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viernes, 29 de septiembre de 2017

CLOWNTERGEIST

Los italianos eran la monda con todo esto del “Exploitation”, tanto que en lo que ha aprovecharse de films de éxito se refiere, crearon cierta escuela. O eso me gusta pensar cuando cutres productoras americanas deciden sacar provecho del éxito de turno, máxime si como es el caso de la película que nos ocupa, se dedica a expoliar santísimas películas en una sola.
Aunque dudo ciertamente que los artífices de esto tengan siquiera referencias italianas a las que imitar. Por otro lado, aquellos plagios italianos buscaban engañar al espectador ingenuo y  europeo, y un tanto desinformado, aquél espectador que posiblemente fuera a ver el plagio italiano pensando que era el original.
Ahora los tiempos han cambiado, el espectador sigue siendo tonto, pero tiene más mala leche, y un vulgar exploit del éxito de turno ya no cuela. Ahora lo que consigue que cierto exploit se venda, es el hecho de que es un expolio descarado de un film de éxito, y su público, fandom postmoderno dispuesto a zamparse el mayor truño porque en sus círculos eso es “Cool”. El mismo público que endiosó en su momento “Troll 2” y que luego cuando se cansó lo condenó al ostracismo.
Justo en ese tipo de exploit se haya “Clowntergeist”. Y su condición de película  jeta y cara dura es el principal atractivo de cara a la galería.
“Clowntergeist” aparece en vídeo y plataformas digitales justo la misma semana en que se estrena mundialmente en cines el remake de “It”. Pero para rizar el rizo —consecuencia de las descabelladas propuestas de, por ejemplo, “Sharknado”— además de ofrecernos en su poster un estupendo payaso malo, se aprovecha también de otra franquicia con  payasos en su haber como es la de “Poltergeist”, teniendo en cuenta que recientemente Tobe Hooper ha fallecido. Doble dosis de cara dura. El público fandom, con la fiebre de la adaptación de Stephen King, se percata de esta nueva serie B direct-to-video, y ya que está la compra. Negocio asegurado.
Y por supuesto, para no perder la tradición, el poster chanante engaña vilmente al personal, porque luego el payaso que aparece en la película no tiene nada que ver con el del poster; es un señor disfrazado de payaso y ya está, más cercano al payaso de “Gacy” que al de “It”. Pero da lo mismo, porque la película es guay también por esto. Y así.
Dispuesto a a enfrentarme a este pedazo de bodrio, comienzo a verla, y la cara dura se hace patente desde el primer minuto, dónde vemos que, al igual que en “It”, los globitos rojos hacen acto de presencia y se prodigan como los grandes protagonistas de la cinta, si bien, ese es el único punto en común que “Clowntergeist” pueda tener con “It”. Tampoco se parece en nada a “Poltergeist”. A lo que voy es que el engaño esta tan solo en la forma de venderla, porque luego la película tiene vida independiente, me refiero a que es un film que no mama en absoluto de los dos de los que en su promo se aprovecha.
E incluso, no es tan, tan malo como cabía  esperar, es malo sin más.
Cuenta la historia de un par de chavalitas que hacen su vida en un pueblucho cualquiera de la América profunda. Una de ellas tiene terror a los payasos. Así que vemos el día a día de estas chicas en sus trabajos, sus amigos, cuando un buen día, un payaso demoníaco hace acto de presencia en sus vidas y les hará la vida imposible. Empieza así un festival de sillas que se mueven, algo de gore, y un payaso del infierno que deglute carne humana. Luego ya el tedio hace el resto.
Sin más, un producto que nace y muere en sus intenciones mercantiles. No tan pestilente como pensaba.
Claro, eso es porque el director, un cortometrajista en ciernes con aspiraciones a ganarse la vida haciendo cine, está hambriento, y en esta, su primer película, pone toda la carne en el asador, poniendo algo de ritmo y dignidad a un producto que se le encarga con malsanas intenciones.
Por ponerle algo, decir que me han gustado mucho las dos actrices protagonistas, lejos de ser los bellezones característicos de este tipo de películas, son dos “vecinitas de al lado” que hacen sus interpretaciones lo mejor que pueden, y no lo hacen nada mal. Ellas son Britany Belland y Monica Baker, forjadas ambas en el mundo del cortometraje de terror independiente y la serie Z del nuevo milenio, siendo este su trabajo más destacado.
Ver y olvidar.

miércoles, 31 de enero de 2024

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 32 (ZETISMOS 2)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique", "Impact" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....

"Video Violence" es un clásico del llamado SOV ochentero. Uno perpetrado por los dueños de un vídeo club horrorizados al percatarse que la mayoría de su clientela pagaba por consumir ingentes cantidades de violencia magnestcópica. Idearon la historia de dos pavos dedicados en cuerpo y alma a grabar vídeos "snuff" para luego comercializarlos entre aquellos mismos adictos al horror. Vamos, en el fondo "Video Violence" era una crítica al género y su público. Pero, irónicamente, generó muchos dineros. De ahí que los empresarios corrieran a facturar una secuela, que es a la que pertenece el cartel arriba expuesto. Verlo en las "Notules Lunaires" de "Mad Movies", provocó la expulsión de mis globos oculares. Sobra decir que tardé años en lograr una copia de la primera entrega (subtitulada al españolo).... y, en fin, ni la terminé. Es por ello que he evitado localizar y consumir la segunda. Para mí, lo mejor de la franquicia se reduce al cartelazo en cuestión.


Lo trágico de "Psycho Cop" es que la alquilé y vi en una época que mi estómago estaba más preparado y predispuesto. Y ni así logré localizarle la gracia por ningún lado.
Obvio y descarado exploit de "Maniac Cop" -hasta el extremo de cabrear como una mona a William Lustig, quien los acusó de "falta de imaginación", cosa relativa si tenemos en cuenta que su película era también un exploit de ya saben cual. Logrado y medianamente original, sí, pero exploit a fin de cuentas-, lo más interesante de "Psycho Cop" es que venía firmada por un ex director de cine porno gayer, Wallace Potts. ¿La peli? pues según recuerdo un aburrrrrrrido slasher en el que un poli pirado, y de lengua suelta a lo Freddy -la tendencia entonces-, va asesinando chavales idiotas en plena party improvisada.
Por extraño que suene, generó una secuela de la que se encargó alguien con supuesto más talento, Adam Rifkin. Pero... en fin, más de lo mismo. Mierda insalubre condenada al infierno del séptimo arte.


"Fin de semana de pesadilla" es, tal y como indiqué en su día reseña mediante, una bizarrada. Además, una hiperchunga. Co-parida entre yankis y franchutes más habituados al cine de metesaca, de entrada contaba con un guión decente, hasta que los sucios europeos metieron mano y jodieron la marrana (eso según contaba uno de los implicados... norteamericano, por supuesto). Al final quedó una cosa caótica y sin sentido trufada de un reparto principal sorprendentemente sólido (alguno haría carrera posterior), tetas, gore y una foto tan chula como la expuesta. No es que salga en la peli, solo hacían el tonto durante la sesión de maquillaje. Por supuesto "Nightmare Weekend" -que así se llama en v.o.- fue distribuida por Troma. ¿Quién sino?


Hoy estamos acostumbrados a ver nacer día sí, día también, productoras y seudoproductoras especializadas en parir toda suerte de basura insalubre. A finales de los ochenta / inicios de los noventa, con la implícita dificultad que entonces acarreaba todavía la realización cinematográfica, no era tan habitual. De vez en cuando, tímidamente y entre la penumbra, asomaba una que, aluego, duraba cuatro primaveras y desaparecía "raudamente". Me vienen al atrofiado cerebro "Reeltime" (fundada por doña Roberta Findlay), "Artistic License", "Camp Video" y "Even Steven". Justamente, a estos iba dedicado el recuadro publicado en las páginas de "Mad Movies" donde se anunciaban sus prontos lanzamientos. Ninguno de ellos tenía desperdicio. Destacando "Blood Hunger", que firmaba el todoterreno Gary Graver (ex-socio de Fred Olen Ray y.... ¡Orson Welles!) y, muy especialmente, ese "Attack of the killer cave-babes" de Ed De Priest. Bien, el señor De Priest únicamente disponía de un crédito previo como director, del año 1969, otra aventura prehistórica de corte pajero según guion de.... ¡¡Ed Wood!! ("One Million AC/DC"). Sí, pinta a reciclaje total y absoluto. Sin embargo, no he podido corroborarlo porque ninguna de las tres películas anunciadas por "Even Steven" existe a día de hoy. Búsquenlas y díganme si han dado con ellas. Yo no.


"Bloodsuckers from outer space" es un caso muy muy extraño. Película semi amateur parida en 16mm a mediados de los ochenta por un texano de sonoro apellido, Glen Coburn, cuenta la historia de una invasión marciana que degenera en otra de vampiros, a base de humor y truculencia. Es decir, una fórmula infalible para el adicto medio al "trash", al gran guiñol, como era yo entonces. Nunca tuve acceso a ella. Y, hasta hace poco, seguía siendo terreno muy oscuro en su propia tierra. Solo recientemente ha comenzado a recibir las clásicas atenciones tardías por parte del fandom... pero sin exagerar. Nada desmedido. Bastante menos que muchas otras de su quinta y estilo. Deberían aprovechar ahora que su director aún colea y no se mea encima (y acaba de terminar una cosa titulada "Brain Tumor").
Yo, con subtítulos, tal vez le daría una oportunidad... pero costar, costaría.

Aquellos insensatos interesados en la primera dosis de "Zetismos", tiren por aquí...


viernes, 21 de enero de 2022

JOY

Las películas de Emmanuelle, expoliadas e imitadas a lo largo y ancho del mundo, podrían muy bien ser las percusoras de ese nuevo cine erótico contemporáneo y de corte comercial, muy del gusto de las señoras casadas, que tiene sus máximos exponentes en cintas como “9 semanas y media” o, más recientes, las de la saga de “50 sombras de Grey”.  Estas películas, que consiguieron popularidad y taquillas decentes —en el caso de “50 sombras…”, millonarias— no dejan de ser “series B” de lujo que, aún inspirándose o adaptando novelas de a duro, tienen sus ojos bien puestos en el cine exploit de los 70 y 80. Ahí entraría la película de la que paso a hablarles a continuación, y que sería un precedente directo para “9 semanas y media” con la que guarda más de un punto en común.
“Joy” es una producción franco-canadiense de presupuesto más o menos holgado, que se inspira en la autobiografía de una mujer liberal llamada Joy Laurey. Más o menos, viene a ser una puesta al día de las aventuras de Emmanuelle Arsan en versión nuevaolera, con todos los clichés de las películas de los 80, pero con similares intenciones. La principal, claramente, era convertirse en exitosa franquicia.
Para su ejecución, los productores Benjamin Simon y Stephen J. Roth (que venía de producir “Paradise”, ese exploit de "El lago azul", y que no pararía hasta formar parte activa de la producción de títulos mainstream como “Los fantasmas atacan al jefe” o “El último gran héroe”) contrataron a un artesano que filmara bien las escenas eróticas, pero que fuera apañado y baratito, así que le ofrecieron el proyecto a Sergio Bergonzelli, metido por aquel entonces en cosas de presupuestos ínfimos y que, con algo más de dinero, supo demostrar que muchas veces se puede filmar algo más o menos digno (“Joy” es infinitamente mejor que otras cintas suyas como “Apocalipsis Sexual” o “Eros Hotel”, por ejemplo) y con un rodaje que desplazaba localizaciones a lugares como México, Nueva York u otras ciudades, supo hacer lo que, sin duda, podemos considerar la “Emmanuelle de los 80”, puesto que la película se exportó bien y consiguió beneficios.
Para internacionalizar un poco la cosa, a Bergonzelli le hicieron firmar la cinta bajo el seudónimo de Serge Bergon.
La cosa va de una atractiva muchacha de sociedad, modelo y “viva la virgen” que vive su sexualidad desacomplejadamente. De niña descubrió a sus padres follando en el salón de casa y desde entonces desarrolla un complejo de Electra de tres pares de cojones, por lo que acaba estableciendo relaciones con un hombre mayor que, harto del hastío sexual del que durante su vida ha follado todo lo que ha querido, cada vez será más exigente en sus apetencias, llegando a instar a Joy a participar en orgías multitudinarias. Tras un par de ellas, a Joy no le parece ni medio normal que a este hombre le parezca bien que a ella se la jodan otros tíos en su presencia y entrará en conflicto con él.
Sencillo argumento —el típico y necesario para toda aspirante a nueva Emmanuelle—. Ya saben, un fino hilo argumental que sirve para ir desarrollando lo que de verdad interesa que son las escenas de folleteo estiloso.
La película, así de golpe, puede resultar un poco ladrillo y hortera, con escenas eróticas que causan cierta vergüenza ajena; sin embargo, filmando las orgías, Bergonzelli se apunta un tanto, ya que ambienta estas de manera psicodélica, creando una atmósfera onírica y luminosa que, estéticamente, queda de lo más resultona y, efectivamente, es lo que pedía el cine erótico de tercera en los 80. Se le puede echar un vistacillo.
Por otro lado, hay fans de la película que aseguran que Bergonzelli no tiene nada que ver con esta película, que Serge Bergon es una persona real y no un seudónimo. Probablemente esto sean rumores y nada más, ya que lo cierto es que no hay más información  al respecto sobre el tal Serge Bergon más allá de su relación con esta película y, en cualquier caso, Bergonzelli nunca ha manifestado no ser él quien dirigiera “Joy” (tampoco es que sea un director con la suficiente relevancia como para hacer declaraciones de este tipo).
Como fuera, la película se estrenó en nuestro país con un número de espectadores nada despreciable, casi 300.000, y además se convirtió en un pequeño clásico de nuestros vídeoclubs, que la alquilaban entre los mayores de 40 con bastante asiduidad. La distribuyó Polygram.
En cuanto a la actriz que dio vida a esta Joy, Claudia Udy, que era guapa pero que tenía las tetas peor operadas y más feas de toda la “serie B” mundial, aparecería después en títulos más o menos populares como “Skull: El crimen perfecto”, “Fuera de control” o “Amanecer Salvaje”, pero nunca trascendería en adelante como para ser considerada la nueva Sylvia Kristel. Y es que era una actriz espantosa.
El señor de mediana edad que se la beneficia, Gérard- Antoine Huart, aprovechó el tironcillo que en Europa tuvo “Joy” y al año siguiente sería el protagonista de “Emmanuelle 4”, la última secuela oficial de la franquicia original, repitiendo un poco el rol de cincuentón salido y sofisticado que había realizado aquí.
Desde luego, “Joy”, a rasgos generales, no debió funcionar mal, ya que a continuación, y como se tenía previsto, se realizaron un sinfín de secuelas que rozaban ya la “serie Z” más infame, y que ya no contaban con Claudia Udy en su reparto. La mayoría fueron producidas por Benjamín Simon y, básicamente, repetían la formula abierta con “Joy”, pero trasladando a nuestra heroína a algún exótico país en el que dar rienda suelta a sus fantasías eróticas. Estas secuelas serían “Joy & Joan”, “Joy In Love”, “Joy à Hong Kong”, “Joy à San Francisco”, “Joy en Afrique”, “Joy à Moscu” y “Joy & Joan chez les pharaons”. Muchas de ellas rozando el porno, algunas concebidas para la programación nocturna de la televisión francesa y con la actriz porno Zara Whites sustituyendo a la Udy como principal reclamo. Intuyo que cualquiera de estos títulos tienen que ser terribles.

viernes, 30 de octubre de 2015

AFTER SCHOOL MASSACRE

Los USA son muy grandes, el fandom muy extenso y sellos independientes que editan títulos pequeñitos sobreviven con sueldos para sus integrantes, vendiendo películas de mierda. No como aquí con el sello que nos toca de cerca, ya saben.
Entonces, existe uno de ya longeva vida, que edita el peor tipo de cine que se puede ver, es decir, aquél que ni es de mentira, ni es de verdad, que ha contado con medios, muchos para ser amateur, pero no los suficientes para ser una película mainstream. O mejor dicho, para ser una película de verdad, que lo mainstream muchas veces no tiene por qué ir unido a lo estético y/o caro. Este sello es “Brain Damage Films”, que si antaño se dedicaba a editar pequeños films de horror semiamateur, el sello les ha hecho medio grande, y ha pasado lo peor que le puede pasar a estos sellos diminutos que es contagiarse del espíritu mainstream “camuflado” de “The Asylum” y convertirse en un sello exploit, de un sello con mentalidad ya de por sí exploit… A lo que voy; que “Brain Damage Films” se ha convertido en una mala imitación –como lo pueda ser también “Tomcat” films- de “The Asylum” con títulos como “Metal Man” el plagio más infecto que existe de “Iron Man”, en un sello que si tenía cierta personalidad, ahora copia descaradamente diseños, estilos, maneras y títulos de los del Asilo. Vamos, puta mierda.
Todo esto se resuelve en películas exactamente igual de coñazo que las que nos ofrecían antes tipo “Swamp Zombies”, pero con ese alo de asilada, que resulta desasosegante, vamos, son fabricantes y distribuidores de mierda pura.
Pues de esas puras mierdas, esta  “After School Massacre” es una de las más frescas.
La historia a priori no está mal. Un profesor es acusado de acosar a sus alumnas menores a través de facebook. Vamos, que visita sus perfiles. La dirección le despide y este comenzará una masacre que incluirá a las jovencitas que le han acusado de mirón internautico, durante una fiesta  en casa de una de estas.
Esto bien rodado, tomado en serio y  demás, pues no sería mala cosa, pero en realidad estamos ante una película que pretende parecer un “Slasher” y no llega a serlo, que vende sangre y hay muy poca, y que ofrece tetas y no sale ninguna. Al final la cosa resulta ser un desfile de lencería adolescente, porque chavalitas de buen ver con top y braguitas las hay a mansalva, pero absolutamente nada más.
Y aunque el asesino se pone un pasamontañas para así justificar la “presunta” adscripción al “Slasher” que ofrece la película, esto resulta del todo gilipollesco si desde el principio vemos que el asesino es el profesor, que asesina a cara descubierta siempre, excepto cuando va a esa casa que le da por ponerse un pasamontañas. Absurdo.
A todo eso añádanle una brutal dosis de inutilidad, dejadez y no tener conocimiento alguno de cómo hacer una película, y lo que es peor, ningún entusiasmo. Pues el resultado es esta pantomima estúpida que, no obstante, goza de cierto nombre en el sector más outsider y cutrongo del fandom del horror USA.  Están locos estos yankies.
Para más crispar los nervios del espectador avanzado, al final la película, tonta e incompetente como ella sola,  tiene su baza en que queriendo parecer un producto  de “The Asylum”, su director es tan manazas que aleja la película de esos cauces hasta limites insospechados. Eso que tiene a su favor, no así el resto del nuevo catálogo de “Brain Damage Films”.
Remata la faena el hecho de que la pelí cuenta en sus créditos con un “In memorian” en honor de Ed Wood y Doris Wishman.
Y todo este desbarajuste cobra algo de sentido y fuerza cuando consultamos la ficha imdb del director: Se trata de un pimpollo de 20 años que lleva haciendo cine desde los 14, fan del cine de horror que responde al nombre de Jared Michaels, y que bajo su aspecto de modernito, carne de Hollywood, con su poca edad ha dirigido películas completas como las tituladas “Hollywood a Go Go” o “Deadly Punkettes”, y eso unido a que se hace llamar a sí mismo “cineasta independiente” y a que tiene cara un tanto de retarder, hace que, más o menos, el tipo me caiga bien y le de más oportunidades… pero  “After School Massacre” es terrible…. Eso sí el póster es bien atractivo y chulo.

viernes, 7 de diciembre de 2018

T.T. EL EXTRATERRESTRE

Es muy curioso, que cuando una película de éxito más o menos modesto pasa por la disección del cine “exploit”, a esta le salen primos tontos más o menos dignos que con el paso del tiempo generan un culto incluso mayor que la película a la que expolia; el caso más claro lo tenemos en “Gremlins”, cuyos familiares retarder hoy en día son piezas de indiscutible culto tales como “Ghoulies”, “Critters”, “Munchies” o también cosas más de andar por casa descalzo como puedan ser “Hobgoblins”o “Esclavos del diablo”.
Sin embargo, películas de envergadura internacional, gordas como nutrias y que se ven en todo el mundo, tienen, además de esos primos tontos, otros que pasan hambre. Los casos más palpables serían los de “Star Wars” o sobre todo “E.T. El extraterrestre” que tiene la suerte de tener los “exploitations” más tercermundistas y pobres de la historia. No conformes con un “Amigo de las estrellas” o un “Mi amigo Mac”, que serían los “Exploits” más o menos dignos, tiene que soportar el mal aliento que desprendemos los españoles con “El E.T.E y el Oto”, el hambre africana de “Nukie”, o la lepra turca de “Badi”, donde solucionaron el E.T. poniéndole una almohada en la cabeza a un enano.
Pero los filipinos son palabras mayores porque tienen dosis más altas de cara dura y un sentido de lo bizarro que les viene de serie y que muchas veces no lo traen consigo otros países por exóticos que estos sean.
Por eso, de entre todas esas ponzoñas brilla con luz propia el “E.T.” filipino.
Recién editado por Trash-O-Rama distribuciones bajo el título de “T.T. El Extra Terrestre” pero conocida internacionalmente con el estupendo título de “Little Boy Blue: Tiny Terrestrial”, se esconde una película que más que ramalazos “exploit” los tiene de parodia. Digamos, que pese a su factura olorosa y tercermundista con actores desdentados que entran y salen, con exteriores que son poco más que descampados, destaca, por un lado, que el E.T de turno, además de ser azul, es una mezcla de E.T con un Mogwai del tamaño de un retrasado mental, que le fascina la imaginería católica con sus vírgenes y sus rosarios, y que emite unos sonidos y tiene un aspecto que son demasiado desagradables como para que el público empatíce con dicho extraterrestre. Casi estamos deseando que entre alguien y lo quite de en medio de un disparo. Por otro lado, el cuarteto protagonista formado por abuela extraña y tres niños, uno de los cuales agita sus brazos por encima se su cabeza cada vez que habla, en clara alusión a su discapacidad mental. También deseamos que les disparen a estos.
Lo que “T.T, El Extra Terrestre” hace, es mofarse de la de Spielberg, en tanto, los protagonistas son conscientes de la existencia de la película “E.T. El Extraterrestre” y en cuanto reciben la visita de este Little Boy Blue, le llaman T.T. en alusión al de la película. En ese sentido, los numeritos humorísticos se van sucediendo a la par que, de un modo u otro, va siguiendo la estructura narrativa de la película original.
Para acabar de hacerla un film de interés trash, “T.T. El Extra Terrestre” fusila la banda sonora original de “E.T. El Extraterrestre”, pero también la de “Regreso al futuro” y tantas otras, como es costumbre en todo este tipo de cine de derribo.
Entonces, pasa lo que pasa con la gran mayoría de films de naturaleza exótica; que habiendo visto ya tanto, esta no nos sorprende ni lo más mínimo. Con todo está simpática, y podía estarlo aún más de no ser porque la película se acerca peligrosamente a las dos horas.
Dirige Eddie Reyes, que aunque no volvería a dirigir hasta 2004 con una cosa titulada “Tukso Si Charito 2”, fue asistente del director de célebre títulos de la basura filipina tales como “Las locas aventuras de Batman y Robin”, de Tony Reyes del que puede que hasta sean hermanos.
Como curiosidad, se puede ver. Y hasta te echas unas risas.

viernes, 26 de febrero de 2016

JUVENTUD DROGADA

Adscrita al subgénero del “Cine Quinqui”, no sería una película meramente quinqui, sino un acercamiento “exploit” al género, sensacionalista a más no poder, y donde la deshonesta crítica social imperante en las películas de José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, desaparece a favor del espectáculo malintencionado y puramente comercial. Aquí de lo que se trata es de alimentar el morbo de una platéa habituada al “Cine de pipas” que no quiere que le echen monsergas. En ese sentido, “Juventud Drogada” -¡maravilloso título!- estaría más en la línea de filmes como “No Matarás”, “Aborto Criminal” o, más afín inclusive al género quinqui, “Los violadores del amanecer” del  Iquino.
Cuenta la historia de un niño de papá, hijo de un empresario farmacéutico, que frecuenta la misma discoteca que unos camellos zarrapastrosos. Sin saber muy bien como, este señor acaba metido de lleno en las fiestas drogadictas de estos tunantes, quedando encantado con las drogas que le proporcionan, y con los encantos femeninos de una señorita que por allí pulula. La idea de los maleantes es enganchar, al desdichado,  a las sustancias psicotrópicas, y de paso, ver si con su ayuda pueden acceder al almacén farmacéutico de su padre para afanarle las provisiones de drogas duras.
La gracia es que si en el “Cine Quinqui” propiamente dicho, los protagonistas suelen ser jóvenes delincuentes –y/o drogadictos-  reales, en “Juventud drogada”, lejos de tirar por estos derroteros, los drogadictos y delincuentes son interpretados por actores que tienen pinta de todo menos de yonkies, como puedan ser Antonio Mayans, el boxeador Dum Dum Pacheco (visto en “Yo hice a Roque III”) o  Eduardo Bea, mientras que el niño bien –que por constitución física da más el tipo de drogadicto y delincuente que Mayans- es interpretado por todo un clásico del cine más populachero, Tony Isbert, en su eterno rol de Tony Isbert, eso si, dándole al porro y a la farlopa –e incitando a su pareja a que también le dé- cosa mala.
Por otro lado y como buena cinta “Exploit” española, aquí no hay medias tintas, y estos delincuentes son mostrados como lo peor de lo peor, esto es, que no solo trafican y consumen todo tipo de estupefacientes, sino que además, violan y asesinan, y actúan con toda la mala idea que se le pueda ocurrir a un guionista, en este caso, Esteban Cuenca, que ya nunca más escribió para el cine, fíjense ustedes.
Por otro lado, la comedia involuntaria, inevitablemente, como es habitual en todo producto de serie B o Z que se precie, hace acto de presencia, por un lado, con el cantoso pelucón Afro que me luce Antonio Mayans, y por otro, los elementos bizarros y fuera del tiesto que contiene la película; volviendo a Mayans: mientras que su compañero para intimidar a sus víctimas usa una navaja, este usa ¡Nunchakus!
A eso añádanle algún que otro Karateca por ahí desperdigado, boxeadores chungeros y hasta creo recordar –si la memoria no me falla… y eso que la he visto hace escasa media hora- que aparece un monje budista.
¿Veredicto? Mala de pelotas, zetosa y cutre, costrosa y lenta, pero con otros elementos que la convierten en interesante y, sobretodo, curiosa. Porque aquél que a estas alturas ande buscando buen cine en un producto de estos, o peor aún, aquel que afirme que una ponzoña netamente “Trash” como es “Juventud Drogada” es buena, es que es un esnob o un enfermo mental, porque es que no llega ni a entretenida. Eso sí, simpática y curiosa lo es un rato. Luego ya, depende de la predisposición del espectador que, insisto, si anda buscando esto es porque sabe lo que se va a encontrar más o menos.
En la taquilla española, como casi todos estos funcionales productos de entretenimiento populachero, cubrieron presupuestos de sobra y el negocio fue rentable, con una cifra de espectadores que en estos caso oscilas entre los 250.000 y lo 300.000 espectadores. Dentro de este target se mueve “Juventud Drogada”.
El director del tinglado no es otro que José Truchado, conocido por esa horripilante parodia de “El Equipo A” a mayor gloria de Antonio Ozores que es “El Equipo ¡AAAAGGHH!” o aquella chanchullera  parodia de “Canción triste de Hill Street” a mayor gloria también de Ozores que es “Canción triste de…” (Ver en el pestseller), pero entre las muchas tareas que desempeñó en el mundo del cine, tales como escribir guiones, actuar o  producir, dirigió grandes zarrios de nuestra cinematografía más outsider como puedan ser “Tarzán y el tesoro Kawana” o “Matad al buitre”.

lunes, 13 de abril de 2020

SEX AND THE COLLEGE GIRL

Curiosa  e ignota película adscrita a las “beach movies” cuyo valor radica en el tratamiento que se le dio a la misma por parte de los distribuidores en el momento que se estrenó.
También conocida como “The Fun Lovers”, se trata de una pequeña película de bajo presupuesto inspirara en la novela de Helen Gurley Brown, “Sex and the single girl”. Curiosamente ese mismo año, y amparada bajo Warner Brothers, se estrenó la película “La pícara soltera” con Tony Curtis y Natalie Wood, que fue todo un éxito y que se inspira en la misma novela que nos ocupa. Lógicamente, “Sex and the college girl”, que con variantes cuenta prácticamente lo mismo que “La pícara soltera”, rápidamente se vio apartada de los canales de distribución incapaz de pelear con el gigante de Warner, por lo que, rodada en 1964, la película se quedó en las latas, reposando en algún mugriento almacén.
Sin embargo con el auge del exploitation y de los drive-in, fueron muchos los distribuidores que compraron películas que no llegaron a estrenarse en su momento, por lo que en 1970, seis años después de su rodaje, fue comprada con intención de estrenarse en autocines. Lógicamente, estamos ante una película blanca, blanquísima, aunque su título sugiera lo contrario, por lo que se le hizo un lavado de cara con el póster para hacerla comercial y que el público pensara que iba a ver, por lo menos, un porno soft, con esa muchacha sacando levemente la lengua en actitud concupiscente. Nada más lejos, eso ni tan siquiera aparece en la película, ya que “Sex and the college girl” aunque sugiere relaciones sexuales entre sus protagonistas —nos muestran a un par de jóvenes entrando en una habitación y cerrando la puerta para que el resto lo ponga la imaginación— no hay ni una sola secuencia en la misma que pueda despertar la lívido del espectador. De hecho, la película es bastante insustancial y banal en tanto que cuenta como un par de vividores de vacaciones en un resort en Puerto Rico, se dedican a ligar con señoritas universitarias que también pululan por allí. Uno es más ligón y al otro le cuesta más, y llegan a saltar las tensiones entre ellos. Y nada más, la película, básicamente, se compone de conversaciones entre los personajes en las que hablan de lo bien que le fue con tal o cual chica la noche anterior. Todo muy aséptico, muy para todos los públicos y muy de los sesenta.
La película es entretenida y amable, cuenta con un par de numeritos musicales lounge que son maravillosos, pero en realidad se queda a varios kilómetros de ser una buena película, es más bien tirando a mala, pero no tanto como para que treinta años después, en plenos 90, una colección de películas en VHS la incluyera dentro de un pack con “las películas más sórdidas de la historia del cine”.  Yo creo que es una película muy en la línea de las que hizo Elvis Presley, pero con un poquito más de gracia.
Otra de las cosas por las que destaca la película, es por tratarse de la primera en la que aparece Charles Grodin en un rol protagonista, ya con la cara de perro que le caracteriza y con esa vis cómica innata que arrastra consigo con solo poner cara de asco. Está muy bien Grodin, como siempre.
Dirige la cosa Joseph Adler quien después de esta, sí que se dedicaría al cine exploit con mentalidad exploit (que esta no la tenía…) dirigiendo títulos como “Scream, baby, scream” con guion de Larry Cohen y que más tarde distribuiría la Troma o “Convention girls” ya en los 70. Después se retiraría de la dirección cinematográfica para volver en los 90 con una última película titulada “Doubles” que adaptaba una obra de teatro de Broadway y que pasó totalmente inadvertida.
Muy curiosa “Sex and the college girl” y muy curioso Joseph Adler.

lunes, 30 de mayo de 2016

STREET WALKIN'

“Streetwalkin’ (Haciendo la calle)", es un genuino “Exploit” con sabor ochentero de los muchos que llegaban a nuestros videoclubes en la era dorada. Una de tantas consecuencias del éxito de “Angel”, que nos llenó las estanterías de putas justicieras, aunque en esta ocasión no vayan por ahí los tiros.
Cuenta la historia de Cookie, una jovencita que acaba en la calle con su hermano pequeño, ya que ambos han huido de su madre borracha. Vagando sin rumbo fijo por las calles, un apuesto tipo se gana la atención Cookie colmándola de atenciones y enamorándola. Este encantador galán es en realidad un proxeneta de la peor calaña que acaba engatusando a la muchacha para que trabaje de puta para él. Como ella es medio boba y además ama a este hombre, está tan contenta, hasta que descubre que este chulo maltrata a sus otras putas. Ante tal tesitura, la chica decide cambiar de chulo, cosa esta que no le sentará nada bien al actual, que enloquecerá de forma exageradísima, y saldrá a buscar a su puta con el fin de matarla. La espiral de violencia en la que se inmiscuyen, desenlazará la película.
La gracia del asunto está en que este “Exploit” que va a lo que va –la pasta rápida y segura- está dirigido por una señora, Joan Freeman y según esto, cabía esperar el típico panfleto feminista en contra de la explotación de la mujer y demás zarandajas. Pero no, Freeman asume perfectamente su rol de directora “Exploited” y se dedica a filmar lo que tiene que filmar para atraer al mayor número de espectadores posibles, esto es, tetas, violencia, y más violencia. Vamos, que no se  ve la mano femenina por ningún lado, lo que está muy bien. No el hecho de que  no se note la mano femenina, si no el que la condición femenina de la directora, no sea óbice para hacer el tipo de cine por el que se le paga. Entonces, consigue una película harto sensacionalista con unas interpretaciones de lo más subidas de tono. Al chulo de putas, cuando va tras su puta, da gusto verlo sobreactuar.
A pesar del chabacanismo imperante, y de los diálogos besuguiles que se gasta el guion, “Streetwalkin’ (Haciendo la calle)” tiene un gran as en su manga, y es que cuando todo apunta a que la película, por su propia naturaleza, tiene que ser un rollazo de padre y muy señor mío, contra todo pronostico, resulta de lo más entretenida y estimulante, y poseedora de un ritmo que, sin duda, es fruto de la casualidad. Con lo que se deja ver estupendamente, y con el “Fast Fordward” del mando a distancia intacto. Está muy  bien. Demasiado bien, incluso.
Joan Freeman Dirigió unos años después una película de corte adolescente, protagonizada por unos semi-desconocidos Lian Neeson, Trini Alvarado y Julia Roberts y que se tituló “Satisfacción”. Muy bien no debió ir la cosa, porque la señora Freeman no volvió a dirigir jamás otra película.
Su protagonista, Melissa Leo, ha fraguado una carrera de papeles secundarios en films que van de lo más zetoso a lo más mainstream, mientras que el chulo de putas, Dale Midkiff, desarrolló su carrera en la televisión. En un rol secundario tenemos a la mítica Julie Newmar –la Catwoman del “Batman” clásico, el de Adam West- haciendo de puta vieja y espigada, de esas que parecen más un travesti que otra cosa. Obviamente, la decadencia se cebaba con la actriz.
Muy curiosa y agradecida, está bien de vez en cuando revisar (o descubrir) películas así.
En españa la distribuyó la entrañable “Lightning Vídeo” (justamente su carátula inspiró una entrada en nuestra popular sección dedicada al caratuleo chunguero que pueden ver aquí).

lunes, 11 de julio de 2022

CAZAFANTASMAS A LA MEXICANA

El argumento de este “Cazafantasmas a la mexicana” es lioso a más no poder;  por un lado la acción nos sitúa en 1980, donde se está condenando a la horca a dos hombres que han violado a las hijas de un potentado. Pronto descubrimos que no es así, sino que fueron seducidos por las dos chicas y posteriormente ejecutados injustamente. Después la acción nos sitúa en la actualidad (1991) y se nos presenta a la reencarnación de estos dos hombres, que ahora son dos parapsicólogos de pacotilla. La mujer de uno de ellos planea envenenarlo para quedarse con el dinero del seguro y así ser feliz con su amante, cuando descubre que su marido acaba de recibir una herencia millonaria, así que aborta su plan y, todos juntos, más la sirvienta, partirán hacia la mansión heredada que curiosamente está plagada de fantasmas, entre ellos, el de las dos jóvenes supuestamente violadas por nuestros protagonistas. A partir de entonces se sucederán una serie de gags de corte horrorífico/fantasmagórico y hasta algún numerito musical.
Por otro lado, no se trata exactamente de un exploit de “Los cazafantasmas”. La historia no tiene absolutamente que ver con nada de lo que nos proponía la película de Ivan Reitman —salvo porque los protagonistas son parapsicólogos— y llegaría a los cines mexicanos siete años después de esta. De hecho, el título de producción, que asimismo sería el que figura en los créditos de la cinta, sería “Mátenme porque me muero”.
La película es un rescoldo de lo que fue el cine de ficheras mexicano, es decir, un vodevil con personajes que entran y salen en cuadro según marca la historia, amén de un vehículo de lucimiento para los dos cómicos que la protagonizan, Pedro Weber “Chatanuga” y Raúl Padilla “Choforo”, que todavía gozaban de mucha popularidad y, a decir verdad, quizás ya se trataba de un argumento desfasado para el año en que se estrenaría, 1991, por lo que no es difícil intuir que a alguien en la producción se le ocurrió cambiar el título a última hora, robar el concepto y tunear el logo original de “Los cazafantasmas”, aprovechando que un par de años atrás “Cazafantasmas II” había tenido su tirón en los cines mexicanos, cambiarle el título por el de “Cazafantasmas a la mexicana” y así asegurarle algo más de taquilla. No obstante, existen afiches de cine con el título original, por lo que todo apunta que esta decisión se tomó a ultimísima hora.
Más allá de esto, se trata de una película bastante mala y de escaso interés. Algún gag, por tonto, por chabacano y por incorrecto resulta gracioso, pero por lo general el tedio se apodera de la película a los pocos minutos de haber comenzado.
Sin embargo, en un momento puntual los fantasmas que aparecen toman forma corpórea y vemos que esos maquillajes están verdaderamente bien para ser una producción de tercera que vende humor barato. Esto es porque tras los efectos especiales se encuentra Necropia, la factoría que fundó Guillermo del Toro y que aborda con “Cazafantasmas a la mexicana” uno de sus primeros trabajos. Y la verdad es que en ese sentido la cosa anda muy bien, ya que algunos de los zombies son estupendos —y se ve cierta influencia italiana—.
Por lo demás, nada. Y probablemente si no se hubiera vendido como exploit de “Los cazafantasmas”, manteniendo por siempre su título original, jamás habría prestado atención a una más de miles de comedias mexicanas de los 80 y 90 entre las que hay que escarbar profundo si queremos encontrar algo mínimamente potable.
Dirige la función Abraham Cherem, que si bien su filmografía como director no la componen más de tres títulos, como productor harían falta los dedos de varias manos para contabilizar el número de películas en las que estuvo inmiscuido, todas de corte popular y todas con la misma pinta chungalera.
Para curiosos.

lunes, 22 de enero de 2024

HWANGGEUMNYEONPILGWA GAEGUJANGI OEGYESONYEON

Los exploitations de “E.T. El extraterrestre” se cuentan por decenas y, por supuesto, la animación coreana, una de las industrias con más cara de la historia del cine, no pudo dejar la ocasión de expoliar el largometraje de Spielberg con dos productos animados protagonizados por el encantador extraterrestre, uno de ellos inencontrable y el que nos ocupa: “Hwanggeumnyeonpilgwa gaegujangi oegyesonyeon”. Prueben a decir en alto el título original. Obviamente, por aquí nos gusta ese título, pero, internacionalmente, este plagio de “E.T.” cuenta con toda una amalgama de ellos: “E.T. and the Magic Pencil”, “E.T. and the Magic Crayon”, “Golden Pencil and the Mischievous Alien Boy”, “Gold Pencil and Alien Boy”…
La cosa va sobre una raza extraterrestre que está destrozando las galaxias. Una reina extraterrestre enviará a su hijo (E.T.) a la tierra para salvarla. Allí, este se encontrará con unos niños meones y muy ruidosos. La madre de E.T.  les entregará un lapicero mágico a cada uno y, en una nave espacial con forma asimismo de lapicero, emprenderán una aventura sideral con el fin de ayudar al E.T. a derrotar a los extraterrestres malos.
La película es confusa, extraña y extremadamente cruel, ya que presenciamos un par de muertes demasiado violentas para un film de animación infantil.
El caso es que da la sensación de que el plagio es mayor de cara a comercializar la película que en sí misma. Obviamente el extraterrestre protagonista está claramente inspirado en el diseño de Carlo Rambaldi, aunque con ciertas diferencias. En la animación es de color verde y va vestido con algo parecido a un mono espacial. Además, no se trata exactamente de E.T., es otro extraterrestre llamado Mikel (al menos así traduce en la estupenda edición en Blu Ray a cargo de "Asian Trash Cinema") que además habla y tiene dotes de mando. Vamos, que el bicho se parece, pero en absoluto pretende ser E.T., aunque en la caratula de vídeo guarde un parecido más que evidente con la criatura de Spielberg, marroncito, desnudo, y tocando el dedo al niño, solo que hay trampa, porque en vez de proceder con su icónico índice luminoso, lo hace con el lapicero mágico que da título a la película. Así pues, nos encontramos con una doble estafa, ya que, si se pretende ver un exploit de “E.T.” tal cual lo conocemos, pronto comprobamos que el parecido no es tanto, y que nos la han colado. La prueba está en que existe un póster de cine menos engañoso en el que se ve al marciano tal cual es.
Como fuere, esta película es una auténtica rareza y una buena muestra de lo que eran capaces de hacer los coreanos con sus dibujos animados allá en los años 80. La animación es tosca —como viene siendo habitual en ellos—, a veces las caras de los personajes son tan solo borrones, pero, en general, está lo suficientemente entretenida para que le prestemos atención la hora y el par de minutos que tiene de duración. Ahora, sin todos estos elementos exploit que son los que la hacen atractiva, no sería más que un largometraje de dibujos animados al uso y del montón que, curiosamente, recuerda a un episodio de Doraemon (¿casualidad?).
La otra película de animación coreana que explota “E.T.”, aún con sus delirios, sí que sería un plagio más evidente del universo creado por Spielberg y, espero algún día poder dar cuenta de ella aquí. Por el momento, confórmense solo con esta.
Dirige un tal Young-su Lee, que no cuenta con crédito alguno en ninguna otra película.

lunes, 13 de marzo de 2023

I EAT YOUR SKIN

Antes de volverse un clásico de las sesiones dobles de los años 70 —por obra y gracia de Jerry Gross que la convirtió en una película popular— y un título recurrente cuando de cine exploit hablamos, “I Eat Your Skin” fue una pequeña producción de horror y aventuras titulada “Caribbean Adventure”, que dirigida en 1964 por un exploiter de la época, Del Tenney, y pese a contener unas modestas dosis de truculencia, en realidad era una obra más deudora de los seriales de aventuras de los años 40 que de cualquier otra cosa. Con todo, tenía zombies, sexo soterrado, ritos vudú, violencia, algo de racismo y hasta ciertas dosis de humor negro. También mucha comedia involuntaria como era normal en cualquier serie B (tirando a Z) clásica que se precie. En definitiva, la película era puro desmadre.
Del Tenney tuvo siempre muy claro que quería rodar una película de horror, que era el género que le dejaría pingües beneficios. De hecho el título inicial de producción iba a ser “Zombie”, pero de cara a los inversores y a los habitantes de la zona de Florida en la que estaban rodando, Tenney vendió el producto como una película de aventuras selváticas para toda la familia, y de ahí el título de “Caribbean Adventure” antes mencionado. Se las apañó para que todos pensasen en las películas de Tarzán y no en zombies vudú.
Así, “Caribbean Adventure” cuenta la historia de un escritor un tanto “viva la virgen”, que junto a su editor y la esposa de este, viajan hasta la llamada Isla Vudú con el plan de relajarse allí y sacar adelante su nuevo libro. La excusa que el editor le da a su trabajador para viajar hasta tan recóndito lugar, es que, por un accidente, un buen día la mayoría de población masculina murió, quedando en la isla cinco mujeres por cada hombre (luego cuando llegan allí, diría que hay tres tíos por cada tía, pero eso sería otro asunto). Una vez en la Isla, al escritor le hablan de ritos vudú y sacrificios y, cuando un zombie le ataca con un machete, de manera casi natural comienza a investigar. Resulta que el científico local, que está allí trabajando en una cura para el cáncer, descubre que con veneno de serpiente puede convertir a los humanos en zombies… así que deja a un lado sus investigaciones por el bien de la humanidad para zombificar a unos cuantos negros caribeños, actividad esta que mola más que curar el cáncer.
Desde luego un argumento genial que da como resultado una película tan tosca como divertida y que pasa en un santiamén porque es entretenida a más no poder. Eso sí, muy light en lo que a sangre y gore se refiere, porque no hay casi, y en todo caso podemos deleitarnos con los cutres maquillajes de los zombificados que son chabacanos y, sobre todo, extraños. Los ojos de los zombies parecen huevos cocidos o algo por el estilo.
Como fuere, Del Tenney no fue capaz de encontrar distribución para los cines de “Caribbean Adventure”, por lo que quedó con pufos y deudas mientras la película se pudría, sin estrenar, en un sucio almacén.
Unos años después, en 1971, otro exploiter de carácter más descarado, Jerry Gross, tenía entre manos, en calidad de distribuidor, una película absolutamente violenta y demencial dirigida por David Durston, la archiconocida “I Drink Your Blood”, aquí  estrenada en su momento en vídeo como “Me bebo tu sangre”. Decidió que, en esos momentos, lo mejor sería estrenar la película en sesión doble con otro film, por ese motivo, y teniendo en cuenta que Del Tenney había fracasado en su empeño por estrenar la película, le compró los derechos de explotación de “Caribbean Adventure”, le cambió el título por “I Eat Your Skin” mucho más acorde con el de la película que estrenaba, y haciéndose acompañar por un póster terrible que a día de hoy forma parte de la historia del cine exploit, convirtió este en uno de los pases dobles más rentables y célebres de la época. Así que rentó de sobra ambas películas. Por supuesto, el título de “I Eat Your Skin” (me como tu piel), poco tenía que ver con la película ofertada, nadie absolutamente se come la piel de nadie en la cinta de Tenney, pero gracias a la artimaña de Gross, su película hoy ha pasado a los anales. Y aunque también se la conoce bajo los títulos de “Zombie”, “Vudú Blood Bath” o “Zombie Bloodbath”, dependiendo de la edición de vídeo o del momento en que se reestrenara, el título que ha prevalecido en el tiempo y por el que la película es popular, es por el estupendo “I Eat Your Skin”.
En su momento los chicos de Vial of Delicatessens (¡Ja!) barajaron la posibilidad de una edición española de la película en DVD que no llegó a fraguarse porque pilló justo en pleno declive del formato físico y las ventas de DVDS descendieron hasta cifras verdaderamente ridículas, pero el título castellano que se iba a registrar iba a ser “Zombie: Me como tu piel”.
Quizás en un futuro esta edición se haga realidad, aunque limitada a 50 unidades de DVD-R.
Por otra parte, Tenney, que después de esta película no volvió a dar señales de vida durante décadas, curiosamente regresó a la dirección por ahí los 2000 produciendo títulos como el neo-slasher “¿Quieres que te cuente un secreto?” del que también es guionista, o dirigiendo la película “Descendant” en 2003, despidiéndose así de manera definitiva del cine. Falleció en 2013.
Por lo demás, “I Eat Your Skin” es de las películas más divertidas y prestas al jolgorio de la época y un absoluto clásico de la serie B/Z.

lunes, 6 de marzo de 2023

AMITYVILLE COP

Yo supongo que, por lo que sea, la mera existencia de esto, aún a sabiendas de que me voy a encontrar con una puta mierda me provoca cierta curiosidad, habrá a lo largo y ancho del mundo personas que, al igual que a mí, en un momento dado les apetezca verlo aunque sea para comprobar en carnes propias qué demonios es. Porque por lo demás clama al cielo la poca vergüenza de sus artífices. Y es que en pleno 2022, cuando el espectador de cine ya está curado de todo espanto y, al contrario que en los años 70 u 80 es bastante difícil de engañar, lo que se vende con “Amityville Cop” es precisamente esa poca vergüenza que más arriba venía denunciando.
Entonces tenemos un nuevo exploit de Amityville que, para más inri, expolia el argumento —y hasta alguna escena— de “Maniac Cop”. Para acabar de hacerla atractiva, el otro reclamo que posee es que se rodó en medio de la pandemia de Covid-19.
Yo dudo bastante que, salvo los gacetilleros de poca monta como servidor, el público estándar de las plataformas de streaming —lugar para el que la película ha sido concebida— tenga el más mínimo interés en ver un impostado exploit de “Amityville” y “Maniac Cop”, entre otras cosas porque esas franquicias ya no son populares entre el espectador medio, así que van destinadas a un público muy concreto: El fan del cine de terror que consume muchas veces confundiendo velocidad con tocino. Pero no me refiero al fan respetable, aquél con cierto criterio y gusto por las buenas películas de terror, sino a aquél granudo, camisetero, heavymetalero y virgen que consume compulsivamente y que al ver la mezcla de ambas franquicias añejas suelta un “¡Wooow!” que quita el sentido. De esos debe haber unos cuantos que hagan rentable este tipo de productos, porque sino, no me lo explico. Un producto que peca, además, de autoparódico desde el primer momento, porque la cabecera de la productora de esto, que luce orgullosamente la etiqueta de “independiente”, no es más que un plagio de la de Fox Searchline elaborada de forma consciente con el fin de que el espectador piense: “Mira, han plagiado la cabecera de Fox Searchline”. No me creo que la cabecera esté hecha así para despistar.
La película se la pueden imaginar.
Un buen día comienzan a aparecer cadáveres de vagabundos. Por ese motivo, los miembros del cuerpo inician una investigación cuando se dan cuenta que los asesinatos han sido perpetrados por un policía de aspecto demoníaco que pulula por la zona. Pronto sabremos que este ha sido víctima de una especie de acto de posesión por parte de una sacerdotisa milenaria. Después de un par más de asesinatos, le dan caza y… fin.
El 85% de la película son conversaciones sin sentido, el siguiente 10% apariciones del policía endemoniado —y negro, por cierto, como la mayoría del reparto— y el 5% restante asesinatos fuera de cámara en los que, con suerte, veremos salpicaduras de sangre contra la pared. Y por supuesto ni está ambientada en Amityville, ni el argumento guarda relación alguna con la casa de los De Feo, pero supongo que comenzando el título por A, servirá a la película para aparecer de las primeras en las búsquedas en las plataformas de rigor.
La ley del mínimo esfuerzo  para una película semi amateur cuyo resultado no importa en absoluto porque, como ya he dicho, lo que se vende es la poca vergüenza.
Por aquello del guiño al fan —y supongo que para limpiar su conciencia— te meten en una escena a Laurene Landon que aparecía en “Maniac Cop” y “Maniac Cop 2” y a tomar por culo.
Lo curioso del caso es quien se encuentra tras el engendro. Gregory Tanaka se autoproclama fan del cine de culto asiático y su negocio es la distribución de películas raras, misteriosas y desperadas en los Estados Unidos. Culpa suya es la reedición de algunas de las películas de Ed Wood, así como se encargó de distribuir en USA clásicos del cine de oriental como pueda ser “La guillotina voladora” o algunos de los primeros títulos de John Woo… no se que necesidad tenía de hacer “Amityville Cop”.
Como director solo ha hecho mierdas del estilo de esta, siendo probablemente la más popular la secuela tardía —de 2015— y posmoderna de una cosa que ya era posmoderna el año de su producción, 1991, muy popular entre los fans del cine malo titulada “Samurai Cop”.
En fin, una cosa de estas más. Lo inquietante es que, echando un ojo a las distintas plataformas cutres de streaming o a poco que investiguemos, nos daremos cuenta de que este tipo de morrallas se cuentan por cientos… Hombre, eso no es malo del todo, pero, sin duda, bueno tampoco.

viernes, 8 de mayo de 2020

CORONA ZOMBIES

Charles Band, quien en otros tiempos fuera productor de algunos de los títulos más míticos de la serie B, no solo está en las últimas de su carrera como productor, sino que además está desesperado, e incapaz de insuflarle algo de vida a su decadente compañía Full Moon, y supongo que más con el fin de ponerse una medallita que con el de enriquecerse, para su última producción tira de algo tan obvio y desfasado como es aprovechar el tirón comercial que pueda tener algo como el Covid-19, que tiene en vilo a todo el planeta, para marcarse un exploit a costa de la pandemia, algo con sentido del humor. Pero lejos de hacer algo potable dentro de sus posibilidades, opta por aplicar la ley del mínimo esfuerzo —y la mínima imaginación— y se factura  en menos de 20 días, un truño monumental, este “Corona Zombies”.
Cuando el Covid-19 fue declarado pandemia, Band vio el cielo abierto y se le ocurrió lo de hacer una película sobre el tema. Rápidamente, y con total desconfianza por si el tiro le salía por la culata, lo primero que hizo fue elaborar un vistoso póster que colgaría en las redes y que, por supuesto, llamaría la atención del fandom, muy dado a exclamar “Wooow!”, ante iniciativas impostadas y para deficientes mentales como esta. El póster está chulo, se vuelve viral y se empieza a hablar de la película. Es entonces, cuando se asegura un mínimo de público, cuando decide hacer realidad esta producción. Dada la situación que atravesamos en la que no es posible sacarse de la manga toda una película, los más avezados comenzaron a sospechar que podía tratarse de un simple reciclado, lanzar una película en propiedad anterior y retitularla para la ocasión. Pero no,  Band quiso ir más allá, y amparándose en viejas (y respetadas) propuestas de material doblado en clave humorística, como hizo Woody Allen en  los años 60 con “Woody Allen nº1 (Lily, La Tigresa)” —y cito esta porque es la que Band dice tener como referencia—, Band,  decide coger una de las películas de las que posee sus derechos de explotación, para doblarla y adaptarla al argumento que nos ocupa. Y lejos de escoger alguna pieza más ignota u oscura, se decanta por un clásico de la carroña con fama internacional como es “Apocalipsis Canibal”. Combina parte del metraje de esta con el de otra película de su compañía, la infame “Zombies Vs. Strippers” y lo dobla todo. Por supuesto, dentro de la poca coherencia que pueda tener una cosa así, rueda material nuevo, pero estamos a inicios del confinamiento y el poco metraje original que filma, lo filma en su puta casa con una actriz de tres al cuarto. Ya tenemos “Corona Zombies”. Tras lanzar los trailers, y ver claramente de lo que se trata, la estratagema no da muy buena espina, pero, igual la cosa podía estar divertida ¿Quién sabe?  Pues no. El resultado de todo esto es poco menos que bochornoso.
La sinopsis global vendría a contar que las personas que fallecen por Corona virus, pronto vuelven a la vida transformados en zombies hambrientos. Para acabar con ellos el gobierno crea un escuadrón que los aniquilará llamado Corona Squad. A partir de aquí solo vemos una combinación de las dos películas fusiladas y el material original, con un doblaje lleno de chascarillos y chistes de parvulario, haciendo referencia a los tópicos de las mascarillas y el papel higiénico (sobre todo al papel higiénico) que sonrojarán incluso al más curtido en estas lides. Nada. El papel higiénico lo necesitamos para limpiar las pantallas donde osemos ver esta basura que, no ya es que se cague en la serie B y en el cine de explotación, sino que, directamente, defeca sobre el espectador.
Y lo peor es que Charles Band lo sabe. Y ni siquiera ha sido original en la propuesta. Cuando lo de la gripe aviar, cuyas consecuencias para nada se parecen a las de la presente pandemia y, por lo tanto, sin el mismo tirón comercial, algunos desangelados cineastas se aprovecharon de la situación lanzado infamias como “Gripe Aviar: Virus Mortal” de un tal Olivier Langlois, o la extraña (por seria) “Flu Birds Horror” de otro tal Leigh Scott, pero aquellas películas eran inofensivas y menos irritantes que esta, en primer lugar porque hay detrás el esfuerzo de realizar una película por infame que esta sea, y en segundo lugar, porque eran un producto exploit algo más genuino. Esta, como si de una pandemia misma se tratase, hará al fan tonto volverse aún más tonto. Y tontos es precisamente de lo que vamos sobrados (la prueba está en que, en cuanto se lanzó "Corona Zombies", varias páginas y blogs especializados en el género corrieron a apoyarla con sendas promociones, cegados por quien se encontraba tras ella, solo para formar parte de algo que, a la larga, casi se ha vuelto en su contra. Y sí, se incluyen aquí algunas páginas/blogs patrios).
“Corona Zombies” es como cuando un torpe hace un collage para un ejercicio del cole, y en este le quedan tantos restos de pegamento y ha recortado tan mal las estampas, que va el profe y te suspende. Lo que pasa es que, para más inri, a este le han suspendido en séptimo de EGB cuando tenía edad para estar en COU.
Por otro lado, decir que en la red rulan varias versiones del doblaje de la película. Por comodidad, elegí la versión con doblaje latino que, por lo visto, es aún más infame que el original en el sentido de que cambia el sentido de los chistes y chascarillos haciendo un fusilamiento de la versión original. Pero me confirma Naxo que, pese a eso, tampoco hace empeorar mucho más el resultado.
Como fuere, lógicamente, la cosa es tan alocada que ha medio funcionado, y ya se rumorea que en breve se estrenará una secuela. Esa no la veremos.