A finales del siglo XIX, miles de irlandeses, hartos del hambre, la pobreza y la escasez, abandonaron su isla en busca de una oportunidad y recalaron en la creciente Glasgow. Esta, ciudad industrial en incipiente crecimiento, acogía inmigrantes y trabajadores para sus fábricas. La colonia de irlandeses llegó a crecer tanto que el fútbol, un deporte emergente y una fiesta para las masas, no podía quedar ajeno a sus deseos. A la sombra del equipo de los astilleros nacido en 1873 y bautizado como Rangers, nació un equipo de católicos que hacía honor a los celtas que habían habitado el territorio irlandés; lo bautizaron como Celtic y no tardó en generar un gran masa social.
Como contraprestación a este equipo católico, el Rangers, que en principio había nacido como apolítico y aconfesional llamó a sus filas a todos los protestantes de la ciudad. Fue así como comenzó una rivalidad que ya ha cumplido más de un siglo y que enfrenta dos maneras de vivir la religión (catolicismo - protestantismo) y dos maneras de vivir la política (republicanismo - lealismo). Un mar de reproches, varios centenares de muertes, miles de insultos y media docena de terribles anécdotas, la última de ellas con punto de partida en un karaoke y punto final en el escarnio público; fue en 1999 después de que el Rangers conquistase la Copa ante su rival y el presidente Donald Finley fuese grabado, en actitud descontrolada, entonando canciones ofensivas contra la comunidad católica. Se ponía fin, así, a la inmaculada carrera de un admirado abogado, y se ponía punto y seguido a una insana enemistad que se mantiene como un mal quiste a lo largo de los años.
Escocia siempre fue un país de héroes y villanos, de magia y oscuridad, de luz y muerte. Cuando evocamos batallas, liberaciones, honor y sangre, todos pensamos en Mel Gibson metido en la piel del legendario William Wallace. Un país al que le costó encontrar la paz, que consiguió su libertad y volvió a rendirse a la corona británica. Un país que sigue dudando entre los sueños de indepencia y la seguridad de la Unión. Como en fútbol, Escocia también es un país dividido. Fue en el año 1887 cuando el padre marista Walfred Kerns fundó el club Celtic para representar a la comunidad católica de los suburbios de Glasgow y fue en 1909 cuando nació una denominación de origen que ha puesto nombre y apellido a un derbi de casi cuatrocientos partidos.
Se jugaba la final de la Copa escocesa y el partido culminó en empate. Para poder derimir la contienda, ambos equipos hubieron de jugar un segundo partido de desempate que también terminó en tablas. Cuando el tercer partido llegaba a su fin y ambos equipos volvía a estar igualados se corrió el rumor de que ambas directivas habían acordado el empate con el fin de disputar un nuevo partido y así volver a repartirse la suculenta recaudación. El rumor desembocó en ira, la ira en protesta y la protesta en un campo de batalla. El césped fue invadido, los jugadores fueron evacuados y los presidentes fueron amenazados. Fue así como nació la denominación "Old Firm" (vieja empresa) para bautizar estos enfrentamientos como una oportunidad inigualable para el negocio.
El Old Firm de 1980 no pasó a la historia por su juego si no por su repercusión. En una escala de violencia incontrolable, ambas aficiones se enfrentaron en una batalla campal que dejó cientos de heridos en la calle y al gobierno británico en evidencia. Desde entonces se prohibió la venta de alcohol en cualquier recinto deportivo situado en suelo escocés. No se cortó el germen del odio, pero al menos se consiguió apaciguar la violencia en un par de grados.
Pero fue en 1987 cuando la rivalidad se transportó desde las gradas hacia el terreno de juego. En 1984 el Celtic fichó a un joven delantero del Watford llamado Maurice Johnston, tras tres temporadas y medio centenar de goles, el chico, que se había convertido en un ídolo, fue traspasado al Nantes donde no causó tanta sensación pese a anotar más de veinte goles en dos temporadas. Fue en 1989 cuando Jonhston, invadido por la nostalgia, decidió regresar a Escocia y aceptó una oferta del Rangers. Pese a que anteriormente ya habían sido varios los jugadores que habían vestido la camiseta de ambos equipos, aquel fichaje fue recibido como una puñalada por la afición del Celtic. Desde entonces, Johston pasó los dos peores años de su vida. Pese a que su rendimiento fue notable, la afición católica nunca le perdonó la traición y la afición del Rangers siempre le trató como un elemento extraño; fue insultado, vilipendiado, amenazado y discriminado. En 1991, al borde de la depresión, decidió abandonar Escocia e inició un periplo profesional que le llevó a conocer cuatro equipos, otros países y otras categorías. Tenía entonces veintiocho años y lo mejor de su carrera por delante, pero después de sufrir aquello jamás pudo volver a ser el mismo.
Pero ¿Cuándo comenzó realmente esta rivalidad tan extrema? El primer enfrentamiento entre ambos equipos data de 1888. Aquel día, el Celtic derrotó al Rangers por cinco goles a dos y no se recabaron incidentes reseñables. Fue en 1912 cuando llegó a Glasgow la compañía astillera "Harland and Wolf", un gigante del negocio que, entre sus directrices internas, constaba la de no contratar, bajo ningún concepto, a ningún trabajador católico. Dado que el Rangers había sido fundado por varias empresas navieras, aquel agravio corrió como la pólvora entre la comunidad católica y se acusó directamente a la afición del Rangers de ser anticatólica. La acusación, con el tiempo, fue tomando tintes reales al tiempo que toda la comunidad protestante iba, poco a poco, acercándose al equipo azul de la ciudad. Así, en cada derbi, los aficionados del Rangers comenzaron a poblar las gradas de banderas unionistas, al tiempo que los blanquiverdes del Celtic replicaban a sus rivales enarbolando cientos de banderas irlandesas.
Pero ¿Cuándo comenzó realmente esta rivalidad tan extrema? El primer enfrentamiento entre ambos equipos data de 1888. Aquel día, el Celtic derrotó al Rangers por cinco goles a dos y no se recabaron incidentes reseñables. Fue en 1912 cuando llegó a Glasgow la compañía astillera "Harland and Wolf", un gigante del negocio que, entre sus directrices internas, constaba la de no contratar, bajo ningún concepto, a ningún trabajador católico. Dado que el Rangers había sido fundado por varias empresas navieras, aquel agravio corrió como la pólvora entre la comunidad católica y se acusó directamente a la afición del Rangers de ser anticatólica. La acusación, con el tiempo, fue tomando tintes reales al tiempo que toda la comunidad protestante iba, poco a poco, acercándose al equipo azul de la ciudad. Así, en cada derbi, los aficionados del Rangers comenzaron a poblar las gradas de banderas unionistas, al tiempo que los blanquiverdes del Celtic replicaban a sus rivales enarbolando cientos de banderas irlandesas.
En 1921 se proclama la independencia del estado libre de Irlanda, la noticia, por ávidamente esperada, corre como la pólvora por las calles de Glasgow provocando una algarabía incontrolable en la comunidad católica, descendientes, casi todos ellos de irlandeses que llegaron a Escocia en busca de fortuna. La zona protestante de la ciudad, en cambio, se tomó aquella noticia como una afrenta y las celebraciones como una tración al estado británico. Las rencillas no tardaron en desplazarse hacia los estadios de fútbol. Se recrudecía una rivalidad que tenía todos los visos de alargarse en el tiempo. Desde que ambos equipo se cruzaron por vez primera, han sido trescientos setenta y cinco enfrentamientos los disputados entre ellos, con ciento cuarenta y nueve victorias para el Rangers y ciento treinta y cuatro para el Celtic. Los azules han ganado cincuenta tres veces la Premier escocesa por cuarenta y dos de los franjiverdes, siendo tan abrumador su dominio que, desde 1985, cuando lo hiciera el Aberdeen, ningún otro club escocés ha conseguido levantar el título de campeón de liga.
Sectarismo, violencia, sangre, odio, crueldad, pero también fútbol. Desde 1937, el Celtic juega en Celtic Park, allí han deleitado a la grada tipos como Aitken, Crerand, Dalglish, Gemmel, Larsson, McStay, McGrory, Johnstone, Thompson y Tully. Desde 1899, grandes futbolistas como Ferguson, Gough McPherson, Cairns, Cunningham, Archibald, Gray, Greig, Jackson y McCoist han hecho disfrutar en Ibrox, hogar del Rangers. Fue allí, en 1971, cuando se produjo una de las mayores tragedias del fútbol británico. Se disputaba un derbi, el Rangers empató en el descuento, el enfrentamiento había sido enérgico en el césped y reprobable en las gradas, la afición protestante celebró el tanto con algarabía y una de las barreras metálicas que separaban las escalinatas cedió, hubo una avalancha de aficionados que iban cayendo unos encima de otros. Fue terrible. Era una época en la que el IRA recrudecía su escala de violencia y los británicos miraban con recelo a todo lo que oliese a irlandés. Por desgracia, no había lugar más propicio donde trasladar las frustraciones que un campo de fútbol y no había acontecimiento más representativo que un Rangers - Celtic. El duelo de Escocia, el duelo del Reino Unido, el derbi más antiguo del mundo, el Old Firm. Un lugar para el reencuentro, un lugar donde, en ocasiones, se juega mucho más que un partido de fútbol.
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