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martes, 31 de diciembre de 2013
TE BESO...
Te beso y te succiono los pezones
en un intento fiel y apasionado
de acercarme hasta tu carne.
Quiero sentir mis labios en tu cuerpo
y recorrer tus senderos con mi lengua,
quiero bajar por el valle del silencio
bordeando las riberas
de tus senos sugerentes.
Ellos dirán si el precio a pagar
es el correcto
y si el manjar apetecido y delicioso
está a punto y bien servido
para obtener la pasión y la lujuria
a través de los sentidos.
Mis labios dictarán el premio que reclaman,
pues precisan de ese roce de mis besos,
de ese muerdo tan sutil y tan preciso
que acelere los ardores de tus venas.
Y es tu sangre la que, entonces,
pedirá y reclamará
que la bese sin descanso,
que prolongue este tormento
con el beso y la caricia, de tus senos.
Yo pretendo continuar el recorrido
y avanzar en el desierto encadenado
de tu sexo,
donde gritan las pasiones muy febriles
y también donde, el deseo,
ve la luz entre tus muslos.
Y es allí donde se encuentran los sedientos,
donde llegan a embriagarse
y saciarse con tu agua,
donde buscan ese néctar delicioso
que se escapa de la fuente de tu nombre.
Y ellos gritan mil susurros
intentando conquistarte,
sin saber que tú no existes,
pues estás en mi presencia emergiendo
de otro lienzo con mis besos de cristal
entre tus labios.
Yo perfilo tu figura con mis besos
y despojo de tu cuerpo los vestidos
y la ropa,
y te digo que me mires,
(y te miro en un instante),
para amarte y alcanzar el paraíso,
los dos juntos,
en un mundo de utopía e ilusiones,
donde sobran las palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/12/13
miércoles, 18 de diciembre de 2013
ALGÚN DÍA...
Algún día encontraré una isla
sin leyendas ni tesoros.
Una isla sin ratones ni piratas
rodeada solamente por el mar
que tanto añoro.
Y ese día, en esa isla,
buscaré el embrujo de los cielos por el día
y en la noche el encanto tan sutil
de las estrellas.
No es preciso que recuerde a Peter Pan
y su periplo en otra isla, cuyo nombre
no recuerdo,
con el tiempo detenido y congelado,
en una edad siempre constante
y tan ajeno a los vaivenes de la vida
y de la historia
que vivía solamente entre sus sueños
infantiles e inmortales.
Yo no quiero renunciar
a mi pasado ni a mi historia
y tampoco a los momentos de grandeza
y de miseria que he vivido.
Y no quiero renunciar porque es la vida,
y es mi vida,
y si ha sido buena o mala
no es momento de rechazo y de repudio,
porque vida y poesía van unidas,
y sus lágrimas y risas tan mezcladas
que es difícil separarlas y buscar
su nacimiento, en una causa
y un origen.
Solo espero el gran consuelo de los tontos,
el de estar en una isla rodeado de mis sueños
y añorando el gran milagro de la paz
y la concordia entre las gentes,
la ilusión de ver los ojos infantiles
sonriendo
y llevando, con sus manos, alimentos
a su boca,
el poder saborear el gran placer
de la derrota de las armas y los campos
de batalla,
el sentir que las personas son capaces
de ayudar y de entregarse, sin reservas,
no teniendo como lema las consignas
del político de turno
y sacando de muy dentro ese acto generoso
que los hombres solicitan sin palabras.
Yo sé bien que las personas precisamos
muchas islas en la vida,
y queremos ver en ellas
la razón de nuestra huida,
de esa fuga de la propia realidad
en que vivimos,
amparándonos, sin más, en el silencio
y soledad de nuestras almas.
Pero obviamos la razón, que es más sencilla.
Esa isla que buscamos está cerca
y va siempre con nosotros.
Es la rosa que florece en primavera,
es el mar, siempre bravío, con sus olas,
en la playa,
es el bosque con su magia y ese mundo
encantador que le rodea,
es la tarde que se acaba y el eterno
flamear de los ocasos,
es la noche en que se asoman las cigarras,
es la inmensa melodía que nos dejan las estrellas,
es el ritmo presuroso del latido,
que en los pechos se aceleran
cuando ven al ser amado,
es la música, sin nombre, de la brisa
que nos roza y que nos besa los cabellos,
es la frágil poesía que estremece
los sentidos, anunciando que la vida continúa,
porque yo soy esa isla,
la que busco y que preciso,
la que ansío en mi delirio,
sin saber, ni darme cuenta,
que ese mar, ¡inmenso mar, que me rodea!,
es la vida simplemente y es la hermosa
poesía tan buscada, desde siempre.
...Más yo sé que algunas vez,
y en algún día, sin pensarlo,
encontraré esa isla misteriosa
y tan buscada,
y será cuando detenga mi camino,
cuando mire simplemente los rincones
de mi alma,
cuando encuentre los ratones y los libros
con los sueños tan ansiados,
cuando sienta el dulce beso entre los labios
que una tierna mariposa me ha dejado.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/12/13
miércoles, 11 de diciembre de 2013
FUE MUY FÁCIL ARRANCARME LA SONRISA...
Fue muy fácil arrancarme la sonrisa
y volar con esa mueca entre tus labios
por el cielo sin fronteras y sin nubes
de tus sueños.
Y volaste con tus alas desplegadas,
sin siquiera despedirte,
como un ave traicionera que desgarra,
con su pico,
la figura ilusionada
que crearon mis poemas.
Yo esperaba que volvieras tras tus pasos
confesando tus pecados,
yo creí,
como los niños en sus sueños,
que una tecla sonaría en el piano
de tu alma,
y volvieras a la vida simplemente.
Más volaste con mi pluma y mi sonrisa,
con la letra vacilante del poema,
que inconcluso,
proclamaba mi cariño
a tu figura.
Y volviste,
con el tiempo,
a refugiarte entre los bosques
y también en la espesura,
en un mundo atormentado y de penurias,
donde el sol no brilla nunca
y la lluvia es la constante
con el frío y la garúa.
Y fue entonces,
nuevamente,
con tus alas tan mojadas,
que rozaste con las mismas la corteza
de los robles y las hayas,
te impregnaste de la esencia
de las hadas y los elfos
y quisiste reposar entre sus brazos.
Pero el libro de la vida y de la muerte
te marcó con una cruz de despedida.
Y partiste en el crepúsculo y el alba
hacia un campo desterrado,
a unas tierras sin comida,
a unos pueblos sin poemas
y a una vida que moría lentamente
y a un silencio entre las zarzas.
Y lloraste como nunca habías llorado
y sacaste de tu pecho
tanta lágrima traidora
que la niebla se hizo espesa
en tu presencia, y no quiso saber nada
de tu llanto.
Fue muy fácil arrancarme
la promesa y los suspiros
y volar con la sonrisa del cobarde,
que abandona a quien le quiere,
para ir a reunirse con un mundo
de amapolas y ficción,
en su delirio.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/08/13
viernes, 6 de diciembre de 2013
HAY FECHAS...
que pasamos en un vuelo sin retorno
por la vida.
Y esas hojas que corremos del cuaderno,
son las hojas del otoño, tan doradas,
que sacuden una a una, primaveras marchitadas.
Yo recuerdo muchas fechas señaladas
y recuerdo aquel entonces, en presente.
Yo sé bien que ese pasado ya no vuelve,
ni regresan los suspiros de las almas,
ni tampoco tantos sueños y utopías de esos días
donde todo sonreía y se alzaban los cometas
juveniles en la plaza imaginada,
con gran carga de ilusión y de sonrisas.
Yo recuerdo la figura que menciono y la veo
rodeada de una música sin nombre
que dejaban las resacas en la playa,
y la veo caminando por los bosques
con el pecho dolorido por amores a princesas
que salían de su mente.
Aún recuerdo aquel amor de primavera
que cambió la concepción de su destino
y recuerdo la tristeza tan profunda
cuando vino el vendaval con grande furia
y la galerna derrumbó todos los naipes
del castillo construido en su almanaque.
Sin embargo, y a pesar de la nostalgia
del pasado,
yo recuerdo de ese tiempo
la delicia de los besos juveniles primerizos,
compartidos una noche de verano
y recuerdo el palpitar ilusionado de mi pecho
y las estrellas,
en un loco galopar hacia los sueños
por el beso conseguido.
Y recuerdo aquellos ojos que miraban
a los míos, y me hablaban sin palabras,
como faros de un edén siempre presente
en mi retina,
y constantes en el alma.
Yo no sé las sensaciones tan diversas
que crearon mis sentidos, y que ahora,
incurriría en gran torpeza si tratara
de escribirlas.
Pero sé que las estrellas sonreían
y me hablarían las paredes y los muros
de la iglesia contestando a los problemas
que dejaba, tras mi paso, en sus esquinas.
Viejos muros y paredes de un pasado,
ya remoto y muy lejano, con la yedra
inconfundible que escalaba sus fachadas
intentando mantener aquella historia,
en el presente, ante mis ojos.
Hoy me digo y me pregunto: ¿dónde están
esos apoyos en mi vida y esos brazos
invisibles que sujeten un pasado que se escapa
y que se marcha de mi lado, con la vida,
en un suspiro?
...Me pregunto todo esto mientras miro
al dulce mar que está cercano,
con el suave ronroneo de sus olas,
y es, entonces, cuando siento la punzada
del presente que me grita y que me avisa
de que olvide la nostalgia,
porque son las golondrinas, que ahora pasan,
las que habitan en el alma,
en un cielo renovado de profunda primavera.
Y es ahí, en este mar, donde vislumbro
la respuesta tan sencilla que he buscado
desde tiempos, embarcado en mil preguntas
sin respuestas y en las dudas vacilantes
que embargaban mis sentidos...
Y es el mar, mi dulce mar, con su grandeza
y sus miserias, quien me deja su color
verde-celeste, inconfundible,
y un abrazo en esta fecha
que me dice que prosiga mi camino
y que siga en esta ruta sin fronteras,
porque el tiempo no se para ni detiene
y la vida que se vive no retorna,
ni se vuelve hacia la playa
en las resacas.
Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13
miércoles, 4 de diciembre de 2013
PORQUE EL AMOR...
Porque el amor en sí son más que letras
y palabras reunidas.
Incluso más que un verso que palpita
en un poema, donde dicen que nos aman.
Porque hay un corazón que va en nosotros,
que suspira y que susurra
y hasta grita sin palabras
esa frase inolvidable con un nombre
y un "te quiero".
Pero hay un algo más llamado alma.
Un espacio indivisible que aglutina los sentidos
y que aúna sentimientos,
y es ahí, precisamente,
donde surge el escenario con la magia de la vida,
con la eterna fantasía de los niños,
con el vuelo de las nubes,
con las letras que se escapan de los ojos
y es allí, precisamente,
donde guardo tu recuerdo con mis besos..."
Por eso insisto en que el amor, en sí,
es algo más que un verso y un poema,
y que un conjunto de palabras bien formado,
y que no es el envoltorio sugerente
donde brilla la dulzura y el halago.
Porque el amor lleva consigo todo un mundo
de sorpresas que renacen día a día,
que renueva sus ventanas con el beso de la brisa
y camina con la fuerza de los pasos
y la sangre que generan los latidos.
Es la esencia insuperable del deseo,
la bebida que adormece con premura,
la caricia insuperable del nordeste,
el placer de ver la rosa estremecerse
entre los muslos de la tarde que agoniza,
la ilusión con que se esperan la llegada
de las sombras y la noche con su manto sugerente.
Pero a pesar de todo esto, el amor es más,
y mucho más que se me olvida.
Es la figura que aparece en el cuaderno
de los niños y les saca una sonrisa,
es el perfume sugerente que despiden
unos cuerpos juveniles,
es la marea, en la resaca, cuando llega
temblorosa hasta la playa.
Es el encanto, irreverente, de las almas
cuando vuelven y se entregan a las manos
tan amadas.
Y es el amor, en sí, el que nos dice
que adelante,
que la vida continúa y que no espera.
Que vivamos sus segundos y minutos
con premura,
desbordando la impaciencia que nos ata
y nos embarga, como niños,
con preguntas sin respuesta.
Porque el amor, en sí, no atiende
las razones de la mente,
ni repara en la cordura de los necios,
y se basa, simplemente, en la locura enfebrecida
de las almas que suspiran y susurran
por un nombre que palpita en el costado,
por la imagen y la cara con un cuerpo definido,
por la voz que temblorosa le ha dejado mil poemas,
por la mano, que inocente, le ha brindado
su cariño y su ternura.
Y ese amor, es el amor, sin expresión
y sin palabras, que le ha alcanzado,
con su encanto y con su magia
el corazón, eternamente.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/13
lunes, 2 de diciembre de 2013
TE QUISIERA ROBAR...
Te quisiera robar, desde el silencio,
esos versos que veo tras tus ojos,
saciar la fantasía,
si existiera,
la más mínima luz, en la distancia,
que alumbrara los pliegues de mi alma.
Te quisiera escanciar como la sidra
convertida en fermento de manzana
que se bebe y se apura en cada sorbo
y te embriaga y te causa mil caricias.
Te quisiera dormir con mis canciones
y mis labios de plata,
pero debo escapar del río,
sutil lazo,
que me ata y me enamora febrilmente
al abrazo y el latido de tu pecho.
Quiero ser espectador, no el culpable,
de ese tierno amanecer que, en tus senos,
despierta y se enamora cada día,
de esa luz que se enciende en tu mirada,
de ese nombre que dejan tus suspiros.
Quiero ser lo que anhelas
hoy, y mañana
un sencillo marino,
un grumete corriente, ante tus ojos...
Pero llevo el salitre en las venas,
y la sangre rezuma,
y salpican las olas,
y hasta suenan campanas
anunciando que tú te incorporas
a este mundo real, y sin sueños,
donde todo es verdad y mentira,
según sea el candor o el dolor
que los mire.
Y aquí estoy,
peregrino en un mundo de locos,
intentando robarte unos besos,
un susurro que diga mi nombre
y una flor que me de una esperanza.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/13
sábado, 30 de noviembre de 2013
HOY LUCE EL SOL...
Hoy luce el sol y se divisa
la nieve en las montañas.
La tarde parece ya una poesía.
Todo invita a soñar,
incluso a estirar la mano
y a rozar con los dedos ese paisaje
que se presenta tan hermoso.
Me gustaría cerrar los ojos
y buscar los latidos de mi corazón.
Aquellos que tantas veces protestaban
en su rebeldía con mil gritos
y suspiros juveniles.
Me gustaría tener una figura
a quien dirigir mis palabras
y hablarle largamente,
contarle mis tonterías, mis historias,
decirle que el mar está tranquilo,
que las gaviotas aprovechan los rayos de sol
para volar luego hacia la costa,
que los peces estiran sus paseos por el agua
ajenos a las algas que ahora salen a la playa
y que unos niños se apresuran en las aulas,
recogiendo sus labores y sus libros,
para ir hacia los brazos de sus padres
que en la acera los esperan.
Luce el sol en esta tarde
y se marchitan las pequeñas esperanzas
de encontrar una utopía
que renueve los claveles en el alma
y que traiga las caricias de una brisa
que me nuble los sentidos
y me haga estremecer como hace años.
Quiero amar y estremecerme
cuando sienta la llegada de tu cuerpo,
quiero verte nuevamente con mis ojos
y aspirar ese perfume de tu cuello,
quiero ser el compañero inseparable de tus pasos,
el paciente lazarillo que te lleve de la mano
por las sendas de la vida,
el que peine tus cabellos
y te quite las legañas,
el que seque en tus pupilas
esas lágrimas que asoman,
el que vibre con tu seno delicado
cuando el mismo sienta el fuego de mi cuerpo...
...Pero simplemente luce el sol
en esta tarde que termina
y, aquí estoy, en el silencio de este cuarto.
Recogiendo en el cuaderno las migajas
de unas letras esparcidas en el alma
que quisiera compartirlas...
Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/13
viernes, 8 de noviembre de 2013
OÍ TU VOZ...
Oí tu voz clamando en la distancia
y el vacío con un suspiro grave e impaciente,
oí tu cuerpo susurrar mil melodías pecadoras
y suplicar un beso y un abrazo.
Creí entender, que el fuego y la pasión
te devoraban, y una fiebre incalculable
anulaba tus sentidos
Estabas impaciente en esa oferta y esa entrega
que ofrecías de tu cuerpo,
quizás por el efecto de un siroco incontrolado,
de un volcán efervescente desbordado con su lava
en tus entrañas,
por un fuego alimentado por deseos en sus llamas.
Estabas tan fogosa que hasta el hielo se fundía
en un instante y sus cristales,
eran gotas de sudor recalentado que bajaba
por tu cuerpo.
Yo estaba contemplando aquella escena
y pensaba en tu figura seductora;
pensaba en tanto tiempo reclamando tu mirada
y que ahora, por efecto de una fiebre
te ofrecías a cualquiera en un murmullo
inteligible.
Y soñé como los niños y dejé volar mi fantasía
y pensé que, si así fuera,
tomaría tu barbilla con mis dedos,
buscaría tus pupilas con mis ojos
y te diría sin palabras que adelante,
que te asieras a mi mano y caminaras a mi lado
por la playa hacia un puerto no lejano,
donde el fuego y la pasión que está en tu cuerpo
se fundiera con el hielo y la ansiedad
que va en el mío
y se hicieran comunión ambos deseos,
en un beso y un abrazo
sin principio ni final y para siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/13
domingo, 3 de noviembre de 2013
GRITA LA PALABRA MÁGICA...
Grita la palabra mágica,
sin orden ni concierto.
La que llena y subyuga,
la que enaltece los sentidos,
la que transforma,
la que se dice en el silencio,
la que espera,
la que se desea,
la que desespera,
"la que ama simplemente..."
Y sobre ellas la pasión completa
y derramada, balbucea,
en unas frases sin palabras:
Los deseos,
las pasiones,
las caricias,
los susurros,
los suspiros
los abrazos
y los besos.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/13
sábado, 2 de noviembre de 2013
NOVIEMBRE.
Es cierto que noviembre se presenta
con colores agridulces y apagados
y también con el olor de muchas flores
rodeadas de nostalgia.
Es posible que el otoño,
ya presente en estos días,
sea el cuadro y referencia
de esta imagen que recreo
y que me viene a la cabeza
en un instante.
Es posible que la música sin nombre
de las aguas
haya ido hasta la playa con su orquesta,
silenciosa e invisible,
a dejarnos los compases
de ese adagio inacabable
que perdura con el tiempo.
Es otoño, le diría, a la pregunta sin palabras,
que interrogan tus pupilas,
y es otoño en este acto y este día,
donde mueren y agonizan tantas flores
arrancadas, y compradas, con amor,
por tantas manos.
Es noviembre y es el día de los santos
y también de los difuntos,
porque es una, y diminuta,
esa línea tan sutil que los separa
y que los une, a través del calendario.
Lo que es cierto es que noviembre se presenta
como siempre,
con su carga de egoísmo y de cariño,
con el centro de atención en esos muertos,
tan queridos, que no están entre nosotros
y que viven solamente en el recuerdo
de las gentes que los aman todavía.
Lo que es cierto es que noviembre nos enseña
los pecados que llevamos en el alma,
cuando enseña los reflejos de las mismas
con los odios encerrados,
con las burlas y desprecios
a personas inocentes,
con la falta de atención a los mendigos
y más pobres,
con el uso y el abuso del dinero
que se emplea en mil regalos para el cuerpo,
despreciando a los que buscan las migajas,
los que viven día a día con penurias y miserias,
las personas solitarias y mayores
que no encuentran la sonrisa de unos labios
que respondan a los suyos.
Es cierto que noviembre se presenta de esta forma;
más también pasa en enero y en febrero,
en invierno y en verano y quizás en todo tiempo,
porque el hombre ha perdido y ha negado
la alegría de la vida,
ese lazo que le unía con su hermano y con sus padres,
con amigos y vecinos y también con forasteros...
Es posible que estas líneas, que hoy me salen,
sean fruto, solamente, de un otoño y un noviembre
que me atrapa con sus brumas y sus nieblas
de recuerdos y nostalgias...
¡Es posible...!
Rafael Sánchez Ortega ©
02/11/13
jueves, 31 de octubre de 2013
PETER PAN.
Yo me imagino al Peter Pan de la esquina
saliendo a tu paso en la tarde,
buscando ofrecerte su mano
para regalarte una sonrisa
en un crisol de fantasía.
Porque es así como te veo, e imagino
bajando muy despacio por la alameda,
con el paso firme y seguro,
y mirando al frente, entre los árboles,
para ver si entre ellos descubres
las ardillas juguetonas que andan por allí.
Y entonces sigo pensando en Peter Pan
y le veo en ese lugar lejano, en Central Park,
donde los poetas le hicieron famoso
y rescataron del olvido.
Le veo a él, como a ti, en su eterna juventud,
en esa imagen perfecta que me ofreces
y que guardo en mi retina;
le veo renaciendo entre cenizas
en su país del "Nunca Jamás",
en la isla misteriosa poblada
de piratas y de indios
y donde también las hadas
y sirenas tenían su importancia.
Pero luego se rebela el pensamiento
y desplaza a esa figura de los cuentos;
no quiere a un capitán llamado Garfio
ni admite a una princesa de cristal
que responda como Wendy.
Él quiere al Peter Pan de los poetas,
aquel, que con su gracia y fantasía,
conquistaba los paseos y alamedas
de la Gran Ciudad de New York,
haciéndoles buscar en los rincones de la mente
las ideas más extrañas e inocentes
que llevaran al cuaderno.
Porque asocia su figura a tu figura cenicienta,
a tu paso ya cansado y vacilante,
a tus labios temblorosos que musitan mil suspiros,
a tus ojos relucientes, por la fiebre,
que conservan el amor en unos versos,
a tu pecho juvenil que está cansado
de buscar y pasear por las riberas de los parques
esperando una palabra que no llega,
a tus manos hoy vacías y cubiertas de rocío
y del otoño...
...Hay quizás un Peter Pan en las pupilas
olvidado y que se ausenta lentamente de tu lado.
Hay quizás una persona que has amado sin saberlo
y el silencio fue la voz que le enviaste por respuesta.
Y por eso, en esta tarde, te preguntas:
¿dónde estás oh, Peter Pan de los descalzos,
de los seres aburridos y sin nombre,
de las almas que te buscan sin palabras,
de los labios marchitados y cargados de nostalgia?
¿Dónde estás? yo te pregunto, y me pregunto,
sin que nadie me responda...
Rafael Sánchez Ortega ©
30/10/13
jueves, 15 de agosto de 2013
SUEÑO CON TU SONRISA...
Sueño con tu sonrisa
y que vamos de la mano
caminando por la playa.
Unas olas muy coquetas
acarician con sus besos a tus pies
y no te asustas.
Yo sonrío y tú sonríes
mientras lanzas un suspiro.
Hay un verso que nos dejan las mareas
y que viene a nuestro lado.
Ese verso trae salitre y fantasías
con historias de sirenas y piratas
que escuchamos en silencio.
Yo te miro y tú respondes a mis ojos
con un beso que me ofreces de tus labios.
Un susurro va a tu oído de mi pecho
y te dice que te quiero.
"¡Es un sueño todo esto!",-tú me dices.
"...Y al final, yo soy feliz con este sueño
y tu sonrisa que imagino..."
Rafael Sánchez Ortega ©
30/07/13
lunes, 12 de agosto de 2013
SUENA EL RELOJ...
Suena el reloj en la radio
y da las doce y media de la mañana.
Parece que la vida sigue,
y que lo hace, a pesar de nosotros
y de nuestros humores.
Recuerdo los poemas de la noche
y pienso en la infinidad de ellos
que surgieron de mi pluma tantas veces,
aunque también pienso en los versos recogidos
en esos instantes misteriosos,
(en esa "hora bruja", que yo llamo),
a través de la palabra, los suspiros,
los bostezos, los silencios
y ese largo etcétera del momento compartido.
Porque es así como se añoran
los recuerdos tan bonitos
que nos dejan las personas que se acercan
y que rozan con sus almas a la nuestra,
las palabras que pronuncian otros labios
y que llegan a los nuestros como un beso,
los suspiros emitidos y escuchados
como un eco mortecino de las almas
que decían un "te quiero" tan velado,
los silencios con la magia de su niebla
que se extienden y se añoran
porque el alma está tranquila
y es un sueño simplemente
que nos cubre con su encanto.
Y es ahí donde se funden
los misterios de la vida,
donde todo reverdece y se alborota,
donde nuevas sensaciones y latidos
cobran fuerza y van saliendo poco a poco
de las almas en el tiempo compartido.
Y es así, mal que nos pese,
a pesar de que el reloj marcha despacio
en su carrera
y nos lleva hasta las puertas de ese adiós
casi velado,
de esa súplica sin nombre que termina
en un "hasta pronto" o "hasta mañana",
con la dulce sensación de estar soñando
en un mundo de ilusión y fantasía.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/08/13
martes, 6 de agosto de 2013
PALABRAS Y SILENCIOS.
Palabras y silencios se mezclan y confunden,
resuenan como un eco entusiasmado
que devuelven las mareas,
y se extienden por el mar y el horizonte
más allá del infinito.
Silencio de los barcos que cansados,
aguardan su destino varados en la arena
y silencio de los hombres que miran a lo lejos,
buscando ese resquicio y la ventana de la barra
que deje faenar a las traineras.
Palabras retenidas en los pechos soñolientos
que esperan las caricias del amante,
del ser que les transforme en algo vivo
y les haga palpitar y saborear cada segundo
de la vida.
Silencio de la iglesia que se extiende,
desde el alto, con sombra misteriosa
y busca en los lejanos horizontes,
ocultos por la niebla,
respuestas que no llegan.
Palabras que resuenan de las almas
de los muertos
y nos dejan su voz en los cristales
con ráfagas de incienso adormecido.
Silencio de poetas que vagan por la noche
buscando entre las sombras la luna
y las estrellas que les lleven mil suspiros.
Palabras y promesas que llegan tibiamente,
que son como un crescendo que deja la resaca,
y ocultan los dolores de la vida,
con lágrimas vacías,
mintiendo en sus constantes.
Silencio que se busca, cual agua en el desierto,
tratando de aliviar la hipocresía,
el gesto tan amable, el hola y la sonrisa
que se ofrecen y se dicen,
tan solo por cumplir ante unos ojos.
...Palabras y silencios que dices y que buscas,
que encuentras y se escapan,
que escuchas y se ausentan,
y tú, te quedas solo, anclado en el silencio
y mudo en tu palabra.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/08/13
domingo, 4 de agosto de 2013
HOY LA NIEBLA Y LA GARÚA...
"...Hoy la niebla y la garúa es la constante
más allá de la ventana.
Tengo un algo que me brilla en las pestañas
y es rocío simplemente.
Yo quisiera tener alas y volar sobre los mares.
Yo quisiera sumergirme entre los labios
temblorosos de las aguas
y dormirme con las olas que se abrazan a la playa.
Yo quisiera sofocar estos latidos que me ahogan
y acallar esta resaca que me llega con tu nombre
hasta mis sienes.
Yo quisiera que la niebla y la garúa
me llevaran a tu lado, en un instante..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/13
lunes, 29 de julio de 2013
PIENSO...
Pienso en las estrellas
que se duermen en la noche
y en los sueños que dejamos
olvidados en el alma.
Son retazos y recuerdos de un pasado
que no vuelve aunque quede su nostalgia.
Y es entonces cuando digo
que el presente es lo que importa
y tus ojos de canela que me buscan
y me llaman
con pupilas impacientes para hablarme
sin palabras.
"...Es bonito amanecer con esos sueños
de la noche y con tu nombre
entre los labios y en el alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/07/13
sábado, 27 de julio de 2013
¡QUIÉN PUDIERA...!
¡Quién pudiera ser cascada,
ser corriente y ser ribera
de ese río impetuoso,
que desborda tus pupilas
con sus pétalos de nieve...!
¡Quién pudiera ser marino y navegante
de ese barco que navega
por la sangre de tus venas
y que busca un horizonte, sin fronteras,
para amarte sin descanso!
"...¡Quien pudiera estar ahí, precisamente,
en esta hora y a tu lado!..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/07/13
DUELE EL CORAZÓN...
Duele el corazón en estas horas,
cuando la luna bosteza perezosa,
cuando las estrellas bailan en las aguas,
cuando dormitan las cigarras en sus cantos.
Y duele el corazón cuando está herido,
cuando sangra y no es posible
detener la hemorragia de esa flecha
que penetra en el costado.
Duele el corazón y se estremece
la pupila temblorosa de algún niño
que aún soñaba con princesas.
Y duele el corazón del infeliz enamorado
que esperaba deslumbrar con sus palabras
los oídos que creía le escuchaban.
Duele el corazón, porque agonizan,
utopías que nacieron de la nada,
como frutos de suspiros y susurros
recogidos de unos labios.
Y duele el corazón, sin una lágrima,
cuando agota los latidos y se para
a buscar la soledad por su pecado,
por haberse enamorado simplemente,
por creer que aquel amor, era en verdad,
un sentimiento inmaculado y verdadero
que llegaba, hasta su lado,
en una entrega sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
20/07/13
miércoles, 24 de julio de 2013
PORQUE...
Porque me gusta verte y sentirte,
aunque no te vea con mis ojos
pero sí con mis sentidos.
Porque quiero tenerte entre mis brazos,
aunque mis brazos no puedan sentir
el calor de tu cuerpo.
Porque deseo besarte fuertemente,
aunque mis labios no puedan recoger
el temblor de tus labios.
Porque me gusta desnudarte cada noche,
aunque tenga que imaginar tu figura
y esas prendas que voy quitando,
lentamente de tu cuerpo,
para saborear con mi vista sus senderos.
Porque quiero pintar en tu piel ya desnuda
y escribir tu nombre junto al mío,
aunque mis dedos solo puedan rozar el teclado
y también a mi piel,
imaginando que es la tuya.
Porque intento convertir tus suspiros
en una prolongación de los míos,
aunque esos ayes me hagan cerrar los ojos
e imaginarme que tus labios
los dicen en mi oído.
Porque estás y no estás en mi alma,
aunque deba retener los susurros del mar
que regresa violento
y esas olas de amor que me azotan sin pausa.
Porque quiero tus ojos azules mirando a los míos,
aunque sea a través de los mares
y en el cielo teñido de azul de la tarde.
Porque quiero acercarme a tu alma,
sentir sus latidos, vibrar con tu sangre,
aunque tenga que andar mil caminos,
correr sin descanso y luego bajar a la playa
a mirar las mareas.
Porque... Sí, por eso mismo que piensas
y te oculto celosamente,
aunque me duela hacerlo
ya que no quiero que sufras un día,
cercano o lejano,
cuando acabe este sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/07/13
domingo, 21 de julio de 2013
DESPUÉS DE UNA NOCHE LARGA...
Después de una noche larga,
con múltiples vueltas y más vueltas
en la cama,
como si no me dejaras dormir o mejor dicho,
no quisieras que me quedara dormido,
logré buscar un hueco entre tus brazos
y abandonarme al silencio y a las sombras.
Debo de confesar que así lo hice,
y me abracé a la almohada
para sentirte entre ella
y confundir mis pensamientos
buscando tu olor entre sus pliegues
arrugados,
aunque también buscaba tu voz
y tu palabra.
De vez en cuando el recuerdo de tu figura
regresaba a mi lado y me llamaba "tonto",
como para alejar algún fantasma del pasado,
y me decía que seguías cerca
y que no me dejabas
con un sueño entre los labios.
Porque la sensación que guardo,
de esta noche, la que recuerdo febrilmente
y la que conservo
es una sensación inenarrable.
Veo a tu cuerpo desnudo entre mis brazos,
veo a mis dedos recorrer tu cara
y hacer temblar tus labios,
para luego seguir por la línea del cuello
y rozar la senda que conduce a los hombros;
allí descienden por tus brazos suavemente,
hasta tus manos, y toman tus dedos
entre los míos,
y en un acto impulsivo los llevo
hasta mis labios para besarlos.
De paso observo a la flor de tus senos
temblar ansiosamente
y la escucho pedirme que vaya a su lado,
que acaricie sus pezones,
llenos de vida y misterio
que se ofrecen generosos.
Y eso hago.
Pero son mis labios los que acuden,
y es mi lengua quien recorre cada milímetro
de esa superficie sedosa y cálida
notando como se excitan,
como se estiran,
como tiemblan y como hablan
en ese lenguaje "sin palabras",
pidiendo más y más caricias,
más y más atención y cuidados,
esos pétalos divinos.
Y son tus manos las que acarician mi cabeza
y la aprietan contra ti,
contra tu vientre,
al que me invitan que visite
y me detenga en sus sendas misteriosas,
para dejar allí la humedad
y la saliva que precisan y luego,
continúe un poco más abajo,
hasta tu pubis,
a ese rincón hermoso y mágico
donde guardas el fruto del placer,
y donde ahogas los suspiros y susurros
de mil noches encantadas.
Porque es ahí, ¡precisamente ahí!,
donde mis labios desean arrancarte
esos ayes de placer y de agonía
en un éxtasis eterno,
sin principio ni final,
mientras tus labios se quedan secos y fríos
precisando el sabor de los míos,
que buscan con pasión a los tuyos,
para transmitirles, y compartir,
el sabor amilbarado de tu sexo.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/07/13
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