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miércoles, 30 de enero de 2013

Trilogía Distritos: Los Juegos del Hambre / En Llamas / Sinsajo


Fiel a mis alumnos y sus lecturas, y como ya hice con Crepúsculo, a finales del verano del año pasado leí la trilogía de la serie Distritos de Suzanne Collins. Lo cierto es que han pasado más de cuatro meses y no recuerdo demasiado, pero no me desagradó.

Narrada en presente y en primera persona, la historia se desarrolla en un futuro apocalíptico en el que, tras una serie de guerras, el territorio llamado Panem está dividido en doce distritos especializados. La vida allí no es fácil, sobre todo en el distrito en el que vive Katniss Everdeen, la protagonista, que desafía las normas saliendo del recinto vallado para conseguir comida en compañía de su amigo Gale. Cada año se celebran los Juegos del Hambre, una especie de reality extremo en el que participan jóvenes de cada distrito por parejas. Sólo se gana cuando queda uno, por lo que la muerte está muy presente desde el principio. Desde el Capitolio, el gobierno de Panem, se venden los Juegos del Hambre como algo fantástico, porque el ganador asegura para su familia y su distrito beneficios, pero no todos los distritos tienen la capacidad de preparar a sus participantes, llamados "tributos". Durante uno de los sorteos, es elegida como tributo Prim, la hermana pequeña de Katniss, y ella se decide a ponerse en su lugar. Su pareja será un chico que conoce de vista y que la ayudó en cierta ocasión cuando estaba a punto de desfallecer por el hambre, el tímido Peeta, hijo de un panadero.

A partir de ese momento comenzarán todos los preparativos para formar a los tributos. Estilistas, representantes, gentes del Capitolio que quieren hacer de sus tributos los mejores de los Juegos del Hambre. Pero Katniss es distinta y no se amoldará a las normas del Capitolio, creando un conflicto al final de la primera novela y convirtiéndose sin querer en el símbolo de un movimiente rebelde que saldrá a la luz en la tercera entrega, tras la celebración de unos juegos especiales: el Vasallaje de los Veinticinco...

Esta trilogía, a pesar de ser para un público adolescente y meter de por medio el lío amoroso entre Katniss, Gale y Peeta, es bastante más dura que la de los vampiros. La muerte, en ocasiones muy violenta, está presente continuamente. Y las víctimas son adolescentes, lo que es aún peor. No está mal para lectura veraniega si ya eres un adulto.

domingo, 6 de marzo de 2011

Papaíto Piernas Largas


Compré esta novelita en el LIDL este verano pasado gracias a que Gaeta, uno de los foreros de Historias de Época, nos avisó de su existencia, ya que él trabaja en la editorial que lo sacó. Junto a él, me hice también con una edición muy bonita de Tom Sawyer. Los últimos títulos que han sacado se me han escapado, aunque algunos ya los tenía y me ha dado menos rabia. Lo cierto es que esperaba más de la conocida historia llevada al cine e, incluso, al anime. Me pareció demasiado infantil, aunque para una tarde veraniega no está mal.

La historia gira en torno a Jerusha Abbot, una niña huérfana de 17 años a la que le encanta escribir. Al haber sobrepasado la edad máxima para estar en el orfanato (16 años), la directora la llama al despacho para comunicarle que uno de los benefactores de la institución está dispuesto a pagarle los estudios universitarios para que se forme como escritora. Este personaje misterioso sólo es visto por Jerusha a través de su sombra, en la cual ella contempla unas larguísimas piernas, así que lo bautiza como Papaíto Piernas Largas (nombre común en inglés de una araña de patas muy largas). La única condición que el nuevo tutor de la chica, que se hace llamar John Smith para conservar su anonimato, es que ella le vaya mandando cartas que lo tengan al día de sus aventuras. En la universidad entablará amistad con Sallie Mc Bride y Julia Pendlenton, cuyo tío, Jarvis, se hará muy amigo de Jerusha.

sábado, 12 de febrero de 2011

Mr. Vértigo


En su empeño por iniciarme en la literatura de Paul Auster, mahn me recomendó esta novela. Es la segunda que leo de él. Reconozco que el escritor norteamericano es un narrador excelente, un contador de historias que sabe enganchar, pero no me apasiona tanto como a él. Él es austeriano y yo austeniana, je, je.

La historia incita a leerla desde el principio. Si comienza diciendo "Yo tenía doce años la primera vez que anduve sobre el agua", no hay más remedio que seguir, porque el heho en sí que describe es sorprendente. Pero Auster cuenta todo el proceso de aprendizaje del chico de una manera que nos hace pensar en que es algo de lo más normal.

Walt, que así se llama el protagonista, es un huérfano que vive con sus tíos en Saint Louis, llevando una vida vulgar, hasta que el maestro Yehudi se cruza en su vida. Ve en el niño a un buen candidato para seguir el camino que una vez él mismo recorrió y le promete que volará. Con Walt, "el Niño Prodigio" recorreremos la historia de los Estados Unidos desde los años veinte hasta la posguerra. Lo veremos entrenarse para conseguir la meta de ser el niño volador, pero también crecerá, se hará un hombre adulto y su vida dará mil giros.

La casa de la alegría


Tras un gran paréntesis por mis problemas de brazos (que aún siguen y van a más), he decidido hacer de una vez por todas las entradas correspondientes a lo que leí este verano, si es que me acuerdo de algo. Siento que sean tan cortas, pero algo es algo. Empiezo por La casa de la alegría, de Edith Wharton.

Como en La edad de la inocencia, la autora hace una feroz crítica a los prejuicios y falsas apariencias de la buena sociedad de Nueva York. En este caso se trata de una protagonista femenina, Lily Bart, una joven de clase alta pero con problemas económicos. Su salvación sería casarse con un hombre rico, pero parece que ella no está muy por la labor de asegurarse un buen futuro con cualquiera que tenga una renta alta, aunque tampoco parece muy dispuesta a renunciar al tipo de vida que siempre ha conocido. Poco a poco va perdiendo las opciones de reorganizar su futuro y el destino será implacable con ella. La sensación de agobio que desprende la historia cuando uno va viendo cómo Lily es convierte en una especie de marioneta dentro de un mundo que termina por rechazarla, me recordó a la otra obra maestra de Edith Wharton.

La adaptación al cine aún no la he visto. Editaré la entrada cuando lo haga.

lunes, 22 de noviembre de 2010

84 Charing Cross Road

Toda persona que ame los libros y sea intensamente feliz perdiéndose entre las estanterías de una vieja librería debería leer la sorprendente, por su sencillez y por su grandeza, 84, Charing Cross Road. En cuanto vi la portada con la foto en blanco y negro de la librería Mark & Co. supe de inmediato que ese libro tenía que ser mío. 
En realidad consta de la correspondencia que su autora, la escritora de guiones y producciones teatrales Helene Hanff, estuvo manteniendo con el personal de la librería londinense durante más de veinte años, en especial con el librero Frank Doel. La primera sorprendida con el éxito de su novela, que incluso fue llevada al cine y a la televisión, fue la autora, pues estuvo dedicada toda su vida a la escritura y nunca pudo imaginar que una simple correspondencia que envió a su editor para ver qué forma le podían dar para su publicación y que se quedó tal cual, sería su mayor éxito. La película es de 1987 y fue protagonizada por Anne Bancroft y Anthony Hopkins, los dos muy bien escogidos. No la he visto pero sí he conseguido hacerme una idea de ella con los fragmentos y el trailler que están en Youtube. 

domingo, 19 de septiembre de 2010

Al borde del acantilado y Sin testigos


Después de ver ayer a Athena tras unos cuantos años (en el mundo real) me he animado para actualizar esta bitácora que tenemos algo olvidada. Son muchas las lecturas que me han tenido entretenida este verano pero he decidido comenzar por la serie que me ha enganchado. Los que vengan por aquí de vez en cuando saben que me gusta mucho la novela policíaca... así que he disfrutado muchísimo con un par de policías que no conocía, Lynley y Havers de Scotland Yard. Su autora es la americana Elizabeth George y en realidad la serie fue comenzada hace ya casi veinte años aunque yo no tuviera la suerte de conocerla. También se hizo una serie para la televisión en mi admirada BBC, por lo que también he aprovechado para ver a los detectives en acción en Youtube (The Inspector Lynley Mysteries, con Nathaniel Parker y Sharon Small).
Hasta ahora he leído solamente dos novelas, Al borde del acantilado y Sin testigos (la decimoséptima y decimoquinta de la serie, de 2008 y 2005 respectivamente). La primera es la que me ha conquistado pero tengo que reconocer que la segunda es mucho mejor: asesinatos en serie más una buena dosis de auténtico drama, pues es en este libro donde muere la esposa embarazada del inspector Lynley. Aunque Elizabeth George es estadounidense sabe desplegar un entorno"brit" en las novelas, supongo que con algunos de los tópicos con que se miran los que están a ambos lados del océano. Creo que los personajes están muy bien logrados y los contrastes entre ellos hacen que su relación sea muy interesante. La sargento Barbara Havers proviene de clase baja, es una mujer muy descuidada en cuanto a su apariencia física, que siempre se mete en problemas porque no se adapta muy bien a su entorno social, pero muy intuitiva, inteligente y con un gran corazón. El inspector Lynley es nada menos que un Lord de Cornualles, muy atractivo y con una exquisita educación. En las novelas que he leído la relación  y la amistad entre ellos ya está muy consolidada por lo que debe ser muy entretenido y divertido, además, ver la evolución de la misma. De hecho, ya he conseguido el primer libro de toda la serie y no me está decepcionando para nada.

jueves, 1 de julio de 2010

Ethan Frome


Se trata de una novela bastante corta, pero no por ello menos intensa. Edith Wharton vuelve a presentarnos un triángulo amoroso como en La edad de la inocencia, pero en un entorno rural y de clases modestas. Es palpable, como en aquélla, la pasión contenida, el ambiente opresivo y el agobio que siente el protagonista, de nuevo un hombre atrapado en un matrimonio sin amor que encuentra en otra mujer lo que siempre deseó. En este caso también es una pariente de la esposa, pero no piensen que la autora se repite, ni mucho menos. La historia aquí es más sencilla y se cuenta a modo de flash-back. De hecho, a Ethan Frome lo conocemos como un tipo tullido y prematuramente envejecido a causa de lo que todo el mundo llama "el accidente", pero ¿qué ocurrió realmente?

He visto la versión que se hizo para el cine, dirigida por John Madden y protagonizada por Liam Neeson, Patricia Arquette y Joan Allen, un reparto muy bien escogido para mi gusto. La adaptación es correcta (quitando algunas licencias), pero recomiendo vivamente la novela, puesto que refleja mucho mejor el deseo del protagonista.

miércoles, 28 de abril de 2010

La Lista de los Siete

Arthur Conan Doyle, un joven médico, escribe un libro titulado La hermandad oscura, que no es más que un plagio y/o refrito de textos de Madame Blavatsky. Sin embargo, lo que allí expone llama la atención de una sociedad secreta que cree que Doyle los ha espiado y ha revelado sus secretos. Tras presenciar un asesinato durante una extraña sesión de espiritismo, Doyle tendrá que huir para salvar su vida y habrá de confiar en el misterioso Sparks si quiere lograrlo.
Mark Frost, guionista de la mítica Twin Peaks es el autor de esta novela cuya trama tiene como protagonista al padre literario de Sherlock Holmes. La historia no tiene demasiado fuste, al menos a mí me ha dejado indiferente y, en ocasiones, no sabe uno adónde pretende Frost llevar al lector; es decir: ¿qué narices está pasando en la novela? Ese será, digo yo, el misterio de la misma, porque da bastantes bandazos. Ahora bien: el escritor ha querido imaginar cómo Doyle conoce a un tipo fascinante que será ni más ni menos que el modelo de su futuro Holmes. Esto es lo más interesante de una historia donde se mezcla lo sobrenatural, a lo que Doyle era muy aficionado, con lo histórico (aparecen por ahí Bram Stoker y la citada Madame Blavatsky, entre otros). El epílogo es de pena: una cosa trillada a más no poder ya.

martes, 13 de abril de 2010

Pruebas falsas

Siempre me resistía a comprar las novelas policíacas de Donna Leon. Y eso que muchas veces que pasaba junto a una de las librería más populares de la ciudad que, por cierto, se encuentra en un conocida calle junto a la universidad, las solía ver alguna que otra vez en el escaparate. Aunque me atraía que estuvieran publicadas por Seix Barral y el nombre del protagonista, el comisario Brunetti, no terminaba nunca por decidirme.
Pero el otro día, un domingo cualquiera en que fui a por el periódico aproveché y me llevé una novela del comisario Brunetti en edición de bolsillo. Pensaba que la autora era italiana y resulta que es una americana de New Jersey con abuelo español (de ahí el apellido "Leon") que además firmó una cláusula por la cual sus novelas no pueden publicarse en Italia. Parece ser que quiere seguir viviendo en el anonimato en sus estancias venecianas aunque también se dice que es por el agudo retrato que hace de los italianos. Por si a ellos no les gusta demasiado, claro.
La novela se lee rápidamente pero no acabó por entusiasmarse. Puede que tenga que leerme unas cuantas más para que termine de engancharme. Me atraen más los personajes atormentados a lo Parker o un tanto más dejados como Wallander o Bosch. Y no está mal que este comisario esté felizmente casado y que tenga un par de hijos y una mujer estupenda que le echa algún cable que otro. Que para más inri le hace unos estupendos platos de comida italiana que son siempre descritos con gran profusión. Que no le critico yo eso, faltaría más. Mejor para él. Pero... No sé, no sé.
El argumento del título que cayó en mis manos es sencillo aunque luego se va complicando: una anciana a la que nadie soporta aparece brutalmente asesinada. Las sospechas recaen en la persona que la cuidaba, una inmigrante rumana. Pero el comisario Brunetti tendrá que demostrar que las cosas no son lo que parecen.
Así que otro día que vaya a por el periódico a ver si con un poco de suerte vuelvo a toparme con otro título de Donna Leon que puede que sí o puede que no, consiga que me apasione con las aventuras y desventuras del comisario Brunetti en la ciudad de los canales.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Orgullo y prejuicio y zombis







Hoy, en plena sesión de rehabilitación (para variar), he terminado Orgullo y prejuicio y zombis, una tontería como un piano de grande. Yo pensaba que sabía lo que me iba a encontrar, pero nada de nada. ¿Qué es lo que esperaba yo de este disparate? Pues la historia por todos conocida pero con elementos nuevos. La primera frase, "Es una verdad universalmente reconocida que un zombi que tiene cerebro necesita más cerebros" prometía. Pero no. Al menos el "escritor", por llamarlo de alguna manera, ha tenido la decencia de poner a Jane Austen como co-autora y en primer lugar, por delante de él. Porque la verdad es que podría haber sido Sentido y sensibilidad y zombis o Persuasión y zombis. Fíjense que hubiera quedado mejor si se hubiera escogido La abadía de Northanger... al menos tiene un aire gótico.

El ¿autor? de tamaña chorrada dice que cuando leyó Orgullo y prejuicio vio una historia de zombis subyacente. No sé dónde, la verdad. Lo único que ha hecho ha sido copiar casi de manera literal la excelente novela de Jane Austen y, de vez en cuando, saca algún zombi sin ton ni son, poniendo como excusa una plaga que azota Inglaterra. En la ilustración que acompaña a este comentario pueden ver a las hermanas Jane y Elizabeth Bennet en plena acción contra unos zombis que han irrumpido en el salón de baile. A todo esto, ellas y sus otras hermanas son expertas en artes marciales, puesto que se han educado en el templo del Shaolin. Por otro lado, lady Catherine de Bourgh es otra gran luchadora y tiene toda una corte de ninjas a los que Elizabeth se encarga de matar (sí, matar, y de manera sangrienta) para demostrar sus dotes ante la tía de Darcy. Y no se pierdan la "no-declaración", a base de golpes entre los protagonistas. O el final de Wickham, de Charlotte Lucas o de Mr. Collins. Una imbecilidad. Llega a ser soez en ocasiones, algo impensable en una obra de Austen. Para sal gorda ya tenemos la tele.

Creo que hubiera sido más gracioso o rompedor recrear la historia en otro lugar o tiempo. O no. Dejarla como estaba es lo mejor. Lo único positivo ha sido releer la obra... aunque está escrita como si estuviera adaptada para un público juvenil. Me da a mí que ésta ha sido la única manera de hacer que cierto sector de la población sea capaz de descubrir la maravillosa relación entre Darcy y Lizzy. ¡Ay Señor, qué cosas hay que hacer!

P.D.: no contento con esta tontería, el editor encargó otra novela llamada Sentido y sensibilidad y monstruos marinos. Además, la moda parece que ha llegado a España, algo que se traduce en una próxima versión zombi de La casa de Bernarda Alba. No me pillarán.

martes, 8 de septiembre de 2009

T de Trampa

El verano pasado descubrí las amenas novelas de Sue Grafton protagonizadas por la intrépida detective Kinsey Millhone. Como algunos de ustedes ya sabrán, la serie se inició en 1982 tras el doloroso divorcio de la escritora, cuando volcó toda su impotencia en la novela que llevó por título "A de Alibi" (A de adulterio). Han pasado ya muchos años desde aquel entonces y Grafton ha ido recorriendo religiosamente todo el alfabeto hasta llegar a nuestros días aunque, en realidad, el tiempo en las novelas transcurre más lentamente, tan sólo en un periodo de cinco años (1982-1987). Así que el lector imagina los escenarios y las personas bajo aquel peculiar look ochentero del que muchos todavía, inexplicablemente, y como es el caso de quien esto escribe, sienten nostalgia.

Desde que leí "S de Silencio" me dispuse a comprar algunas novelas más del famoso alfabeto del crimen y desde que se publicó este mismo año en español "T de trampa", estaba deseando comprarme el libro. Si he sido un poco remolona es porque pensaba que no me iba a sorprender porque al fin y al cabo siempre se repiten las mismas constantes, la solitaria y un tanto dejada ex policía Kinsey Millhone, eternamente enamorada de su viejo casero, Henry. Su dieta es un desastre y se nutre a base de hamburguesas y de las comidas que le prepara en un bar con más aspecto de tugurio que de restaurante la húngara Rosie, cuñada de Henry. Vive en Santa Teresa (en realidad es Santa Bárbara) en un garaje y siempre viste con vaqueros, una chaqueta y un bolso de piel. Su pelo, moreno y lacio, se lo corta ella misma de cualquier manera. Y sus mejores amigos pasan todos de los ochenta años, como las protagonistas de Las chicas de Oro... Y en efecto, en "T de trampa" nos encontramos las mismas constantes... y aún así el libro se devora en un santiamén porque el suspense está presente hasta en el último momento y por la buena y fluida narración. Al final te deja un sabor buenísimo de boca... Y uno suspira y piensa, ¡qué bien me lo he pasado!

La historia entrecruza tres tramas diferentes correspondientes a tres casos que ha de investigar la ex policía californiana. Es la navidad de 1987 y, en apariencia, Kinsey está viviendo una época de tranquilidad en su vida. La trama más importante corresponde a la historia de una tal Solana Rojas, que se oculta bajo una identidad ficticia y que se dedica a cuidar al viejo vecino cascarrabias de Kinsey y Henry. No sé por qué pero esta falsa Solana Rojas me ha llegado a recordar muchas veces a la Dolores Claiborne de Stephen King. Lo cierto es que este peculiar personaje, que nunca olvidaré, llega a sacar tanto de sus casillas a la buena de Kinsey que llega un momento en que parece que la detective va a ser incapaz de librarse de sus trampas.

En esencia, la novela nos habla de los muchos depredadores que nos rodean y de los que no nos damos cuenta de su existencia. Pero, como dice al final Kinsey: "Me consta que existen, pero prefiero centrarme en lo mejor de la naturaleza humana: la compasión, la generosidad, la voluntad de acudir en ayuda de los necesitados".



viernes, 28 de agosto de 2009

Una princesa en Berlín


He aquí un muy buen libro sobre la Alemania de entreguerras, la de los tumultuosos años veinte, en plena República de Weimar. Fueron momentos convulsos por varias razones, principalmente porque este país acababa de perder la Primera Guerra Mundial y estaba afrontando la gran deuda económica contraída con los aliados tras el Tratado de Versalles. A ello se le unieron los constantes levantamientos políticos y sociales y la inflación más extrema que se haya conocido a lo largo de la historia. Las consecuencias, enre otras, se tradujeron en hambre, humillación, impotencia, hundimiento de la clase media y así un largo etcétera de consecuencias que dejaron tal huella en el pueblo alemán que no es de extrañar que los acontecimientos tomaran el rumbo que tomaron en la siguiente década.

Es obra del escritor estadounidense Arthur G.R. Solmssen (1928), cuya infancia transcurrió en Alemania, por lo que ello explica un conocimiento extraordinario de la situación alemana y de aquellos años que, sin embargo, no llegó a vivir. Cuenta la historia del joven pintor americano en ciernes, Peter Ellis, que acepta la invitación de su amigo Christoph Keith para realizar una estancia de formación en Berlín. En esta ciudad vivirá dos intensos y tumultuosos años en los que se codeará con la más alta sociedad y las clases más bajas e incluso llega a involucrarse en un asesinato político.

En la novela se entremezclan personajes reales y de ficción. Es el caso del que fuera ministro de Asuntos Exteriores en 1923, Walter Rathenau, que fue asesinado por grupos ultranacionalistas. y que aparece con frecuencia en la novela. Queda muy bien reflejada la caótica situación económica del país en aquellos difíciles momentos. Hemos de pensar que a finales de septiembre de 1922 un dolar equivalía a 160 millones de marcos y aún siguió cayendo estripitosamente su valor en los meses siguientes. Así, con 500 dolores, que podían equivaler a cien mil marcos alemanes, un norteamericano vivía casi como un rico. La gente tenía que ir con cestas llena de dinero para poder adquirir alimentos.

Peter Ellis se relaciona con tres familias diferentes, los Keith, militares prusianos empobrecidos y amargados ante su pérdida de posición, los Waldstein, representantes de las altas clases sociales financieras, antiguos judíos que a lo largo de la historia han emparentado con la nobleza y los Falke, núcleo familiar en torno a un cínico pintor comunista que enseña pintura al joven norteamericano. Este contraste de clases sociales queda muy bien reflejado en la novela, como puede verse en la muy diferente celebración de la Navidad en las diferentes casas o en la misma situación de las mujeres protagonistas. Y es que Ellis se enamora de la hija pequeña de los Waldstein, Lili, pero también se relaciona con las mujeres de Falke, Bärbel y, especialmente, su cuñada Baby, también menor de edad. En el caso de ésta última asistimos a la compleja situación de casi una niña que apenas asiste al colegio y que tiene que prostituirse para que su familia pueda subsistir.

Si se refleja extraordinariamente bien la situación económica de la Alemania de los años veinte, un tanto ocurre con la situación cultural del momento. Por la novela aparecen, aunque fugazmente, personajes reales como Bertolt Brecht y se describe tan bien al personaje del pintor Fritz Falke que hasta que uno llega a dudar de si existió realmente. Y es que en él se recogen muchos de los rasgos de los pintores expresionistas del momento, como Kirchner, Pechstein, Kollowitz, Beckmann, Grosz u Otto Dix. Además se dice que era discípulo de Liebermann, el más famoso pintor alemán del Impresionismo que sí llegó a existir realmente.

Tenía muchas ganas de leer una novela relacionada con Berlín y la verdad es que la he disfrutado bastante, en parte porque su protagonista llega a sentir una vinculación muy estrecha con la ciudad a la que al final de su estancia, por obligación y debido al desenlace de la historia, se ve obligado a abandonar. Y el lector llega a sentir ese mismo desgarro emocional que el protagonista al finalizar las páginas de este interesante libro, altamente recomendable.

martes, 21 de abril de 2009

Los asesinatos de Manhattan (The Cabinet of Curiosities)









En primer lugar quiero agradecer al administrador de esta bitácora, don Antonio Rentero, la recomendación de este libro, ya que en cuanto supo de mi interés por las novelas policiacas y de misterio así como por mi afición por los museos y los gabinetes de maravillas, me pregunto si había leído este título.

Lo más grave es que en cuanto comencé a leer el libro me di cuenta de que sí, de que, en efecto, lo había leído ya... Bueno, tampoco es cosa extraña en mí, una vez compré un libro y luego me encontré con que ya lo tenía. Y a saber si me ha pasado alguna vez más (lo que denota que mi biblioteca no es precisamente un ejemplo de orden, que en casa de herrero cuchara de palo). Lo peor es que no me acuerdo ni cuándo, ni dónde o, como decía el otro día, si puede que lo leyera en una vida paralela. En fin, despistada que es una.

El caso es que ahora lo he leído con más atención y me ha encantado, precisamente por todas las referencias a los gabinetes de curiosidades que en el caso que nos ocupa serían los creados en el siglo XIX en América y porque además aparece el Museo de Historia Natural de Nueva York. En muchos casos estos gabinetes estuvieron ligados a los circos, como el Barnum, cuyo origen fue el Museo Americano de Scudder, que se cita en la novela. En la entrada he colocado algunas imágenes de estos museos/circos, como el Americano de Curiosidades Vivientes de Watson (nótese que algunas de estas curiosidades son de "australianos"). En la misma serie de Expediente X, mucho antes que esta novela de Douglas Preston y Lincoln Child (2002), hay dos episodios en los que aparecen estos peculiares museos de curiosidades.

Los protagonistas de la novela son el agente especial Aloysius X.L. Pendergast y Nora Kelly, conservadora/investigadora del Museo de Historia Natural de Nueva York Nork. Pendergast es un personaje fascinante que, por lo que he podido leer ahora, sale en la serie de novelas escritas por Preston y Child y que, además, tiene gran cantidad de adeptos. He visto por la red que sus fans imaginan cómo podría ser este agente del FBI procedente de Nueva Orleáns, con un físico y maneras muy peculiares y que, por lo visto, tiene unos antepasados nada normalitos, casi todos ellos asesinos en serie. Hasta tiene un hermano gemelo malvado que es su antítesis. Se ha debatido incluso sobre el actor que podría encarnarlo y todos parecen coincidir en que Paul Bettany (el Silas de El Código Da Vinci) sería un buen Pendergast. Se ha hablado de David Bowie o del Niles de Frasier pero no sé, como que no lo veo... (aunque en la novela hablan de voz meliflua o sea que...). Yo en su momento vi la película de La Reliquia, nada del otro mundo, aunque a mí me gusto con eso de que sucedía en un museo. Se corresponde con la primera novela de los autores en la que aparecía Pendergast. Pero, sin embargo, los guionistas no incluyeron al extraño agente del FBI en la trama. Una oportunidad desaprovechada...

Los personajes creados por Preston y Child reaparecen siempre en sus novelas. Es el caso del periodista Smithback, algo pícaro y un tanto desastrillo que va siempre detrás de la noticia, enamorado de la encantadora doctora Kelly. En Los Asesinatos de Manhattan me ha caído muy bien el policía irlandés O'Shaughnessy, aunque desgraciadamente termina en las manos del asesino...

Como decía Rentero hace unos días son fascinantes los capítulos finales en los que Pendergast es perseguido por el asesino a través de todas las estancias del gabinete que está enclavado dentro de una casa llena de auténticas maravillas y curiosidades. Algunas de estas salas están llenas de extraños objetos que en un primer momento el agente del FBI no puede llegar a entender el por qué están allí pero, como diría el gran Borges, dentro del caos existe un orden, que es el Orden con mayúsculas. Un orden que sólo comprende el propio coleccionista que ha acopiado con una finalidad esa cantidad de objetos. Un coleccionista que casi llega a ser el Coleccionista, o que pretende ser Dios.

En fin, una delicia altamente recomendable. Y por descontado que compraré el resto de las novelas de la saga Pendergast creadas por Preston y Child, el primero investigador y conservador del Museo Americano de Historia Natural y el segundo, editor literario y analista de sistemas. De hecho, lo estoy deseando.

domingo, 30 de noviembre de 2008

La edad de la inocencia


Esta novela la leí después de ver la película basada en ella y dirigida por Martin Scorsese. Como ya sabrán todos, narra la vida de las clases altas en la Nueva York del último tercio del siglo XIX. En estas altas esferas sociales, todo el mundo estaba conectado por lazos de familia y existían unos linajes que trataban de copiar los de la vieja Europa. La autora nos describe con un detallismo sublime todo lo que rodea estas gentes, que se mueven en un círculo de apariencias, dobles morales y corrección extrema. El que se sale de ese círculo es un paria que no merece respeto ni atención por parte del grupo. En todo este agobiante entorno está el protagonista, Newland Archer, destinado a una vida convencional en la que se debe casar con la joven y discreta May Welland, la perfecta esposa, sumisa y obediente. Él parece aceptar todo con normalidad, porque no deja de ser lo propio de su posición social, pero aparece Ellen Olenska, cuya (mala) fama de mujer libre le precede. La atracción es inevitable y se forma el triángulo amoroso que nos hará ver que las personas no son siempre lo que parecen.

Lo que más me sorprendió de esta novela es que, para ser obra de una mujer, no se centraba en un personaje femenino, sino en uno masculino, cuya psicología está muy bien tratada. Me da que casi mejor que si lo hubiera escrito un hombre. Es sorprendente cómo nos adentra en todas las sensaciones de Newland Archer, sus pensamientos y sentimientos. El afixiante ambiente de la alta sociedad neoyorkina está muy bien descrito, hasta el punto de que lector se agobia con todo lo que le pasa al protagonista.

He visto en imdb que hay versiones de esta novela de 1924 y de 1934. En esta última el papel de Ellen Olenska lo hace Irene Dunne. Yo sólo he visto la versión de 1993. Al principio me resultó muy cansina la voz en off (en versión original es la de Joanne Woodward, y aquí Nuria Espert), pero después la veo muy adecuada, porque en la novela el narrador está muy presente y creo que Scorsese resolvió muy bien esta cuestión. Lo que más me llamó la atención es que, en la novela, los personajes femeninos tienen el físico al revés que en la película; es decir, Ellen es pequeña y morena, mientras que May es rubia. Para mí Scorsese hizo un buen casting, sobre todo con Daniel Day-Lewis, que ese año estuvo nominado por otra película, En el nombre del padre, con una pinta que nada tiene que ver con el elegante Newland Archer. Yo lo hubiera nominado por La edad de la inocencia, no sé que opinarán ustedes.

En conclusión: magnífica novela y mejor adaptación al cine. Sólo los títulos de crédito (música incluida) merecen ya un premio.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mujercitas, de Louise May Alcott





Al hablar de Jane Eyre irremediablemente mi memoria asocia su lectura con otra novela escrita por una mujer en el siglo XIX pero esta vez en los Estados Unidos. Si la de Brontë fue publicada en 1847, esta es unos años posterior, en concreto en 1868, al poco de terminar la Guerra de Secesión.

Little Women es una historia que hemos leído muchas mujeres en nuestra infancia, sobre todo la serie de la editorial Bruguera que compaginaba texto con imágenes en viñetas. Yo también tenía el libro completo en mi casa y tuve la oportunidad de leerlo desde bien pequeña. Y aunque no conseguí el original de Aquellas mujercitas (Good Wives), que era la continuación, sí me hice con el de Bruguera porque según los Reyes Magos esa fue la única versión que pudieron encontrar.

Me he topado con una crítica literaria muy buena que además da información de las diferentes versiones cinematográficas por lo que aquí queda la dirección:

http://www.revistafesta.com.ar/archivo/invierno06/F06_Literatura.htm

Por eso prefiero enfocar la entrada desde mi vivencia personal. La novela es casi autobiográfica y la autora se basó en su infancia transcurrida en Concord, Massachussets. Cuenta la vida de cuatro hermanas en plena guerra civil norteamericana que han de ingeniárselas para sobrevivir con pocos medios y con su padre luchando en el frente.

De las cuatro hermanas March, es decir, Meg, Jo, Beth y Amy, yo creo que todas nos identificábamos con la independiente Jo y más de una soñábamos con ser escritoras como ella. Yo disfrutaba de la relación de amistad/amor que existía entre Jo y Laurie y como la novela que yo tenía en mi casa era la primera, nunca supe hasta que vi la película en blanco y negro - creo que la versión de Georges Cukor protagonizada por Katherine Hepburn en 1933 -, que al final no terminaban juntos. Para qué decirles el disgusto que yo me llevé.

Me la leí muchas veces y el pasaje que más me gustaba era ese en que a Jo se le caía el sombrero bajando por una colina y que era el más romántico de todos. También recuerdo las penurias que pasaban como, por ejemplo, aquel capítulo en el que Jo tenía que pasar unos días creo que en casa de una prima o amiga más rica y en el que se ponía para el baile un vestido viejo con el que no podía dar la espalda pero que se terminaba quemando en una chimenea.

En realidad hablo de memoria porque tendría que buscar los libros originales que tienen mis padres aunque compré una versión publicada hace unos pocos años por la editorial Blumen con el texto íntegro y con ilustraciones de 1868, que tengo pendiente de volver a leer después de tantísimos años. La duda que tengo ahora es si volveré a sentir las mismas emociones que antaño.