¿te vienes? me dijo.
—ni me despedí
de los que debería haberme despedido;
y pido disculpas por ello—
bajamos a la calle
atravesamos la avenida
luego el arrabal, con su riera
ascendimos una loma;
en su cumbre contamos la calderilla de nuestra primera noche
al amanecer reanudamos la caminata;
durante meses
años.
en este tiempo
nos habremos pateado los cinco continentes del derecho y del revés
vadeado ríos hasta agotar todos los números
espolvoreado desiertos
y resbalado de nalgas valles
y montañas, valles
y montañas
sin reposo
ni paz
ella
—culo inquieto—
no sabe adónde quiere ir
yo sí
yo estoy donde siempre quise estar.