Todavía estoy leyendo
HANK OVER/RESACA. Lo hago despacio, con calma, disfrutando cada una de las propuestas que esta antología contiene. Unas me gustan, otras me maravillan. Dentro de nada escribiré algo del conjunto, pero ahora me apetece detenerme en una autora onubense que me ha flipado:
Eva Vaz.
Los poemas antologados no dejarán a nadie indiferente. Por ejemplo éste, que cierra su participación en el libro:
ENSEÑANZA SUPERIOR
He necesitado cumplir los 25.
He necesitado licenciarme
en Filosofía,
y perseguir un doctorado,
y despellejar mi paciencia
en unas oposiciones,
para descubrir
que lo más apetecible,
mi mejor joya:
mi COÑO.
Ahora me faltan años
para retroceder en el tiempo
y ejercitar otras virtudes
y conquistar el mundo
en un abrir y cerrar
de piernas.
Después de esto, he buceado en la red en busca de más cosas de
Eva Vaz. Nada de lo encontrado tiene desperdicio. Me atrevería a decir que milita, como
David González, en esa poesía de no ficción que no admite suplantaciones. Os apunto unos links por si os pica la curiosidad. Y un poema más.
LAS AMIGAS
Compartíamos la misma jaula.
Mis queridas roedoras:
ratas.
Las amigas.
No ratones blancos ni
rojos siquiera,
no son inofensivos los adjetivos
que tengo para vosotras,
miserables,
ratas
Animales de sangre caliente,
las ratas sobreviven
las epidemias,
los dientes y
las garras
mordisquean en las miserias.
Así se alimentan.
Las ratas.
De entre todas las ratas
yo era una rata con rabia.
Una rata hirsuta y encorvada
puede estar enferma.
No huye si alguien se acerca.
Lo ama.
Muere en un rincón
sin lamer a nadie.
Y vosotras, ratas
escandalosas e hiperactivas,
perseguíais mis drogas
mi pan
o mis hombres.
Vosotras,
despistadas y feroces
erais carcomidas
por mis tildes.
Por la fidelidad a mi
enfermedad.
Por el sexo que oíais
tras las paredes.
Yo era rara,
yo estaba enferma.
No era una de ellas,
pero seguía viva.
Bulliciosas y fraudulentas,
regurgitabais entre vosotras
mi basura.
Y os reíais escandalosas
si escuchabais mi tristeza
o mi placer.
Actrices veteranas,
ratas,
envidiabais mi resistencia
al veneno.
Mi metabolismo vivo
y sobrevivo
sin morder alimento alguno
ni pelo para mis huesos.
Sin vuestra bisutería,
yo era una rata
bella.
Mis amigas,
finas ratas aristocráticas,
enseñabais el tercer párpado,
ensangrentando vuestras miradas
clavadas en mi frío,
como un juicio implacable.
Ratas,
roíais mi conciencia
porque me apetecíais el odio.
Pero yo era una rata
enferma.
Una rata rota.
Y el tiempo ya desinfectó
vuestras heridas perseverantes.
Y no os tengo fobia
ni lástima.
Porque os habréis tenido que
calmar la hambruna
con vuestras propias
miserias.
Sé que os estáis comiendo
a vuestras crías.
Y no quedáis
satisfechas.
Algunos enlaces sobre
Eva Vaz:
© BACØ, 2008