el aire flota un encantador aroma de cocina burguesa donde se amasa el pan con manos pulcras. Suena una suite de Bach que se queda prendida en viejas fotografías de fin de siglo: París, Viena, Berlín. Fotografías de trenes y viajeros que sonríen a la cámara con entusiamo juvenil.

Asomo mi curiosidad al silencio de su biblioteca donde tantos nombres desconocidos para mí intentan explicar, una y otra vez, el misterio absurdo de la existencia.
Él está allí al fondo, en el jardín, ensimismado en los arces otoñales y no me atrevo a molestarlo. Voy acumulando preguntas sin respuesta y desaprendiendo lo poco que creía saber sobre el ser humano. Observo atentamente su mirada inquieta y salvajemente viva, su tierna sonrisa de hombre bueno, por si alguna vez, dentro de mucho tiempo, acaso pueda convencerme de que no hay nada que entender.
Observo los pequeños detalles de la vida, que al final, son lo único que nos pertenece: una modesta mesilla, un vaso de agua, una pañuelo arrugado, una caja de fósforos, unas monedas, unas serenas palabras de adiós...


Antes de dejar la vida por propia voluntad, con la mente lúcida, me impongo la última obligación: dar un cariñoso agradecimiento a este maravilloso país, Brasil, que propició, para mí y para mi obra, tan gentil y hospitalaria guarida. Cada día aprendí a amar este país, más y más. En ningún lugar podría reconstuir mi vida ahora que el mundo de mi lengua está perdido y mi hogar espiritual, Europa, autodestruído. Después de 60 años se necesitan fuerzas descomunales para empezar todo de nuevo. Las que poseía fueron extirpadas en estos largos años de desamparadas peregrinaciones. Así, en el momento adecuado y obrando con rectitud, encontré mejor concluir mi vida, en la cual, la labor intelectual fue la más pura alegría y la libertad personal el más preciado don sobre la tierra.
Saludo a todos mis amigos. Ojalá les sea dado ver la aurora de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy antes. Stefen Zweig.

lunes, 22 de marzo de 2010

VIGGO


La primera vez que reflexioné sobre la interpretación debía tener como ocho años. Fue en una función de fin de curso. Estaba junto a otro chico en un disfraz de dragón. A él le tocó de cabeza y se llevó todos los aplausos. Yo me limité a hacer de culo del dragón. Cuando cayó el telón pensé: "¿Será esto ser actor?"

Me encanta andar descalzo. No lo hago por ningún rollo telúrico, alimentarse de la energía de la tierra o cosas así. Simplemente me siento incómodo con los zapatos puestos. Tengo la colección de calzado más humilde de todos los actores de Hollywood.

Creo que fue Robert Louis Stevenson quien lo dijo:"Es más importante hacer feliz el camino, que llegar al destino final". Una gran frase. "Hacer feliz el camino..." Me encanta esa parte.

Hace algún tiempo me designaron como "El hombre vivo más sexy del planeta". Me hizo gracia porque eso implica que también hay difuntos atractivos (risas). Algunos me llaman sex-symbol, otros dicen que soy un viejo loco. Lo cierto es que no quiero disuadir ni a unos ni a otros.

No temo a la muerte porque signifique dejar de ser. La temo porque me impedirá leer buenos libros, ver todas las obras de arte, viajar por los lugares más hermosos...

Podréis hacerme mil entrevistas pero jamás sabréis de verdad cómo soy. Ni vosotros lo necesitáis ni yo tampoco.

lunes, 25 de enero de 2010

DAVID


Me había escurrido sigilosamente hacia una puerta y, cuando me aprestaba a salir y a escapar hacia las habitaciones de mi abuela, mi padre alzó el tono y comenzó a contar algo que tenía que ver con Miguel Ángel. Me detuve y agucé el oído. Era el relato del traslado de la estatua del David a través de las calles de Florencia (...). Durante cuatro días, el gigante de mármol recorrió el camino que separaba el taller del maestro de la plaza de la Señoría. 

Cuarenta hombres tiraban de él, por las callejas (...). Hacían rodar la erguida escultura sobre vigas engrasadas y empleando un sistema de poleas y contrapesos que suspendía al coloso, como una admirable máquina bélica, de una armazón de maderos, y la protegía de los choques. Avanzaba despacio, gravemente, entre la multitud florentina que postergaba su cotidiano ajetreo para discutir la calidad del recién llegado. Todos opinaban, porque en Florencia el arte era un tema de debate popular, como los precios del mercado y la política de la comuna. Avanzaba David y su frente aventajaba a menudo el nivel de los techos. De noche encendían fogatas a sus pies y los adversarios del artista, envidiosos, emboscados, le arrojaban piedras. La envidia y la imbecilidad de cierto tipo de hombres es eterna y se reproduce a lo largo de los siglos con virulencia intacta (...). Y mientras los cuarenta hombres voceaban a compás, tirando de las cuerdas, como si izaran un inmenso velamen (...) pregonaben los vendedores, retrocedían locas las cabalgaduras, desgañitábanse las comadres , sonaba aquí y allá, un laúd, una lira (...) y los jóvenes señores, lujosos y sinuosos como leopardos (...), se ponían a las ventanas con las doradas meretrices, para acariciar al triunfador de mármol blanquísimo que pasaba (...) era como si la augusta Belleza, más fuerte que las mezquindades que dividen a los hombres en exiguos bandos avarientos y ambiciosos, entrara definitivamente en la ciudad del Arno, quietas las manos y palpitantes los músculos en la caja rítmica del cuerpo, para asentar allí su permanente monarquía.
Bomarzo. Manuel Mújica Láinez

domingo, 10 de enero de 2010

¿12775?


Vale, de acuerdo, es mono. Puede, incluso, que esté bien dotado... para la conversación inteligente. Que sea simpático, zalamero, generoso y tierno, pero ¿¿12775??
Es que por más que lo pienso no me salen las cuentas. Con razón decía Woody Allen que le gustaría reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty. CLIC 

¿Y vosotros qué opináis de esta auténtica Sex Machine?

 

martes, 8 de diciembre de 2009

AQUEL DÍA

Pocas imágenes tan escalofriantes como ésta. 
John Winston Lennon (9 de octubre de 1942 - 8 de diciembre de 1980)

martes, 21 de octubre de 2008

OH BURT, MI BURT


Es grande y poderoso como una roca, de mirada melancólica o salvajemente erótica. Resulta imposible no sucumbir a los destellos nacarados de su sonrisa, porque en el fondo es tierno como un gigante bueno.


Burt Lancaster fue, además de un prolífico actor, nominado para los oscar y premiado en varias ocasiones, un hombre de ideas progresistas que se opuso al macartismo, a la guerra del Vietnam, que luchó por los derechos de los homosexuales y que no le importó defender públicamente aquello en lo que creía. Tal vez fuese esa parte de su vida la que brillaba como una luz de autenticidad dentro de todos sus personajes.
Creo que adoro a este neoyorkino de mirada limpia desde que tengo uso de razón. Podría decirse que en todas las etapas de mi vida ha habido una película en la que él ha sido lo que yo quería encontrar.



Fue el indómito Dardo dando saltos por las cornisas de los castillos lombardos en una Edad Media de cuento. Y yo jugaba a ser Virginia Mayo atravesando un bosque para ser capturada por la banda de El Halcón y la Flecha o surcando los mares en la proa del barco pirata del Temible Burlón.


También fue Massai en Apache, el indio rebelde que amó su precaria libertad más que la vida. Y así, tarde tras tarde, arrastró mi infancia hacia aventuras inimaginables dentro de un viejo televisor en blanco y negro.


Años más tarde pude descubrir otro tipo de historias más sombrías, otro cine de medias palabras y códigos extraños que me fascinaba descifrar. El diáfano azul de sus ojos se abismaba preso de turbios sentimientos dentro del cuerpo del Sueco, en Forajidos. Y entonces soñé con ser Ava Gardner dentro de un vestido negro y susurrale muy cerca eso de... Baby, i need you.


Después llegaron los años de la universidad y todos aquellos cines de Santiago, todos aquellos ciclos maravillosos donde puede ver al pistolero convertido en un erudito romano, tímido y reservado, que no sabía cómo quitarse de encima a sus degenerados vecinos en Confidencias.



O rugir como un león en medio de la llanura padana en su brevísima aparición en Novecento.



Se instaló para siempre en mi fascinación italiana detrás de la elegante y melancólica mirada de D. Fabrizio y no puedo volver a releer ni una línea del Gattopardo sin que asomen sus maneras refinadas, en sus silencios y su derrota.



Y siguieron pasando los años sobre sus hombros rocosos y siguió siendo su mirada tierna cuando espiaba a través de la ventana a Susan Sarandon limpiándose con el zumo de unos limones.



E imaginé que sería agradable pasear cogida de su brazo poderoso, sintiendo el aire fresco de la mañana en Atlantic City



Pero sobre todos los sueños y todas la heroínas en las que pudiera haber vivido, ninguna fantasía permanece tan firme como la de ser, aunque sólo sea un instante, Deborah Kerr en un cálido anochecer de verano, rodando entre las olas, entre los muslos gloriosos de un hombre capaz de llevarte De aquí a la eternidad.




domingo, 28 de septiembre de 2008

PAUL


Shaker Heights, Ohio, 26 de enero de 1925
Westport, Connecticut, 26 de septiembre de 2008

domingo, 27 de julio de 2008

GONDOLIERI



Se acerca mi partida y ninguno de los ilustres visitantes de esta casa se ha dado por aludido cuando he manifestado la necesidad de un gondolero para mis futuros desplazamientos por la laguna véneta.
A pesar de los incentivos que acompañaban a tan generosa oferta de trabajillo veraniego, la respuesta ha sido el más absoluto silencio. Por lo tanto, me veo obligada a escoger entre las ofertas llegadas estos últimos días que si bien, a simple vista, no me satisfacen del todo, su inicial disposición me obliga a estudiar sus curriculos con más detenimiento.
Estos son los candidatos entre los que hay un licenciado en Ingeniería Aeronáutica, dos físicos nucleares, un experto en Telecomunicaciones y lenguas muertas y un poeta local:

1


2


3




4


5



No sé, no sé, no acabo de tenerlo claro.






viernes, 6 de junio de 2008

SI CARY GRANT LEVANTARA LA CABEZA...



Llega el buen tiempo y con él las ansias humanas por despojarse de las pesadas ataduras del invierno. Nada que objetar: empiezan a florecer brazos apolíneos y piernas torneadas que van tomando el cálido tostado proporcionado por la prolongada intemperie.

Y con ellos florecen también las sandalias, los pantalones cortos, los vestidos escotados y los bolsos de rafia. Todo encantadoramente festivo y desenfadado.

Pero un nubarrón negro se acerca a ensombrecer mi sueño de musical holliwoodiense. Algo que se instala con atrevida impudicia en calles y plazas, en cafeterias, autobuses, supermercados, librerías... el look más abominable, el atentado estético perpetrado con mayor impunidad en los últimos años: el pantalón pirata masculino.






No es un secreto que las rayas horizontales engordan (lo sabe hasta Obelix) y los pantalones pirata acortan la figura, de ahí que muchas féminas opten por el tacón vertiginoso.
¿Pero qué me dicen de ellos? De la silueta achaparrada emerge una canilla peluda rematada en unos deportivos modelo portaaviones.
La ley de Murphy nos demuestra que siempre puede ir a peor y, en efecto, podemos añadirle una camiseta sin mangas y una riñonera (o "cojonera", depende de la colocación) y ya tenemos el look estelar y fresquito de los hombres sin entrañas (estéticas).

¿Alguien imagina a Bogart de esa guisa, aún en las horas más tórridas de Casablanca?

¿Podría Cary Grant, aunque fuera en la Riviera, conquistar el corazón de la Kelly a golpe de canilla peluda?

¿Escogería Finch-Hatton ese horrible atuendo para ir a visitar a su amiga la baronesa Blixden?



Caballeros, vistan como les dé la gana, pero, por favor, hagan suyo el lema de: "Dignidad, siempre dignidad".

Tampoco es tan difícil: si a una sencilla camisa y a un vaquero no hay mujer que se resista.











(Añadido Clive Owen, a petición de una ilustre comentarista de este blog)

martes, 8 de enero de 2008

EDWARD

Non é tan guapo como Jude Law, nen tan cachas como Brad Pitt, nen tan glamouroso como George Clooney, nen tan famoso como Matt Damon... se cadra gústame por todo iso.


Por ter unha oscurísima ollada na súa cara de bo rapaz. Por saber brillar por enriba de zafios guións (Las Dos Caras de la Verdad). Por facer inesquecibles outros títulos (American History X, El Club de la Lucha).


Porque non quero saber por qué gosto de Edward Norton, e sento que é agradable esa sensación irracional e turbadora que me leva cara a el.

jueves, 26 de julio de 2007

TEAM ANISTON


Y te vemos llegar -figuración
de un fabuloso espacio ribereño
con toros, caracolas y delfines,
sobre la arena blanda,
entre la mar y el cielo,
aún trémulo de gotas,
deslumbrado de sol y sonriendo.
Nos anuncias el reino de la vida,
el sueño de otra vida, más intensa y más libre,
sin deseo enconado como un remordimiento
sin deseo de ti, sofisticada
bestezuela infantil, en quien coinciden
la directa belleza de la star
y la graciosa timidez del príncipe.
Aunque de pronto frunzas
la frente que atormenta un pensamiento
conmovedor y obtuso,
y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla
entre mojadas mechas rubias
la expresión melancólica de Antínoos,
oh bello indiferente,
por la playa camines como si no supieses
que te siguen los hombres y los perros,
los dioses y los ángeles,
y los arcángeles,
los tronos, las abominaciones…



(Versión máis ou menos libre do poema Himno a la Juventud de Jaime Gil de Biedma)




miércoles, 20 de junio de 2007

ADIÓS

Por favor, un minuto de silencio