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sábado, 30 de septiembre de 2023

De septiembre

Estas son las acuarelas y algún dibujo de septiembre. Ha sido un mes productivo, por lo que veo, al menos en número. Los temas son los de siempre: árboles, paisajes, flores, con algunos edificios como la plaza de Alcaraz o la casa de postas de Contreras. Un perro, como siempre de un amigo o de la familia.

De vez en cuando vuelvo a un tema ya pintado y hago una nueva versión de una acuarela que hice algún tiempo. Como es natural, sale algo distinto y siempre es bueno comparar cómo lo vimos e hicimos antes y ahora. Sigo depurando el tratamiento de los verdes, a menudo mezclando sienas o azules a mis verdes base, que siempre son el verde de jade, el sap green y el esmeralda. Muy a menudo recurro en esas mezclas, también para sombras, a el índigo, procurando que sea un índigo natural, sin mezcla de negro. Por lo demás, pocas novedades que comentar.
























 

viernes, 22 de abril de 2022

Árboles y paisajes. Acuarelas.


    Como decía en la entrada anterior, después de la tempestad viene la calma. Y viceversa. Hay temporadas, normalmente breves, en las que uno se pone a leer o a hacer otras cosas o ninguna y los pinceles descansan por unos días. Luego entran las furias de una y te pones a pintar una acuarela detrás de otra. Estás haciendo una y ya estás pensando en la siguiente, esa que corrija los errores de la que estás pintando ahora. Y así sucesivamente. Siempre quieres ir a mejor, dentro de lo posible eres crítico con lo que haces. Parece que he cargado las tintas demás. La siguiente procuraré parar antes, usar colores más diluidos, hacer menos detalle... En fin, esas cosas.

    Todo viene, como es natural, porque casi nunca el resultado final es mejor que alguno de los estados intermedios anteriores. Ese momento en el que debiste parar, en el que ya estaba todo dicho y, a partir de ahí, lo que añades más resta que aporta. Sobre todo transparencia y luz. La acuarela anterior es un ejemplo de lo que cuento. Podría haber ido mucho más allá, refinar el dibujo, añadir algún detalle, definir más el fondo... Lo del dibujo es un decir porque hace tiempo que no hago un dibujo previo y entro al trapo con las manchas. Tiene el problema de que las proporciones y el encuadre a veces serían mejorables, de que las formas se apartan de la idea inicial, en ese dejarte llevar por las manchas y los volúmenes, las luces y las sombras. Creo que así se gana más que se pierde, pues no es mi objetivo la fidelidad a un original, que a veces ni existe.

   Los troncos me gustan porque me permiten jugar con las texturas y los tonos, las transparencias, la granulación de los pigmentos, los distintos papeles y los pinceles, tantos para elegir y tan distintos cada uno de ellos. Si escribes con lápiz, con bolígrafo o con pluma tu letra resulta diferente. Incluso al variar de pluma o de plumilla ves que el instrumento manda más que tú. Con los pinceles, el papel y el agua ocurre igual. Hay algunos, ya desmochados, otros con cuatro pelos, unos nuevos y afilados, de calidad, de marta o petit gris; otros de pelo de cabra o de vaya usted a saber de qué. Y los de fibra, que también funcionan bien. La primera acuarela está pintada casi totalmente con un hake de esos chinos o japoneses planos, en este caso  de una pulgada de ancho. Casi todas estas acuarelas se han hecho con esa paletina y con dos pinceles chinos. Uno de ellos sin punta, despeinado, del grueso de un lápiz. Otro, en origen igual, pero ya alopécico, con cuatro pelos que dan una punta quirúrgica. Y todos ellos almacenan mucha agua. Las ramitas, grietas y detalles finales se hacen con ellos. El resto manchas.

    De varias de estas acuarelas he ido haciendo fotos de los estados intermedios. Luego haré una entrada con esos paso a paso. Valen para dos cosas, a saber: para enseñar y recordar el proceso, que mucho se aprende con ello. Segunda, ver que, llegado un punto, deberías haber parado. Rara es la vez que la crítica que me hago no es la de reprocharme no haber dejado las cosas como estaban cuando no había más que decir. Nunca lo contrario. Porque hay cosas en un árbol que se le suponen, como el valor a los soldados. Si no tiene hojas, por seco o por invernal, problema resuelto. Si las tiene, tampoco es como para pintarlas todas, como tampoco es necesario pintar, después de contarlas, las ventanas de El Escorial. ya sabemos que tiene muchas. Con sugerir algunas sobra y basta. Como con las ramas, tampoco es cosa de hacer inventario, sino de dejar algo para la imaginación.

    Con los colores me ocurre igual. Incluso con las sombras más oscuras hay que procurar que queden transparentes, nunca llegar a cegar el grano del papel, de hacer una capa espesa y opaca. Si empezamos cargando las tintas, para conseguir el contraste necesario habría que usar tinta china negra en las sombras. Es cuestión de, contando con que cuando seque, todo será más claro, no empezar a lo bestia. Más vale dar otra capa, una veladura que matice y oscurezca, si procede. Aunque sin pasarse. En la acuarela cada capa que añadimos es como si apagáramos alguna luz o cerrásemos un poco la ventana. Cada brochazo quita luz y transparencia, de forma que, al menos la base, hay que procurar que salga bien y suficiente a la primera.  En todo caso, dejar secar las capas es buena costumbre si queremos disfrutar de la delicadeza de las transparencias, del encanto de las veladuras, inconcebibles en húmedo. Si buscamos un determinado tono o color, mejor en la paleta que a base de capas añadidas.

   Hablo menos de materiales, de pigmentos, porque llevo una larga temporada estabilizado. Siempre uso los mismos. Una paleta hecha en una caja metálica de lapiceros de color, una cuadrícula hecha con impresora 3D con 48 casillas. Una barbaridad, en principio, pero de pocos de esos colores podría prescindir. Por supuesto, usados por separado. Rara es la acuarela de las de esta entrada, y en general, en la que utilizo más de tres o cuatro pigmentos. Si elijo un verde, no hay otro en la acuarela. Si un azul, igual. Como si es un ocre. Las mezclas hacen lo demás, así, al menos tienes garantizada cierta armonía de colores por el simple expediente de que, siendo pocos y mezclados, hace falta ser muy bestia para que no haya armonía entre ellos. Utilizar muchos ya es más difícil. La trampa engañosa de los colores ya hechos, usados tal cual salen del tubo. Así uso incluso el verde esmeralda, un peligro público, cromáticamente hablando.

   En casi todas estas acuarelas se ha usado el azul del lapislázuli. Muy pocas veces el cobalto. Y alguna, realzado por el esmalte (Smalt), un color de W&N algo violáceo, más delicado que el ultramar. Con el lapis, casa muy bien, son de la familia. El verde de jadeíta, el marrón quebradizo, serio y granulado del ojo de tigre tostado, el azul intenso de la sodalita o el violeta de la amtista para algunas sombras... Y el lunar black, negro de magnetita o de Marte, según marcas, que hace granular a cualquier tierra o pigmento. Al final, esos y el siena tostada o el sap green son los que acabo usando, salvo que haya que dar un toque concreto porque hay una flor, un reflejo en el agua o un matiz en el cielo al atardecer. 

Todos los verdes, eterno problema, de la acuarela siguiente salen del sap green matizado con sodalita, negro o siena. Al final lo que buscamos son grises, distintos grises y pardos, que es lo que hay de verdad en la naturaleza, salvo en los prados de Asturias y en el Bernabeu, donde el verde es verde. Si vamos más allá, nos sale un catálogo de Tintanlux y ya son de por sí peligrosos los verdes como para ir usando muchos en la misma acuarela.


   Por último, un paisaje de las cercanías de Albacete, ahora primaveral, y más hermoso que se va a poner con las últimas lluvias. Está pintado sobre un papel casero que hizo mi hijo con hojas de periódico. Es una esponja, un secante. Si dejas el pincel quieto y bien cargado se pinta entero el cuadro, un círculo creciente cada vez más diluido muy dicícil de controlar. El papel de arroz chino es papel para delineantes a su lado. En fin, así ha quedado.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Dibujos y acuarelas - Noviembre 2021

 
   Entre las circunstancias que aconsejan salir menos, especialmente a encuentros de numerosa asistencia, y la necesidad de organizar biblioteca y materiales, poco hemos dibujado y pintado últimamente. A menudo pinto en casa, especialmente las acuarelas, más si son de formato medio o grande. Pero casi siempre a partir de fotos propias, de esas que se hacen en unas salidas y viajes tan poco frecuentes ahora. Echamos mano de archivo. Como en ese primer dibujo acuarelado apartir de una fotografía de un olivo del amigo Enric Serra Vilar.

   Esta acuarela es un paisaje de bosque otoñal en parte inventado, tomando de aquí y de allí, de varias fotos y dejándome llevar por los amarillos y anaranjados. Cadmios, sienas y gamboge. Sobre un papel de Clairefontaine que funciona bien, y que es bastante más barato que otros que suelo utilizar.
   Un dibujo de un olivo con estilográfica, rotulador blanco y pincel de agua, sobre ese mismo papel. Ese color de la tinta resulta de cargar la estilográfica con tinta azul sin limpiar la marrón siena que aún le quedaba. Sale un color entre nogal y bistre, que irá azulándose cuanto más dibuje.
La siguiente es otro dibujo de olivo con estilográficas y pincel de agua. Dos tintas: Brown de Online y Oyster Grey de Montblanc.
   Y, por último, un dibujo de una montaña con pluma estilográfica, una Namiki de plástico con plumín para manga, que se vende como plumilla "G". Ellos deben saber cómo son esas plumillas, mucho más flexibles que esta, que parece de roca, pero, al parecer, así venden más. No va mal, pero no es lo que se anuncia.

domingo, 13 de junio de 2021

Dibujos y acuarelas mayo y junio


    Una acuarela del paisaje cercano a Alpera (Albacete). Unas viñas y el Mugrón al fondo. En la cima, el poblado ibérico de Meca, algo asombroso.Detrás de él, Valencia. 

   Dibujo acuarelado de un olivo, en cuaderno. Estilográfica con tinta ideleble y unos toques con pincel de agua.
    Jugando con las texturas de las piedras.
Dos acuarelas de olivos de la zona de Santiago-Pontones, en Jaén.
   Un árbol de ribera.

domingo, 17 de mayo de 2020

Acuarelas confinadas


    Como hemos estado dos meses sin salir de casa, tiempo hemos tenido de hacer cosas, que no sé cómo hay quien se aburre. De todo ha habido, música, libros, cocina, dibujos y acuarelas entre otras perversiones. En la entrada anterior casi todo eran dibujos; en ésta todo acuarelas.
    Casi todas ellas salen de una foto, incluso un cactus que tenía a mano en el balcón, pero me resultó más cómodo usar el punto de vista de la fotografía ya hecha. La anterior es la última que he pintado, viendo una foto de mi amigo Luis Piqueras de un camino rodeado de encinas en La Mejorada, un parque de Alpera, en Albacete. Un encinar centenario. No he podido resistirme, entre otras cosas, porque resulta que yo viví casi diez años en Alpera, en una calle que se llamaba como el parque porque terminaba precisamente es ese encinar. Aunque lo disfrutábamos con frecuencia cuando lo teníamos tan a mano, tal vez sea desde que cambiamos ese paisaje por el de mi calle en Albacete cuando percibimos del todo la magnitud de la tragedia y empezamos a considerar que habíamos estado muchos años acostumbrados a ese lujo de la naturaleza. La costumbre hace con frecuencia que ciertas cosas cotidianas no se aprecien en lo que valen. De forma que pinto esas encinas y mientras lo hago me parece que estoy paseando por ese camino tan conocido.
    La anterior, un cielo gallego del amigo Vilaboa, como todas las siguientes, son unas acuarelas, siete, que responden a una propuesta de otro amigo, Joaquín González Dorao, ilustrador y autor de infinidad de cuadernos de viaje, que dibuja y publica sobre reiines, ciudades o países del mundo. Merece la pena verlos. Un reto que consistía en publicar cada día de esa semana pasada una acuarela. Me propuse no recurrir al archivo y decidí pintarlas en tiempo real, una por día. Aquí están en el orden en que fueron pintadas y publicadas. 
Un cactus de mi balcón.
Un olivo antañón, de Cocentaina (Alicante), de una foto que se muestra en la página de Nou Oliveres, nombre del bancal y de la marca de aceite que sale de estos hermosos olivos.
Un paisaje de la zona de Santiago-Pontones, con sus tomillos en flor. Campo del Espino, por la Sierra de Segura. Una acuarela a partir de una foto publicada hace unos días en el grupo de facebook "Amigos de Santiago-Pontones". Autor: Jesús Cózar
Otro camino y otro bosque, también de Vilaboa. También de Galicia, cerca del Tambre.
Una rama de la Olivera Gorda de Ricote, de una foto propia. No
 es la primera vez que la pinto. Ni la segunda ni probablemente la última.

    Y terminé el reto con esta séptima acuarela sobre unos árboles de Aranjuez, de una foto propia y que ya hemos pintado anteriormente. Sería curioso poner juntas las acuarelas que salen de una misma foto, totalmente diferentes.
   Los papeles son de Arches, satinados o de grano fino, salvo la primera que es Fabriano. Los pigmentos son esos que se ven en la paleta, aunque utilizando cada vez sólo unos pocos de ellos. Casi todos de Daniel Smith, salvo el cobalto y el turquesa de W&N y los cadmios de Rembrandt. Siena tostada y ultramar de Van Gogh, aunque a veces uso de W&N. El pincel utilizado es de la China, que no de los chinos. Toma mucha agua, es suave y, haciendo virtud de sus defectos como los chinos nos enseñan, su falta de nervio —cuando se tuerce el mechón no recupera la forma a menos que se moje y se sacuda— y de punta, pues tiende a desmocharse, se pueden aprovechar los pelos divididos para hacer trazos finos o la forma que toma para dar pinceladas que varían de contorno y tamaño como si cambiases de pincel. Los tengo mejores, que son los que suelo usar, como los de Escoda, de marta o sintéticos, marta o petit gris de W&N o de  Isabey. Pero cada cosa para lo suyo y da gusto probar y cambiar.
    La paleta, que sale de una caja metálica de 12 lapiceros, con cuadrícula hecha en impresora 3D, merecerá un monográfico en el blog junto con otras paletas que me he ido fabricando con latas de cigarrillos o de pastillas para la tos. Al final todo se equilibra y aprovecha.