Título: Haga caminar al cadáver
Autor:
James Hadley Chase (1906-1985)
Título original: Make the corpse walk (1946,
publicada originalmente con el seudónimo de Raymond Marshall)
Traducción: María Cristina Cochella
de Córdova
Cubierta: Eduardo Ruiz
(diseño)
Editor: Emecé
Editores (Buenos Aires)
Edición: 1ª ed.
Fecha de
edición: 1990-02
Descripción
física: 261, 7 p.; 14x20 cm.: solapas
Serie: Grandes
maestros del suspenso
ISBN:
978-950-04-0935-3 (950-04-0935-6)
Estructura: 6 capítulos con
varias divisiones cada uno
Información
sobre impresión:
Primera edición
en offset: 5.000 ejemplares.
Impreso en Imprenta
de los Buenos Ayres S.A.I.C., Galicia 1860, Buenos Aires, febrero de 1990
Información de
contracubierta:
Todo,
absolutamente todo se consigue con dinero. Al menos eso pensaba Kester
Weidmann, excéntrico millonario, que se propuso revivir a su hermano muerto
mediante ritos vudúes. Pero primero tenía que encontrar a un experto en el
tema. Para lograrlo, Weidmann contrató a Rollo, especialista en negocios
sucios. Rollo pensó que era su gran oportunidad para desplumar al millonario.
Pero varias otras personas pensaron lo mismo...
Acción sin
pausa, en otro bestseller del maestro Chase.
Información de
contracubierta:
James Hadley
Chase (René Raymond) nació en Londres, estudió en Rochester y vivió durante un
tiempo en Francia. Escribió más de ochenta novelas policiales, que llevan
vendidos alrededor de veinte millones de ejemplares en el mundo y lo colocaron
a la cabeza de los escritores del género. Aunque nunca viajó a los Estados
Unidos, solía describir la sociedad norteamericana en forma muy dura,
generalmente certera.
“Un maestro en
el arte del engaño.”
New Statesman
“Chase es un
novelista nato... Aparte de Graham Greene (a quien Chase se acercaba de vez en
cuando), es el único que consiguió expresar romanticismo y pureza —por no decir
puritanismo— a través de la violencia y el realismo de la escuela dura norteamericana.”
Le Monde
“Un sorprendente
narrador de historias. No hay momentos aburridos con él. Todas sus tramas
tienen destreza técnica, suspenso y escalofríos garantizados. Uno se deja
llevar mientras lee sin parar. No hay nada más placentero que una obra de este
excelente artesano.”
L’Express
“Si usted busca
entretenimiento, no podrá encontrar algo mejor.”
The Times
“La manera en
que construye la trama, capa sobre capa, es tan efectiva... la tensión
crece...”
The Sunday Times
Esta novela apareció bajo la sombra del apocalipsis de la Segunda Guerra
Mundial. Pero prescinde de ella de forma tajante: brilla con una luz negra
propia, como si Chase hubiera descubierto un mundo independiente del nuestro,
más intenso que la pila de 60 millones de muertos que dejó la gran
conflagración. La breve descripción del club que sirve de pantalla a los criminales lo presenta como una
verdadera cabina de control del bajo mundo:
"El Gilded Lily era el club nocturno más exclusivo de Londres. Sus
seiscientos miembros tenían una sola cosa en común: todos vivían de su ingenio.
Algunos eran más deshonestos que otros, pero ninguno de ellos, ni siquiera los
más ricos e influyentes, podría ser considerado un hombre honesto. Había desde
un rey de la venta de armas hasta un rufián, desde un travesti hasta una
prostituta de categoría, si así se la puede llamar. Entre medio de estos
estratos de degradación, los miembros del club incluían ladrones de autos,
estafadores, especuladores, mujeres de sociedad que sufrían de cleptomanía,
chantajistas, traficantes de drogas, etcétera. Rollo reinaba sobre todos
ellos."
Kester Weidmann, un famoso multimillonario, enloquece cuando su hermano
Cornelius fallece. En su dolor y locura, busca la forma de resucitarlo por
medio de técnicas del vudú. Es así como cae presa del engaño que le orquesta
Rollo, el mafioso dueño del Gilded Lily. Rollo cree que puede sacarle a
Wiedmann todo su dinero, pero no contaba con la interferencia de Celie, su
amante mestiza, y Butch, el musculoso matón del club, quienes deciden quedarse
con la fortuna de Wiedmann. Joe, el joven chofer del multimillonario, será la
única persona leal que intentará evitar que caiga en el engaño; para ello se
aliará con Susan, una muchacha con quien se cruza por azar en un bar. Ella
necesita dinero y distracción, Joe no puede solo y necesita ayuda. Susan es el
alma de esta novela de seres desalmados. Aparentemente frágil y
delicada, a sus 21 años entra en esta peligrosa aventura donde realiza un
verdadero entrenamiento para transformarse en una experta en sobrevivencia y
detección. El vudú corre por cuenta de Gilroy, un arruinado pianista de color,
quien, cerca del final de la novela, dirige a distancia a Susan en una escena pavorosa; el control mental es el que sustituye a la resurrección como elemento sobrenatural.
Difiero de los que dicen que la novela es confusa. Los capítulos
terminan con un puente que lleva al siguiente sin problemas, y el flujo interno
de cada uno es implacable. Es cierto que muchas veces replica (casi como un
homenaje) las situaciones de terror atmosférico que cultivaba Edgar Wallace, pero no lleva esa niebla a la narración misma. Lo que sí hace es enloquecer al lector
con la intensidad de las situaciones, de un hiperrealismo estrangulador: uno
siente que el Mal lo invade todo y que la aparición de la muerte es cuestión de cometer un mínimo error. Además, queda la sensación de que el Mal está cerca de
liberarse de su última cadena para controlar el mundo definitivamente. Con un par de pequeños cambios, Haga caminar al cadáver bien podría integrar los Mitos de Cthulhu. Que Gilroy abandone la
historia sin mucha explicación, más que un capricho del autor, es la promesa
que utilizará su poder en otro país (y en otra novela que no apareció).
Realmente es una pena que Chase decidiera no hacer una secuela: siempre quedará
la duda del porqué.