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sábado, 25 de noviembre de 2023

LIGHT BLAST

La primera vez que consumí esta película, hace tres décadas y pico (viene fechada en el sagrado año de 1985), me llevé una impresión positiva. La encontré sorprendentemente entretenida. Eso hace incomprensible que, ante semejante reacción, no la copiara de vídeo a vídeo para incluirla en mi colección. O, al menos, la alquilara una segunda vez. Llevaba sin verla desde entonces, así que "algo malo" tenía que haber ahí. Era ya momento de echar luz al misterio.
Un científico tarado y resentido amenaza a la ciudad de San Francisco con destruirla si no le dan un montón de dineros. ¿Cómo? pues usando un láser potentísimo que hace explotar relojes y derrite objetos -y personas- como si fueran mantequilla al sol. El típico policía socarrón y echao palante será el que se ponga con el caso, investigue, mate a unos cuantos y salve la papeleta.
Pues sí, enigma resuelto: No me la copié en su día, y no volví a alquilarla, porque "Light Blast" es un rollo. ¿Entonces, a que vino esa sensación de positividad? Seguramente gracias a las escenas de efectos especiales, tan cutres como encantadoras. Concretamente, las de peña derritiéndose tienen toda la pinta de intentar recrear, a lo chusco, el final de Ronald Lacey en "En busca del arca perdida". Un poco lo que en su día hizo Luigi Cozzi con "Contaminación: Alien invade la tierra" respecto al pecho estallando de "Alien, el 8º pasajero" . Pillo el elemento más shock del film de éxito y, como buen exploiter, lo replico tropecientas veces a lo largo de la película. Teoría que no es de sorprender teniendo en cuenta que tras "Light Blast" se oculta otro clásico del subproducto italiano, Enzo G. Castellari. Incluso esta vez se curra el guion a pachas con un tío de extrañísimo y sospechoso nombre... ¿Titus Carpenter? ¿En serio? (obviamente, en realidad se trata del italiano Tito Carpi, con un extensísimo CV de películas de acción, erotismo, comedias y demás, entre ellas varias del mismo Castellari)
Y, claro, si le quitas los momentos de mayor enjundia truculenta a "Light Blast", lo que queda es... bfffff... muuuuchas escenas de transición que no aportan nada, pesquisas detectivescas eventualmente coronadas por algo llamativo, pero demasiado poco. Pal caso, pues algunas explosiones, algunos "stunts" jodidos (de verdad, ¿qué loco se prestaría a escenas de ese porte en una de bajo presupuesto, especialmente confeccionada por fetuccinis?), violencia y sendas ideas graciosas, como esa tanatpractora que ahostia al prota y este, cuando se rebota, le importa un pimiento que sea una tipa -y guapa-, la machaca que da gusto y remata de un balazo. Al final, inevitable extensa persecución sobre ruedas por las calles de San Francisco. Y, by the way, que se sitúe ahí, la ciudad de "Harry Callahan", no es lo único que nos trae a la mente a tan magno personaje, la misma idea de un criminal amenazando a los capitostes de la ciudad o la del policía entregando el dinero en un maletín a base de recorrer la urbe, contribuyen a ello. Pero, por desgracia, eso no otorga más lustre al film de Castellari.
Protagoniza el sarao todo un rey del zetismo, Erik Estrada, quien, como muchos de su porte, vivió momentos de cierta gloria en los setenta/ochenta gracias a una serie de televisión ("CHIPs"), para terminar con los huesos en el cine de baja estofa, siguiendo a rajatabla las órdenes desordenadas de señores como Andy Sidaris, Gene Quintano, Joseph Merhi o el inevitable Fred Olen Ray, además de mucha caja tonta, el medio donde mejor se manejaba.
En España "Light Blast" fue distribuida por "Dister" tirando de una maravillosa ilustración del gran E.Sciotti y otro detalle muy de la época: por aquello de ocultar el origen italiano del dire, quitan lo de Enzo G. y se quedan con E.Castellari, que suena menos flagrante.

martes, 15 de marzo de 2011

EL DÍA DEL COBRA / CRUEL JAWS

Ayer noche me zampé dos italianadas, back to back. Dado que ninguna me hizo vibrar especialmente pero que, al mismo tiempo, tienen los antecedentes necesarios para ser parte de este blog, he decidido comentarlas juntas. Así mato dos pájaros de un cuesco.
La primera es "El día del cobra", thriller con tufo al policiaco americano de los 70 (recuerda muy levemente al rollo "French Connection") dirigido por el mítico Enzo G. Castellari y con protagonismo absoluto del carismático Franco Nero, acompañado de una atractiva Sybil Danning faciendo de disc-jockey y William Berger en un rol escueto. La cosa va de un poli obsesionado en cazar a un mafioso (gay, para más señas) y sus trifulcas para lograrlo. En el proceso, muere su hijo (es padre soltero), lo que le dará más motivos para ser duro con los pillastres. Pues sí, puro italiano de la época (1980) en su estética y su forma (aunque a Castellari no le tiraba tanto el zoom como a sus colegas). Las secuencias de Franco Nero con su retoño son babosas y ridículamente tiernas, muy italiano

todo. Acción hay menos de la que cabría esperar, aunque cuando se deja ver, convence (sobre todo el final, con Nero usando un pico para aplicar justicia a falta de revólver. Un pico de picar piedra, digo). Pero vamos, que en general le sobra diálogo y le faltan hostias y sangre. Visible nomás.
La siguiente fue "Cruel Jaws", tardía (1995) aportación -televisiva!- de Bruno Mattei al subgénero de tiburones asesinos. Aunque, según se mire, y dado cómo este tira hoy en el video-club y la tele por cable, podríamos decir que el italiano fue visionario.
En fin, la historia es lo de siempre, rutina pura. En realidad esta peli es una gran mierda, pero si me he animado a comentarla es por un factor muy curioso: Todas las secuencias de ataque de tiburón están extraídas del "Tiburón 3" del amigo -otra vez- Castellari. Todas. Desde el helicóptero devorado hasta los surfistas atacados. Aquí no falta nada. Y claro, da que pensar... oiga, si "Tiburón 3" (es decir, "L´ultimo squalo") fue una de las estafas más sonadas de su época, aquí podemos decir que nos hallamos ante la estafa de la estafa. Robar a un ladrón, vendría a ser el caso. Joder, si hasta reutiliza las imágenes de archivo de escualos reales de las que se valió Castellari, y comete exactamente los mismos fallos de raccord!!!!. Esas cosas solo podía/sabía/osaba hacerlas Bruno Mattei (que aquí no firma como Vincent Dawn, sino como William Snyder), rodar una peli de tiburón asesino, ¡casi sin mojarse!. Ole sus mediterráneos y enterrados huevos.

martes, 29 de mayo de 2012

AQUELLAS CARATULAS MARAVILLOSAS (17): SECUELAS BASTARDAS Y ABSURDAS

Hacía tiempo que no nos dábamos un garbeo por el maravilloso y espeluznante mundo de las caratulas horribles y rastreras y, miren por dónde, hoy me apetece.
Antes, un pequeño inciso: Si tuviera que hablar aquí de "secuelas absurdas o falsas", en fin, podría pasarme varias horas dando la vara porque es un tema extenso. Resumámoslo en que el boom de tan discutible -pero entrañable- estratagema se dio en los años 80 de la mano del mercado Bé italiano, siempre tan atento a los éxitos del momento. Claro que no eran los únicos, en España muchos distribuidores, aprovechando el ignominioso y caótico mercado del vídeo, lanzaban falsas secuelas por su puta cara, y a las -siguientes- pruebas me remito (luego hay ejemplos mayores como el mítico tercer "Tiburón" de Castellari por obra y gracia de José Frade, pero eso ya lo tratamos en nuestro "Malas pero divertidas", así que si quieren saber de qué va, cómprenlo).
Hoy día, con todo el mamoneo legal de copyrights y demás, resulta casi imposible usar tales trucajes... salvo que tires de nombres y personajes de dominio público como  hizo Asylum con "Titanic"... pero vamos, que son hechos aislados... y si no, miren el caso del simpático pestiño "Aliens vs. Avatars" que por exigencias legales de la productora "major" de turno tuvo que mutarse en "Alien vs. Alien" (título este ya explotado por otro film previo).



Recuerdo haber tenido esta peli en las manos, con esta misma caratula, siendo jovenzuelo y no fiarme un pelo. En aquellos tiempos ya me conocía el percal y estaba convencido que tras esta supuesta segunda parte del estupendo clásico de John Boorman se escondía un truñón. Efectivamente, años después logré visionarla y a día de hoy la considero el peor y más aburrido engendro etiquetable de "survival".
En v.o. esta cosa se hace llamar "Rituals" (tal y como figura en la misma caratula, debajo del título falso). El director, Peter Carter, es también culpable de la telefílmica e insufrible imitación de "Alien", "El intruso" (con estupenda caratula, eso sí). ¿Estamos ante el Bruno Mattei yankee?.


No deja de resultar curioso que esta falsa tercera entrega de la famosa (y sobrevalorada) saga del cine hispánico "Perros Callejeros" sea un exploit italiano... lo que ocurre es que, por una vez, la intención de su director, el mítico Enzo G. Castellari, no era copiar de Jose Antonio De La Loma, sino del boom del cine policiaco yankee de tirón crudo y violento impuesto por títulos del calibre de "Harry el sucio", "El justiciero de la ciudad" o "French Connection". Una tendencia que los expertos llaman "polizesco" y que tanto se dio en los 70. Concretamente este "Perros Callejeros 3" se parió en 1974, tres años antes que el primer "Perros Callejeros"... una paradoja de lo más graciosa. En realidad su título original es el que en la caratula aparece como subtítulo, "El ciudadano se rebela". Lo de "Anonimo Giustiziere" que figura más abajo no se de dónde se lo han sacado, es la traducción italiana del título que el film recibió en Brasil, nada menos.
No es un caso tan marciano, en Inglaterra se lanzó en vídeo como la segunda parte del famoso "Vigilante" de William Lustig quien, a su vez, citaba la obra de Castellari como influencia del suyo. ¡¡Vaya culebrón!!.
Sea como sea, ni tan siquiera he visto este "Perros Callejeros 3", pero no me importaría, dado que pertenece a uno de mis subgéneros predilectos (justicieros, ¡polla!).


Los mismos golferas que lanzaron "Perros Callejeros 3" se atrevieron con un "El Pico 3" de mentirijillas. El cine quinqui "exploiteado" al completo, amigos. Se trata de otro "polizesco" parido en pleno boom del subgénero allí en italia (1974, ¡9 años antes que el primer "Pico"!) y que gasta tropecientos títulos. Según los créditos en la parte inferior de la caratula se titula "Un hombre, una ciudad" (traducción del original) y también "Vicio en la ciudad" (título español).
No la he visto, y tampoco me corre prisa hacerlo.


Este es un pseudo-clásico del todo inevitable. Y es que con Bruno Mattei/Vincent Dawn detrás, ¿¿qué podríamos esperar??. El título en realidad es cosa del distribuidor Español, que lanzó la peli justo cuando la auténtica del amigo Arnold estaba en los cines. Seguro que algún pringao picó, y eso que en aquella época estábamos ya todos bastante escarmentados.
En realidad el film nació como "Alien 3", pero una advertencia de la "major" con los derechos de la saga original hizo que los italianos se lo pensaran dos veces y lo cambiaron por "Shocking Dark", a pesar de que su trama seguía siendo un remedo chusquero del "Aliens" de James Cameron (en los USA fue lanzada como "Aliens 2" !!!) con unas muy discretas gotas de "Terminator" hacia el final. Verla es un auténtico tormento. "Century International Films" intentó repetir la jugada con un bastardo (e intragable) "Re-Animator 2" también italiano.

miércoles, 19 de marzo de 2008

BRONX, LUCHA FINAL

A día de hoy es casi un objeto fetiche, esas caratulas regordetas, en las que una ilustración fabulosa (generalmente firmada E.Sciotti) es rodeada por un marco rojo. Y encima de todo esto, un logotipo bien visible, "JF Video Films", es decir, José Frade, a quien debemos toda la deliciosa amalgama de producciones de segunda -y tercera- fila procedentes del país de la pasta (la que se come, digo) y que tuvieron el detalle de inundar los estantes de los video-clubs por allí los ochenta. Para la mayoría de los que hoy las veneran, son solo piezas de museo. Pero los de mi quinta lo vivimos en directo, cuando este tipo de cine era lo habitual que alquilar un fin de semana (a cien pesetas, si había suerte). Fulci, Lenzi, Castellari, Martino... innumerables son los artesanos del cine chungo que tuvieron el honor de pasar por las arcas del Sr.Frade. En este grupo también entra el inmortal Aristide Massaccesi, que para cada peli nos sorprendía con un nuevo seudónimo.
En este caso se trata de Steven Benson y, como era de ley en la época, lo que aquí tenemos es el necesario exploit del cine post-apocalíptico que puso de moda "Mad Max 2" (y "1997: Rescate en Nueva York") y volvió a relanzar Enzo G. Castellari con su saga del Bronx. Massaccesi, siempre al final de la cola, observando, decidió copiar al original y a la copia del original, pariendo esta peliculilla que incluso, desde mi modesto punto de vista, supera a las andanzas de Mark Gregory. Cierto es que muchas de estas películas, sin importar el género al que se suman, con los años han envejecido fatal, y vistas ahora la mayoría resultan insoportables (por aburridas), pero "Bronx, lucha final" se mantiene bastante bien, no cansa en exceso y acaba dejándote con una sonrisa de satisfacción.
Rodada con una evidente falta de medios (nada como una peli post-apocalíptica para aprovechar las ruinas de al lado de casa), por el relato pululan míticos nombres asociados a esta clase de productos como Al Cliver, George Eastman, Moira Chen (también conocida como Laura Gemser) o Gordon Mitchell, ex-actor de peplums reciclado en toda suerte de exploitations.
Como dato curioso, mencionar que el film arranca básicamente como lo haría años después "Perseguido" (que también copiaba algunos uniformes de "I Guerrieri dell'anno 2072", según Lucio Fulci), con un concurso televisivo en el que un tipo es, eso, perseguido por una serie de caza recompensas de lo más carismáticos. Claro que la novela en la que se basó "Perseguido" (según Stephen King bajo el alias de Richard Bachman) se publicó un año antes que "Bronx, lucha final". Entonces la pregunta es, ¿quién copió a quién?.

sábado, 28 de enero de 2012

AQUELLAS CARATULAS MARAVILLOSAS (11): EL MUSEO DE LOS HORROIDES (2ª PARTE)

Y seguimos con nuestro siempre fascinante repaso a aquellas caratulas video-cluberas que, por desidia, ignorancia o incapacidad, ejercían una función opuesta a la que solía pertocarles: en lugar de atraer al posible alquilador, únicamente lograban espantarle. Vamos parallá...


Otro caso (¿y van...?) de peplum reciclado. No merece ya la pena hablar de las imágenes de la parte trasera, descaradamente fotografiadas de una pantalla de televisión... nos centraremos en la caratula. Por un lado, el guerrero y la moza, que me recuerda a la portada de algún video juego o comic, y por otro, el Coliseo de Roma recortado de una puta postal turística y metido ahí de cualquier manera... ya saben, por aquello de justificar el título.


Realmente pensaba que se trataba de un efecto óptico creado por el scanner... pero por mucho que me acerco y observo al detalle, esta puta imagen directamente fotografiada de un puto televisor no mejora. Y digo yo una cosa, puestos a tirar de una táctica tan chusquera, ¿no podriáis haber elegido algo mejor, menos insulso cojones?.


Atención, pregunta: ¿Por qué las caratulas de películas de karate cutre-salchicheras cuentan siempre con ilustraciones tan feas y mal paridas?. Aunque en este caso, el Inspector Karate compite en nulidad con el mismo logotipo de la empresa que distribuye la cinta.


Las pelis de serie B/Z tienden siempre a exagerar los posters para compensar sus carencias presupuestarias. En teoría, las superproducciones no lo necesitan. Lo nunca visto es que una superproducción de ciencia ficción producida por la Disney cuente con una caratula tan cutre, poco llamativa y que, obvio es, parte del más puro e inadecuado reciclaje con esa horrible bomba-nave y esa imagen en la parte inferior sacada de algún tebeo. Puro recorta y pega. ¿Y qué me dicen del canto de la caratula?, ¿tan gordas eran las cintas de Video 2000?.


¿Qué importa de donde sale esta peli cuando uno no puede dejar de alucinar con la tremebunda ilustración de su caratula?... ¿una pelea entre dos individuos con síndrome de down, tal vez?.


Lo que aquí tenemos es el prototípico exploit de "James Bond" parido a finales de los 60 entre Italia y España (de hecho, por lo visto parte de la "acción" sucede en Barcelona). La intención era iniciar una franquicia dedicada al Agente Sigma 3 (de ahí que su nombre preceda al título), pero no coló. Y es que, claro, ¿a quien se le ocurre meter al entrañable Jack Taylor haciendo de super-agente secreto? (y menos aún si, como asegura Imdb, se trata de una comedia ¿¿??). Dejando a un lado lo chusquerísima que es la ilustración de la caratula (atención a ese tipo enmascarado con la mano en alto y el rayo estrellándose sobre el baranda en la camilla), lo más divertido resulta ser el nombre al que se acredita como director, ¿Castellari?, ¿se refiere a Enzo G. Castellari?... hummm, que raro, porque según tengo entendido el director de "Agente Sigma 3: Mercancía humana" en realidad se llama Gian Paolo Callegari. Que sí, que se parece, pero no es lo mismo, ¿no?.


Es probable que muchos de vosotros hayáis tenido la desgracia de sufrir este primerizo "pseudo-giallo" de la mano de Lamberto Bava. Pero eso no justifica que también tengamos que dejarnos la salud de nuestra vista con tan horrible caratula. ¿A qué viene que la imagen del protagonista venga borrosa?. ¿Y esa pelota tan poco aterradora como leitmotiv? (¿pero eso no salía en "Al final de la escalera"?). Y la chica, es evidente que tampoco pertenece a la peli... de hecho, seguramente la sangre sea pintada. El remate final lo pone el texto de la parte trasera, ya no por su lírica... sino por lo extenso que resulta, ¿de verdad la gente se paraba de pie, en el video-club, a leer semejante rollo?.


¡No me jodas!, ¡esto tiene que ser una puta broma!... ¡¡la barba es PINTADA!!, y con un puto rotulador de punta fina. Es más, creo que el tatuaje también. ¿Por quéeeee?, ¿por quéeeee?. La respuesta tal vez la encontraríamos -si tuviéramos el valor de verla- en "Die grosse Treibjagd", el título original de "El mercenario". Producción Hispano-Italo-Alemana (argh!) del año 1968 dirigida por Dieter Müller y un Mel Welles sin acreditar.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 26 (MADE IN ITALY)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

Retomamos la sección de escaneos bonitos, y procedemos con una apuesta segura, el horror (y el "exploitation") parido/s en Italia a lo largo de la década de los ochenta. No todo lo que viene a continuación se puede considerar bueno... pero sí conserva esa pátina tan peculiar e inimitable que gastaban esta clase de productos y los hacía tan jodidamente entrañables.



La primera entra de lleno en el grupo de las buenas. O, mejor, las cojonudas. Ya lo dije en su momento, para mí "Aquarius" es la mejor película de terror producida en Italia, de toda la vida. Y, especialmente, un colofón estupendísimo a su época dorada.
Lo que aquí tenemos son una imagen icónica de Barbara Cupisti apunto de ser -fallidamente- asesinada por el psycho-killer del jeto de búho y la impactante secuencia en la que un tipo rescata a su novia -preñada-, que ha caído por un agujero a merced del villano, y al tirar de ella recupera únicamente la mitad, cercenada con una sierra mecánica (aunque, curiosamente, en el momento no oímos el motor de la misma. De hecho, ¿¿pero qué demonios hace semejante aparato en el taller de un teatro??.... ¡pues rimar! ¿qué si no?)
Yes! "Aquarius" se confeccionó con muy pocas liras, y todo era rudimentario no, lo siguiente. Por mucho que ame el film de Michele Soavi, no puedo contener el deseo de remarcar lo muy descaradamente que canta el maniquí utilizado como tronco de la víctima. En la pantalla da el pego.... aquí, no tanto.
Dios bendiga los efectos prácticos de chichinabo.


El bueno de Lamberto Bava tiene mucha presencia en la entrada de hoy. De primeras, este especie de collage que me he currado de "Demons 2", donde un poseído atrapa al actor con cara de boxeador Lino Salemme, cabolo mediante.



Luego, un par de instantáneas extraídas de "Disturbios en el cementerio", el pestiño que casi provoca el linchamiento de su director en el Festival de Sitges de la época. Lo cierto es que, a pesar de la poca calidad del film, están guapos los bichos, especialmente el segundo. 


Decimos "ciao!" a Bava Junior del mejor modo posible, con una de las víctimas del asesino de "Crímenes en portada". Tal es la locura de este que, en lugar de ver la belleza de las modelos que asoman en las páginas de una revista sexy, su mente las transforma en monstruos, como esta a la que han puesto careto de avispa. La gracia consiste en reconocer de quien se trata. ¿No le suenan esas deliciosas, preciosas y perfectas ubres censuradas? Sí, amiguitos, estamos ante la mismísima Sabrina Salerno, culpable de deslechar los testículos de media población adolescente española a finales de los ochenta (incluidos los míos, faltaría más). 
¿Que no, siguen sin recordar? Pues dejen que les refresque la memoria...




(para gosssarlas más y mejor, CTRL + botón izquierdo del ratón)

Creo que la de "Yo amo estudiantes" la tuve un tiempo
adornando mi carpeta escolar.
Bien, ahora que se han secado las lágrimas, y lo que no son lágrimas, vayamos a
por el colofón.



No es terror, pero sí italiano y muy "cool". ¿Hay cosa más macarra que Franco Nero dándoselas de un bigotudo Harry Callahan, sujetando un pistolón plateado? No, padre. Encima, de la mano de todo un experto en estas lides, don Enzo G. Castellari. Se trata de "El día del cobra", cuya reseña tecleé hace doce años.

miércoles, 4 de octubre de 2023

UN TEBEO DE "SUPERSONIC MAN"


Permitirán que me ponga un poco nostálgico comenzando con un dibujo que hice para el colegio el año 1979. Consistía en retratar alguna actividad realizada durante aquel verano. Graciosamente, dejé de lado el ir a la playa con la familia o pasar el día comiendo bocadillos en el campo, para destacar mi asistencia a una proyección, la de "Supersonic Man" en una sala de cine (no fue la única vez, por lo visto la película de Juan Piquer me tenía obsesionado, como también puede apreciarse aquí). Si se fijan bien, verán que hay una pantalla con su público atento, localizarán al superhéroe de la capa azul y reconocerán, con un poco de esfuerzo, la escena, cuando aquel convierte en plátano la pistola de un villano. Momento que, inevitablemente, dejaba huella en el cerebro de un impresionable crío de seis años.
Soy de la generación que se dejó engañar por el "Supersonic Man" de Juan Piquer, sí. También el "Tiburón 3" de Enzo G. Castellari. Así a la distancia, ambas películas parecían bien jugosas. Concretamente, aluciné pepinillos el día que vi el trailer de "Supersonic Man" en una tele minúscula en blanco y negro. Claro, luego acudías al cine acompañado de tus pacientes padres, la abuela o un hermano mayor, y, aunque tampoco acababas de entenderlo, sentías que algo descuadraba. Aquella película NO era como sus primas Hollywoodienses que tanto habías disfrutado. ¿Qué iba mal? Con los años obtuve respuesta, pero entonces, simplemente, me limitaba a picar. Santa inocencia.
Y ello incluía el "merchandising", tan tosco y pobre como la película. En el caso de "Supersonic Man" hablo de los famosos tebeos dibujados por el padre de "Pumby", J.Sanchís, quien hizo lo que pudo pero, seamos francos, no era el más adecuado para la tarea. Los primeros cuatro números de la colección adaptaban la película entera. Luego, probaron historietas nuevas. Y alguno de aquellos también cayó. Pero, tal y como es de suponer, la cosa no se prolongó mucho más en el tiempo.
Y hoy, aquí, me he animado a cederles completo, y en formato PDF, el número uno del tebeo de "Supersonic Man". Es decir, está sin final, pero poco importa. Se trata de gozar de la ingenuidad de todo ello. Para proceder, bastará con que se lo descarguen en el enlace correspondiente. Ya me darán las gracias otro día. Disfruten.


miércoles, 30 de mayo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "SIMBAD, EL REY DE LOS MARES"

No contento con haber prestado cara y tetas en dos ocasiones dando vida al legendario "Hércules", Lou Ferrigno se alía de nuevo con la "Cannon" y un exploiter italiano, Enzo G. Castellari, para convertirse en "Simbad, el rey de los mares". Sin embargo nunca llegué a consumirla, ni siquiera di con ella para incluirla en la programación de un evento peliculista. A día de hoy sigue siendo una incógnita para mí... y tampoco es que me muera de ganas de que deje de serlo, la verdad. Lo que sí tengo son algunos fotocromos que les cedo acá. Como nota curiosa, mencionar que en el reparto localizamos a Teagan, señor/a de robusto aspecto que interpretó a la "Alienator" según la insufrible película de San Fred Olen Ray.






miércoles, 6 de noviembre de 2013

AQUARIUS

Durante mucho tiempo consideré "Aquarius" como "la última película buena del cine de terror moderno italiano". Revisada recientemente, cambio el slogan a: "La -casi- única película buena del cine de terror moderno italiano".
Seamos prácticos, visto hoy, el trabajo de gente como Lucio Fulci, Sergio Martino, Umberto -papanatas- Lenzi o, especialmente, Lamberto Bava, resulta bastante aburrido. O, mejor, totalmente mortecino. Sin embargo, "Aquarius" no solo mantiene el tipo, además logra algo casi imposible de encontrar en un producto ítaloparlante adscrito al género de mis amores: No aburre. Y no solo no aburre, ¡entretiene!. Eso sí que es un milagro. Dentro de tal elitista tendencia también cabe el amigo Dario Argento, especialmente en sus mejores tiempos. Y no es puta casualidad, pues los lazos entre el padre de "Inferno" y Michele Soavi, director debutante en "Aquarius", eran bien fuertes. De hecho, la gracia de esta película es que se erige casi como testamento de la era dorada del terror italiano post-Mario Bava por así decirlo, el de los 70 y, muy especialmente, los 80. Y lo firma el pupilo más aventajado posible, el amigo Soavi, en cuyo curriculum previo encontramos el famoso documental que dedicó a su maestro Argento con "Il mondo dell'orrore di Dario Argento" para quien, antes de currar como director, lo hizo como asistente y actor (en "Tenebre", "Phenomena" y "Ópera"). Pero Argento no fue el único, también dio lo suyo para Lamberto Bava en idénticas funciones ("Cuchillos en la oscuridad", "Demons", el remake de "La máscara el demonio" y "Blastfighter, la furia de la venganza", en la primera hacía de -si la memoria no me falla- asesino travesti y en la segunda era el tipo de la media-máscara que reparte propaganda del estreno del film diabólico en el metro). Su vinculación al horror italiano no se queda ahí, ya que Soavi ha ejercido exclusivamente de intérprete en films tan característicos como "Alien 2", "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" (la de Fulci, para quien también colaboró en "El destripador de Nueva York"), "El día del cobra" (de Enzo G. Castellari), "Los invasores del abismo" (de Ruggero Deodato) o "Il gatto nero" (de Luigi Cozzi -amigo de Víctor-). Y aunque curiosamente su nombre siempre va asociado al de Argento, en realidad otro para quien curró a destajo en sus inicios fue el no menos legendario Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D´Amato. Michele fue actor, co-guionista no acreditado y asistente en títulos tan variados y demenciales como "Bronx lucha final", "2020 Los rangers de Texas", "Terror sin límite", "Calígula 2" o "Ator el poderoso". Tal vez por ello fue Massaccesi, y no Argento, el primero en producirle un largometraje comercial, es decir, este mismo "Aquarius" que Aristide apadrinó desde su flamante "Filmirage" y que, como guinda del pastel, cuenta con un guión original de Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman, el caníbal de "Gomia, terror en el mar Egeo" (dirigida por D´Amato, of course), que pal caso se esconde tras el alias de Lew Cooper. Ahí es nada. Visto lo visto, está claro que solo Michele Soavi podía cerrar el círculo aplicando lo aprendido y, encima, tan bien (y americanizando su nombre a Michael, como debe ser).
Un puñado de actores hambrientos, y su director, ensayan desesperadamente un espectáculo teatral de danza moderna sobre un anónimo asesino. Todo pinta que va a ser un desastre. Esa noche, la prota de la función, aquejada de dolores en el tobillo, hace caso omiso al jefe y se marcha al hospital más cercano para que le venden la pupa. Su presencia motivará la huida de un peligrosísimo psicópata que se le cuela en el coche, se carga a la chica de guardarropía del teatro y desaparece. Llega la policía, registra el lugar, no encuentra nada y se marcha dejando únicamente dos agentes que de poco servirán (uno de ellos encarnado por el propio Soavi). El director decide aprovechar el suceso y convierte su obra en un inesperado biopic del psycho-killer visitante... así que, pa meterse caña con los ensayos, se encierra a si mismo y a los actores en el teatro, escondiendo la llave. Poco saben todos ellos que el homenajeado también ronda por allí, dispuesto a cargárselos y, para más inri, la primera persona a la que asesina es la única que sabe dónde está escondida la llave de la puerta principal. La noche que les espera será de órdago.
"Aquarius" fui a verla el día de su estreno, al cine. Lo recuerdo muy bien porque los Viernes por la tarde solía reunirme con los idiotas de mis ex compañeros de EGB para acudir a las películas. En aquella ocasión, elegí yo. Naturalmente entonces ya sabía mucho sobre la peli de marras gracias a mis queridas revistas francesas, aunque la reconocía más por el título que allí recibió, "Bloody Bird". Al entrar, un sensacionalista cartel que el mismo cine se había sacado de la manga, nos advertía que lo que íbamos a ver era muy fuerte porque resultaba "totalmente verosímil". Menuda chorrada!!. De hecho, y aunque lo pasamos muy bien durante el visionado, al terminar uno de mis "amigos" criticaba el desenlace del film aludiendo, justamente, a su falta de verosimilitud. En fin, jóvenes presuntuosos. A mi todo aquello me daba igual, me la sudaba, había disfrutado como un enanito y salí bien saciado, ya que por entonces lo que buscaba con desesperación en un film de horror era la más generosa y gráfica truculencia y, en ese sentido, "Aquarius" iba la mar de bien servida. ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine de terror incluía gore valiente y gráfico, pero en sus justas dosis, sin caer en el exceso por el exceso, ni el humor, ni la estilización en busca de la aprobación de las élites políticamente correctas!, preocupándose más por ser "una de miedo con gore" que "una gore con miedo" o, peor, "una gore con gore" o, ya de pesadilla, "una gore con risas".
El caso es que, menos experimentado en estas lides, consideraba "Aquarius" una muestra moderna de "giallo". Bien cierto es que guarda algunas características propias de esa clase de cine, pero en realidad la obra de Michele Soavi encaja mucho mejor en la etiqueta de "slasher". ¿Una mezcla de lo mejor de ambos bandos?, pues sí, me parece bien. Por parte "slasher" tenemos a un asesino mudo e imparable ataviado con un uniforme negro y una máscara de lo más chanante. Esa cabeza de búho gigante es ya legendaria. Tenemos el grupo de jóvenes servidos para ser asesinados con las más variadas armas y los crímenes más impactantes y sangrientos, que incluyen cosas tan clásicas como hachas o una surrealista pero efectivísima sierra mecánica. Y tenemos el climax en el que la "final girl" y el malo se enfrentan cara a cara, así como la aparente invulnerabilidad del segundo. En el terreno del "giallo" encaja el mini-puzzle que resolver del final, el asesinato enfocado como todo un arte (los cadáveres de las víctimas reunidos es algo muy "slasher", pero no lo de presentarlos de forma tan artística) y, en general, la concepción elegante, bonita y estilizada que Soavi tiene del terror, algo directamente heredado de su amigo y vecino Dario y que destaca especialmente con la hipnótica y pomposa banda sonora, así como con esas plumas flotantes o los números musicales de la obra que ensayan los protagonistas (el sumum de lo cual viene cuando la que conoce la ubicación de la llave es asesinada brutalmente delante de todos, convencidos de que el agresor es el actor disfrazado. Ese es uno de los momentos más "giallo", más Argento, de la fiesta, a base de soundtrack orquestal e iluminación azulada).
Hace unas líneas hablaba de los asesinatos truculentos y salvajes. Déjenme volver a ello. En la época se consideraba "Aquarius" como una película "fuerte" y seguramente en 1987 sí encajaba en la etiqueta. No estábamos tan acostumbrados a ver de modo claro y sin disimulos cómo una sierra mecánica abría el estómago a un tipo, y aquí es algo que está bien presente y, además, rodado de modo muy efectivo, muy tétrico, con una linterna como única fuente de luz, el asesino con la máscara salpicada de sangre y la víctima, gritando agónicamente, rodeados de oscuridad y asentados sobre un Argentiano suelo inundado de agua. Brillante. En posteriores entrevistas Soavi decía que no se consideraba muy amigo del gore (¡ni del terror de los ochenta!, al que acusa de poco imaginativo), pero que aceptaba que un film de terror iba ligado a la muerte y la sangre, y que en cierto modo esta última era lógicamente inevitable. También comentaba que el presupuesto con el que contaron para "Aquarius" era mínimo, y que lo efectos especiales se resolvieron del modo más rudimentario. Hay una chica -embarazada!- que es partida por la mitad y cuando se revela su medio-cuerpo, nos damos cuenta que se trata de un auténtico maniquí al que han pegado unas tripas. No digo que cante hasta el extremo de resultar risible y chapucero, para nada, pero sí es verdad que el momento pasa fugazmente ante nuestros ojos evitando resultar demasiado evidente. Lo mismo que la decapitación del director de la obra de teatro. Pero que nadie se confunda, porque esa pobreza queda totalmente compensada por la inmensa capacidad de Michele Soavi, que se muestra como un cineasta de lo más talentoso a la hora de dotar de ritmo a su película, de sacar buen partido del montaje y, en fin, de jugar con el suspense. "Aquarius" es impactante y sangrienta, sí, pero también emocionante. Digamos que podríamos partirla en cuatro cachos. Arranque, masacre (donde mueren el 90% de los personajes secundarios, sin descanso), enfrentamiento y desenlace. El enfrentamiento es el segmento más delicado porque, casi sin diálogos, y a base de sonido e imagen, el director se centra en el puro suspense, cuando el psycho-killer tiende una trampa a la "final girl" que debe agenciarse la llave de la puerta sin que su agresor se de cuenta, aunque lo tenga a medio metro. Muy logrado momento de puro cine, que eclosiona con el inevitable bis a bis de la  pareja, destacando el instante de él colgando del techo y deslizándose por un grueso cable hacia ella. De infarto.
Quizás uno de los puntos más flojillos de la película sean algunos de sus actores, ya sabemos que en la mayoría de las pelis de terror italianas suelen ser muy malos, ridículos. Aquí se salvan de la pura quema por los pelos, aunque queda sitio para algunas sobreactuaciones notables. Sin embargo, la mayor de todas ellas da el pego, porque se trata del director de la función teatral, un tipo ególatra, cruel y manipulador al que el rollo histriónico le va como anillo al dedo. De hecho, es uno de los personajes que más recuerdo dejan y para mi significó descubrir al actor que le da vida, David Brandon y sus notables orejones. Había protagonizado "Caligula 3" para el mismo Joe D´Amato (un evidente exploitation de la de Tinto Brass, donde ya coincidió con Soavi), y luego también saldría en el "Crímenes en portada" de Lamberto Bava. Pero su rol más extraño y atípico es el primero, haciendo de ángel "Ariel" para Derek Jarman en su epopeya arty-punk "Jubilee" (connotaciones de una carrera paralela en el teatro y otras artes más elevadas y respetadas).
Barbara Cupisti es la guapa "final girl" de rigor que has visto también en películas de algunos clásicos como Fulci ("El destripador de Nueva York", ¡su debut!), Argento ("Ópera"), o el fucking Lenzi ("La porte dell´inferno"), así como en "El engendro del diablo" y "Mi novia es un zombie" del mismo Soavi (a lo tonto él y la moza llevaban años coincidiendo en la pantalla, así que será verdad eso de que son o fueron pareja, apunte este que no he podido corroborar).
Sin embargo, el rostro más mítico de todo el film es el de un -habitualmente- sobreactuado Giovanni Lombardo Radice (alias John Morgen) haciendo de supergay. La fama a nivel fandom le llegó cuando Fulci decidió taladrarle la cabeza en "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y Lenzi castrarlo para "Caníbal Feroz". Lo vi in person en su visita a un festival patrio, pero -paradójicamente- era más soso que una cocacola con solo cinco cucharadas de azúcar.
Terminamos este repasito con la fea Mary Sellers (sin vínculos con el inspector Clouseau) y que también mostraba su poca atractiva faz en el temible remake de "La máscara del demonio", cortesía de Bava hijo de... Mario, "Contamination .7" (de D´Amato) y "Ghost House", de -oootra vez- Umberto Lenzi currando para "Filmirage". Curiosamente esta costrosa peliculita que consumí en un cine porno justo cuando probaba suerte proyectando otra clase de productos menos grumosos (¡¡vamos, ni el puto "deuce" y sus cutre-cines!!), reciclaba el soundtrack completo de "Aquarius" que -como ya he señalado- está muy bien y tiene un peso importante en la película. Uno de sus tres responsables, probablemente el más reconocible, es Simon Boswell, inevitablemente ligado al universo de Dario Argento y que también ha puesto su talento al servicio de una ralea de films sin desperdicio: "Phenomena", "Demons 2", "Crímenes en portada", "Karate Kimura" (!), "Santa Sangre" (estupenda su partitura para este clásico de Alejandro Jodorowsky producido por el hermano de Dario), "Hardware, programado para matar" y "Dust Devil" (Richard Stanley siempre se ha declarado admirador del dire de "Suspiria"), "El señor de las ilusiones" (de Clive Barker) y, muy recientemente, "The Theatre Bizarre" (obviamente en el capítulo firmado por Stanley) y la horrenda e incomprensiblemente reputada "The ABCs of death".
¿Y qué le pasó a Michele Soavi después?, pues que Terry Gilliam vio "Aquarius" y le gustó tanto, que decidió ficharlo como director de segunda unidad en "Las aventuras del barón Munchausen". Contaba también Gilliam que el amigo dio bastantes problemas durante el rodaje a la hora de agenciarse más dinero del acordado por obra y gracia de cierto "grupo de presión" de poca recomendable casta. Con todo, Soavi declaraba en "L´Ecran Fantastique" que había decidido subirse al carro para vivir la experiencia y aprender. Movidas raras pero, al parecer, no tan graves porque años después Gilliam y el italiano volverían a encontrarse, repitiendo roles, en la espantoide "El secreto de los hermanos Grimm"... así que, nunca se sabe.
Luego llegaron "El engendro del diablo" y "La secta" (esta vez, sí, producidas por su querido Dario Argento, que metió bastante la mano en ambas) y la peli que le consagró, la bonita, curiosa, chorra y rara "Dellamorte Dellamore", subnormalmente titulada en España "Mi novia es un zombie" de la que Martin Scorsese posee una copia en su colección privada. Cuando parecía que Soavi iba a alcanzar la cima (le llegaban ya propuestas desde Hollywood, como dirigir la vomitosa "Abierto hasta el amanecer"), movidas de corte personal/familiar le retiraron del cine durante cinco largos años, truncando su prometedora carrera. Retomó la silla del director para la televisión italiana, donde dirigió algunos telefilms policíacos que ni he visto, ni me apetece ver. Hace poco leí que el muchacho tenía intención de regresar a la big screen y con una de terrores, pero habrá que ver qué pasa, porque los tiempos han cambiado mucho y tal vez su creatividad haya caducado. O no, veremos. De momento y hasta entonces, podremos gozar ad infinitum de este "Aquarius", clásico del terror moderno mundial que, como dicen los yankees, es "highly recomended". Sin duda alguna.

domingo, 23 de enero de 2011

EL ÚLTIMO TRUCO

Es curioso, pero últimamente disfruto más viendo documentales sobre cine que películas. Mi no se por qué. El caso es que, ayer mismo, mi buen amigo Vicente me habló de "El último truco", documental reciente (2008) sobre la carrera del legendario -y ya fallecido- Emilio Ruiz, campeón de las maquetas y los "mates" que participó en infinidad de pelis, desde cosas gordas como "Dune" (la de David Lynch) o "Conan, el destructor" a las simpáticas mierdecillas del entrañable Juan Piquer, como "Supersonic Man" o "La Grieta". Tanto llamó mi atención que decidí comprar una copia por Amazon y hacérmela traer ultra-urgente desde Estados Unidos para poder devorarla esa misma noche... ejem........
Pues bueno, es muy divertido e interesante ver cómo se las ingeniaba el Sr. Ruiz para llevar acabo sus trucos. Las maquetas siempre me han molado, y apreciar el modo en que las integraba dentro del plano resulta fascinante. No nos engañemos, amigos, en ocasiones sus trucajes cantaban más que una almeja, pero como dice el mismo Guillermo del Toro en el documental (respecto a "El laberinto del fauno"), que se note un poco está guay, porque le confiere vida y encanto ante los fríos efectos digitales, que son el gran malo de esta peli (aunque manda güevos que Del Toro hable "mal" del tema digital, viendo lo que ha hecho y hace). El orondo y feliz Mejicano es solo uno de los varios rostros respetables que asoman, tenemos también los de Ray Harryhausen in person, Enzo G. Castellari, Juan Piquer Simón (con estos dos Ruiz se marca unos desayunos/charla muy divertidos) y otros no tan agradables de ver (y oír) como los de los hermanos Trueba. ¡¡AGH!!.
Sin embargo, y con todo lo atractiva que es la temática del documental, este no termina de resultar ni demasiado entretenido, ni demasiado apasionante. Vamos, que incluso aburre un poco. La puesta en escena seudo-arty, seudo-moderna y seudo-egocéntrica de su director, Sigfrid Monleón, haciendo gala de todos los odiosos típicos tics del estudiante de cine, resulta inadecuadísima para el tema tratado. No le pega nada. Lo único que consigue es desprender de encanto, calor, color, vida y humanidad a un asunto que, por norma general (y dada su condición artesanal), lo chorrea.
Hacer notar, como mera curiosidad, el pasaje dedicado a "Los ojos del gato".
Pues, no se, lo recomiendo para ver a Emilio Ruiz en su salsa... pero no por su acabado.

domingo, 1 de diciembre de 2013

STRIKER

No se muy bien por qué, pero en la época de su lanzamiento tenía la sensación de que "Striker" era un plagio tardío -italiano, of corze- de "Rambo", que llegó a los video-clubs cuando la moda de los tíos mazas contra ejércitos estaba ya algo gastada y Bruno Mattei había dado buena cuenta de ello con sus subproductos, tales como "Strike Commando" o "Doble Objetivo". Curiosamente, esta última aterrizó en nuestras estanterías gracias a "Films Cuatro", la misma distribuidora de "Striker", la diferencia es que mientras en aquella la caratula era lo más sosa imaginable, pal caso que nos ocupa fueron un poco más listos, despertando al enfermo que había/hay en mí.
Así de lejos, "Striker" (no confundir con el "Stryker" de Cirio H. Santiago, únicamente unidas por un punto en común, su condición de exploit) parece una película de lo más peculiar incluso pa las de su poco lustrosa ralea. ¿Qué hace el héroe en la portada con un tirachinas?, ¿es guasa?. ¿Y eso de "Melany Rodgers como top "Ramba""? (algo a lo que en ningún momento se hace alusión en la peli, y además, si se fijan, en la parte inferior de la caratula aparece como Melonee Rodgers). Estos detalles le conferían un aura peculiar que la hacía sumamente y equivocadamente atractiva.
Solo dos años separan al film comentado de "Rambo", entonces, ¿por qué esa sensación de producto atrasado (¿retrasado?) a su tiempo?. No me hagan mucho caso, porque cuando me la puse a ver el otro día, lo hice convencido de que era terreno virgen para mi... hasta que reconocí un plano concreto que me reveló la dolorosa verdad, ¡¡ya la había visto!!. ¿Extraño?, sí, pero no. En esos tiempos me comía estas mierdas con la misma facilidad que me encerraba en el lavabo a masturbarme. Y es que, para un fan del "trash" como ya era yo, "Striker" iba cargadita de muchos alicientes: El director oculto tras ese cantoso "Stephen M. Andrews" era nada menos que Enzo G. Castellari. Como co-guionista teníamos a otro anti-clásico, el infame Umberto Lenzi. Y en tareas de interpretación un puñado de supervivientes de la escuela italiana (John Philip Law, John Steiner y Werner Pochath) además de todo un "action hero" de tercera que terminaría convertido en icono del cine de acción videoclubero, Frank Zagarino. Hablemos de él. Su curriculum resulta envidiable. A finales de los 80, además de su papel en "Striker", trabajó para otro italiano ilustre, Giannetto De Rossi -que dejaba un rato de lado el látex pa ponerse a dirigir- en "Cy-Warrior, especial combat unit" (cuya caratula trae cola). Por cierto, es horrible. De ahí pasó al mercado yankee, donde protagonizó una ralea de productos videocluberos casi delirante, con "Terminator" siempre como fuente de expolio, por citar algunos: "Operación Cyborg" (y secuelas), "Cyborg Cop 3" o "Perdidos en el tiempo", que en inglés suena mejor, "Alien Chaser". Pero Frank Zagarino guarda un as en la manga, cuando nadie conocía aún su faz (es decir, unos pocos menos de los que la conocen ahora) compartió plató con Charles Bronson en "El guardaespaldas de la primera dama". ¡Chúpate esa!.
En el film que nos ocupa, el rubiales interpreta a un héroe con pinta de... héroe, actitud de héroe y nombre de héroe, "John Slade". Es sacado de un posible encierro por la inteligencia de los USA para que vaya a Nicaragua y libere a un periodista compatriota y amigo que ha sido secuestrado. Allí se junta con una muchacha de buen ver y rescatan al reportero Tribulete. Pero luego hay una traición por medio y vuelven a caer en manos de los malos. Entonces "Slade" se difraza de "John Matrix" y se lo pasa pipa enseñando las tetas, sudando, poniendo cara de cabreo y sacando armas de debajo de las piedras con las que exterminar al reparto de extras. Todo muy italiano ello, muy torpón, cutre, mediocremente fotografiado y extremadamente aburrido. Ya saben cómo era la acción del cine "trash" italiano, como ver una telenovela a la hora de la siesta.
En fin, decía al principio de esta reseña que la caratula de "Striker" hacía suponer que aquello era más de lo mismo, pero no exactamente igual. Sin embargo, ahora puedo afirmar que mi joven e ingenua percepción fue un espejismo. Esta peli es pura fórmula, de cabo a rabo, sin sorpresas ni estridencias. Previsible hasta lo denunciable. Un desvergonzado rip-off de la de Stallone. Vamos, que Lenzi no se lo curró ni pizca cuando se puso al teclado, porque, encima, los diálogos son realmente propios de un retarded. De tebeo malo. Y vienen cargados de ese ultra-patriotismo yankee totalmente absurdo, especialmente idiota siendo como son fetuccinis sus perpetradores. Es la interpretación gran guiñolesca de lo que un italiano cree que es un estadounidense amante de la bandera (o el desesperado deseo de complacer a esa parte de la audiencia). Obviamente, los malos son un puñado de Sandinistas comandados por un Ruso cabronísimo que odia la barras y estrellas y es puro histrionismo barriobajero.
Junto a los actores citados, encontramos toda una bizarrada, Pierre Agostino (oculto tras el alias de Peter Gold). Este señor tiene un curriculum de lo más peculiar ya que, además de repetir con Castellari en "Hammerhead", actuó para don N.G.Mount en "Operación: Las Vegas", para dos monstruos del "trash" como Ted V. Mikels y Ray Dennis Steckler en "War Cat" (conocida en España como "Ángel de la venganza", básicamente una "Rambo" con tetas) y para este último en un par de sus películas improvisadas, "Las Vegas Serial Killer" y "The Hollywood Strangler Meets the Skid Row Slasher". Más mareante resulta descubrir que Agostino también se marcó roles en films de Charles Nizet quien, a su vez, tenía papelillo en la misma "Operación: Las Vegas" de N.G.Mount... el mundillo del "trash" es un pañuelo chorreante de mucosidades.
Y como guinda, el bueno de Daniel Greene marcándose un cameo al final de la peli. Joder, si lo sé, no vengo.
Dato enfermizo: En 1991, y dentro del mercado norteamericano, Zagarino protagoniza junto a David Carradine una cosa titulada "Project Eliminator" donde interpreta a un soldado de las fuerzas especiales que responde al nombre de "John Striker Slade" (o "John Salde" a secas, según donde leas el dato) y no hay indicios de que ambos films vayan conectados más allá de la presencia del mazas... ¿¿es una segunda parte de la peli de Castellari??.... ¡¡¡RARO, RARO!!!.
"Striker" es entrañable a su manera... sin dejar de ser pura caca maloliente.