Después de mucho tiempo de reflexión, ya que han sido 12 años militando en el Partido Popular, en los que he tenido una participación activa, ocupando distintos cargos, hasta hace dos años, en la organización, en los que he pasado buenos y malos momentos, en los que he conocido a grandes personas y que dejo buenos amigos, que espero mantener, he decidido finalmente abandonar la militancia por profundas y continuadas discrepancias con el partido al que un día, allá por mayo de 2001, decidí afiliarme. Un partido con el que compartía ideales, aunque, como es lógico, no siempre estaba de acuerdo en todo. Pero cuando me afilié, y durante los años siguientes, me sentía orgulloso de pertenecer a él.
El problema viene cuando las decepciones se suceden, una tras otra. Cuando la ausencia de autocrítica en el seno del partido, sobre todo en Asturias, ha llevado a la organización a cosechar dos de los peores resultados electorales de su Historia. Ingenuo de mí creí, pensé que tras la primera debacle electoral, en 2011, las cosas iban a cambiar, que se iba a producir una verdadera regeneración interna. Y lo creí, y así lo expuse ante cualquier persona con la que hablaba del devenir del partido en Asturias, porque me negaba a creer que fueran tan estúpidos como para hundir el partido para seguir ocupando un puestín remunerado, con el riesgo de acabar perdiéndolo tarde o temprano por asfixia electoral. Pero la realidad es tozuda y nuevamente quedé como un idiota.
A este revés se suma la inexistencia de un procedimiento verdaderamente democrático en el seno del Partido Popular. Pero qué se va a esperar si los órganos encargados de velar por el cumplimiento de los procedimientos congresuales los elige el aparato. Y por supuesto, si uno pretende acudir como compromisario, cuidado porque vas a sufrir las presiones para que se avale a tal o cual candidato. En el último Congreso, a la candidata oficial, Mercedes Fernández, conocida como Cherines, no le bastó con reunir los avales necesarios para la proclamación oficial como candidata, sino que pretendió, y bien que lo consiguió, impedir que Manuel Pecharromán pudiera presentarse al Congreso. ¿Miedo a lo que los compromisarios pudieran votar? Muy probablemente. Para esto se procedió a una campaña de extorsión para que los Presidentes de las Juntas Locales pidieran a sus compromisarios avalar a la candidata oficial.
Pero lo que es más sorprendente fue como ante el informe de gestión del Secretario General del PP, Fernándo Goñi, carente de la más mínima autocrítica, echándole la culpa de los males a Cascos y a quienes abandonaron el PP para irse con él, algunos de ellos presentes en el Congreso, que volvieron como hijos pródigos, lo que supone tener unas tragaderas enormes aplaudir semejantes dardos dirigidos hacia ellos mismos. Lo que hace la política. Pero, lo más frustrante es que, salvo yo, y no sé si hubo algún otro voto negativo o abstenciones, es que apoyaran el informe con una práctica unanimidad. Eso sí, después de que algunos me comentasen el valor que tenía de mostrar públicamente mi discrepancia, concluyeron de igual manera que yo. Pero claro, en petit comité. Nadie se atrave a decir nada a la cara de ningún dirigente del partido no vaya a ser que se queden sin un cargo no remunerado en la Junta Directiva. De todas maneras, lo entiendo. Pero lo que no llego a comprender, ¿por qué no votaron en contra quienes no iba a recibir nada a cambio?
A las continuas decepciones del partido en Asturias, se le ha sumado las provenientes de Rajoy y su Gobierno, sobre el que tenía puestas mis esperanzas para que la situación mejorase en España. Pero no, ya se han ocupado ellos de, como diría el Senador Carrick (quinta temporada del Ala Oeste de la Casa Blanca, después de la jugadita que le organizó Josh Lyman, el ayudante del Jefe de Gabinete, para lograr que desbloquease los ascensos de militares) de hacerme más fácil tomar la decisión de dejar la que fuera mi casa política. Para empezar, subiendo impuestos contra lo que predicaban justo ese mismo año antes de ganar las elecciones. No contentos con subir el IRPF, decidieron cuadrar las cuentas con una subida brutal del IVA. Decisión que si la critiqué en 2009, lo hice de nuevo el año pasado.
No quiero dejarme en el tintero a quien ha sido el artífice de organizar una de las mayores violaciones de los derechos fundamentales, como es el de la tutela judicial efectiva, con la imposición de unas tasas judiciales desproporcionadas, que impiden acceder a los Tribunales a las clases medias. Pero no contento con eso, se pone a reorganizar la Administración de Justicia a su único criterio. Sin consultar a nadie, pretende imponer unos Tribunales de Instancia centralizándolos en la capital de la provincia. ¿Y qué decir del último y flagrante incumplimiento electoral? Prometieron volver al sistema de elección de vocales del CGPJ al previsto en la Constitución, pero han seguido con el mismo de siempre, con el de que los partidos se repartan los vocales. Esto sí que no me lo esperaba, porque creí que después de la utilización partidista del PSOE en la legislatura pasada no volverían a caer en el mismo error que cometió Aznar pactando con el PSOE la reforma de la Justicia.
Y qué decir de la nefasta gestión del caso Gürtel, ahora conocido como caso Bárcenas. Después de mentir de manera flagrante en la comparecencia en el Congreso de los Diputados. Y, sobre todo, no se puede tener el poco sentido común de mandar mensajes a quien está siendo investigado por la Justicia, ni mucho menos mandar mensajes de apoyo.
Por estas circunstancias, y otras más que prefiero reservarme, por la imposibilidad de estar en un partido al que voy a estar criticando continuamente, y que no voy a ser capaz de defenderle en prácticamente en nada. Por estar en un partido que reside continuamente en Bulgaria, en los que los presidentes se rodean de gente dócil a sus órdenes, que se limitan a reírle las gracias y ocurrencias, a los que designan como delfines con la intención de poder controlarlos una vez dejado el cargo. Mi manera de ver la política dista mucho de esta forma de actuar. Y si fuera presidente de alguna organización política, procuraría rodearme de gente que actuara de manera leal diciéndome lo que realmente piensa, no lo que quiero oír. Los partidos deben formarlo un equipo de personas honestas y leales con ganas de trabajar en beneficio de la sociedad, no un pastor con su rebaño de ovejas.
En fin, para no extenderlo más, lo dejo aquí.
Twitter: @josecarrerob