Etiquetas
- Cuentos y relatos 2019
- Cuentos y relatos 2020
- Mariposas 2019
- Mariposas 2020
- Mariposas 2021
- Mariposas 2022
- Mariposas 2023
- Mariposas 2024
- Mariposas 2025
- Microrrelatos en prosa 2017
- Microrrelatos en prosa 2018
- Nota 2019
- Poemario "Cien palabras" 2018
- Poemario "Confesiones" 2014
- Poemario "Reminiscencias" 2014
- Poemas
- Poemas 2011
- Poemas 2012
- Poemas 2013
- Poemas 2014
- Poemas 2015
- Poemas 2016
- Poemas 2017
- Poemas 2018
- Poemas 2019
- Poemas 2020
- Poemas 2021
- Poemas 2022
- Poemas 2023
- Poemas 2024
- Poemas 2025
- Poemas en Prosa
- Poemas en Prosa 2011
- Poemas en Prosa 2012
- Poemas en Prosa 2013
- Poemas en Prosa 2014
- Poemas en Prosa 2015
- Poemas en Prosa 2016
- Poemas en Prosa 2017
- Poemas en Prosa 2018
- Poemas en Prosa 2019
- Poemas en Prosa 2020
- Poemas en Prosa 2021
- Poemas en Prosa 2022
- Poemas en Prosa 2023
- Poemas en Prosa 2024
- Poemas en Prosa 2025
- Poemas informales
- Poemas informales 2011
- Sonetos
- Sonetos 2011
- Sonetos 2012
- Sonetos 2013
- Sonetos 2014
- Sonetos 2015
- Sonetos 2016
- Sonetos 2017
- Sonetos 2018
- Sonetos 2019
- Sonetos 2020
- Sonetos 2021
- Sonetos 2022
- Sonetos 2023
- Sonetos 2024
- Sonetos 2025
- Sonetos informales
- Sonetos informales 2011
- Sonetos informales 2012
- Sonetos informales 2013
- Sonetos informales 2017
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas en Prosa 2011. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poemas en Prosa 2011. Mostrar todas las entradas
miércoles, 28 de diciembre de 2011
VOLVERÁS...
Volverás a escuchar el rumor de las olas,
a pesar de la bruma y las tardes
tranquilas,
a pesar del silencio que desgrana
tu alma,
a pesar de la vida que te llega
y golpea,
como fiera marea que se viene
y se va.
Volverás a escribir y mirar a la luna,
a pesar de la niebla y las noches
oscuras,
a pesar de tus versos cargados
de sueño,
que contagian al cielo en los viejos
poemas,
y se quedan dormidos en un sueño de paz.
Volverás a luchar, como siempre luchaste,
por un mundo más justo,
por un mundo mejor,
a pesar de los hombres sin ley y sin orden,
a pesar de sus vicios
y su fea maldad.
Volverás a soñar con el amor de tu vida,
la persona perfecta que te hizo dudar,
a pesar de sus pasos, a veces menudos,
buscando los sueños
por tierra y por mar.
Volverás, viejo amigo, a mirar las estrellas,
y a entender las canciones que cantaron
los dioses,
y dejaron prendidas del cielo
para que tú las observes,
y estirando tu mano puedas siempre soñar.
Volverás a llorar ese llanto sin agua,
esas lágrimas huecas que te saben a sal,
a pesar de la media sonrisa,
la que aflora a tus labios,
que unas veces es triste, con sabor a tabaco,
y otras dulce y tan fina
que te sabe a la miel.
Volverás a sentir todo esto, ¡sin duda!,
a escuchar el silencio,
a escribir a los ojos sin nombre,
a luchar contra el viento que azota,
a soñar con los labios que esperan,
a mirar de verdad al presente,
a llorar por el alma
que te hace llorar...
...Pero puede que entonces
enmudezca tu lengua,
se te atrofien los dedos,
se te amargue el poema
y te olvides de amar...
Y si eso te ocurre, ten presente una cosa,
es el fin de tu tiempo en la vida,
es la eterna campana que llega sonando,
la que avisa y no suena,
la que llama a los hombres,
la que apaga su risa
y oscurece el amor,
la que surge sutil y endiablada en la sombra,
la que atrapa tu cuerpo para el viejo ciprés
que vigila el cuaderno y nos dice su adiós...
Rafael Sánchez Ortega ©
28/12/11
domingo, 18 de diciembre de 2011
VI UNA FLOR ABANDONADA Y PENSÉ EN TI...
Vi una flor abandonada
y pensé en ti.
Sabía que te gustaría precisamente
esa flor,
sabía que la estabas esperando,
sabía que la querías tocar
con tus dedos,
llevar a la cara,
sentir la suavidad de sus
pétalos rozarte,
porque así eres tú,
tan sencilla,
tan auténtica,
tan entrañablemente sincera...
Y ahora la estás viendo aquí,
en esta imagen,
en este fotograma,
y te preguntas si eres tú
la persona que estoy describiendo,
la receptora de esta flor que contemplas.
Sé que sonríes y mueves la cabeza
negando tal posibilidad porque
¿a qué fin voy a estar pensando
en ti, precisamente ahora,
en esta noche,
cuando me pongo a escribir
y a vaciar mi alma?
Te dices que apenas te conozco,
que apenas hemos hablado
y que cuando lo hicimos fue hace ya
mucho tiempo.
"Es imposible que esta flor sea para mi",
-te dices-, "yo no soy nadie en su vida;
ambos somos como ese cometa que vemos en la noche,
bonito y hermoso, que nos sorprende y admira
y que cuando queremos alzar la mano
para tocarlo ya ha desaparecido en el infinito.
"Por eso es imposible que esta flor sea para mi",
-sigues pensando-.
Yo soy solamente una lectora que
pasaba por aquí, ahora,
y que se ha detenido a leer estas líneas.
Sin embargo tu razón
no sigue la lógica de los sentimientos,
porque si he recogido esa flor es porque sé
que a ti te gustaría,
porque sé que ella arrancaría un suspiro
de tus labios,
porque ella te llevará a pensar en un momento
dado de tu vida,
en un instante,
en un fragmento invisible de ese tiempo
ya caduco y guardado en el recuerdo,
cuando alguien te habló en un susurro,
¡y te sentiste a gusto!.
Quizás recuerdes aquel instante,
¡fue algo maravilloso!,
algo que guardaste celosamente
en el corazón,
algo que no olvidaste
ni olvidas,
aunque a veces dudes
de si todo no fue un sueño,
la persona, el lugar,
el momento, la cara,
los rasgos, pero...
¡No, no puede ser!,
es imposible
que "tú te acuerdes de mi",
yo no soy nadie en tu vida
y nada tenía en aquel entonces,
sólo una voz desconocida y temblorosa
surgiendo entre el rumor de las olas,
mientras recitaba aquel poema, sin palabras...
Pero así fue querida mía,
yo vi una flor abandonada
y pensé en ti.
La tomé casi sin pensarlo
para ofrecértela en esta noche,
para llevarte con ella mi cariño,
para decirte que te amo
y que te espero.
Aunque tú no lo sepas,
aunque te entren mil dudas,
aunque ya no me esperes,
porque siempre has venido conmigo
en mi corazón y en mi alma,
y ahí estás, en esa cajita encerrada,
mientras te hablo sin que lo sepas,
mientras suspiro y te cuento mis cosas,
y también, como ahora,
mientras recojo una flor abandonada
para ti.
¡Sólo para ti...!
Rafael Sánchez Ortega ©
18/12/11
viernes, 16 de diciembre de 2011
NO, NO FUE MI IDEA...
No, no fue mi idea
la de venir a este mundo.
Pero aquí estoy
aunque nadie contara conmigo
y nadie me preguntara sobre ello.
Aquí me encuentro,
atrapado entre mis sueños,
en medio de este manto de ilusión
y fantasía.
Subiendo al autobús cada mañana
y marchando hacia el trabajo.
Saliendo a las once a tomar
el café
y mirando la prensa en el
bar de la esquina.
Haciendo operaciones y colocando
productos a clientes,
mientras pasa el tiempo lentamente
y escucho al jubilado que me cuenta
los problemas de su hija divorciada,
y luego a la tendera que me habla
de un bautizo de su nieto.
Pero también tengo una sonrisa
para el niño que llega con su padre
y me entrega sus ahorros.
...Pero no, no fue mi idea
la de venir a este mundo.
Como tampoco fue la de entrar
a trabajar en esta profesión;
pero otros decidieron por mi,
(como siempre).
A las tres termina la jornada
y suspirando me marcho para casa.
"Al fin soy libre", -me digo-,
pero esta libertad me dura solamente
el tiempo que tardo en llegar hasta la puerta,
porque allí se acaba y se termina,
desde el momento que introduzco la llave
en la cerradura y dejo la madera a mis espaldas.
Conozco este sitio.
Conozco este silencio.
Conozco la sonrisa velada que me espera.
Conozco el abrazo que quisiera, (y que no tengo).
Conozco...
No, amigo, tampoco fue mi idea
estar aquí así,
pero aquí estoy.
Tenía otros proyectos e ilusiones,
tenía una idea equivocada de la vida
y quizás todo fue por mi culpa,
todo se derrumbó,
en un segundo,
en un instante,
en un abrir
y cerrar los ojos...
Y aquí estoy ahora,
en mi soledad
y en mi silencio,
mirando el cuaderno
a través de mis sueños,
esperando que mis dedos lo acaricien;
esperando que ellos me devuelvan la respuesta,
la caricia, la mirada,
el suspiro, la palabra,
el beso, y el susurro...
¡"te amo..."!
Rafael Sánchez Ortega ©
16/12/11
martes, 13 de diciembre de 2011
ME DUELE EL CORAZÓN...
(¡...Me duele el corazón y eso no es bueno!)
Repaso el corazón y abro sus páginas,
me encuentro con sus pliegues y sus versos,
con esa cantidad de información
de mi pasado
dormida en el recuerdo.
Hay páginas difusas y borrosas,
con tinta color sepia y letras vacilantes,
que esperan que las roce con mis dedos,
y las diga unas palabras.
Hay otras que conservan la elegancia
y en ellas un aroma y su fragancia
te transportan a otros tiempos y lugares,
a ese mundo de los sueños y romances,
donde todo era posible.
Hay versos y poemas desgajados de las olas
que buscan una playa, solamente,
que recoja sus suspiros,
los escuche y haga suyos,
acunándolos sin pausa.
Hay cirios que palpitan en la iglesia,
en mitad de la penumbra,
mientras suena, allá, en el coro,
esa música sagrada y diferente que desgrana
el viejo órgano y que baja por las piedras
a las almas.
Hay lindas fantasías olvidadas
de una infancia ya lejana,
donde todo se entremezcla y se confunde,
mientras vuelan las gaviotas a la costa
y la voz de la campana nos recuerda esa hora
tan sagrada de la vuelta hacia la casa.
(¡...Me duele el corazón con sus recuerdos!)
Es malo ser poeta en estos tiempos;
es malo repasar el corazón y abrir sus páginas.
En ellas suele haber muchos recuerdos,
telarañas y caricias olvidadas,
plastilina de otros tiempos de tristeza
con el llanto en las pestañas
y la lágrima cautiva resbalando
hacia la boca.
Es malo corazón sentirse vivo,
saber que la sagre enamorada sigue ahí,
latiendo sin descanso, y pide amor,
amor sin nombre y con mayúsculas,
amor sin rostro y sin figura,
amor de tierra y cielo,
amor sin voces ni palabras...
¡...Me duele el corazón y abrir el mismo
me duele más,
porque te veo allí, diciendo adiós:
"Adiós Amor,
adiós a los momentos tan hermosos
de la vida y de los sueños..."
(¡...Me duele el corazón y no lo siento!)
Rafael Sánchez Ortega ©
13/12/11
sábado, 10 de diciembre de 2011
NUNCA TE OLVIDARÉ AMOR...
Nunca te olvidaré amor,
porque fuiste la esperanza
de un corazón herido volviendo de la guerra
que al escuchar tu voz y tu palabra
volvió a sentir que el sueño renacía.
Y me fijé en tus ojos tan castaños
que hablaban sin tapujos en la tarde;
tú me animaste amor, lo reconozco,
para seguir buscando a las estrellas
entre el montón de nubes
de la vida.
Porque allí estába, también esa alegría,
en la porción de sangre congelada
esperando el roce simple de los sueños.
Nunca podré olvidar amor, aquel momento
en que renació mi mano del olvido
para llevar de nuevo hasta el cuaderno
a la gaviota gris que nos seguía.
Y fuiste tú, precisamente,
saliendo de la nada,
quien separó el papel del calendario,
quien rompió los días de un pasado
tortuoso,
y quien me dijo, mirándome a los ojos,
"que adelante,
que viviera y escribiera,
que dejara en el cuaderno todo aquello,
que pensara y que soñara,
sin verguenzas y sin miedos".
Y a tu lado amor, también recuerdo, una tarde
disfrutando de un paseo en la ribera,
con preguntas y respuestas, sin palabras,
que trazaban y obtenían nuestras manos
y miradas.
Ellas solas entendieron el momento
y la puerta de las almas que se abría,
y el sabor de los suspiros
y el susurro con los besos
de dos labios temblorosos,
musitando nuestro nombre...
...Pero la vida sigue y continúa
y aquel momento es parte de la historia,
de tu historia y de mi historia,
de ese girar del tiovivo tan constante,
que nos conduce y nos embriaga
como la corriente desbocada de los ríos.
Y te quedaste allí, entre tus lágrimas,
y yo volví partiendo de tu lado,
con los ojos empañados y tu nombre
en mi garganta.
Atrás quedó un lugar inolvidable,
segundos rescatados y perennes,
de ese jardín hermoso,
revivido en tu presencia,
mientras dormían y se ahogaban
en las simas más profundas,
los dolores del pasado.
Nunca podré olvidarte amor, y tú lo sabes,
me despertaste allí, de aquel letargo,
en la Ciudad Recuerdo que conservo
en la retina;
esa Ciudad con la que sueño tantas veces,
y ese lugar recóndito y sereno
donde sólo se escuchaba el latir
de nuestros corazones,
que rompían los cristales y las nieblas
deseando que aquel sueño no acabara...
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/11
viernes, 9 de diciembre de 2011
TENGO MIEDO...
Tengo miedo a que una noche
ya no encuentre ese mensaje
que nos dejan las estrellas.
A que solo sienta el beso
que le mandan a los mares
mientras duermen en silencio.
Tengo miedo a que mis dedos, temblorosos,
no transmitan más palabras
y las lleven al cuaderno...
Cuando pienso en estas cosas me estremezco
y siento frío.
Veo al hombre y veo al niño solitario
que ha salido en una noche a buscar a las estrellas,
y le veo que camina hacia la nada,
dando vueltas y más vueltas,
observando a las gaviotas en un baile alborotado.
Él y ellas han perdido lo más grande
y más hermoso de la vida:
¡la ilusión y la esperanza!
La ilusión de recibir ese mensaje
que dejaban las estrellas cada noche
y que ahora no perciben como antaño,
la esperanza de una nueva primavera
donde crezcan amapolas y las olas
se disfracen y columpien en cancanes de los astros.
Tengo miedo a que me falte esa fibra tan sensible
que me lleve a los violines de la noche
y a ese arpa que he escuchado tantas veces,
al adagio apresurado, sometido y desbocado
que dejaban las estrellas.
Tengo miedo a que tus ojos no devuelvan mi mirada
y se extravíen entre nubes y entre sombras
porque llega la galerna que humedece los sentidos.
Tengo miedo que una noche no me encuentre
las palabras que nos dejan las estrellas
y que entonces,
estos dedos temblorosos de mi mano,
ya no cosan letra a letra ese hilo plateado,
de los versos del cuaderno,
porque todo ha terminado y no existe
más que el eco de la luna y las estrellas.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/12/11
sábado, 3 de diciembre de 2011
ES INVIERNO.
Parece que hace frío y el invierno
ha llegado en un instante.
Cae la lluvia y resbala lentamente
en los cristales.
Un cielo gris y oscuro se ve detrás,
en esas nubes frías e indolentes que ahora
nos abrazan.
Yo me encojo, como tantas veces en estas fechas,
pero hoy me encojo aún más
con un poco de tristeza.
Quizás el día sea consecuente con mis actos infantiles,
quizás la nostalgia y el recuerdo de unos rostros
y facciones muy queridos,
quizás la bambalina de mis sueños que no paran
y descansan.
Y entre ellos estás tú, Ciudad Recuerdo,
el mítico lugar que nunca olvido,
el mundo concentrado de mis sueños,
la dulce sinfonía de los mares
que nos llega con su arena y su salitre.
Y en ese sitio tan hermoso vuelvo a verte
y a sentir tu voz inconfundible,
el murmullo que me cuenta tantas cosas,
que me habla y tranquiliza,
que me cuenta de su casa,
que pregunta por la mía, y es, entonces,
cuando siento que la vida se ha parado,
cuando veo a la gatita que se llega hasta mi lado,
que se sube a mi regazo y se acurruca entre
mis brazos a buscar una caricia de mis dedos,
con un dulce ronroneo, y sus uñas
amasándose en mi ropa y sacándome unos puntos.
Yo me embriago de ese acto y lo disfruto,
saboreo las palabras que me llegan con tus versos,
hago míos tus poemas y los dejo simplemente
que penetren en mis venas.
Es tu voz una cadencia silenciosa,
un embrujo que sortea mil escollos,
una bella mariposa que regresa a mis oídos,
una nube deslizada de tus labios a la tierra,
un suspiro inenarrable que precisa quien lo tome.
Y es por eso que te siento y que te veo,
que palpito con la sangre de tus venas
y que busco en el pasado tu sonrisa
y me encuentro, como ahora, que el otoño
se ha marchado,
que la nieve está muy cerca,
que ya apuntan en las sienes esas canas
del invierno,
que la alfombra tan dorada de los bosques
se ha perdido y se ha fundido con el barro
y que lloran las estrellas en la noche, temblorosas,
en un cielo que se apaga y que se muere...
Es invierno y yo me pierdo entre mis sueños...
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/11
viernes, 2 de diciembre de 2011
CERRAR LOS OJOS Y QUEDAR DORMIDO...
Cerrar los ojos y quedar dormido
en un sueño para siempre,
dejar que las pupilas se relajen,
que no sientan los latidos,
seguir el rítmo de la vida y
sus constantes,
acariciar el aire con tus dedos
y escuchar el dulce grito del silencio.
Pedir al cielo una esperanza,
gritar a Dios desde la tierra
para enviarle tu grito de protesta.
...Y luego seguir soñando,
durmiendo eternamente,
en ese sueño sin palabras y sin voces.
Porque el amor pasó, y ya no vuelve,
como aquel tren de mercancías
que veías en los cuentos infantiles,
y es ese amor, el que perdiste,
el que marchó muy lejos por las vías,
buscando otros destinos y viajeros.
Y tú lo sabes y supiste siempre,
que estabas en la última oportunidad
que te quedaba,
en ese momento en que el valor es necesario,
en que no se debe dudar y menos
mentirse uno a sí mismo.
Porque aquel tren que pasaba
era el tren de tu vida y de tus sueños;
de los sueños juveniles, tan reales,
tan intensos y tan llenos del amor y fantasía.
Ahora miras las vías muertas y vacías.
Por ellas no circulan trenes,
ni hay vagones que se acerquen
para subirse a ellos.
Hasta la vieja estación tiene las puertas
cerradas,
las ventanas bajadas
y el letrero de la misma apenas se distingue.
Todo es soledad en el recinto,
como en tu alma,
que duerme la resaca de la vida.
Por eso quieres cerrar los ojos
y detener el tiempo,
(ya que no puedes retroceder en el mismo),
quieres parar las manecillas del reloj,
hacer que sigan vivas y no avancen,
para que la distancia que te separa
de aquel tren,
sea siempre la misma y no se agrande.
Así recordarás siempre esa distancia
y al vagón que no subiste
y puede que un día, cuando despiertes,
tu fantasía te lleve a otro sueño,
en el que subas a ese tren que ya perdiste
en el pasado.
Soñar no cuesta nada, amor, nunca lo olvides,
aunque olvides mis palabras y mis versos.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/12/11
jueves, 1 de diciembre de 2011
QUISIERA SENTIR LO QUE HE SENTIDO...
Quisiera sentir lo que he sentido
y amarte como entonces, sin palabras.
Pero el tiempo es cruel y despiadado,
no sabe de razones y locuras,
no atiende a los deseos de las almas
y sigue el calendario y el destino.
Yo siento que he perdido la batalla
y el precio que ahora pago me desborda,
a veces no comprendo las razones,
la inmensa eternidad de mi castigo.
Sabía que el amor era algo hermoso
y pude saborearlo día a día.
Crecía y saludaba a las personas
leyendo en su mirada las respuestas;
vivían como viven los humanos,
vivían sin saber por qué vivían,
y entonces yo busqué otros caminos,
marché por nuevas sendas e ideales
buscando lo que buscan los poetas,
quizás ese conjunto de ilusiones
que forman margaritas y utopías.
Y sí lo conseguí, estoy seguro,
viví intensamente, mucho tiempo,
mezclando realidad y fantasía,
viví en ese mundo de colores
donde el Requien de Mozart
se cruza con un fado portugués
y se saludan,
y viví también en el mar y la montaña,
en el binomio claroscuro de la vida,
soportando las galernas del invierno
con el sol de estío y la resaca,
la helada de la noche y la tormenta;
y viví para ti, amor lejano,
y te conté todo esto en mis poemas,
en las letras que formaron tantos versos
que quizás muchos de ellos repitieron
el mensaje y la nostalgia.
Pero no,
no me arrepiento de haber amado así,
porque creía en tu mirada,
creía en tu palabra y en tu voz,
en el cuerpo sensible que tuve entre mis brazos,
en los labios que robaron a mis labios
unos besos y suspiros,
un susurro inenarrable con tu nombre
y dos palabras.
Es ahora cuando digo que te añoro
y quisiera tenerte nuevamente como entonces,
con aquello que he sentido,
con el timbre de tu voz en mis oídos,
con el roce de tu mano en mi cabello,
con tu cuerpo tan vibrante y sugerente
desprendiendo mil sonrisas,
con tus sueños compartidos
y cargados de alegría.
...Pero miro y no te tengo vida mía,
ya no estás aquí, tan cerca,
estás muy lejos,
más allá de la distancia,
más allá de los sentidos,
más allá de mis esfuerzos y mis sueños,
más allá de cuanto puedo y cuanto añoro.
Y por eso una lluvia se derrama por mi cara
con el llanto de mis ojos,
y aquí estoy y no lo niego,
con mi lloro como un niño.
Lloro por haber perdido tu sonrisa,
por no haber sabido luchar y romper
las cadenas que nos separaban,
lloro, quizás, por mi cobardía,
por seguir agazapado y con el miedo
dominando mis deseos,
cuando una y mil veces gritaría tu nombre,
gritaría que te amo y te deseo
entre mis brazos,
en mi alma,
para hoy y para siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/12/11
viernes, 25 de noviembre de 2011
HOY ES JUEVES.
Hoy es jueves, porque lo dice el calendario
y lo más importante, porque también tú lo dices...
Sé que hoy hace un buen día y no llueve,
aunque hace un poco de frío que, en la mañana,
se ve reflejado en la helada del suelo
y en el manto blanqueado del campo
que despierta, tímidamente, con los primeros
rayos de sol.
...Pero, ¿puedo darte un consejo?
¿Puedo pedirte una cosa...?
Anda, sonríe,
mira por la ventana y busca el cielo azul.
Hoy luce el sol para ti,
para mi y para todos los que nos rodean.
El sol, la luz, el amor, la fantasía...
Dejémosles volar y que ellos
nos embriaguen con su danza y sus cabriolas.
Disfrutemos de estos segundos maravillosos
y no pensemos en los que vendrán después,
porque esos aún no forman parte del presente.
Tampoco juguemos con las palabras
y menos con las métáforas.
Hagamos que hablen las miradas,
que hablen nuestras manos,
que hablen nuestros ojos,
que hablen nuestros labios y digan ese nombre
silencioso que se escapa de los mismos.
"Vivamos" en una palabra y "gocemos de la vida",
porque la vida es algo que no tiene adjetivos
ni vestidos,
es este momento de ahora,
el que estamos sintiendo en este instante,
el que roza nuestros dedos mientras ellos
pulsan el teclado,
es esa brisa invisible que mueve los cabellos,
la que susurra en nuestros oídos
unas palabras esperadas con un nombre,
la que hace latir más aprisa el corazón
y hasta nos hace llegar el sonido de
la campana interior de nuestra iglesia,
para acudir a ella,
a ese corazón que nos llama y nos reclama,
a esos acantilados donde se estrellan las olas
de la vida y donde el bígaro entona
el canto del cortejo ajeno a todo lo que le rodea
y empapado en salitre.
Por eso pido que sonrías
y por eso te doy este consejo,
para que la vida también te sonría
y para que tu sonrisa me contagie,
entre el vuelo de las mariposas,
el sonido de las olas al llegar a la playa,
en medio de esas bambalinas de colores
y en esa procesión inacabable de la resaca
con la arena y las algas que despiertan los sentidos.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/11/11
domingo, 20 de noviembre de 2011
SIN CONTENIDO.
Hoy me encuentro ante ti, mi fiel cuaderno,
y no sé cómo decirte lo que siento,
lo que llevo entrelazado
en este nudo de mi alma,
lo que piensa y lo que grita
mi cabeza y mi costado y no entiende la razón.
...Porque sé que en esta noche no me salen
las palabras y mis fuerzas están justas
sin poder romper el blanco de esta página
y dejar aquí plasmado
el grito ahogado de mi pecho.
Porque el grito que me agobia es
esa eterna sinfonía de protesta
que reclama la justicia de lo eterno,
Las eternas paradojas de la vida
se suceden sin descanso
y con ellas las preguntas sin respuetas,
los silencios prolongados de ese Dios,
en el que creo,
y no sé donde se encuentra.
Es por eso que esta noche le pregunto nuevamente
¿por qué pasan estas cosas?,
¿por què parten de la vida las personas tan sinceras
y sencillas,
las que entregan lo que tienen,
las que donan generosas sus sonrisas,
las que escuchan y aconsejan,
las que ayudan y se acercan, sin decir una palabra,
y nos toman de la mano, nos abrazan en silencio
y nos dan y nos ofrecen el cariño deseado.
¿Por qué llevas a los seres tan queridos?,
los amigos verdaderos,
compañeros de los juegos de la infancia,
familiares tan cercanos que vivían solamente
y gozaban de la vida.
...Yo me digo en esta noche que no es justo todo esto,
que personas ideales nos las lleves y arrebates,
que las cortes de un plumazo su sonrisa de los labios,
que cercenes tantos sueños
y que mueran sus proyectos, marchitados
al saber esta noticia de su viaje.
Sí, mi Dios, en el que creo, estoy muy triste
y tú lo sabes.
Yo no entiendo lo que pasa
ni tampoco sé las prisas de la muerte
por segar estos caminos.
Hace un año me llevaste, de mi lado,
a una amiga ilusionada,
que soñaba firmemente en las estrellas,
que quería pasear por la ribera de su río,
que gozaba con sus hijas y sus nietos,
que tenía entre sus labios la sonrisa
y la palabra de una amiga y una madre.
...Y la arrancaste de la vida cruelmente,
cuando ella deseaba arañar unos segundos
de ese tiempo interminable de su ciclo,
y sumar esos minutos, dando ejemplo, en una lucha
que tenía de antemano ya perdida.
Hoy me anuncian que te llevas a un amigo
de mi lado,,
que su tiempo está contado
y que apenas si le quedan unos meses de viajar
en esta vida.
En septiembre y codo a codo percibimos el otoño
que llegaba lentamente,
y lo hicimos visitando la Montaña Palentina,
bromeando en los paseos,
visitando las iglesias del románico
y absorviendo la fragancia
de la tierra castellana.
Más fue en julio, en otra marcha y caminando,
cuando vino hasta mi lado con su voz y su palabra
para ver qué me pasaba,
cuando tuve el pasaporte de su mano,
que midió mis pulsaciones y me dijo
que parara y descansara,
cuando pude comprobar que era mi amigo
más allá de toda duda,
porque así son los amigos, en su entrega.
...Y ahora lloro tras saber esta noticia,
y no sé cómo plasmarla.
No sé bien lo que ahora escribo,
ni si escribo, tan siquiera, pues me ciegan
unas lágrimas traidoras que no puedo contener.
Y por eso a ti te grito y te pregunto, ¡Oh Dios mio!,
¿por qué pasa todo esto?,
¿por qué llevas de mi lado a los amigos?,
¿por qué siegas de raíz las ilusiones
de los seres que yo quiero?
¿Es acaso que me buscas y me anuncias
tu llegada?
Rafael Sánchez Ortega ©
20/11/11
martes, 8 de noviembre de 2011
PREGUNTAS A LA NIEBLA.
No sabía lo que habría detrás de aquella puerta
y menos aún tras la cortina sesgada y difusa de la niebla.
La calle apenas se veía,
las luces de la tarde ya estaban muy difusas
y nada presagiaba que la luna y las estrellas
se tomaran el relevo.
Pensé en lo hermoso que sería poder tener la facultad
de convertirme en niebla.
Poder llegar a todo el mundo,
cubrirle con las telas invisibles,
cegarle en suma y dejar a las personas
a merced de su destino.
Y sería hermoso porque entonces entraría
en sus entrañas y en su alma.
Allí podría comprender por qué se ama,
por qué se siente frío en el verano,
por qué las golondrinas nos contemplan
y nos cantan en las tardes,
por qué los sentimientos se entremezclan y entrecruzan
en un sístole y un diástole continuo,
por qué lo blanco es negro algunas veces
y por qué tantas preguntas sin respuesta
nos hacemos cada día...
¡Bella niebla, lo que haces!.
Sin quererlo ya has cubierto de preguntas el cuaderno
y también de interrogantes.
Yo tenía ese algo de curioso de los hombres y poetas
y aspiraba y deseaba conseguir esas respuestas
traspasando tus umbrales.
Pero veo que me encuentro tan a ciegas como antes,
con el gris y la tristeza de las sombras,
con el filtro inapelable de ese mundo que separa
los destinos.
Densa niebla que nos llamas y nos dictas los deberes,
que nos dejas susurrando esos granos de morfina
que adormecen los sentidos.
Yo quisiera ser tu amante,
yo quisiera ser la rosa de tu pecho,
yo quisiera ser el hombre que arrancara los suspiros
de tus labios,
yo quisiera ser el niño y el poeta que escribiera
lo que encuentre tras tu ropa y tu vestido,
yo quisiera ser la luz que tú te llevas en tu sueño.
...Pero quedo simplemente con mi mano en el cuaderno,
con mis dedos vacilantes recogiendo tus latidos,
con el alma lacerada y más confusa entre esta niebla
que me ata y que me arranca mil gemidos.
Es por eso que te escribo y que te pido,
con mis letras en la pluma,
con mi voz en el silencio,
con el grito desgarrado que ahora dejo en la cuartilla,
que me expliques:
¿por qué vienes hasta mi para abrazarme?,
¿por qué haces que te pida esta pregunta?.
¿Es acaso por la niebla de mis ojos?,
ó ¿es quizás por la otra niebla que atenaza,
desde un tiempo, y que me ciega fuerte el alma?
Rafael Sánchez Ortega ©
07/11/11
viernes, 4 de noviembre de 2011
¡PERO NO TENGO TIEMPO...!
Me gustaría mirarte a los ojos
para leer en ellos ese mensaje de tu alma
y los versos ocultos que forman el poema de tu vida
y que guardas en el cuaderno de tu pupila.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría contarte mi vida paso a paso,
desde la primavera hasta el otoño
y luego vivir contigo aquellos momentos inolvidables,
de una juventud grabada a fuego en mi recuerdo.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría besarte y sentir tus labios
temblando entre los míos,
para gozar de esa comunión sin límites de tiempo,
sin cadenas ni ataduras,
sin hipocresías y sin miedos,
donde la pasión estuviera presente
y fuera nuestro centro.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría abrazarte en ese espacio de tiempo
que va desde el atardecer hasta el alba
y luego, seguir abrazándote más y más,
durante el día,
deteniendo los relojes,
retrasando los segundos,
para que esos momentos fueran interminables.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría darte la luna,
cien rosas, un castillo,
un bosque y una pradera con cervatillos,
pero también quisiera darte las olas con su diadema,
el mar verdeazulado con sus ojos,
las nubes borrascosas,
la cólera del viento y su abrazo invisible,
y también me gustaría darte todo lo que existe.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llevarte en un viaje sin retorno
para vivir intensamente en esos sitios de ensueño,
de los que tantas veces hablamos y soñamos y allí,
hacer realidad nuestros sueños,
en los desiertos, en las ciudades,
en los teatros y en los museos.
Pero también me gustaría llevarte hasta la cima
más alta del mundo
y, al rincón más apartado del universo,
para allí dormirme entre tus brazos.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llamarte por tu nombre, en un susurro,
en una voz que apenas la sintieras,
pero que te llegara en ese movimiento
imperceptible de mis labios
y que tú la entenderías porque allí estaba
escrito tu nombre, como un eco.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría gritarte dulcemente
y decirte que estás equivocada,
que no soy como te figuras,
ni soy aquella persona que un día conociste,
ni soy el poeta libertino que gozaba por las plazas,
en las noches, anunciando su locura.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría salvarte de tu error
y rescatarte de tus dudas y tus miedos,
pero ello equivaldría a coartar tu libertad,
a interferir en tu vida
y a que levantaras la cabeza para que me vieras
tal y como soy
y creo que debes seguir siendo tú,
a pesar de todo,
y aunque me duela.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llorarte, y lo hago,
pero quisiera llorarte en el silencio de mis versos
y que ellos te llegaran
y llevaran esa brisa que precisas,
ese fuego que me ahoga,
ese miedo que me impide ver mis dedos
cuando tiemblan.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría sentirte así, como te siento,
y que este sentimiento no se fuera nunca,
que no se olvidara ni quedara relegado
en un rincón del alma,
como un objeto decorativo,
que volviera a mi recuerdo con la voz
de la nostalgia.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría escucharte nuevamente
y estremecerme con tu voz,
en los poemas recitados,
en ese deletrar los versos de los otros
mientras ibas rescatando los tuyos de tu pecho,
en esa bella melodía y oración que musitabas
dulcemente.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría...
(En realidad me gustaría cerrar los ojos,
notar tu presencia,
sentir tu cariño,
susurrar un "te amo"
y escuchar tu respuesta).
¡Pero no tengo tiempo...!
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/11
para leer en ellos ese mensaje de tu alma
y los versos ocultos que forman el poema de tu vida
y que guardas en el cuaderno de tu pupila.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría contarte mi vida paso a paso,
desde la primavera hasta el otoño
y luego vivir contigo aquellos momentos inolvidables,
de una juventud grabada a fuego en mi recuerdo.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría besarte y sentir tus labios
temblando entre los míos,
para gozar de esa comunión sin límites de tiempo,
sin cadenas ni ataduras,
sin hipocresías y sin miedos,
donde la pasión estuviera presente
y fuera nuestro centro.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría abrazarte en ese espacio de tiempo
que va desde el atardecer hasta el alba
y luego, seguir abrazándote más y más,
durante el día,
deteniendo los relojes,
retrasando los segundos,
para que esos momentos fueran interminables.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría darte la luna,
cien rosas, un castillo,
un bosque y una pradera con cervatillos,
pero también quisiera darte las olas con su diadema,
el mar verdeazulado con sus ojos,
las nubes borrascosas,
la cólera del viento y su abrazo invisible,
y también me gustaría darte todo lo que existe.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llevarte en un viaje sin retorno
para vivir intensamente en esos sitios de ensueño,
de los que tantas veces hablamos y soñamos y allí,
hacer realidad nuestros sueños,
en los desiertos, en las ciudades,
en los teatros y en los museos.
Pero también me gustaría llevarte hasta la cima
más alta del mundo
y, al rincón más apartado del universo,
para allí dormirme entre tus brazos.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llamarte por tu nombre, en un susurro,
en una voz que apenas la sintieras,
pero que te llegara en ese movimiento
imperceptible de mis labios
y que tú la entenderías porque allí estaba
escrito tu nombre, como un eco.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría gritarte dulcemente
y decirte que estás equivocada,
que no soy como te figuras,
ni soy aquella persona que un día conociste,
ni soy el poeta libertino que gozaba por las plazas,
en las noches, anunciando su locura.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría salvarte de tu error
y rescatarte de tus dudas y tus miedos,
pero ello equivaldría a coartar tu libertad,
a interferir en tu vida
y a que levantaras la cabeza para que me vieras
tal y como soy
y creo que debes seguir siendo tú,
a pesar de todo,
y aunque me duela.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría llorarte, y lo hago,
pero quisiera llorarte en el silencio de mis versos
y que ellos te llegaran
y llevaran esa brisa que precisas,
ese fuego que me ahoga,
ese miedo que me impide ver mis dedos
cuando tiemblan.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría sentirte así, como te siento,
y que este sentimiento no se fuera nunca,
que no se olvidara ni quedara relegado
en un rincón del alma,
como un objeto decorativo,
que volviera a mi recuerdo con la voz
de la nostalgia.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría escucharte nuevamente
y estremecerme con tu voz,
en los poemas recitados,
en ese deletrar los versos de los otros
mientras ibas rescatando los tuyos de tu pecho,
en esa bella melodía y oración que musitabas
dulcemente.
¡Pero no tengo tiempo...!
Me gustaría...
(En realidad me gustaría cerrar los ojos,
notar tu presencia,
sentir tu cariño,
susurrar un "te amo"
y escuchar tu respuesta).
¡Pero no tengo tiempo...!
Rafael Sánchez Ortega ©
04/11/11
lunes, 31 de octubre de 2011
¿A QUIÉN...?
De antes, preguntaba a las estrellas
por mis cosas, por aquellos sentimientos
que afloraban,
por los miedos y las dudas
que venían y llegaban,
como el mar y las mareas...
De antes, me acercaba hasta las olas, en la barra,
susurrando todo aquello que embargaba mis sentidos
y tomando su respuesta
entre el salitre y el nordeste.
Luego, más tarde, y con el tiempo,
preguntaba a los amigos, por mis cosas,
les hablaba de mis sueños infantiles,
de los pasos de gigante que crecían
en la isla diminuta e inaccesible
de un océano sin nombre.
Pero ahora me pregunto:
¿a quién me acerco con mis dudas?,
¿dónde dejo las espinas que me causa mi conciencia?,
¿dónde puedo reponerme, de este largo caminar,
en mi derrota hacia la nada...?
Es otoño y ya no miro a las estrellas.
Ahora miro en el espejo de la vida
ese mapa de mi cara que reflejan sus arrugas.
Allí veo tantas sendas recorridas,
tanto tiempo con su sístole y su diástole continuo
y sin descanso,
allí veo ese grafismo de la vida
con sus rasgos sinuosos que no saben de fronteras.
Ahora busco los caminos en mis manos
y en sus venas,
mientras siento que la sangre acelerada,
de hace tiempo,
no recorre por mis venas.
Hay un hielo en esas manos,
hay un frío que penetra hasta los huesos,
hay un miedo lacerante que se nota y que se palpa
y que brota en unas lágrimas furtivas
que se pierden por el pecho hacia los suelos.
Ahora observo mis pisadas vacilantes
que se estiran en la playa,
y tras ellas no me veo como antaño,
ya no existe ese recuerdo ni tampoco la nostalgia
del pasado.
Una niebla me rodea,
una bruma me atenaza con su abrazo,
un susurro silencioso del otoño
que me habla sin saber lo que me dice.
Ahora grito en el silencio,
con la voz enronquecida,
al vacío que me abraza
y me devuelve su silencio
en esta tierra inalcanzable.
...Pero queda la pregunta sin respuesta:
¿A quién pregunto por mis cosas?,
¿a quién hablo del amor y del rocío de mi alma?,
¿a quién sonrío con su risa entre mis labios?,
¿a quién recojo entre mis brazos
y acaricio dulcemente,
mientras siento un corazón, en su latir apresurado
entre mis dedos?,
¿a quién leo mis poemas y mis versos?,
y ¿a quién le cuento mis secretos y le hablo
en mis silencios sin palabras?...
¿A quién Amor?, ¿a quién...?
Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/11
jueves, 20 de octubre de 2011
QUISIERA QUE EL SONIDO DE ESTA MÚSICA...
Quisiera que el sonido de esta música
llegara a tus oídos
y que penetrara en tu cuerpo haciéndote
estremecer.
Quisiera que las notas del piano
sustituyeran a tu sangre,
para que siguieran la cadencia
y ese baile de la música melodiosa
que se escapa en la noche.
Quisiera que tú la recogieras,
que bebieras esa néctar,
el de estos momentos inolvidables
para que nunca se borre de tu recuerdo.
Quisiera que con la música
sintieras mi cuerpo estrechando a tu cuerpo
y mis labios buscando a los tuyos
para entregarles un beso sincero.
Quisiera tu abrazo y tu cariño
y a la vez, poder tomarte entre mis brazos,
mirar en tus pupilas
y darte mi cariño sin palabras y en silencio.
Quisiera que este sueño no acabara,
que la música continuara sin cesar
desgranando estas notas tan hermosas...
...Pero ahora soy yo el que cierra los ojos,
el que suspira y el que sueña
entre los acordes de esa fuerza mágica
que surge del piano.
Me siento trasportando hacia otras tierras,
a un mundo diferente
y allí te veo y camino a tu lado de la mano.
Cruzamos desiertos y pisamos las arenas de la playa,
subimos montañas y recorremos caminos diversos
entre valles y colinas, con el monte cercano.
Escuchamos la berrea de los corzos y rebecos
y sentimos su llamada en esta noche.
Ese grito tan ahogado de pasión y celos
que desgranan sin cesar.
El torbellino de la música nos envuelve nuevamente
y las piezas suenan y suenan sin cesar,
ofreciéndos, en un amplio repertorio su belleza.
Suspiro y busco tu latido con mi mano.
Toco tu seno palpitante
y mis dedos van hacia tus labios temblorosos.
Los recorro mientras tú también buscas los míos.
Quieres mis labios,
quieres mis besos,
quieres mis manos y yo...
También te quiero, amor.
Te quiero y te deseo
y busco el líquido sagrado de tu fuente
para calmar en ella la pasión que me desborda,
que me ahoga,
mientras escucho de tus labios esa frase:
"Te amo, amor, te amo..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/10/11
martes, 18 de octubre de 2011
BAJAMAR HACIA LAS OLAS.
Amanece y sopla una ligera brisa
que da forma a la vida y a las aguas.
Unos ojos soñolientos se abren
surgiendo de la inmensidad de una noche gestada
hacia un día que ahora comienza.
Las olas rizadas, temblorosas, apenas palpitan,
aunque poco a poco van latiendo con más pulso
y estirando sus cabellos plateados.
La sangre caliente palpita alterada
y grita pidiendo ese trozo de vida que comienza,
esos minutos incipientes en que la marea sube
hacia los acantilados en ese camino invisible
de un tiempo que comienza.
Es preciso esperar y sentir intensamente
esos latidos de la mar que llega hasta nosotros,
ayudada por el viento de los mares,
que la empuja a la ribera y a la playa.
Es un lento recorrido sin descanso
con los cuerpos que se estiran y que crecen,
en un lento amanecer irreversible que comienza.
Poco a poco la marea va subiendo
y hasta cubre con sus aguas el desnudo de la playa.
Son minutos que se pasan
mientras vemos la corriente cómo empuja,
como sube por la ría,
como avanza sin descanso
mientras cambia el panorama y los colores,
que se vuelven ahora azules, como el cielo.
A su vez otra marea se desliza y cobra vida,
va pulsando y penetrando los rincones de las almas.
Una rosa se despierta temblorosa y suplicante
y una mano la recoge y la lleva
hacia unos labios con un beso.
Es curioso, que en apenas unas horas,
nuestras aguas han llenado la bahía
y una dulce melodía ya se extienda por el aire.
Unas barcas están quietas y se duermen
con el suave bamboleo de la brisa y el nordeste.
Otra dulce pleamar también se extiende
por los cuerpos,
mientras sudan y trabajan,
mientras lloran y sonríen,
mientras aman y suspiran
esperando la palabra y la respuesta que no llega.
Y de pronto aquella magia se evapora en un instante,
pues comienza ya el reflujo de las aguas
en su vuelta hacia los mares.
Ahora cobra más sentido la salida impetuosa,
el descenso hacia la barra,
el vagar por los andenes de autobuses y de trenes
intentando asir su estribo.
Pasa el tiempo y se vacía el estuario
y de nuevo las arenas de la playa
se despiertan desnudadas y mojadas.
Yo percibo el bajamar que se avecina
y que me arrolla,
que me abraza impetuoso
y deshoja esas ramas tan doradas
que cubrían a mi pecho.
Cuando miro a la bahía ya es muy tarde.
Han pasado muchas horas, casi doce,
con el flujo y el reflujo,
con subidas, pleamares y bajadas de marea.
Cuando miro a mi pasado veo huellas muy cercanas
que se pierden en el tiempo,
que se mezclan con recuerdos y con sueños.
Es la corta bajamar de los otoños
con sus días que decrecen y que llegan
con la sombra de la nube
y de la noche que se acerca.
Es entonces cuando veo y cuando siento
la figura que se marcha por los mares,
la que lleva en sus oídos mis palabras,
la que vino hasta mi lado a leer en mi mirada,
la que dijo en un susurro que me amaba,
la que hizo que sintiera ese latido
y ese amor que me desborda
y que marcha en bajamar
hacia las olas sin retorno.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/10/11
Suscribirse a:
Entradas (Atom)