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sábado, 5 de marzo de 2016

Mamá Osa

  Dedicado a mi hija y a su prisa por saber leer... :)

                                           Mamá Osa


  Hace muy, muy poco tiempo, Mamá Osa y su cachorro vivían felices en un bosque del color del arco iris bajo el manto protector de un cielo de un intenso azul cian.


  Cada día, Mamá Osa la llevaba de su mano y le mostraba los arroyos y las fuentes, los recodos y los prados, los caminos y las sendas de las moras, del agua y de la miel. Cada noche, Mamá Osa la acostaba, dulcemente la arropaba, amorosa sonreía y a su oído susurraba: "chiquitina... quieres que te lea un cuento?".


   E invariablemente, cada noche, la respuesta era una dulce sonrisa y la pequeña se acurrucaba y embelesada escuchaba los cuentos que Mamá Osa inventaba para ella y con voz tenue le leía mientras contemplaba sus dos palmas abiertas simulando las mil páginas de un libro encantador.


  Y así hilvanaban un día con el siguiente y una noche con la otra, entretejiendo con palabras un lazo intangible que prolongaba hasta la dicha su cordón umbilical.


   Sucedió que una tarde de la cuarta primavera, al regresar de su habitual paseo por el bosque, la pequeña se acercó a su Mamá Osa y, apoyando las manitas en su panza, la miró con esos ojos con los que a veces miran los cachorros de los osos y con un hilo suspirante de voz, le dijo: "mami... yo quiero saber leer!" Y el sol se ensombreció de pronto, el invierno regresó en un viento helado, el corazón de Mamá Osa se detuvo por un instante y en algún lugar remoto, las campanas de las horas de la vida anunciaron que las alas de la osita comenzaban a crecer...




   Aplacado ese primer impacto, Mamá Osa tranquilizó a su pequeña: "claro que sabrás leer! El próximo año la Osa Rita te enseñará a leer en la cueva escuela, no debes preocuparte!" Pero un año significaba para su cachorro toda una eternidad y una lágrima transparente recorrió aquella mejilla peluda y tierna: "pero mami... yo quiero saber leer ahora!!!"


   El momento pasó, llegó la noche y, de su mano, un nuevo cuento y un nuevo arrullo y la osita se durmió feliz. Pero esta vez, después de arroparla, Mamá Osa ya no pudo hacer lo mismo y cuentan los que la vieron que pasó la noche entera bajo el claro de la luna debatiéndose en la duda...


   Enseñarle a leer era perderla... cierto que así lo impone la Ley de la Vida, pero aún faltaba todo un año para eso... por qué iba ella a acelerar ese proceso? Sería fácil disuadir a su pequeña y aferrarse ese año entero a su dulce ingenuidad; seguir siendo, en solitario, luz y estrella de sus noches y sus cuentos, su faro, su puerto y su universo; retenerla cada noche en el embrujo de sus dos palmas abiertas... disuadirla, aferrarse, seguir siendo, retenerla...


   Y amaneció...

   Cuentan los que la vieron que, a partir de esa mañana, a la sombra de los fresnos, Mamá Osa le enseñaba los sonidos de las letras, los lacitos que las unen modelando las palabras y los cuentos... cuentan que, a lo largo de esos días, a los trinos de los pájaros se sumaba alborozada una voz de osa pequeña que cantaba ilusionada: "la "m" con la "a"... ma!!!" Y Mamá Osa abrió el baúl donde guardaba -para un año después- mil y un cuentos de papel y, noche a noche, la luna la siguió cuando guiaba, con su dedo, los ojos de su pequeña sobre las letras...


   Hay una primera vez para todo y así llegó para Mamá Osa aquel beso de buenas noches y aquel cuento de papel que, temblorosa, dejó en el regazo de su osita mientras la arropaba... "puedes leer un ratito, cariño, pero apaga pronto la luz que el sol llegará enseguida..."  Qué profundamente tristes sonaron los escasos pasos que la llevaron hasta su cama... cómo pesó la puerta que cerró tras ella... cómo quemaba en el corazón el cuento que no le contó esa noche... qué inmenso amor brotó incontenible de sus pupilas cuando la arrasó el torrente!


   Pero la Ley de la Vida, aún siendo implacable, no traiciona. La Osa Rita sin duda iba a llevarse una enorme sorpresa en la cueva escuela, pero aún faltaba todo un año para eso cuando la puerta de Mamá Osa volvió a abrirse y una osita preciosa, descalza y en pijama la miró desde la puerta y preguntó: "mami... quieres que te lea un cuento?" :) 



   Y amaneció...                     


:)

  No he podido evitar lanzarme a ampliar mi biblioteca :), estos libricos pequeños tienen algo a lo que no puedo resistirme :)





:)
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