Título: Las memorias de Calígula
Título en cubierta: Calígula: biografía humorística
Autor: Fidelio Trimalción
(seud. de Cecilio Benítez de Castro, 1917-1975)
Traducción: [s.d.]
Editor: Editorial
Argos (Barcelona)
Edición: 1ª ed.
Fecha de edición:
1943-05
Extensión: 257
p.; 12,5x18,5 cm.
Serie: Colección
Cascabel
Estructura: notas,
prólogo, varias partes con divisiones, epílogo
Información sobre
impresión:
Gráfica Bachs, París,
175 – Barcelona
Notas preliminares
del autor:
Algunos pensamientos
inéditos sobre Calígula.
"No hubo bestia
mayor que Calígula, sino fue Cómodo." (Sir Williams Shakespeare).
"Calígula se rió
del pueblo romano, que estaba fatigado y embrutecido. Pues Calígula estaba
embrutecido y no fatigado".
"Calígula no fue
tan malo como se cree generalmente. Fue un necio con malos instintos y un
tragón. Por lo demás, no dejó títere con cabeza." (Balzac).
"Si Calígula no
hubiese existido, la historia no hubiese sido nada divertida. Los niños no se
hubieran regocijado pensando en quien fue el emperador que quiso coronar a su
caballo. Pero nunca se acuerdan de que éste fue Calígula. Esto lo sé por
experiencia." (Alejandro Dumas).
"Si hubiera
habido otros dos Calígulas más, Europa hubiese tenido que comerse los
dedos." (Adam Smith).
"Nadie llevó las
finanzas como Calígula. El impuesto sobre el gesto fue la primicia de la teoría
general del impuesto sobre la renta. En este sentido Calígula es el predecesor
de las grandes Economías. No hay que olvidarlo." (Proudhon).
"Calígula hubiese
servido espléndidamente mi teoría reinando diez años más." (Malthevs).
"Calígula fue el
primer poeta que compuso sobre la marcha y en pleno día. Sus versos eran
bastante malos, pero los había peores." (Villon).
"Calígula no era
más que un joven alegre y divertido. Esto no siempre se interpreta bien, sobre
todo si a los hombres de tal condición se les va la mano de vez en
cuando." (Voltaire).
Finalmente, Cayo
Suetonio Tranquilo, el mayor enemigo que tuvo Calígula (pues Calígula apaleó a
su padre y a su abuelo porque tenía severa frente de filósofo, como Petho
Trasea), dice...
"No prescindía de
su ferocidad ni en medio de sus juegos y festines." "Su envidiosa
malignidad, su crueldad y su orgullo se extendía a todo el género humano y a
todos los siglos." "En sus profusiones superó las extravagancias de
los más pródigos." "No tenía en cuenta reglas y nada ambicionaba
tanto como ejecutar lo que se consideraba irrealizable." "Tenía el
cuerpo muy velludo, escasos cabellos, ancha y abultada la frente. Sus dos
defectos eran su excesiva confianza y su cobardía excesiva." "Su
ropa, su calzado, y en general todo su traje, no era de romano, de ciudadano ni
siquiera de hombre." "Tenía palabra abundante y fácil."
"Practicó muy diferentes artes y con increíble ardor."
Pero hay que tener en
cuenta que Suetonio Tranquilo profesaba una gran antipatía a Calígula y que tal
vez esta aversión le animara a echarle encima la caballería al escribir su
pesadísimo volumen de historia. Esto es muy frecuente en los historiadores
antiguos.
MI COMENTARIO:
Hace tres años había comprado este libro por 2 o 3 pesos. No
sabía bien qué tratamiento le daba al emperador Calígula ni a su época, pero me
sentí intrigado por el subtítulo de tapa, “Biografía humorística”, y por la
ilustración despabilada del soberano. Recién en el último mes se me ocurrió
leerla, sin mucha esperanza. Vaya sorpresa. Es una novela magnífica:
sarcástica, implacable, ocurrente (aunque se atiene a los hechos que los
historiadores adjudican a Calígula), con un poder casi motivacional y, como se
dice ahora, “descontracturada”. Esto último me llamó la atención: es un libro
que bien pudo escribirse en estos años, o mejor, en los años donde el humor era
políticamente incorrecto sin complejos. Pero lo que más me impresionó fue la
postura del autor, decididamente volcada hacia el déspota. Cecilio Benítez de
Castro (el nombre verdadero de Fidelio Trimalción) se pone del lado de Calígula
sin miramientos ni psicologismos, y desde ese lugar, uno puede disfrutar (sí,
disfrutar y gozar) de sus atropellos, excentricidades y crueldades, que no
tuvieron más límite que la creatividad. El emperador manda a torturar, vejar, matar
y destruir desde una especie de soberanía traviesa, lúdica y contaminante: sus
víctimas son parte de un juego brutal que impide el aburrimiento y el
conformismo. Calígula aparece como un adolescente libre de ataduras, que
proyecta sobre sus súbditos una locura que edifica una nueva realidad en cada
decisión, como cuando ordena llenar una bahía con montañas derribadas, o como
cuando agrega oro al pan que invita a unos reyes visitantes, para mostrar su magnificencia. Todo condimentado con unos comentarios ingenuos y siempre
sorprendentes. ¿Por qué quise que la novela no terminara nunca? ¿Por qué me
divertí tanto, casi con cada párrafo? Creo que Benítez de Castro invita con
este libro a vivir una adolescencia eterna, impúdica e impune, incluso con esos
poemas tan malos que pergeñaba el heredero de Augusto y Tiberio.
Quedé tan feliz con Las
memorias de Calígula que busqué información sobre el autor. En una revista
norteamericana se dice que fue uno de los mejores escritores españoles de la
posguerra civil inmediata que se quedó en su país. Hoy está olvidado. No sería
mala idea que algún editor publicara éste como alguno de sus otros libros.