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domingo, 17 de mayo de 2015

Canelo... el libro!

  Hace un tiempo os conté de mi asignatura pendiente, recordáis? aquello de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro… Y os presenté a mi Canelo :) Pasaron los días, días muy grises y Canelo quedó relegado a su bosque nocturno mientras, conteniendo el aliento, aguantábamos uno de esos envites que, a veces, nos hace la vida. Y en ese reparto, incierto y caprichoso de las cartas, el as quedó en nuestro mazo y volvió a amanecer :)

  Tengo tanto que agradecer a mis amigas... Por haber estado ahí cada minuto, acompasando sus pasos a los míos, sus silencios a los míos, tirando de mi sonrisa cuando he podido esbozarla, consolando cuando lo he necesitado... Sus mensajes se me representaban como esas esperanzadoras bengalas nocturnas, chispazos de luz que recordaban: "seguimos aquí"... Y volvió a amanecer! Y con ese nuevo sol de buenaventura, Canelo volvió a volar de la mano de Vic :), Dios mío!!!! No os hacéis idea de lo feliz que me hizo!

  Editó mi libro sin decirme nada, intercalando imágenes de la escena que os enseñé y me lo envió por correo para que yo lo modificara a mi gusto. Y a mi gusto lo que hice fue imprimir y montar. La, la, la...

  Lo he hecho en dos tamaños, edición "elegante" y de bolsillo un poquito más pequeño.



   En la portada, el vuelo de mi Canelo sobre el bosque de Silbalabí...


   En el interior, la historia acompañada de ilustraciones




   Y en la contraportada, una foto y el nombre de la autora. Lo he pixelado porque me daba mucho pudor ponerlo aquí. Entended por favor que es mi primer libro y por eso, aún no sé muy bien cómo manejar mi éxito. Jaaaaa!





  A veces, resulta muy difícil explicar el efecto que es capaz de provocar una de estas nuestras pequeñas cosas. Para que os hagáis idea os diré que mi marido me ha pedido un ejemplar para él y eso, os lo puedo asegurar de todo aseguramiento, es más o menos como poner una pica en el mismísimo centro de la diana de Flandes. :)



  Estoy contenta!!! Hey la onda, Vic!

  La jota, jotaaaaaaaa... :)

domingo, 19 de abril de 2015

"Canelo de Silbalabí"


  Dicen que hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida, plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro... A mí se me ocurren unas cuantas más que todos deberíamos, cuando menos, intentar hacer, pero, de esas tres, la que me falta es el libro :) y, aunque siempre he sentido el gusanillo de tentar esa suerte, nunca me he decidido a hacerlo en serio... hasta hoy :) Será un libro de cuentos... pequeños cuentos y pequeñas historias, como esta...


  "Canelo de Silbalabí"

      Todos los habitantes de Silbalabí piensan que Canelo es un perro perezoso y un poco tontorrón.

Nadie sabe ni se explica de dónde ha podido venir, ni cómo es posible que, atravesando todo el pueblo, llegara hasta la fuente de la Plaza Mayor sin que nadie reparara en él. Porque Canelo llegó en el día de mayo en que Silbalabí celebra su Fiesta de las Rosas y ese día, todo el mundo sale a la calle con el primer rayo de sol para no perderse ni un solo pétalo de la fiesta más bonita que jamás un pueblo pudo celebrar. Pero eso, ni más ni menos, es lo que sucedió y cuando Don Marcelo levantó la vista mientras lanzaba miguitas de pan a las palomas de la plaza, allá estaba Canelo bebiendo con avidez el agua de la fuente fresca de Silbalabí.

Tampoco nadie tiene verdaderos motivos para tomar por tonto a Canelo, pero el color de su pelo, su aspecto simpático y  su carácter, apacible y bonachón, le han valido el nombre y esa fama desde que llegó.


Canelo es pequeño, despistado y un poco torpón, con ojos oscuros, profundos y vivarachos y unas enormes orejas que prácticamente arrastra por el suelo al caminar. Un perro alegre y tranquilo, siempre dispuesto a jugar con los niños, siempre paciente y cariñoso con todos.

Los silbalabianos no pueden resistirse a decirle algo, cada vez que se cruzan con él por la calle…”Eh, Canelo, tontorrón!” Y Canelo se detiene, los mira con esos ojos negros suyos, saca la lengua de esa manera que parece que estuviera riendo y empieza a agitar el rabo. Al mover el rabo, se le mueve también la cabeza y entonces sus orejas empiezan a oscilar de un lado para otro como si fueran las campanas de la torre, haciendo incontenible una sonrisa en quien lo mire. En el fondo -quien sabe por qué?- cuando miran a Canelo, todos se sienten un poco mejores de lo que realmente son. Y Canelo que lo sabe, siempre se deja querer un ratito y luego sigue su camino tan contento. A fin de cuentas, en Silbalabí él vive como un auténtico rey.


Mario, el tendero, le ha hecho una caseta con unas cajas de cartón que tenía en su trastienda y allí se pasa Canelo todas las mañanas durmiendo como un lirón. Nadie en el pueblo acierta a entender por qué duerme tanto, de hecho, nunca han conocido un perro que durmiera toda la noche y toda la mañana, pero Canelo nunca se levanta antes de que los niños empiecen a salir de la escuela. Cuando pasan al lado de su caseta, todos los chiquillos le llevan pedacitos que le guardan de su almuerzo y los van dejando en la vasija que puso allí Doña Marina. Así Canelo come como un faraón sin tener siquiera que molestarse en salir a buscar su comida.

Cuando llega  el invierno, Doña Matilde, la abuela de la farmacéutica, le teje mantitas y bufandas de lana para que no pase frío e incluso cada cinco de mayo, cuando el pueblo celebra la fiesta de las rosas, el alcalde deja subir a Canelo en lo alto de la carroza y eso lo hace inmensamente feliz, porque no hay aroma mejor en el mundo que el olor de las rosas de Silbalabí.

Lo que nadie sabe, lo que nadie intuye, lo que nadie sospecha ni podría llegar a imaginar jamás es que al llegar la noche, cuando la última luz de la última casa del pueblo se apaga, Canelo sale sigilosamente de su caseta, se despereza y empieza a batir sus enormes orejas, primero despacio, muy lentamente y luego cada vez con más y más fuerza hasta que se eleva hacia el cielo y vuela como un gavilán. Y sube y sube y sube… tanto que pareciera que llegara a tocar las nubes. Sobrevolando en círculos el pueblo, se parte de risa al ver lo chiquitito que parece y cuando se cansa, cambia de rumbo y vuela hasta el bosque de Silbalabí donde se posa, con mucho cuidado, en la rama más alta del árbol más alto y una vez allí, juega hasta el alba una partida al ajedrez con las lechuzas.





     Y creedme, no hay lechuza, búho, ni rapaz que jamás nunca haya sido capaz de ganar una sola partida a este perro Canelo de Silbalabí. 

Es tonto Canelo? :)

                     


 



        Y colorín, colorado... :)  Os ha gustado?


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