si es cierto que la memoria es un perro tonto
al que le tiras un palo y te trae cualquier cosa,
puedo agarrar ese perro,
- el gato no sirve;
un gato se ahoga en su propio atardecer,
y los felinos se consagran en ofrendas -
así que agarro al perro,
- o al recuerdo
que es lo mismo -
y le doy la oportunidad de crecer y aprender
hasta hacer de él un magnífico perro guía
al que le guste pelearse,
cada día
con veinte perros o más,
un perro que su rostro sea una amenaza que huela a mierda,
mierda pura,
de la peor clase,
y a la vez sea un animal inteligente y cariñoso.
puedo agarrar ese perro,
- el gato no sirve;
un gato se ahoga en su propio atardecer,
y los felinos se consagran en ofrendas -
así que agarro al perro,
- o al recuerdo
que es lo mismo -
y le doy la oportunidad de crecer y aprender
hasta hacer de él un magnífico perro guía
al que le guste pelearse,
cada día
con veinte perros o más,
un perro que su rostro sea una amenaza que huela a mierda,
mierda pura,
de la peor clase,
y a la vez sea un animal inteligente y cariñoso.
no quiero un recuerdo gandul,
algunos perros son gandules,
igual que las personas,
quiero adiestrar recuerdos guía,
para noches de distancia y rugidos,
condicionar al animal,
que haga lo que le pido,
y lazar al perro por un extremo de la carne,
con lágrimas como garfios,
mamadas de desgracias,
y cambiar el palo por una bola de nieve,
y lanzarla para que nada escape de su escondite,
para que no le escatime la sal ni la greda,
ni el pecho,
ni el maltrago del ahogo del abandono,
y así una
y otra,
y otra vez,
hasta encontrarme colgando de colmillos
y con los dracmas de mis arterias prostituidos:
un buen perro guía
siempre mantiene la sirga tirante.
algunos perros son gandules,
igual que las personas,
quiero adiestrar recuerdos guía,
para noches de distancia y rugidos,
condicionar al animal,
que haga lo que le pido,
y lazar al perro por un extremo de la carne,
con lágrimas como garfios,
mamadas de desgracias,
y cambiar el palo por una bola de nieve,
y lanzarla para que nada escape de su escondite,
para que no le escatime la sal ni la greda,
ni el pecho,
ni el maltrago del ahogo del abandono,
y así una
y otra,
y otra vez,
hasta encontrarme colgando de colmillos
y con los dracmas de mis arterias prostituidos:
un buen perro guía
siempre mantiene la sirga tirante.