Mañana 1º de Agosto cumples 92 años papá.
Trato de imaginar como estarías, pero me resulta casi imposible pensarlo.
Nos dejaste cuando tenías 61, apenas un poco más de lo que yo tengo ahora.
Recuerdo tu caminar ágil, decidido, tu cuerpo delgado, de alguna manera me miro en el espejo y te veo, miro mis pies, mis manos y te veo.
Tu vida fue otra desde que las circunstancias te arrancaron de la tranquilidad del campo para terminar en esta locura de la gran urbe, si bien la conocías por haber vivido en ella siendo muy joven.
Jubilarte también te afectó, contrariamente a lo que me pasa a mí, pensaste que eras viejo, que ya no servías, seguramente te preguntaste y ahora que?.
Y el accidente de Dora, tu hija, mi hermana, con la muerte de tu nieta, completó la obra.
El roble se quebró, explotó, primero las ramas, después el tronco, y caiste, caiste para no levantarte más, vos que nunca estuviste enfermo, vos que te mofabas de los que tomaban remedios, de los que a tu edad tenían canas.
Que fuerte y que débil eras papá.
Los recuerdos de tu fortaleza y determinacion se agolpan en mi cabeza.
Fortaleza y determinación para curar a los animales que se enfermaban, para ayudar a parir a las vacas que no podían hacerlo solas, para traer hasta la casa a los corderitos recién nacidos y así salvarlos de los largos temporales de lluvia y viento, dándoles mamadera y abrigo.
También recuerdo tu ternura, generalmente oculta, pero estaba, cuando jugabas con nosotros a ver quién comía su postre primero, para dejar el tuyo hasta el final y luego burlarte de nosotros.
Cuando ponías los fuegos artificiales atados en círculos en los troncos de los árboles para las fiestas de fin de año, y salías corriendo cuando explotaban simulando un miedo que a nosotros nos causa mucha risa, cuando nos dabas un golpecito en la cabeza y disimulando mirabas para otro lado como diciendo “yo no fui”.
Y tu sensibilidad, cuando llorando como un chico pedías a Dios que no te llevara a tu compañera, mi madre, desangrándose en una hemorragia.
Estuvimos muchos años separados papá, con distancia en km, pero también sin ellos.
Te necesité mucho, despertaste en mi muchos sentimientos, rabia, enojo por sentirte tan distante, quizá hasta un poco de odio por hacer sufrir a mamá.
Pero también te amé profundamente.
Solo que tuve que madurar, vivir mi propia vida para entender tantas cosas, para sentir que me diste lo que me podías dar, que era lo poco que tú también habías recibido.
Compartiste treinta y siete años con mamá y nosotros tus seis hijos.
Hubo muchos momentos difíciles y dolorosos, pero también de los otros, cuando salíamos a pasear, cuando íbamos todos a una fiesta, con ropa nueva, con zapatos nuevos, cuando bailaban y yo me quedaba embobada viéndolos, como me gustaba verlos bailar!!!, cuando te juntabas a jugar al truco con tus amigos y escuchaba tu risa, tus picardías, fascinada por los gestos de tu cara, cuando ibas en tus caballos preferidos amansados por vos, la espalda bien recta, pero relajado, eterno pañuelo al cuello y gorra, con tu cigarro entre los labios ó silbando una canción.
Daría parte de mi vida si con ello pudiera tenerte a vos y a mamá, tenerlos a los dos juntos, viejitos, aunque sea un día, HOY…, me pondría en el medio de los dos, les ofrecería mi brazo a cada uno, y le diría a mamá al oído, ¡¡vamos a festejarle el cumpleaños con un regalo!!
Seguramente al entregártelo, tú dirás como dijiste siempre que te hacíamos regalos, “ del mismo cuero sale la lonja”.
¡¡¡¡Felíz cumpleaños papi!!!!, y sí……., de ese mismo cuero salió esta lonja.
Te amo siempre
Silvia