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miércoles, 5 de junio de 2019

Denia - Mayo 2019


     El castillo de Denia es inmenso y visto desde cualquier lugar da tema para pintar. En este caso es una acuarela que he hecho ya en casa. El papel es satinado, de Arches y los colores y pinceles, los de costumbre, de Daniel Smith y de Escoda. 
     Llevo un par de días haciendo probaturas con pasta de papel para dar relieve y textura a las acuarelas. En principio se me ocurrió que para los troncos de los árboles iría bien, pues permite aplicar la pasta y hacer rayaduras antes de que se haga de una pieza. Luego, al usar la acuarela, sobre todo si es un pigmento que sedimenta mucho, el color se deposita en unos lugares y se frena en otros, con lo que se resaltan esas líneas que antes habíamos hecho. Visto con luz lateral, como en la foto, parecen pinceladas con óleo y mucha carga.
   Como una cosa lleva a otra, resulta que acabamos haciendo una acuarela con textura de óleo, aprovechando una foto del castillo de Denia. No sé si merece la pena o si, ya puestos, convendría usar óleo directamente. Hace mil años que prefiero la acuarela, por su transparencia, por lo sencillo de los materiales, por usar papel como soporte, por lo fácil de la limpieza y por que no me gusta como huele el aguarrás. Como experimento está bien. Seguramente seguiré utilizando el sistema para los árboles, intentando depurar esa técnica, pero no descarto volver a trabajar más en serio este sistema al que he llegado de casualidad. Por lo pronto me gusta, sobre todo porque invita a dar otra clase de pinceladas y trabajar con manchas y poco detalle. Veremos.   

      Los amaneceres y las puestas de sol desde este lugar de la costa son espectaculares. Una acuarela sobre Arches satinado y con colores de Daniel Smith.

   En la entrada de la casa, pegada al muro y con el mar al fondo, una maceta con unos cactus en flor. Papel Arches satinado y pigmentos Daniel Smtih.

    Ya son tres años seguidos que por las mismas fechas, finales de mayo o principios de junio, pasamos unos días en Denia. Para llegar a Denia, o bien a la vuelta, suele haber paradas en Altea, Benidorm o Calpe, que es difícil pasar de largo. Una casa en la misma orilla del mar, con una terraza donde pasar las horas viendo amanecer o ponerse el sol. Llegar y salir los barcos de Balearia, otros más pequeños de pesca a media tarde, seguir con la vista a los pájaros buceando dando curvas vertiginosas persiguiendo pececillos que mucho abundan por allí. A veces les echamos pan y acuden a docenas bullendo a su alrededor y empujando la sopa de aquí para allá, compitiendo con algún cangrejo que aparece de entre las rocas. Algunos de estos cangrejos son enormes; los peces no suelen tener gran tamaño, al menos los que ser acercan tanto a la orilla.
    Siempre es una tentación intentar pintar o dibujar la transparencia del agua, las rocas del fondo y las plantas de colores brillantes, como las rocas, rojizas, blancas, ocres, con sombras fuertes a estas horas.
    También una acuarelilla con un barco de los muchos que pasan por allí, ya al atardecer.

        Es buena costumbre comer en el puerto de Calpe, con el peñón enfrente. Rara es la vez que no sacamos el cuaderno para dibujarlo de nuevo. Al menos hacerle alguna foto para pintarlo después con más calma.
    Como es el caso de esta acuarela sobre Altea. De las muchas fotos que hemos hecho allí, vuelvo ahora a pintar ese rincón, uno de los muchos que podemos encontrar en sus calles.

domingo, 6 de enero de 2019

Acuarelas enero

   Empezamos el año con flores. Y con árboles. La primera acuarela ha sido un gozo pintarla, algo más que las otras, verla terminada muy similar a cómo la habíamos pensado durante días. Supone el placer de imaginar algo y llevarlo a un papel en blanco. Muchas horas imaginando algo que luego se hace en un par de horas cuando ya tenía forma en nuestra cabeza. Sería muy dificil concretar cuánto se ha tardado en crear esta acuarela, pues el rato con el pincel en las manos no es ni lo más largo, ni lo más difícil, ni lo más laborioso. Ni ese jarrón existía, ni ese colgador de macramé, ni esas flores. Hasta que las he pintado. Tal vez eso sea lo mas hermoso de la pintura, trasladar a un soporte algo que antes sólo vivía en tu cabeza. Tengo en el balcón y en el alféizar de mi ventana algunos pensamientos en maceteros; también alguna maceta colgando sujeta por los nudos que hicimos hace muchos años y, lo más valioso, tengo aprendida una forma de pintar cacharros viendo cómo lo hace Geoffrey Wynne. Parece mentira que ese cuenco orientalizante primero haya sido amarillo, luego naranja al añadir rojo, luego de un violáceo inedetermimado y sucio, aunque muy transparente, tras la última capa de ultramar. Se aplican una sobre otra antes de que se seque la anterior, dejando correr el agua hacia abajo. Una vez seco sale ese blanco real, roto, que no es blanco, sobre el que hacer brillos y superponer, tambien en dos veces, los dibujos que le adornan. Primero cuando aún queda algo de humedad; una vez seco se repasan las formas rápidamente con pintura: Potter's Pink, el rosa de alfarero, tal cual. El colgador de macramé se reservó previamente con líquido enmarcarador. Una vez termidado lo demás y quitada esa goma, aparece el blanco del papel, blanco hiriente y crudo que se suaviza, se sombrea para intentar separar los nudos del cacharro dando relieve a la cosa. Para todo ello se necesitaba una luz lateral que produjera esas sombras. Inventado lo demás, poco cuesta inventar la luz.
   Para explicarlo todo, ya puestos, el papel es Arches de grano fino, un cuarto de hoja; los pigmentos Daniel Smith, con dos violetas a cual más hermoso, Carbazole y Amatista. Ultramar, amarillo oscuro, rojo de alizarina, ocre dorado, verde de jade, sodalita en algunas mezclas de sombra intensa y el citado Potter's Pink para el cacharro. Un pincel de Escoda de petit gris y uno chino más fino.


   El anterior, segunda de este año, un olivo con el que mantengo una cierta amistad, aunque me lleva bastantes siglos de edad, la olivera gorda de Ricote. La he visitado en más de una ocasion y pintado en bastantes más. Es hermoso visto desde cualquier lado y sólo una de sus ramas ya es tema agradecido. Sobre papel satinado de Windsor & Newton, las acuarelas San Petersburgo, White Nights, rusas, de la que habrá que hablar despacio. Las tengo en pastilla desde hace unos años, aunque ahora ya se venden tambien en tubo. Son muy baratas y resultan ser pigmentos de un solo componente, incluso el índigo y el cerúleo, cosa rarísisma incluso en marcas más costosas. No tienen estos pigmentos nada que envidiar a otros de más postín y podrían sacarle los colores a algunas de esas marcas si comparamos los precios. Con los pinceles, en este caso chinos, pero de la China, no de la tienda de la esquina, ocurre otro tanto. Cada día me gustan más, aunque hay que acostumbrarse a ellos y hacer de sus defectos virtudes, que es lo que hacen los asombrosos pintores orientales, por cierto inventores del pincel, el papel y esa tinta que los ingleses llaman india y nosotros china.
   Merecería dedicarle una entrada a una comparativa de pigmentos entre varias marcas, al menos entre las seis o siete que conozco y utilizo. Podrían sacarse muchas consecuencias interesantes, a la vez que ahorrar bastante dinero eligiendo bien, sin dejar de ussar lo mejor.
    Un eucaliptus gigante de una plaza de Valencia. Pasé por allí, hice unas fotos y ahora las aprovecho. No recuerdo cómo se llamaba la plaza. Sí que ese hermosisimo árbol se encontraba parcialmente tapado por otros, lo que me ha complicado mucho pintarlo a partir de las fotos. No hay nada como pintar en vivo, pero no siempre es posible hacerlo, menos pintar todo lo que uno va viendo.
    La siguiente es otro viejo conocido, un olivo del Maestrazgo, al atardecer y en contraluz. De unas fotos de un viaje por Castellón del que me traje varias docenas de olivos majestuosos.
   La siguiente acuarela fue la última del año pasado. Una vez más la tentación irresistible de una foto de Juan Manuel Vilaboa. Un camino de su Galicia, simpre misteriosos y mágicos en sus fotos.
   La siguiente también es de este año recién estrenado, un olmo de Cabeza de Buey, en Caceres, de una foto que publicita esta zona. Ya la había pintado antes, pero siempre se puede intentar hacer algo diferente con una misma imagen.  En este caso probar nuevamente texturas y recuperar como en una anterior esas acuarelas rusas, White Nights, de San Petersburgo. Las compré allì por intenet, ahora ya se venden en España. Son más que buenas, además de baratas, por lo que volveremos a ellas, como decía. Tiene unos toques de lápiz blanco.
   Por último, una recién terminada, de una foto de 2015 que hice desde Altea, con Calpe y su peñón de Ifach al fondo. Un atardecer. En la foto se pierden parte del degradado azul del cielo, que prácticamente se pierde. Lo dejaremos así, aunque mejor hubiera quedado fotografiándola a la luz del día, que un foco cercano no ayuda a reproducir sutilezas cromáticas.

martes, 5 de diciembre de 2017

ALTEA

   Huyendo de los fríos de Albacete, que se han echado de una, nos vamos para la costa, un recorrido por esa zona de Alicante tan familiar y tan hermosa. Pasando por Alcoy, de Campello a Calpe, con base esta vez en Altea. Muchos dibujos en un cuaderno Art Book de Canson, de 18 x 25, con estilográfica, bic negro o lápiz, acuarelados después si no da tiempo en su sitio, que a veces si da.
   El primero es la iglesia ortodoxa que hay en la zona de Altea Hills. La había visto aparecer en una curva siempre que pasábamos por allí  yendo hacia Calpe. Parece de un cuento de hadas, con las cúpulas como cebollas doradas reluciendo al sol, que es lo primero que sobresale entre los árboles de esas montañas costeras. Esta vez ha tocado por fin dedicarle un dibujo.
   El segundo dibujo es una especie de mapa del trayecto, una vista desde esas montañas llenas de casitas, el mar al fondo y el cielo vestido con nubes y en una ocasión hasta luciendo un arcoiris. No se puede pedir más. El anochecer cuando hay nubes es una pintura, uno de esos cielos que cuando se llevan a un cuadro parecen una exageración de la mano del pintor. Cuando amanece no puedo nunca dejar de recordar a los griegos que bautizaron Hemerospopeion a esta zona cercana a Denia, Ἡμεροσκόπειον, "la que mira a la mañana", primer lugar por donde amanece en la península. En griego todo suena a poesía.

    Las montañas de la costa están cubiertas de casitas, salvo Benidorm, criadero de turistas en altura. Visto desde aquí, desde lo alto y a distancia, se dibuja el skyline de rascacielos en la misma costa, seguramente más plazas hoteleras que en toda Grecia, ciudad con nombre de regusto árabe hoy llena de bares, hoteles, cafés, restaurantes y tiendas, siempre invadidas por guiris saliendo de los supermercados con carros llenos de botellas o sentados a pleno sol como lagartos, patidifusos, las piernas extendidas, dispersas, caras color langosta cocida, vaso en mano y con un relajo cercano a la catalepsia. Sólo resurten sobresaltados cuando recuerdan o les mientan a Cameron, a Farage o a May, a los del tiro en el propio pie del brexit, y se les conoce porque les cambia la cara, maldicen y se dan otro trago, pensando pedir la nacionalidad española, esa a la que los alucinados pares locales de los próceres mentados quieren renunciar. También hay muchos rusos y nórdicos, cosa que se nota en los carteles de comercios e inmobiliarias. Incluso hay españoles, pero menos.
   Dibujo en una calle de Benidorm, hecho dentro del coche, esperando a que abrieran la churrería para tomar un chocolate con churros. Extraño horario de churrería, evitando madrugones y asorratos. Un sindiós.
   En Calpe, a comer en el puerto, como es costumbre. Una fritura de pescado y un arroz caldoso con bogavante por poco más de lo que en otros sitios te cobran por un plato combinado o un par de bocadillos de anchoas. Ventajas de esa competencia feroz que lleva a perseguir a los paseantes ofreciendo vasos de sangría y un calamarcillo intentando arrastrar  a los turistas hasta su local. Aunque uno vaya a tiro hecho conviene dejarse querer, porque llegan a hacer ofertas de mariscadas a los indecisos a precios asombrosos. Y el pescado de la zona es de los mejores del mundo.
    Otro día, entre entre Alfaz del Pi y Benidorm, el Cisne, lugar del que ya hemos hablado y dibujado en otras ocasiones. Música, babel de guiris, unos en camiseta, otros como para ir a Alaska, antigüedades y cosas viejas, mercadillo, zoco y rastro, comidas y bebidas, mil recovecos llenos de objetos y plantas, en gran parte techado, de obra o zonas cubiertas por lonas o madera que parece sujetarse en los troncos de palmeras y otros árboles de cuando aquello era la huerta de una finca con su casona con torreón. Músicos curtidos en las verbenas y hoteles intepretando con solvencia música internacional para que se desgarabiten los guiris, algunos en poder de las uvas, de trapillo o vestidos para una cena en Versalles, en un ambiente siempre agradable y a veces sorprendente.
   Estamos allí tres o cuatro horas que dan para visitar el mercadillo, algunos puestos del rastro, tres libros a un euro (si eliges solo dos tienes que discutir porque insisten en que son tres, lo que sirve para practicar el inglés), a veces cuadernos artesanos surtidos para todos los gustos y bolsillos. Como no hay que obviar la hidratación, que hasta en diciembre hace sol, se aprovecha el tiempo dibujando el percal, siempre sugerente. Comemos, tomamos café, dibujamos algunos rincones y nos vamos. Volveremos.

lunes, 19 de octubre de 2015

Acuarelas de otoño


   Pues ya está aquí el otoño y nadie sabe cómo ha sido. Menos mal que, por ahora, las estaciones no dependen de la gestión de algunos mandamases que, entretenidos unos en pasar a la historia, otros en huir de la cárcel, y alguno de las dos cosas, seguro que se les pasaba lo de cambiar los colores del paisaje.
    La anterior acuarela, de Bienservida en la sierra de Albacete, nos hace sacar los cadmios y quinacridonas a relucir, rodeados de tonos neutros, entre los que no faltan los violáceos de amatista.
    En cuanto llega este tiempo toca cambiar las verdolagas y petunias por pensamientos, que la estación es propicia para pensar. Cada vez que voy a comprarlos me asombro de la variedad de colores y matices disponibles. Me gusta poner en los maceteros alguno de tamaño grande rodeado de un par de macetas de pequeños pensamientos, que no es buena época para las grandes ideas. Pienso, luego estorbo.
    Una vez puestos en el alféizar de la ventana —hermosa palabra—, ya no se hartan de posar hasta que llega el verano, aunque tienen la tendencia a darme la espalda y mirar hacia los vecinos de enfrente, que están donde sale el sol, por lo que hay que dar la vuelta a los maceteros de vez en cuando. Un día se me van a caer desde el cuarto piso y vamos a tener un disgusto. Algunas veces vienen a libar abejas, abejorros, incuso algúna mariposa colibrí, de esas que se están quietas en el aire, suspendido el cuerpo mientras baten las alas a punto de salirse de los engranajes. ¡Qué barbaridad! ¡Cuántos tocadores de charango quisieran tener mano de colibrí! Cuando alguno de estos visitantes se acerca a mi ventana, me suele pillar con la cámara dispuesta a hacerles un retrato de cuerpo entero, que la fotografía es antigua afición, especialmente la macrofotografía. Estas fotos son de la temporada pasada, con las petunias, que los pensamientos nuevos están aún en su más tierna infancia y todavía no se han desarrollado. Cuando me ponga a leer al lado de la ventana les iré resumiendo las lecturas. Cuando crezcan más, en tamaño y conocimiento, les iré acercando el libro para que lean ellos, que los pensamientos necesitan buenas lecturas.
   Estas acuarelas sí son de estos días, aunque a partir de las fotos de las flores del pasado año, que las de ahora aún son muy pequeñas.
   El otoño suele traer lluvias, tormentas, nubes y hermosos atardeceres, en la Mancha y en la playa. Las siguientes son acuarelas desde Altea, en la playa de La Roda, prácticamente desde el mismo sitio. Unas veces mirando hacia el sur, Benidorm, otras hacia el norte, Calpe. Se hace la segunda para alejar las gaviotas, que se ponen muy 'cansás'.

   Estos tres apuntes en cuaderno se van haciendo mientras se pone el sol, intentando recoger los cambios de luz y color en el cielo y en el peñón de Ifach, la evolución de las nubes y la disolución del paisaje en una bruma invitadora a tomarse uno algo y dejar de pintar. Para esto es buena al acuarela, por su rapidez.



   De día, con buen sol, tyodo brilla y no hay otoño en el levante. Una gozada los parajes de la costa desde Altea a Jávea, llegando al cabo de la Nao.
   Dos dibujos con pluma y pincel de agua en el regreso a Albacete por Valencia. Seguimos con las nubes propias de la estación.

sábado, 7 de junio de 2014

Música, Exposición y descanso en Alicante

   Los últimos quince días han sido especialmente espesos. Además del montaje e inauguración de mi expo de dibujos y acuarelas, mucha música: reuniones, ensayos, bolos, conciertos, con sus correspondientes montajes, desmontajes y nervios. Todo ello con final feliz. Alabado sea el Altísimo.
Presentación de nuestro grupo Flashback en el Chapó, el 19 de mayo.
Con Pascual Ortiz, Segis Armero y Paco Arteaga.

Entre los cuatro, unos 160 años de música y amistad.
El 22 de mayo, inauguración de mi exposición de dibujos y acuarelas, en la Casa Vieja.
Seguiremos allí hasta el 20 de junio.
El 29 de mayo, en el Sagasta de La Roda. Alfonso Ruíz puso sus acuarelas en el escenario y en la sala. Nunca antes había tenido tan buen escenario. Para colmo, me regaló una acuarela, que me dejó elegir entre todas las expuestas, decisión difícil.
Gracias a Alfonso y a mis compañeros, que no quisieron que se sorteara entre los cuatro.
31 de mayo, en el Auditorio Municipal, con el cartel de "No hay entradas", compartiendo escenario  con muchos amigos, todos ellos músicos magníficos. David Espejo (piano), Alex Ponce (violín), Luis Arteaga (bajo), un servidor (guitarra) y un Steinway & Sons 7, acompañamos a Elisa Belmonte cerrando el concierto.
   Después de esos quince días, uno llega a la conclusión de que se merece unos días de descanso, compartidos con quien con su apoyo y paciencia ha facilitado que pudiera hacer tantas cosas. De forma que, una vez libres de compromisos y obligaciones, hemos hecho como el sol en invierno y nos hemos ido para Alicante, la millor terreta del mon. Cuando digo Alicante, me refiero a Calpe, Jalón, Campello, Benidorm, Alicante y escalas en otros puertos. Como el plan era descansar, se ilustran mis intenciones con la siguiente panorámica, que hace inevitable sacar los apechusques de pintar y ponerse a dibujar el paisaje:
   Al fondo, el peñón de Ifach, en Calpe. Para los navegantes de la Antigüedad este inmenso farallón era la segunda de las Torres de Hércules, pues la otra era Gibraltar. Ifach, la del norte, le llamaron los fenicios y así se sigue llamando. Lo que se dice un lugar y un topónimo con solera. Con el lema "Non Plus Ultra", estas torres aparecen a diestra y siniestra del nuestro escudo nacional. De forma que aunque muchísimos estadounidenses no lo sepan, y además lo ignoren, esa columna y la de Gibraltar, junto con la orla del lema citado, son el símbolo de su amado dólar $, pues en tiempos lejanos era la moneda del imperio español, con sus emblemas, la universalmente tenida por buena. La vida da muchas vueltas, más que una moneda al caer.
   Habitado desde siempre, tanto el peñon como la zona que le rodea, ha sido atalaya, refugio, referencia para navegantes... Iberos, romanos, bizantinos, árabes, aragoneses y castellanos han dejado murallas, monedas, cerámicas, muros y recuerdos. Abajo, en la orilla del mar, Los Baños de la Reina, que es como se suelen llamar a estas piscifactorías romanas de forma tan romántica como inexacta. Las hay en Altea, Calpe y Campello. Las de Altea no las conozco todavía. 
   Dos días antes, con la misma pluma (una Pilot Artist Pen EF) y tinta siena, ya habíamos hecho un dibujo en ese cuaderno de Paper Blanks de la torre de El Campello. Aunque es bastante ajustado a la realidad, el dibujo es más como lo recuerdo que como se ve desde donde lo he pintado, semioculto por otras construcciones, el puerto deportivo, carteles, coches y demás. A veces conviene dibujar cómo eran las cosas. Incluso como debieran de ser, por supuesto eliminando todo lo que no aporte nada relevante y positivo a la composición.

   Se muestra la fotografía para ilustrar la interpretación que antes comentaba.
   Un detalle me gustó, una gran piedra tras esas plantas de Aloe Vera. De forma que un apunte, una foto y otro proyecto de acuarela al cajón.

   Detrás del torreón, edificado entre 1554 y 1557 para otear piratas e invasores, siguiendo las órdenes de Buenaventura de Cárdenas, virrey de Valencia, se encuentran los Baños de la Reina de Campello, la Illeta dels Banyets, con piscinas talladas en la roca para retener los peces de la factoría de salazones, materia prima para elaborar el "garum", que venía a ser el rotundo ketchup de los romanos, algo así como la salsa Worcestershire o las típicas orientales de pescados fermentados.
   Hace años se llegaba a esa zona de rocas talladas, de aguas cristalinas ideales para bucear, andando por encima de la zona hoy excavada. Se puede llegar andando, pues ese islote se separó de la costa por un terremoto y se ha unido a ella de forma artificial. Es zona habitada desde hace 5000 años por los primitivos pueblos y culturas aborígenes, por los iberos y después por todos los pueblos del Mediterráneo que se han ido turnando a lo largo de la historia para invadirnos, según acreditan los restos hallados. Entre ellos de varios templos y unas pequeñas termas romanas, vestigios de la villa que se debió construir por quienes explotaron esos viveros de peces para hacer con parte de ellos la mencionada salsa.
     En Benidorm me dediqué a pintar árboles, lo que requiere eliminar todo lo demás: coches, autobuses, turistas, tiendas de chinos, ingleses en poder de las uvas vociferando en paños menores en las terrazas de los bares... Mejor pinto árboles, obviando a estos señores que no saben beber. Ni tomar el sol, que ya están semicocidos por fuera, del todo por dentro, y el verano no ha hecho más que empezar.


   Por último un apunte de un árbol y unos muros del Castillo de Santa Bárbara, en Alicante. Hice muchas fotos porque es enorme y cuesta trabajo recorrerlo todo, de forma que no creo que vuelva a menudo, aunque merece la pena. No creo que haya otro complejo defensivo en lugar más adecuado que este, con un tamaño tan desmesurado, con tantas almenas, murallas, aljibes, salas... y tan bien conservado. Hasta una taberna del siglo XV.
   Además puede comprobar que vivir o trabajar en un castillo, con sus cañones recuperados de navíos históricos, sus aspilleras para lanzar las flechas a gusto, sus mazmorras, instrumentos de tortura y demás elementos defensivos y ofensivos, puede hacer que algunos de sus moradores se vuelvan hostiles, malcarados y desabridos. El guardia que protege la entrada sabe a quien me refiero y por qué. Pero lo comprendo.  A quien no es capaz de entender bien su actual misión, un lugar así puede retrotraerle al pasado, incitándole a hacer desagradable una visita que no se ha conseguido impedir. Quienes hasta allí suben hoy en día no son enemigos, piratas berberiscos, vikingos o cualquiera otra marca o modelo de incordio, sino los turistas que le dan de comer. Su no entendida misión es dar facilidades, hacerles agradable la visita, provocar que deseen volver, dejar un buen recuerdo. No pido que te devuelvan la sonrisa, que no estaría demás, pues la mayoría lo hacen, pero cada uno debe sufrir en silencio sus dolencias gástricas o de otro tipo. Con Dios, hermano.