Como ya me pasara ayer, me veo incapacitado de bautizar este texto con otro nombre que no sea el de la película.
El espanto surge de la tumba. Buff. No me negarán que como título de filme de horror es una maravilla. Luego le he añadido lo de “
y la Cantudo es una Zombi” porque la presencia de la actriz española, últimamente tan de moda en los programas de eso que llaman corazón (aunque a menudo carecen de éste) no deja de ser un elemento pintoresco. Y es que ver al entrañable
Luís Ciges degollando con una hoz a Maria José Cantudo (ojo, en la versión uncut para el extranjero luego le descubre y toca una teta e incluso diría que sutilmente el plano sugiere un acto de necrofilia más contundente) tiene, pues, eso, un toque pintoresco. Y que luego salgan ambos haciendo el zombi ya ni les cuento... Bueno, sí, les cuento, que al fin y al cabo esto es una reseña de uno de los títulos más míticos del fantaterror hispano de los 70.
El Espanto Surge de la Tumba. Ni más ni menos que la primera película de la mítica productora
Profilmes (intento de Hammer Zeta a l'espagnola) realizada al alimón por
Carlos Aured y
Jacinto Molina, es decir,
Paul Naschy. En 1972. De hecho, es la opera prima de Aured, hasta ese momento ayudante de
Leon Klimowski, y la verdad es que no lo hace nada mal
. He revisado el filme infinidad de ocasiones pues, personalmente, lo considero una pequeña joya del horror de serie bé cañí. La peculiaridad del repaso de este fin de semana es que por primera vez he tenido el placer de ver la versión "uncut", la que se estrenó allende las fronteras españolas. La versión con desnudos que aquí, por cosas de la censura de la época, ni se estrenó en salas ni es la que se ha emitido por televisión (en Antena 3 o en el temático Alucine, por ejemplo). Volveré al tema de la doble versión más adelante.
Si afirmo que es una de mis películas españolas favoritas es porque sus virtudes son numerosas. Es cierto que, como mucho y siendo generosos, puede considerarse una modesta serie bé. Y que por tanto tiene carencias. Pero, jo, además de una lograda atmósfera (en la que la banda sonora a base de un funebre órgano, quizás algo repetitivo, tiene vital importancia), de una interesante nómina de hembras (
Emma Cohen,
Helga Line,
Cristina Suriani, la Cantudo), de ser uno de los filmes pioneros en la cosa esta tan poco desarrollada del gore ibérico y de algunas resoluciones la mar de imaginativas (el traslado de la cabeza de Alaric de Marnac de la repisa al ataud donde descansa el resto de su cuerpo, por ejemplo), tiene un guión que es puro delirio pop.
Escrito, como era habitual por el mismo Jacinto Molina, éste siempre ha presumido de que lo realizó en tan sólo 24 horas. Quizá así se entiende que el resultado sea una perla más propia de un bolsilibro pulp que de una película. Y es que en el filme no falta de nada. A saber, y agárrense: ejecuciones mediavales de brujas, sesiones de espiritismo, violencia rural explícita, necrofilia, vampirismo, chicas en camisones transparentes recorriendo pasillos candelabro en mano, zombis, ritos satánicos, gore generoso, sexo perverso (en la versión “uncut” claro) e inesperados giros del guión. Con tanta cosa es lógico que las virtudes del filme se antepongan a los defectos de manera rotunda. Y además con cierto ímpetu pionero, recuerden que es de 1972.
Rodada en diversas localizaciones de la Sierra madrileña, especialmente Talamanca del Jarama, (donde al parecer los padres de Naschy tenían una finca) la cosa intenta pasar por ser una campiña francesa plagada de pueblerinos violentos. Si me lo permiten, les explico un poco de que va la cosa, pero sin desvelar demasiado. Tras una introducción medieval en la que se ejecuta por brujería a Alaric de Marnac y Mabille de Lancree (ambos maldicen a los descendientes de sus ejecutores, entre ellos otro Marnac) nos plantamos en el presente, en París, donde los descendientes y sus respectivas parejas resultan ser unos pijos burgueses de tomo y lomo a los que les da por hacer espiritismo e invocar a Alaric. El espírit de éste les revela donde descansan las partes de su cuerpo (la cabeza por un lado, el resto por el otro): en las afueras del monasterio y en la cripta familiar. Así que ni cortos ni perezosos los cuatro pijos se van a jugar a lo esotérico a la zona, que resulta plagada de aldeanos que se entretienen matándose entre sí y violando a las doncellas del lugar. Muy a lo
Perros de Paja, que para algo la habían estrenado justo un año antes.
Así que desentierran un cofre con la cabeza de Alaric; lo consiguen gracias a las visiones de uno de los urbanitas parisinos, el pintor Andre Roland (encarnado por
Victor Alcazar, que aquí se hace llamar
Vic Winner) y a la mano de obra lugareña, concretamente un
Luis Ciges (sí, el maravilloso actor tan querido por
Berlanga) que por la noche la robará, abducido por el espíritu de Alaric, y llevará a la cripta, aunque por el camino, hoz en mano, aprovechará para cargarse a la Cantudo y cometer los actos impuros antes comentados.
Y ya la tenemos liada. Alaric resucita, secuestra a toda hembra que se le pone por delante, resucita a su querida Mabille (una
Helga Line desatada) y lanza sobre los protagonistas una legión de zombis (Ciges y la Cantudo incluídos) mientras que su descendiente Hugo, el pijo parisino encarnado también por Naschy, aprovecha la falta de su novia (una de las secuestradas) para enrollarse con Emma Cohen, lugareña de buen ver que de golpe recuerda la existencia de un talismán, el Martillo de Thor (nada menos), que al parecer les protegerá de todo mal. Lo del talismán éste resulta muy curioso, no sólo porque no se hable de él hasta que es necesario (es decir, un par de segundos antes, cosas de los guiones escritos deprisa y corriendo) sino porque no se trata precisamente del habitual símbolo católico, apostólico y romano, sino que es pagano. Cosa curiosa ésta. Y ya no sigo destripando más. Jueguen ustedes al body count cuando la vean.
Naschy interpreta nada menos que tres papeles: el pérfido Alaric de Marnac, su episódico hermano traidor (tan sólo aparece en la introducción) y su descendiente Hugo, líder de los pijos parisinos que va de sobrado y de guaperas (cosa habitual en los papeles de héroe escritos por y para Jacinto Molina: que tocara el máximo cacho posible era casi obligado). El personaje de Alaric, claramente inspirado en Gilles de Rais, reaparecerá en un par de pelis más:
El mariscal del infierno (
ya comentada en este blog) y
Latidos de Pánico, que espero poder visionar en los próximos meses para completar la trilogía, ya que estamos.
Y para acabar, el prometido comentario sobre las dobles versiones. Práctica habitual en el cine de horror hispano de la época. Muchos de estos filmes tenían dos montajes diferentes según su destino fuera el nacional, donde los desnudos aún estaban prohibidos por la censura, o el extranjero, donde la presencia de jamonas en carnes era un must indispensable, especialmente para mercados como el alemán, el japonés o el estadounidense. Es destacable que no pasara lo mismo con la violencia.
El espanto surge de su tumba (
Horror Rises fron the Tomb fue su título internacional), en términos de gore, es un filme destacable: decapitaciones varias, un destripamiento, un par de corazones arrancados y saboreados de cuajo y bastante sangre. Estas escenas permanecen inmutables en ambas versiones. No así las escenas de sexo. Y es una pena que mi copia de la versión española esté en vhs y no pueda capturar imágenes, que si no les montaba aquí una comparativa gráfica la mar de interesante. Así que sólo podré detallarles las escenas.
La versión "uncut" es generosa en cuerpos desnudos, y no sólo femeninos. Y claro, como es lógico gana mucho. En algunos casos nos encontramos con que las escenas prosiguen más allá de donde se cortan en la versión de consumo interno, por lo que la "uncut" dura unos cuantos minutos más. En otros casos lo que hicieron es rodar las escenas dos veces: una con las actrices desnudas o en top less, la otra con camisones (ligeritos y tal, eso sí). La cosa ya queda clara al principio: en la versión "uncut" a Mabille de Lancre (Helga Line) la cuelgan boca abajo en pelotas y se ven los pechos (ensangrentados). En la versión española ese plano desaparece y se pasa directamente a los títulos de crédito. Ya he comentado al principio como en el deguello de la Cantudo a cargo de Luís Ciges éste le descubre y manosea una teta y luego se coloca entre las piernas del cadáver, que está tumbado sobre una mesa. Este extraño plano permanece en la versión amputada, pero no lo de la teta, por lo que el sutil llamamiento a la necrofilia es mucho menos evidente. Las visitas nocturnas de Alaric de Marnac al dormitorio de diversas lugareñas son diferentes según la versión: top-less en la "uncut" (Emma Cohen incluida) y camisón generoso en la española. Helga Line cuenta con un desnudo integral frontal en su respectiva visita a un mozetón de la zona. A éste se le ve el culete en un par de ocasiones, por cierto, cuando sale de la cama y cuando se descubre el cadaver. Ni rastro, claro, queda en la otra versión. EN España aun pasarían algunos años antes de poder verse un desnudo frontal integral en una película. Así que el respectivo mordisco lo efectua Mabille vestida con su traje medieval.
Para acabar, los ritos satánicos de resurrección son mucho más jugosos y evocadores en la versión "uncut". Por un lado, para resucitar a Mabille Alaric coloca sobre el esqueleto de ésta, que reposa en el interior de su ataud, a una muchacha desnuda recien sacrificada. Lo llamativo es que luego Alaric se coloca encima, formando un extraño trío necrófilo que acaba con la resurrección de Mabille. La forma como Alaric de Marnac se coloca sobre el cuerpo recien sacrificado induce a pensar que parte del rito satánico incluye el acto sexual del brujo vampiro con el cadáver. Como es lógico, todo esto no se ve en la versión hispana de la misma manera que se escamotea al espectador la escena eróticamente más perturbadora de todo el filme, aquella en que Naschy y Helga Liné acarician, besan y mordisquean el cuerpo desnudo de la bella Cristina Suriani (lástima que casi no se le vean las tetitas). De nuevo un trío erótico vampírico, esta vez con la víctima viva. La cosa acaba con Mabelle arrodillándose ante la entrepierna de la Suriani mientras Alaric cubre los cuerpos con su capa. Fíjense ustedes qué cosas nos perdimos por culpa del régimen. Suerte de la mula.