por increíble que parezca yo creo que hay (o que hubo) otro aleph, yo creo que el aleph de la calle garay era un falso aleph […] doy mis razones. hacia 1867 el capitán burton ejerció en el brasil el cargo de cónsul británico; en julio de 1942 pedro henríquez ureña descubrió en una biblioteca de santos un manuscrito suyo que versaba sobre el espejo que atribuye el oriente a iskandar zu al-karnayn, o alejandro bicorne de macedonia. en su cristal se reflejaba el universo entero. burton menciona otros artificios congéneres –la séptuple copa de kai josrú, el espejo que tárik benzeyad encontró en una torre (1001 noches, 272), el espejo que luciano de samosata pudo examinar en la luna (historia verdadera, i, 26), la lanza especular que el primer libro del satyricon de capella atribuye a júpiter, el espejo universal de merlín, “redondo y hueco y semejante a un mundo de vidrio” (the faerie queene, iii, 2, 19)–, y añade estas curiosas palabras: “pero los anteriores (además del defecto de no existir) son meros instrumentos de óptica. los fieles que concurren a la mezquita de amr, en el cairo, saben muy bien que el universo está en el interior de una de las columnas de piedra que rodean el patio central... nadie, claro está, puede verlo, pero quienes acercan el oído a la superficie declaran percibir, al poco tiempo, su atareado rumor... la mezquita data del siglo vii; las columnas proceden de otros templos de religiones anteislámicas, pues como ha escrito abenjaldún: en las repúblicas fundadas por nómadas, es indispensable el concurso de forasteros para todo lo que sea albañilería”.
garay, de acuerdo con las inculpaciones de los enemigos de cortés vertidas en su juicio de residencia, falleció a consecuencia de una capirotada; ponce, debido a un plato de natillas, y el licenciado aguilar, a un torrezno flamenco que devoró cansado de escuchar el triste balido de su rebaño de cabras.
los buenos maquinistas no conducen sin pastis ricard
no maneje sin una copita de cointreau
el protagonista, un chavito como de 11 años –en realidad era yo, de niño actor–, llega con su familia a vivir a una casa destartalada a medio camino entre dos smalltowns gringos. en la primera exploración de su casa, encuentra junto a la puerta del clóset un hoyo como de clavo grande que atraviesa toda la pared; alrededor está manchado de sangre. el papá le dice: es que, dicen, aquí un hombre torturó y mató a su hijo hace 50 años... cuando empieza a amanecer, al día siguiente, el chavito vuelve al hoyo, le pasa los dedos alrededor: en la banda sonora comienzan a oírse golpes, primero lejos, luego más altos y contundentes. el chavito voltea y puede ver lo que sucedía en ese cuarto hace 50 años. un tipo [kevin bacon], furioso, le hace pequeñas perforaciones a un niño, como de 4 años, en el pecho y en la frente, con un tornillo [davy se llama el niño]; lo lleva al baño, lo sana, le hace más perforaciones, ahora en las piernas. llantos y bacon: “¡¡cállate, imbécil, cállate!!” el chavito se lanza contra él, pero esa realidad anacrónica es intangible: no puede golpear ni tocar nada; [aquí pasa algo en el sueño, pero lo he olvidado] ha pasado un día o una tarde: bacon siente la presencia del espía del futuro y, mediante un esfuerzo mental extremo, alcanza a ver al chavito; el chavito comprende y se echa a correr; vemos a bacon hacer un esfuerzo mental más cabrón: en su carrera el chavito tira un florero: el poder mental del tipo lo ha traído ya físicamente a su realidad. el chavito sale de la casa y, en efecto, está en 1957; afuera el padre de bacon [john mahoney, miscast], un nacazo hiperborracho, trata de decir algo; el chavito corre un par de cuadras, recapacita “no puedo dejar que muera davy”, regresa a la casa, sube las escaleras, bacon lo está esperando.
–¿dónde está davy?
–¿de veras quieres saber? búscalo –y señala con la mirada una mochila de escuela, amarilla, llena de pequeños bultos, tal vez el cuerpo de davy, en pedazos.
–no, dios mío, no –y el chavito corre a levantar la mochila: se cae el contenido, que es calabazas, frutas.
–¡pendejo! ¿no entiendes nada? dios no tiene que ver con nada; esto es del diablo, ¡del diablo!
entonces se escucha un estertor, un llanto último; el chavito voltea y junto a la puerta del clóset, atornillado de la frente, cuelga el cuerpo de davy, todo lleno de hoyos por los que se le ven entrañas, huesos.
–¡pendejo! –vuelve a gritar bacon–, ¡del diablo, del diablo!
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DANZA CON LOBOS-------------
ERECCIONES Y HUMEDADES-------------
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