A veces, tendemos a olvidar que lo primero que tiene que hacer una serie es entretener. Está muy bien que se quiera reflejar una realidad social, o reivindicar algo o, directamente, protestar contra una determinada situación y denunciarla, pero la ficción, aunque puede cumplir todos esos roles, tiene que entretener al espectador. De nada sirve una serie muy ambiciosa en lo temático si no hay unos personajes bien definidos e interesantes que sustenten todo su entramado. En más de una ocasión hemos apuntado que son ellos, más que la trama, lo que permite que la serie aguante ad infinitum.
También es verdad que lo ideal es que todo el conjunto del programa esté tan bien afianzado, que la marcha de un protagonista no haga que se resienta. En el principio de la segunda temporada de "El Ministerio del Tiempo", descubrimos que Julián va a estar un tiempo apartado de la patrulla que forman Alonso y Amelia y que ellos van a tener un nuevo compañero, pero eso no hace tambalearse los cimientos de la serie. Sí, Julián era importante en el inicio porque era los ojos del espectador, era nuestro guía a través de la puerta del tiempo, con el que nos íbamos acostumbrando a pasar a épocas pretéritas para evitar que se cambiara el presente. Pero a su alrededor se fue armando el resto del mundo de la serie, desde sus compañeros de patrulla a los directivos del ministerio, y se iba creando poco a poco la mitología de fondo de sus aventuras.
"El Ministerio del Tiempo" vuelve esta noche a La 1 con una segunda temporada que pueden ver quienes no siguieran la primera, pero que sólo se puede disfrutar de verdad si se han visto sus ocho primeros episodios. Como toda serie que se precie, el impacto emocional de algunas escenas sólo se siente de verdad por acumulación. La mirada de Amelia en la cafetería del Ministerio sólo se comprende si conocemos todo el torbellino emocional que la ha precedido, y su "enfrentamiento" con Spinola parece apuntar que el corazón de la serie va a girar un poco más sobre ella.
La primera temporada ya apuntó que moverse entre tiempos con tanta facilidad deja secuelas, y "Tiempo de leyenda", el episodio que da inicio a la segunda, parece indicar que dichas secuelas van a seguir explorándose más adelante. Como ocurría con los agentes de "Warehouse 13", los funcionarios del Ministerio siempre corren el riesgo no tanto de morir jóvenes, sino de sacrificarse mucho más allá de lo que dicta el deber para cumplir las misiones, para mantener la continuidad temporal y honrar el objetivo de su trabajo. En ese episodio se profundiza en ese lado oscuro del Ministerio como institución y en casi la misma motivación que presidía, por ejemplo, el retrato de los soldados en "Hermanos de sangre". Como dice un personaje en el capítulo en cuestión, los compañeros son lo primero.
Música de la semana: Con su visita a Tierra-2, "The Flash" por fin dejó que Jesse L. Martin, que interpreta a Joe West, desplegara su faceta de cantante de musicales al interpretar "Where or when", un clásico estándar de jazz cuya letra hace referencia a cosas que pasaron y vuelven a pasar o que el cantante no logra recordar dónde o cuándo pasaron. Una canción muy apropiada para el multiverso. La versión con la que nos quedamos es la de Peggy Lee y el trío de Benny Goodman.
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