El escriba, de Robert y Shana ParkeHarrison

El escriba, de  Robert y Shana ParkeHarrison
"Un libro debería ser un hacha para romper el mar congelado en nuestro interior" "¿Por qué la gente del futuro se molestaría en leer el libro que escribes si no les habla personalmente, si no les ayuda a encontrar significado a su vida?" J.M. COETZEE ("VERANO")
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23/11/15

Cosecha de 2015



BAMBÚ

Hemos vivido noches peores,
más sucias y más oscuras,
caminando sobre el filo
cayendo en todos los abismos.

Hemos sentido ausencia y abandono,
hemos perdido las fuerzas
pero nunca nos entregamos
hemos querido, hemos resistido
y sobrevivimos a todo aquello.

Somos el trueno, el alarido
extraños        amigos         extraños
somos la semilla latente de los bosques de bambú
la paciente espera
de su floración.

Somos la negación de los hechos
salvajes        amigos        salvajes
que gustan del sabor metálico de la tierra
que saben que la lluvia siempre es un regalo
que huyen de los recuerdos        de la noche        anterior.

Agazapados, invisibles,
camuflados entre los demás hombres
anhelando que por fin llegue la hora
de la revolución.


Bacø, 2015

3/5/15

LAS MADRES

LAS MADRES

nunca deberían faltar las madres 
no por echarlas de menos (que sí, y mucho)
o por no sentir su presencia (que siempre)
si no por ver de nuevo 
en sus ojos 

la ternura

bacø,2013  

4/9/14

"Aullido", de de Allen Ginsberg


He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.

Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados.

Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.

Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.

Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes.

Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York.

Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neon estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente.

Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo.

Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford's emergidos y sentados junto a la añeja cerveza después del mediodía en el desolado Fugazzi's, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno.

Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento.

Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark.

Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos.

Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo.

Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas.

Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios.

Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural.

Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno.

Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para África

Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago.

Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos.

Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del tabaco del Capitalismo.

Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan también se deprimía.

Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de otros esqueletos.

Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación.

Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos.

Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría.

Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor Atlántico y Caribeño.

Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara.

Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada.

Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano.

Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia.

Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago.

Quienes iban a putas en Colorado por miríadas en autos robados, N.C., héroe secreto de estos poemas, semental y Adonis del alegre Denver a la memoria de sus innumerables encamadas con chicas en lotes vacíos, patios de bares, hileras de desvencijadas casas rodantes en la cima de montañas, en cavernas o con demacradas meseras en familiares subidas de enaguas al lado del camino y especialmente la secreta estación de gasolina solipsismos de Juan, y callejones pueblerinos también

Quienes se desvanecieron en vastas películas sórdidas, se transformaron en sueños, despertaron en un repentino Manhattan, y se encontraron a sí mismos fuera de los sótanos colgados sobre descorazonados Tokay y los horrores de los sueños de hierro de la Tercera Avenida y tropezaron con las oficinas de desempleo.


Quienes caminaron toda la noche con sus zapatos llenos de sangre en los muelles esperando una puerta en East River para entrar a un cuarto lleno de vapor caliente y opio.

Quienes crearon grandes dramas suicidas en el apartamento de los acantilados del Hudson bajo el rayo azul de la luna de tiempo de guerra y sus cabezas eran coronadas con el laurel del olvido.

Quienes comieron la cazuela de cordero de la imaginación o digirieron cangrejos en el fondo lodoso de los ríos de Bowery.

Quienes lloraron por el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música.

Quienes se sentaron en cajas respirando en la oscuridad bajo el puente, y se levantaron para construir arpas en sus desvanes.

Quienes tosían en el sexto piso del populoso Harlem con llamas bajo el cielo tuberculoso rodeados por las jaulas naranjas de la teología.

Quienes garrapatearon toda la noche golpeando y rodando sobre elevadas incantaciones que en las amarillas mañanas eran estrofas de jerigonza.

Quienes cocinaron animales podridos pulmones, corazón, pata, cola borsht y tortilla soñando con el puro reino vegetal.

Quienes se zambulleron en camiones de carne buscando un huevo.

Quienes tiraron sus relojes del tejado para dar su voto a la eternidad fuera del Tiempo y despertadores cayeron sobre sus cabezas todos los días por la siguiente década.

Quienes se cortaron las muñecas tres veces seguidas sin éxito, se rindieron y fueron forzados a abrir anticuarios donde pensaban que se ponían viejos y gritaban.

Quienes fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre ráfagas de versos plomizos y el parloteo borracho de los regimientos de acero de la moda y los chillidos de nitroglicerina de las agencias de publicidad y el gas mostaza de los editores siniestramente inteligentes, o cayeron por los taxis ebrios de la Absoluta Realidad.

Quienes saltaron del Puente de Brooklyn esto realmente sucedió y quedaron desconocidos y olvidados en el aturdimiento fantasmal de los callejones de sopa y camiones de incendio de Chinatown, ni siquiera una cerveza gratis.

Quienes cantaron por sus ventanas de desesperación, cayeron de la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, brincaron en negros, gritaron por toda la calle, bailaron descalzos en trozos de copas de vino rotas grabaciones de fonógrafos de la nostalgia Europea jazz alemán de 1930 terminaron el whisky y se lanzaron gemebundos en baños sangrientos, gemidos en sus oídos y la ráfaga colosal del silbido del vapor.

Quienes rodaron por las carreteras del viaje al pasado para cada uno el látigo del Gólgota reloj de la soledad de la cárcel o encarnación del jazz de Birmingham.

Quienes condujeron una visión para encontrar la eternidad.

Quienes viajaron a Denver.

Quienes murieron en Denver.

Quienes volvieron a Denver y esperaron en vano.

Quienes aguardaron en Denver y empollaron solos en Denver y finalmente se fueron para encontrar el Tiempo, y Denver es solitario para sus heroínas.

Quienes cayeron de rodillas en catedrales sin esperanza rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que el alma iluminara su cabello por un segundo.

Quienes chocaron con sus mentes en la cárcel esperando criminales imposibles con cabezas doradas y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaban dulces blues a Alcatraz.

Quienes se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la sepultura o daisychain.

Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura y sus manos y un jurado colgado.

Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaísmo en CCNY y subsecuentemente se presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional, ping pong y amnesia.

Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este, salas fétidas de Pilgrim State's Rockland's y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesionados con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante.

Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años.




Algo de esto estoy escribiendo ahora. Ya ha llovido desde 1956 y siguen destruyendo generaciones de chicos y chicas que en verdad merecería la pena escuchar. Aquellos beats siguen en la brecha, buscando su camino de espaldas a la sociedad. Por todos ellos brindo, y por los que han de llegar.

3/5/14

"La corbata", un poema de Ardimiento


LA CORBATA


Vamos, anímate.

Era larga y roja,
como la serpiente
más venenosa
del mundo.

La corbata,
te la tienes que poner.

Sé lo que estás pensando,
que no va contigo
y, quizás, tengas razón.
Pero no se trata de eso,
se trata de la Empresa,
de la Compañía. 
Tú eres su imagen,
piensa que cuando te miren a ti
en realidad
ven a la Organización.

Era larga y roja
como la lengua
de la sonrisa cachonda
de los Rolling Stones.

Se trata de aparentar,
bien lo sabes, nuestro traje es
como la camisa naranja del butanero,
como el mono azulado de los mecánicos,
como la capa verde de la guardia civil.

Se trata de aparentar,
ya sé, sé muy bien lo que piensas,
pero cuando logres cambiar el mundo
podrás dejar de llevarla.

Eso me decía aquel encargado,
pero queriéndome decir
que él,            también,
tuvo que pasar por ello.

La corbata,
te la tienes que poner.

Piensa que en realidad
es como si fueses disfrazado
porque el tú auténtico
siempre estará debajo,
desnudo.

Un disfraz
para engañar al mundo.

Además,
te voy a decir algo
que una vez me dijeron a mí
y que fue definitivo:
«aquel que se permita       juzgarte
por tu aspecto
no merece la pena».

Era larga y roja,
como la que llevaba
en el concierto de las Ventas
el bueno de Angus Young.

Pero no,
yo sabía que no era eso,
que no se trataba de aparentar
porque yo no necesitaba ser otro
en las horas laborales de mi vida,
las horas que se convierten en monedas
para poder vivir
el resto del tiempo.

Bacø,
con o sin corbata,
es auténtico
y, efectivamente,
le importa un huevo lo que digan
aquellos que creen en las apariencias,
así que           guárdate
   esa sonrisa falsa,
   ese hilarante silbido de hiena,
   esa mirada de superioridad,
   esos gestos de desprecio,
cuando le veas aparecer
con su traje y su corbata
en estas reuniones de poetas.

Te aseguro que conozco a muchos seres
enfundados en cueros despellejados,
y a muchos bardos de pacotilla,
de largos fulares y palabras pausadas,
que no llevan corbata
pero que han comido muchas pollas
y se han dejado dar por el culo
incluso que han vendido a sus mejores amigos
sólo para conseguir una reseña de mierda

en un periódico

de tirada


nacional.


De Ardimiento (Zoográfico Rodrigo, 2014)

17/3/14

Presentación de "Ardimiento"




Queridos amigos:

Es una gozada poder anunciaros la presentación de este libro de poemas llamado Ardimiento. Y lo es porque nunca pensé que llegaría el momento de ver publicado algo de mi poesía y, desde luego, nunca en un formato tan bonito, tan esférico  y con tantas manos dedicándose a darle valor añadido.

Porque Ardimiento contiene una selección de mi poesía y abarca desde aquel primer poema titulado “Cosas que de verdad importan” (2001) hasta la actualidad. Ardimiento más que un poemario es una breve antología poética. Y mi aportación al libro concluye en donar una cuarta parte de vaciamiento para este proyecto literario.

Luego llegó Gsús Bonilla, que se encontró con un cuaderno llamado No te cortes y, con los mismos ladrillos, construyó una casa, con sólidos muros y ventanas que miraban hacia dentro, hacia el calor y la luz que nos anima a vivir, y hacia el rugido de tripas que nos fuerza a protestar, y hacia el ano dolorido de tanta mala follá que nos están dando.

Y todo lo vistió de imágenes Quino Romero, con sus collages imposibles que fomentan la imaginación, como los juegos surrealistas de los atraídos por el sueño. Y la llama, moradísima, del pebetero de la ira, y la misma llama violeta en la antorcha del amor y la amistad, y la misma y poderosa llama en el pecho del ser errante que deambula por el bosque o vaga por las atestadas calles de la ciudad.

 Y aquello, que ya es algo sólido, palpable, lo ordena Rodrigo Córdoba, lo da sentido, lo mira antes siquiera de poder ser visto para transformarlo en libro, con sus hojas numeradas y su aspecto de pájaro de fuego. Y, en el taller  de Peña Ubiña en Vallekas, monta portadas y contras de basto cartón, tinta los sellos y humedece las vistas con una buena dosis de felicidad. Eso sí, con crudos remaches de acero que nos anclan en la realidad.

Así que no se presenta un poemario, se presenta una esfera, algo que no tiene comienzo, ni final, y ni a uno y ni a otro se les busca. Algo difuso producto de muchos corazones, llamémosle energía, llamémosle vida, llamémosle esperanza, llamémosle fuego. 

Porque en Ardimiento un ser llamado Bacø, que me posee y hace feliz a ratos, escribe sobre el papel retazos de su alma, tan oscura y atormentada como la de cualquiera, y tan inquieta, tan vehemente y visceral, tan sumamente humana, que es posible que la lectura transmita el calor del alma.

Ojala se extienda la llama. Ojala me puedas acompañar. 




Jueves 20 de marzo

21:00 horas


Presentación de

ARDIMIENTO

Antología poética de

Bacø

en


calle Ave María, 39

(Metro Antón Martín)



Poetas invitados:


Gsús Bonilla,

Aranxta Oteo,

José Naveiras,

Quino Romero,

Diego Lebedinsky

y +++

7/3/14

Otoño: Un poema de "ARDIMIENTO" (la ilustración es de Quino Romero)



OTOÑO

He salido
un rato
a fumar
a la calle.

Llueve,
no mucho,
pero llueve,
y empieza a oler
a otoño.

He sonreído
y luego
he cerrado los ojos
para respirar        mejor

ese olor

a libertad.

21/2/14

Un nuevo poema de "Ardimiento"

SÓLO UNA COSA OS PIDO
Ride on», el deseo de una sombra)

Está claro:
algún día,
tengo que morir.

No me asusta,
no le tengo miedo
adiós,
bye bye,
nos vemos

Pero no quiero agonías
ni enfermedades terminales.
No quiero saberlo
hasta unos instantes antes.
Si no es así,
ya me cuidaré yo
de poner fin
al futuro.


Entonces,

sólo una cosa os pido:

que alguno de vosotros
se ocupe de mi levedad,
que camine
en la mañana
por las sendas de La Fuenfría,
que busque
el mirador
de aquel cuya casa
siempre estaba encendida,
que contemple
el paisaje a sus pies
y vuelva la mirada
hacia Siete Picos
–la imagen de mi vida–,
que suene
el blues más lento
y lastimero,
más profundo,
aquel blues
que llegaba a mi cabeza
cuando las dudas,
cuando el vacío,
cuando el abismo,
que suene
el «Ride on»,
que desgarre
Bon
la quietud de la mañana,
que suene
muy alto
el dibujo de la guitarra
para que esas montañas
se enteren
de que he llegado

y,

después,

que vuelque
despacio         mis cenizas
sobre la piedra
labrada con poemas.

Será entonces,
–y sólo entonces–,
cuando el mundo
(en forma de viento)

decida

mi destino.





De "Ardimiento" 
(Zoográfico Rodrigo,  publicación en marzo de 2014)

20/2/14

CRUCES, un poema de "Ardimiento"



CRUCES

No sé

quiero decir
que no sé
el motivo

el porqué

todos mis poemas

acaban convirtiéndose

en cruces,

en
mi propia

cruz.

De "Ardimiento" 
(Zoográfico Rodrigo,  publicación en marzo de 2014)

11/2/14

ARISTAS, un poema de "Ardimiento"



ARISTAS



Dices
que no entiendes a la gente,
que todos parecen haberse vuelto locos,
que el mundo        es ya     una ruina,
que cada vez te cuesta         más   vivir.


Dices eso,
y se forman ángulos en ti,
aristas que se van endureciendo,
hasta convertirse en objetos        cortantes
que dificultan el abrazo.

Dices
que ya no encuentras calor en el amor,
que la levadura ya no crece como antes,
que hay noches en las que te gustaría
ser otra,         y luego        morir.

Dices eso,
pero lamento confesarte que has cambiado,
que los golpes en el camino
han dado su fruto,
y la soberbia         se ha apoderado      de ti.


Dices
que es imposible tanta mala suerte,
que las cosas no van nunca bien,
que sólo quieres ser una persona normal
con derecho a la felicidad             y al abandono.

Dices eso,
y rechazas la amistad             si no te conforta,
y tu arrogancia le quita necesidad          al gesto
y te entregas al fuego fatuo 
a los seres      incompletos                 de otras lunas
a los dioses tristes.

Quisiera equivocarme          pero no lo creo,
lamento decirte  que has cambiado,
que no eres la misma, y presiento
que el mundo   

ya no se fija   

en ti.


De "Ardimiento" (Zoográfico Rodrigo,  publicación en marzo de 2014)

29/11/13

La vida es complicada, pero soy un tío con suerte

La vida es complicada, sí, 
Noviembre cada vez pesa más
tengo miedo, mucho, y frío
pero aprieto los dientes, cierro los ojos
y resguardo mi rostro de la lluvia
en el hueco del pecho que forma la cazadora de piel.

[...]

La vida es complicada, sí, 
pero soy un tío con suerte, 
allí donde me dan refugio 
sé 
que está 
mi hogar.

Fragmento de "Frío", poema inédito





COSAS QUE DE VERDAD IMPORTAN

Hablemos de lo más valioso,
de los momentos inolvidables
que nos emocionan.

Hablemos del mar,
de la fuerza de su espuma,
de la cadencia de las olas,
de la eterna búsqueda del rayo verde al atardecer.

Hablemos del bosque,
de los musgos    líquenes    y helechos de la umbría,
de los suspiros del viento entre los árboles,
de la magia intemporal de su silencio.

Hablemos de la vida,
de las charlas con desconocidos en ciudades imposibles,
de viajes en el tiempo para recuperar sonrisas,
de instantes paralizados en la retina,
de sueños inalcanzables por los que luchar.

Hablemos del amor,
de la comunión de almas,
de los hijos y sus maletas con miedo,
de lenguas midiendo centímetros de piel,
de la satisfacción tras la extenuación.

Hablemos de lo más valioso,
de momentos inolvidables
que nos emocionan,
de las cosas que de verdad importan.

¿Te has dado cuenta? 

Las cosas que    de verdad importan

no cuestan

dinero.


Del poemario Ardimiento, de próxima publicación