Mostrando las entradas para la consulta antonio mayans ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta antonio mayans ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de febrero de 2016

JUVENTUD DROGADA

Adscrita al subgénero del “Cine Quinqui”, no sería una película meramente quinqui, sino un acercamiento “exploit” al género, sensacionalista a más no poder, y donde la deshonesta crítica social imperante en las películas de José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, desaparece a favor del espectáculo malintencionado y puramente comercial. Aquí de lo que se trata es de alimentar el morbo de una platéa habituada al “Cine de pipas” que no quiere que le echen monsergas. En ese sentido, “Juventud Drogada” -¡maravilloso título!- estaría más en la línea de filmes como “No Matarás”, “Aborto Criminal” o, más afín inclusive al género quinqui, “Los violadores del amanecer” del  Iquino.
Cuenta la historia de un niño de papá, hijo de un empresario farmacéutico, que frecuenta la misma discoteca que unos camellos zarrapastrosos. Sin saber muy bien como, este señor acaba metido de lleno en las fiestas drogadictas de estos tunantes, quedando encantado con las drogas que le proporcionan, y con los encantos femeninos de una señorita que por allí pulula. La idea de los maleantes es enganchar, al desdichado,  a las sustancias psicotrópicas, y de paso, ver si con su ayuda pueden acceder al almacén farmacéutico de su padre para afanarle las provisiones de drogas duras.
La gracia es que si en el “Cine Quinqui” propiamente dicho, los protagonistas suelen ser jóvenes delincuentes –y/o drogadictos-  reales, en “Juventud drogada”, lejos de tirar por estos derroteros, los drogadictos y delincuentes son interpretados por actores que tienen pinta de todo menos de yonkies, como puedan ser Antonio Mayans, el boxeador Dum Dum Pacheco (visto en “Yo hice a Roque III”) o  Eduardo Bea, mientras que el niño bien –que por constitución física da más el tipo de drogadicto y delincuente que Mayans- es interpretado por todo un clásico del cine más populachero, Tony Isbert, en su eterno rol de Tony Isbert, eso si, dándole al porro y a la farlopa –e incitando a su pareja a que también le dé- cosa mala.
Por otro lado y como buena cinta “Exploit” española, aquí no hay medias tintas, y estos delincuentes son mostrados como lo peor de lo peor, esto es, que no solo trafican y consumen todo tipo de estupefacientes, sino que además, violan y asesinan, y actúan con toda la mala idea que se le pueda ocurrir a un guionista, en este caso, Esteban Cuenca, que ya nunca más escribió para el cine, fíjense ustedes.
Por otro lado, la comedia involuntaria, inevitablemente, como es habitual en todo producto de serie B o Z que se precie, hace acto de presencia, por un lado, con el cantoso pelucón Afro que me luce Antonio Mayans, y por otro, los elementos bizarros y fuera del tiesto que contiene la película; volviendo a Mayans: mientras que su compañero para intimidar a sus víctimas usa una navaja, este usa ¡Nunchakus!
A eso añádanle algún que otro Karateca por ahí desperdigado, boxeadores chungeros y hasta creo recordar –si la memoria no me falla… y eso que la he visto hace escasa media hora- que aparece un monje budista.
¿Veredicto? Mala de pelotas, zetosa y cutre, costrosa y lenta, pero con otros elementos que la convierten en interesante y, sobretodo, curiosa. Porque aquél que a estas alturas ande buscando buen cine en un producto de estos, o peor aún, aquel que afirme que una ponzoña netamente “Trash” como es “Juventud Drogada” es buena, es que es un esnob o un enfermo mental, porque es que no llega ni a entretenida. Eso sí, simpática y curiosa lo es un rato. Luego ya, depende de la predisposición del espectador que, insisto, si anda buscando esto es porque sabe lo que se va a encontrar más o menos.
En la taquilla española, como casi todos estos funcionales productos de entretenimiento populachero, cubrieron presupuestos de sobra y el negocio fue rentable, con una cifra de espectadores que en estos caso oscilas entre los 250.000 y lo 300.000 espectadores. Dentro de este target se mueve “Juventud Drogada”.
El director del tinglado no es otro que José Truchado, conocido por esa horripilante parodia de “El Equipo A” a mayor gloria de Antonio Ozores que es “El Equipo ¡AAAAGGHH!” o aquella chanchullera  parodia de “Canción triste de Hill Street” a mayor gloria también de Ozores que es “Canción triste de…” (Ver en el pestseller), pero entre las muchas tareas que desempeñó en el mundo del cine, tales como escribir guiones, actuar o  producir, dirigió grandes zarrios de nuestra cinematografía más outsider como puedan ser “Tarzán y el tesoro Kawana” o “Matad al buitre”.

viernes, 6 de junio de 2014

CAMINO SOLITARIO

“Camino Solitario” es de esas películas de Jess Franco que verdaderamente te hacen dudar de su condición de inútil, para, simplemente, endosarle otra condición distinta; la de vago.
Porque siendo esta una película más de esa tanda de películas ochenteras ambientadas en la costa (“Los blues de la calle Pop”, “Botas negras, látigo de cuero”), rodadas sin más medios que los que vemos en pantalla y los mismos actores de siempre (Antonio Mayans es, por enésima vez, Al Pereira), sería lo más parecido a una película estándar – con permiso de “Los depredadores de la noche”- de todo lo que rodó en aquellos locos años ochenta. Esto es, que la película tiene su planteamiento, su nudo y su desenlace. Con lo que hay que creerse aquello que tanto me gusta y que decía el abuelo de “De vez en cuando hay que hacer una película de las otras, para que vean que sabes hacerlas”.  Y saber sabía. De hecho, este “Camino Solitario” tiene hasta ritmo, un montaje muy estándar y con los planos necesarios, una trama entendible y seguible e, incluso, por momentos, resulta hasta entretenida. O al menos la primera hora, no toda ella,  que se trata de Jess Franco… Pero a lo que voy, es que saber hacer una película normal y corriente, sabía.
La historia es la de siempre en una película de Al Pereira: este es contratado por una extraña mujer, que siempre es Lina Romay. Lo que cambia es el por qué es contratado. En esta ocasión tiene que encontrar a la hermana desaparecida, pobrecita y desvalida de esta mujer (Lina Romay haciendo un doble papel), recibiendo la negativa del orondo y moribundo esposo de esta, que por el contrario dice que es una verdadera arpía.  Así que Al Pereira busca, mientras tiene que sotear la vida cuidando de una hija pequeña, y acabará en los brazos de la mujer que lo contrató (como siempre…) y a la vez, la historia pegará un giro en su desenlace. Todo ello regado con largas escenas de erotismo que incluyen numeritos lesbicos, y un tono dramático extraño, puesto que los otros Al Pereiras están más enfocados a la comedia. Se agradece la seriedad que, a rasgos generales, desprende la película.
El reparto lo componen Mayans (o Robert Foster) como Pereira, la Romay firmando como Candice Coster, Ricardo Palacios, muy metido en el “mundo Franco” por aquel entonces y que acabaría hasta las narices de su director y del jefe de producción (Mayans) unos años después, cuando dirigiera su opera prima “Biba la banda”, y que contrató al “Franco Team” como equipo de producción de la misma, como el moribundo marido de la mujer contratadora, José Llamas, como en esta no tenía que follar, tan solo, pasaba por ahí,  y la introducción de la niña Flavia Mayans, que interpreta a la hija de Al Pereira y que, como han podido suponer,  es la propia hija de Antonio Mayans.
La película la distribuyó en salas United Internacional Pictures, si, la famosa multinacional, que en aquellos años, por motivos del todo fraudulentos, estrenaba grandes estrenos americanos junto a pequeñas películas marginales  que, incluso, venía bien que no tuvieran buena taquilla, caso este de “Canción Triste de…” de José Truchado (Ver en “Malas pero Divertidas”), “Operación Mantis” de Paul “JacintoMolina” Naschy, o esta “Camino Solitario”, a la que, no obstante, fueron al cine a ver  71.000 espectadores.
La película, como ya he dicho se deja ver. Pero estamos en las mismas, para ver una película estándar de Jesús Franco, me pongo cualquier otra que, sin duda, mantendrá mejor el tipo. De Franco prefiero ver las cosas más antiacadémicas, hilarantes y desvergonzadas.
Eso si, sea por el motivo que sea, siempre es fascinante ver cualquiera de su vasta filmografía.

viernes, 16 de noviembre de 2018

LAS ORGÍAS INCONFESABLES DE EMMANUELLE

En verdad, Jess Franco nunca llegó a concebir en el papel un exploit de “Emmanuelle” de Just Jaeckin. De hecho, “El último escalofrío”, rodada prácticamente a la vez que el clásico del erotismo, aprovechó el tirón del mismo una vez estaba la película ya montada y para estrenar y se estrenó en algunos países anglo-parlantes bajo el título de “Tender & Perverse Emmanuelle”, pero absolutamente nada tenía que ver con todo el universo de Sylvia Kristel.
Y dentro de una de las épocas más desquiciadas de Franco —los ochenta—, dando la casualidad de que la “Emmanuellexploitation” estaba en boga dejando pingües beneficios a las taquillas de los cines más desprejuiciados de medio mundo, Jesús Franco está rodando sin frenos y a toda pastilla toda suerte de películas de corte —en menor o mayor medida— erótico, en la era de la clasificación “S”.
Laura Gemser se convertía en un mito erótico de serie Z gracias a su serie de películas de “Emanuelle Negra”, que a su vez suscitaron toda suerte de copias y plagios de intenciones siempre mercantiles, que dejaban el mito creado por Jaeckin y Kristel en un universo paralelo, menos popular que sus explotaciones, y totalmente almibarado para lo que el cine europeo había creado con estas mierdecillas para pajilleros de la era pre-porno. Hacer una película sobre Emmanuelle, era una garantía de algo.
Con “Las orgías eróticas de Emmanuelle” (título que con sus dos cojones mantiene las dos emes de “Emmanuelle”, mientras que para esquivar los derechos, otros títulos le quitaban una eme  al nombre remarcando que no se trata del personaje de la Kristel), Jesús Franco no trataba más que hacer una comedieta “S” sobre infidelidades y lesbianismo, meter ahí algún elemento sensacionalista, y una crítica en forma de mofa a la imagen del macho ibérico. Por otro lado, se marca por boca de  Antonio Mayans un moderno discurso sobre nuestras costumbres sexuales. En definitiva, se trata de una película más de culos y tetas de Jess Franco.
Cuenta como un hombre de bien (Mayans) está casado con Emmanuelle. Tras un montón de orgías e infidelidades, este la perdona y vuelve con ella, hasta que un día, en plena discoteca, esta le humilla acostándose con una mujer delante de todo el mundo. Comienzan así, las idas y venidas, las violaciones, las combinaciones sexuales entre unos y otros y los chascarrillos humorísticos made in Franco.
Bastante serena y sosita, no se encuentra entre los títulos más desmadrados del Franco de los ochenta, el que opera en la costa en hoteles y parquecillos.
Como ya he  dicho, las explotaciones de “Emmanuelle” dejaban dinero a espuertas y antes de pasar a la postproducción, a los productores de Franco se les ocurrió que podían convertir esa insulsa película de folleteo soft en una más sobre las aventuras de “Emmanuelle”, así que, llamándose el personaje femenino principal Anne Marie, lo sustituyeron por el de Emmanuelle en el doblaje, y ya estaba la estafa y el negocio servidos. Se estrenó como uno más de las decenas de exploits Emmanuellescos que pululaban por los cines de barrio aquél año 1982.
Con todo, es de las entretenidillas.
En el reparto, además de Antonio Mayans, tenemos a un descacharrante Tony Skios cuyas soflamas en off sobre el poder del macho español, bien hacen a “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” merecedora de un visionado, así como tenemos también a Muriel Montossé, quién a posteriori tendría una carrera profesional en Francia presentando toda suerte de programas televisivos.
De espectadores, 150.000 habituales de la clasificación “S”. No es de las menos taquilleras del tío Jess.

lunes, 26 de diciembre de 2016

INTERVIEW: MARTÍN GARRIDO RAMIS

Nacido en Palma de Mallorca en 1952, Martín Garrido Ramis, un hombre de teatro que cuando se ha embarcado en la empresa cinematográfica, lo ha hecho desde la más absoluta independencia, y desde ese lado Outsider, que al que suscribe tanto le agrada.
Responsable de ser el primer director Mallorquín que consigue rodar una película para su distribución comercial en salas (“¡Que Puñetera Familia!”), también lo es de la película más extraña y lúgubre del cine español de los últimos años “El hijo Bastardo de Dios”, amén de tener una dilatada carrera con títulos de absoluto culto como puedan ser “Mordiendo la vida” o “Héroes de Cartón”.
Padre del también director Martín Garrido Barón (“H6, Diario de un asesino”), nos concede unos minutos de su tiempo para hablar de los dimes y diretes en torno a su carrera, de sus próximos proyectos y de sus preferencias.
Martín Garrido Ramis, el último director independiente.


 Comienzas en el cine con una serie de cortometrajes en 35 mm. para luego convertirte en el director de la primera película de corte comercial realizada en las Islas Baleares, “¡Qué Puñetera Familia!” ¿Cómo surge la oportunidad de realizarla?

Había hecho dos cortometrajes: “… Pero no ahoga” y “La Rosario y el Pinzas”. Este último me lo seleccionaron en 1983 en el festival de Cine de San Sebastián y viajé allí invitado por el festival. Tengo críticas que lo clasifican como una pequeña obra maestra. Cuando volví a Palma conocí a un empresario de cine (Joan Olives) que me propuso alargar mi primer corto y convertirlo en un largo. Y así lo hice. Costó 6 millones de pesetas y dio como 32. Aunque la película la considero mala porque me daba igual hacer cine, pero ahí está como la primera película comercial mallorquina de la historia.

Así que la consideras malísima…

Sólo mala. Escribía cada día lo que iba a rodar, no había guión. Pero te diré una cosa que me han dicho muchas veces pero de la que yo nunca he hablado; Es una primicia. Estoy seguro que mi película la vio el joven Almodóvar y me copió una escena, la de la meada. Yo soy el primer director que rodé una meada auténtica, luego lo hizo él. Y como la película se vio en toda España… Y ya que estamos te diré dos copias más que me han hecho. Mota me ha copiado el final de un corto que está en Youtube y se llama “Muerte y resurrección de Pedro Navaja”, y un famoso cómico inglés me acaba de plagiar otro corto mío de Youtube. Mi corto se llama “Am not Becham” y él me ha plagiado para hacer un spot de calzoncillos de Beckam. A partir de ahora registraré lo que cuelgue en Youtube.

Rodaste “¡Qué puñetera familia!” con equipo técnico proveniente de Barcelona ¿No había en Mallorca equipo técnico cualificado para acometer el rodaje de un largometraje?

En Mallorca no había nada, por no haber ni había una cámara de 35 mm. La película la rodé en cinco fines de semana, y cada fin semana traía a un equipo de siete personas, y el material alquilado, pagándo todos los gastos y el sueldo. El director de fotografía es Joseph Gusi de TV3, pero un fin de semana no pudo venir y lo sustituyó Carles Gusi, que después haría películas con Almodóvar y en Hollywood.

¿Cuánto le debe “¡Qué Puñetera Familia!” al cine de John Waters?


Waters es sexo, yo siempre he sido crítico social. Mis películas son esencialmente de humor negro.

En la película cuentas con la presencia de un actor clásico de la escena Mallorquina como es Xecs Forteza. ¿Cómo fue dirigirle?

Xesc Forteza era un cachondo que estaba detrás de todo lo que llevara faldas. La escena que tiene muriéndose con  Lynn Anderson encima, para él fue la releche. “Repítela todas las veces que quieras”, me dijo. En la escena aparece él muriéndose tocándole los pechos a la actriz porno. Fue muy divertido dirigirlo.

Cuéntanos algo sobre la distribución. ¿Costó mover la película en la península?

Todas mis películas se han distribuido en la península, menos una que se titulaba “Simpáticos degenerados” protagonizada por Florinda Chico. No se distribuyó porque la compró la Warner Bros para estrenarla en vídeo directamente. La distribución para los que hacen cine en la isla es muy complicada y difícil, de hecho no conozco a ningún director mallorquín al que le hayan distribuido su película. También tengo que decir que los únicos que hacemos cine en Mallorca somos mi hijo y yo.

“El último Penalti” y “Simpáticos Degenerados son tus únicas películas que aún no he visto. ¿Qué me puedes decir de ellas?

Las dos son comedias divertidas y poco más. Cuando las rodé estaba más por otras cosas más divertidas. En las dos películas lo importante eran las fiestas que organizábamos. No perdía nada de tiempo en escribir los guiones, lo hacía de cualquier forma. Pero te voy a contar una cosa que tampoco he contado nunca a nivel prensa; “El último penalti” se llamaba en realidad “La eterna España de charanga y pandereta” y me lo iba a producir nada más y nada menos que José Esteban Alenda, el primer productor español que ganó un Oscar. Yo era íntimo amigo de él porque me distribuyó cinco cortometrajes e incluso me hizo ganar dinero. Pues bien, él leyó el guion en el que me había esforzado un poco, y me dijo que me lo producía si esperaba seis meses a que se recuperara del fracaso de “Volver a empezar”, que le había costado 200 millones.  Le dije que me lo pensaría. Y de repente surgió en mi vida, desgraciadamente, Ricard Reguant, actualmente director de musicales (“Grease”, “Chicago”), y me dijo que si le metía mano al guión haciéndolo más hortera y con más sexo, me traía todo un equipo de Barcelona a precio tirado, y que luego me presentaba a Antonio Llorens (Lauren Films). Yo, como en aquel tiempo era joven, guapo y gilipollas, accedí y dirigí una mierda de película. Al año siguiente la película fue seleccionada en el Festival de Cine de Comedia de La Coruña, y el gran Berlanga me dijo: “Es una pena, Martín. Has hecho una película mala pero hubiera podido ser muy buena.” Así es la vida, una mala compañía puede cambiarte la vida. 


 En “Héroes de Cartón” ruedas en 35 mm. en unos años en los que el vídeo ya se imponía en las producciones profesionales independientes. ¿Por qué decides rodar en 35 mm?

“Héroes de cartón” existe por mi hijo que quería ser director de cine. Puedo decir que es mi primer guión pensado y bien escrito. Aunque yo salgo como director y mi hijo Martín Garrido dirigió la mitad de la película con tan solo 15 años.

¿Tuvo algún tipo de distribución esta película? Tanto dentro como fuera de Mallorca.

La distribuyó Lauren Films, la distribuidora que en aquel momento distribuía en exclusiva todas las películas de Woody Allen. Parece mentira con las películas malas que hacía y la suerte que tenía con las distribuidoras. No sé que debían  ver en ellas.

En ella cuentas con la presencia de Antonio Mayans y Ricardo Palacios. Ambos habían trabajado con anterioridad con  Jesús Franco ¿Encuentras algún paralelismo entre tu obra y la de Jesús Franco?

Ni por asomo. Antonio y Ricardo hicieron sus papeles muy bien. Yo siempre he hecho un cine malo hasta “El hijo bastardo de Dios”, porque me surgía el dinero para hacerlo, ni más ni menos. Es increíble pero es cierto. Hacer cine, para mí, era solucionarme un año con el dinero que ganaba. Y eso era lo importante.

¿Cómo fue la experiencia de rodar con un hombre con la experiencia con la que cuenta Mayans, tanto como actor, como de jefe de producción?

Antonio Mayans es el clásico ejemplo del actor que podía haber sido muy importante en el cine en español. Quizá el asociarse con Franco le perjudicó su carrera. La experiencia con Mayans fue buena como lo es siempre. Es un actor muy intuitivo que no hace falta decirle mucho para que lo haga muy bien.

Sin embargo, y a pesar de tu larga trayectoria cinematográfica, tú siempre has realizado teatro.


Desde que tengo 19 años no he dejado de hacer teatro. Entre función y función era cuando hacía cine. Fui a la escuela de Arte Dramático de Trino Trives y después ya no dejé de hacer teatro. En estos momentos estoy montando “Un invierno en Mallorca”. El teatro para mí es la vida, el cine es la parte cachonda del arte de crear. De todas formas ahora, que en las redes me tachan como el último director independiente de este país, me tomo el cine en serio. Desde “El hijo bastardo de Dios”, me esfuerzo. Tengo por estrenar “Turbulencia Zombi” y “Una función para olvidar” en la que Fernando Esteso hace un pequeño papel. Las dos películas son tragicomedias, lo que me gusta.

“H6, diario de un asesino” en mi opinión es una de las películas españolas de psycho-Killers más infravaloradas del cine de terror español, dirigida por tu hijo Martín Garrido Barón y con guion tuyo. ¿Qué opinas de la película?  ¿Tú la hubieras rodado de manera diferente?


Me alegra que me digas esto porque si antes podía tener dudas de si entendías de cine, ahora estoy seguro de que entiendes. Por primera vez en mi vida me comí el coco de mala manera para escribir el guión de lo que sería el primer largometraje de mi hijo Martín. Me lo comí de verdad, y el resultado fue un guion genial (no soy humilde pero sí terriblemente objetivo). Y mi hijo con 21 años hizo una película de puta madre. Y ahora te voy a contar otra cosa que nunca he contado públicamente; “H6, diario de un asesino” se terminó y todos dábamos saltos de alegría. La película había salido genial y nos fuimos a La Columbia para que la viera su director, James Armstrong. El americano quedó flipado y dijo que la estrenaba en Gran Vía y tiraba ciento veinte copias. Lo habíamos conseguido, pensamos mi hijo y yo. Cuando salimos de la productora nos fuimos a comer una mariscada los cuatro. Mi hijo y yo, y los productores de Kanzaman Mark y Denis. Por la noche volvimos a Mallorca más contentos que unas castañuelas. Mi hijo iba a conseguirlo con 21 años. La leche. Al día siguiente, a última hora de la tarde nos llamó Samuel Gómez, el montador, para decirnos que los productores habían cortado cuarenta minutos de metraje. Casi nos da algo. Al día siguiente volvimos a Madrid y les dijimos a los productores de todo menos guapos. Pero no hubo manera, querían que la película durara noventa minutos. Al quitarle a la película tanto metraje, se quitó la esencia de la historia. La película fue un fracaso comercial y las críticas la devastaron. Hay tanto inepto en el cine que uno no se lo puede creer.  


Vuelves a hacer cine años después, en 2015, con “El Hijo Bastardo de Dios” ¿Qué te motiva volver? ¿Es el cine de tu hijo una inspiración para esta película?

Simplemente tenía ganas de hacer un cine que siempre he sabido hacer y que nunca he hecho. Increíble pero cierto. Hasta “El hijo bastardo de Dios” mis películas no me gustan. Hablo de las que yo he dirigido.

¿No crees que el tener un presupuesto escueto puede beneficiar de algún modo a esta película en concreto?

Repito: como dicen en las redes soy el último director independiente de este país. Yo nunca he pretendido hacer un cine convencional. A mí siempre me ha gustado el cine independiente. Siempre. ¿Por qué? Porque haces lo que te sale de los cojones y ningún productor gilipollas te puede cortar tu obra. “El hijo bastardo de Dios” es una película que quería hacer, y sé, que con el tiempo será de culto. Ya lo han dicho muchos, no sólo yo. De todas formas no es el cine que quiero hacer, lo mío es la tragicomedia. Adoro a Berlanga.

¿Por qué “El hijo Bastardo de Dios” es tan sórdida y lúgubre? ¿No crees que es demasiado extraña para un público que acude en manada a ver “8 Apellidos Vascos”?

Tienes toda la razón, pero yo prefiero que me recuerden como el director de “El hijo bastardo de Dios” que como el de “8 Apellidos Vascos”.

“El Hijo Bastardo de Dios” se estrena en cines, sin embargo, no cuenta con una edición en DVD. Pero ahora que lo pienso, tampoco tus películas anteriores cuentan con distribución en DVD ¿Por qué ocurre esto? En el caso de “El hijo Bastardo de Dios” en particular, y con el resto en general.

Lauren Films editó la película en VHS, las demás no han salido en DVD. La razón no la sé porque estaba de juerga. “El hijo bastardo de Dios” si va a salir en DVD.

Tus dos últimas películas son “Turbulencia Zombi” y “Una función para olvidar”.  ¿Por qué una película de Zombies? ¿No te parece que el mercado  esté sobresaturado de cine Zombie?


“Turbulencia Zombi” es una tragicomedia en la que no sale ningún zombie. Es un grupo de parados de un pueblo que decide grabar una película de zombies para Youtube y ganar dinero, el problema es que no tienen ni idea de cómo hacerlo.

“Una función para olvidar” cuenta además con la presencia de un grande de la escena cómica como es Fernando Esteso, además en un rol dramático. ¿Cómo decides integrar a Esteso en el casting?
Esteso y Pajares son grandes actores. Es más, todos los grandes cómicos son grandes actores dramáticos. Lo conocí en una fiesta en Madrid, y años después le dije que me gustaría trabajar con él. Leyó el guion y dijo que sí.

¿Podremos ver estas películas en cines o DVD, o el tema de la distribución esta jodido en exceso?

Claro que sí. Además, ya tengo distribución para las dos.

¿Eres consciente de que haces un cine muy distinto en maneras y formas al del resto de cineastas españoles? Eres especialmente antiacadémico. ¿Por qué crees que si no sigues las pautas marcadas por los academicismos, las películas no encuentran un público?


Yo soy escorpión. ¿Sabes lo del escorpión que le pidió a la rana que le cruzara el río? La rana le dijo que no porque le picaría. El escorpión le juró que no lo haría, y la rana se fió. Y cuando estaban en la mitad del río el escorpión le pico. “¿Eres imbécil? –le dijo la rana- “Nos vamos ahogar los dos.” “Lo sé” –le contestó el escorpión-, “¿pero quién frena mi personalidad?”  Mi padre era de la FAI y yo he salido a él: anarquista.

¿Qué cine ve habitualmente Martín Garrido?


El mejor cine que te puedas imaginar. Soy un cinéfilo de cojones. Una película, por ejemplo: “Sed del mal” o “Matrix”.

Dime cinco películas que adores

Rufufú
Plácido
La Escopeta Nacional
Divorcio a la Italiana
La Jauría Humana

Cinco Películas que odies

No odio a ninguna película porque sé lo que cuesta hacerlas.


viernes, 10 de abril de 2020

VAYA LUNA DE MIEL

La cosa está en que son muchos los títulos que, por inacabados, o por perdidos, permanecen inéditos para el público en lo que es la filmografía completa de Jess Franco. Y de repente, a primeros del año pasado, aparecen unas latas en los archivos de la filmoteca española que contienen integra, montada y sonorizada la película “El Escarabajo de Oro”, basada libremente en un relato de Edgar Allan Poe. Casi por casualidad se descubren estas latas y, tras revisar el primer rollo, el de créditos, se descubre que se trata de la película perdida de Franco, solo que se ve que a última hora, la producción decidió cambiarle el título de marras por el de “Vaya luna de miel”, quizás más acorde al material rodado por su definitivo tono cómico, y que es el que reza en los créditos. Pero efectivamente, se trata de “El escarabajo de oro”.
Lógicamente, este descubrimiento se vuelve un acontecimiento para los francófilos y la película se estrena en Febrero de 2019, con todos los honores, como uno más de los actos de celebración de los 30 años en activo del madrileño cine Doré como sede de la filmoteca Española. Y poco después de un año, y coincidiendo con el estado de alarma por coronavirus que ha dejado a la mitad de los españoles confinados en sus hogares, la filmoteca pone en su canal de Vimeo la película para su visionado gratuito, de manera temporal, para deleite de propios y extraños.
El caso es que cuando se encontró la película esta estaba en perfecto estado, y aunque se desconocen los motivos de porqué permaneció oculta todo este tiempo, se especula que el laboratorio donde se reveló el negativo, Fotofilm, secuestró la película por impago de facturas por parte de Franco y sus productores. Todo esto no deja de ser más que una especulación, máxime, cuando se encuentra también un documento que prueba su envío para exhibición a un cine de Barcelona. Sin embargo, no se encuentra ni una sola prueba de que “Vaya luna de miel” llegara a estrenarse.
Como fuera, el privilegio de poder verla ya pasó a mejor vida en el momento en que se compartió en Internet y cientos de usuarios tiraron de páginas de descargas de vídeo para quedarse con su copia personal de la película.
Al margen de esta historia, lo cierto es que “Vaya luna de miel” no ofrece nada excepcional. Se trata de una de las primeras películas de la etapa ochentera de Franco, etapa esta durante la cual rodó mil locuras y se rodeó de un equipo de habituales compuesto de Lina Romay, Antonio Mayans y otros tantos, y durante la cual se desata el Franco más loco y guerrillero. Así, tenemos a una mujer que, tras un seguimiento, selecciona al muchacho más rico de los que se encuentra en la playa y le seduce con malas artes. Se casan, y se van de vacaciones a Bananas —exótico lugar que se soluciona aquí, poco menos que filmando una costrosa feria o parque de atracciones de Alicante—. Allí, y debido a un equívoco, el muchacho es confundido con un tal Simón con el que comparte nombre, y en un enredo de padre y muy señor mío (para los protagonistas y para el espectador) se meten en una trifulca de mafiosos, tesoros, y un escarabajo de oro, en una comedieta medio slapstick, medio de aventuras, que se convirtió en todo un antecedente accidental de cintas de aventuras románticas al estilo de “Tras el corazón verde”, eso sí, rodada con el presupuesto que tuvo Michael Douglas para tinte del pelo en aquella película.
Se trata de un título muy del montón en la filmografía de Jess Franco, en el sentido que, ni es de las malas, malas (lo cual siempre sería un motivo de festejo), ni es de las buenas (lo cual también merecería ser festejado), si no todo lo contrario. Es una “de las otras” que diría Franco, de aquellas que poseen planteamiento, nudo y desenlace  y que por ser más convencionales, resultan a todas luces mediocres.
La comedia funciona cuando es involuntaria (porque cuando es voluntaria da vergüenza ajena) y, en general, tampoco es especialmente aburrida, pero, desde luego, es uno de los títulos más insípidos de cuantos rodó. Luego, escarabajos y joyas compradas en el chino, chinos interpretados por españoles sin apenas maquillaje, esqueletos de plástico y mucha cochambre, podredumbre y tercermundismo, aderezado por las carnes magras de una Lina Romay ya fondona, que se lo pasa teta rodando este tipo de películas.
 No posee nada especial, de no ser porque ha aparecido en sus latas cuarenta años después de ser rodada. Por lo demás, ni fu, ni fa.
Junto a Lina Romay en el reparto, tenemos a Max B. ("Cazar alnegro") doblado para la ocasión por, creo reconocer en la voz a Ricardo Palacios, Emilio Álvarez, que salía en “El fascista, la beata y su noviadesvirgada”, Antonio Mayans, o Susy Boulois (También presente en “Cazar al negro”).
Los completistas la agradecerán.

viernes, 15 de marzo de 2013

EL SEXO ESTÁ LOCO

“El sexo está loco” es uno de esos claros referentes que hacen que sea firme en mi decisión de decir que Jess Franco, mola. No son sus imposibles (y reconocidas) películas de terror las que le convierten en un autor, son estas en las que, de corte más desenfadado y con dos perras ( y con dos pesetas también), el tío Jess se pone a rodar sin saber muy bien el qué, ni el cómo.
Si me preguntan de qué va la película, yo tengo que responderles que ni puta idea. Ya que si al comienzo de la película, la cosa va de unos extraterrestres que se aparean y preñan en cuestión de segundos a una terráquea dentro  de su nave (que es el interior de una discoteca ¡Como en “El E.T.E. y el oto”!), pronto eso es el resultado de una especie de performance en la que una serie de actores trabajan para una audiencia que llevan caretas de monstruos.
Por si eso fuera poco, pronto aparece el propio Franco para darles instrucciones de lo que tienen que hacer, o filmarse el mismo delante del espejo de donde transcurre la acción, sin que los actores dejen de interpretar sus papeles. Pero es que eso no es todo… los actores saltan de un personaje a otro, de escena a escena, sin inmutarse, y sin que el espectador sepa muy bien si el personaje que está en pantalla es el tal Flannagan o el tal Gutiérrez, ambos interpretados por Tony Skios (o sea, Antonio Rebollo), en muchas de las escenas, con la misma ropa ¡una locura!
La peli en general, es una serie de tonterías filmadas, unas con más gracia, otras con menos, que sirven como material de relleno para lo que esta película “S” viene vendiendo, que no es otra cosa que las escenas de folleteo. Erotismo soft en este caso.
Sin ser el colmo del entretenimiento, si que sería una de las películas más visibles del señor Jess, y toda una oda al histrionismo por parte de los actores (Robert Foster, está enorme, en su salsa, desgañitándose si es preciso).
Junto a los mentados Skios y Foster (Antonio Mayans), tenémos a Lynn Endersson, y, como no, entradita en carnes, a Candy Coster, o lo que es lo mismo, Lina Romay, asumiendo con estoicismo, y alegremente, su protagonismo.
Un desbarajuste personalísimo, un caos técnico y artístico maravilloso y una comedia surrealista y pizpireta como pocas.
En definitiva, una película de “gente feliz”, dónde, efectivamente, el sexo está como una puta cabra.
Muy recomendable.

jueves, 29 de noviembre de 2012

CONTRA EL TIEMPO

El documental “Contra el tiempo” es un nostálgico recorrido a través de las anécdotas que nos cuentan algunos de estos actores de toda la vida, que bien por ser casi siempre secundarios, o porque por distintos motivos dejaron de trabajar, son prácticamente desconocidos para el público estándar o bien, han sido olvidados de la memoria popular.
El proyecto “Contra el tiempo”, que se materializa ahora en forma de estreno en salas, no es en absoluto nuevo. Su director, el escritor y amigo de esta casa José Manuel Serrano Cueto, tenía pensado hacer este documental allá por 2005, pero por líos diversos de producción, la cosa se transformó, como por arte de magia, en el cortometraje “Río Seco”, que con el mismo espíritu, se centra en la figura del mítico Aldo Sambrell.
En los albores de 2009, se retomó el proyecto bajo producción de Utopía films, pero más problemas de distinta índole (la cosa del dinero, e incluso alguno de los actores que se caían a ultima hora) la película casi acaba yéndose a pique. Así pues, con un montón de material rodado, productor y director el pasado año, tuvieron que replantearse de nuevo el proyecto. Y francamente, creo que el resultado de esta versión definitiva, sin tantos actores entrevistados como en un principio se tenía previsto, es sustancialmente mejor que el que en un principio se tenía en mente, con escenificaciones y artificios, según el press book.
Así pues, la cosa se plantea de la siguiente manera: Un joven actor, Antonio Mora, amigo del director, desea conocer a un grupo de actores veteranos, para que le trasmitan sus experiencias, le cuenten anécdotas y en definitiva, empaparse de lo que los veteranos puedan contarle. Así las entrevistas trascurren a lo largo del metraje en forma de animadas charlas, dónde nos vamos escuchando lo que todos estos actores tienen que decirnos, sin demagogia ni amarillismo, de una forma honesta, y sobretodo, contado con un amor hacia todos ellos por parte del director, que se trasmite al espectador.
Y personalmente, creo que Serrano Cueto ha construido un documental entretenido y cercano, cuyos noventa minutos al final, se nos quedan cortos.
El acierto de la película reside en el montaje. Serrano Cueto, que aparece en pantalla e incluso lleva las riendas de la entrevista a Lone Fleming, en lugar de ofrecernos una estructura típica de entrevistas con declaraciones entrelazadas, apuesta por centrar la película en bloques, cada uno dedicado a un actor. Cada uno nos cuenta su película, y cuando termina se pasa a otro, y así sucesivamente, hasta que se rompe el ritmo de la narración (que no de la película), uniendo en pantalla a dos de los actores en un reencuentro, el de Carlos Bravo y Mabel Escaño. En ese momento, Bravo pasaría a ser un entrevistador involuntario.
Con un emotivo recuerdo para el recientemente fallecido Aldo Sambrel, se finiquita la película, dejando al espectador, un buen sabor de boca. Ya digo, una gozada. Carece de material de archivo, pero sinceramente, tampoco hace falta, porque así el documental tiene un aire como de película de ficción, en la que los actores charlan. Como ya he dicho, al no contar con tantísimas entrevistas como en un principio se tenía previsto, se profundiza más en cada entrevistado y el resultado es más intenso.
De entre los entrevistados, me gustaría destacar a Ricardo Palacios, cuyo carisma está a prueba de toda bomba, y cuyas declaraciones consiguieron sacarme alguna que otra risotada. “Charles Bronson, un pedazo de cabrito”, según Palacios. Junto a los ya citados, completan el “elenco” Antonio Mayans, y Fernando García Rimada.
Un documental muy cinéfilo, realizado por cinéfilos y para cinéfilos. Y con muchísima nostalgia, lo cual no siempre es bueno… en este caso, aceptamos barco. Durante la pre-producción del documental, tuve el honor de hacer una entrevista a propósito de la película a su director en mi desaparecido programa “La hora de Ving Rhames”, que si gustan, pueden escuchar pinchando aquí.

viernes, 8 de agosto de 2014

LA CAMPANA DEL INFIERNO

Un individuo es dado de alta en el psiquiátrico y de ahí marcha a casa de su tía. Una vez allí, se dedicará a hacerles la vida imposible tanto a su tía como a sus primas, paseando por sus caras su vanidad, su soberbia y su maldad, haciendo bromitas pesadas (el muchacho trabaja el látex y en su dominio de los maquillajes basa sus bromas macabras) o, directamente, torturándoles ¿Por qué? Solo su  director, que entre peli y peli se follaba a la Pilar Miró, lo sabía.
Mucho se ha hablado de esta película y de su fama de maldita (Iker Jiménez, de hecho, le dedicó todo un monográfico especulando sobre si la película estaba maldita por culpa de la providencia o por culpa del mismo diablo). Resulta que el director de la película, Ricardo Guerín Hill -que tras ver la película compruebo que gustaba de colocar la cámara en sitios, cuanto menos, peligrosos- buscando un plano en lo alto del campanario donde está sita la campana que da título a la película, al saltar de un extremo a otro del mismo, tuvo la mala suerte de tropezar y precipitarse al vacío. Durante la caída, por no caer sobre una valla de afilados pinchos, hizo una maniobra que le llevó a estrellarse contra el asfalto muriendo en el acto. Obviamente, se trató de un infortunio, no de una mala jugada del maligno. Que la película sea extraña y claramente malrollera, es otro cantar. Eso si, la muerte del director, sirvió para que la película se convirtiera inmediatamente en un éxito de culto, al menos en el extranjero, donde goza de cientos de cuidadas ediciones en dvd, mientras que en España apenas congregó 600.000 paupérrimos espectadores del año 73 en los cines, y se editó en vídeo de mala manera.
Muerto Guerín, tomo las riendas de la dirección Juan Antonio Bardem.
Siendo justos, valorar la copia final de “La campana del infierno” sería dar palos de ciego, puesto que, si, las imágenes que rodó Guerín están ahí, pero el montaje definitivo no deja de ser la visión de Bardem, que tuvo que intuir lo que Guerín quería para la película, diciendo los más cercanos al director original , que solo este tenía una idea de lo que quería contar en esa película, y que lo llevaba en un secretismo tal, que el resultado de lo que hoy conocemos es posible que no llegue ni a aproximarse a lo que podría haber sido.
En cualquier caso, el puto fandom la endiosa solo porque su director tuvo un accidente. Efectivamente, la película  es todo un ejercicio de estilo, esos montones de planos complicadísimos, esa estética como nunca se había visto en una película española, ese sexo que pasó la censura estando Franco vivo… si, innova. Es más, Guerín probablemente, es un gran esteta, y no dudo que fuese, incluso, un gran director, pero el montaje del que hace gala la película, lo que finalmente se nos muestra y cuenta, es un coñazo. De los buenos además. Una de cal y otra de arena. Pero los idiotas del fandom tildan a esta película de obra maestra, basándose en que su director murió durante su confección. Bueno, si así son felices…
En definitiva, que la película, obviamente, es un desbarajuste por lo obvio, que visualmente es potentísima, pero en definitiva, es un coñazo que hay que cogerlo con pinzas.
Ahora ¿Curiosa? Un rato. Y moderna y arriesgada… pero si el director no pudo acabarla, que lo haga otro suele ser un error. Lo fue con “Lagrimas negras” de Ricardo Franco y que acabo Ricardo Bauluz, lo fue con “The Revenge of the Alligator Ladies” de Jess Franco y que terminó Antonio Mayans y, lógicamente, lo es “La campana del infierno”.
Luego está el factor mito: Se ha oído tanto hablar de la película, se ha leído y se especula tanto, que siempre uno espera ver algo fuera de lo común. Pero tenemos ya las retinas quemadas.
Aunque insisto, lo que da gusto es el sentido estético de  Guerín. Esos planos imposibles que le costaron la vida. Solo por eso…

miércoles, 21 de mayo de 2014

LILIAN, LA VIRGEN PERVERTIDA

El agente Mario Pereira, se encuentra una chica drogada, una adicta a la droga que según vamos viendo la historia a base de flashbacks, vemos que se volvió adicta por culpa de una pareja de desalmados poderosos que, en una fiesta, le dieron drogas para abusar de ella. Recluida contra su voluntad, esta chica es violada continuamente, así como iniciada en el sado y demás prácticas “De Sadianas”. El Agente Pereira, consternado por la situación, decide ver que pasa.
“Lilian, La virgen pervetida” se concibió como película “S”justo en el momento en el que las salas “X” se legalizaron en nuestro país, con lo que estrenar una película erótica, y más cuando lo que se anda buscando es la pasta, no tenía ningún sentido. Así que, deprisa y corriendo, Jess Franco grabó un par de escenas explícitas con sus actores de confianza, José Llamas y su compañera Lina Romay y las insertó ahí de mala manera. Esto convierte la película en una cosa rara, porque como película porno, toda la trama y el rollo dramático y descarnadamente cruel sobra, y como película dramática, lo que sobra es la pornografía. Personalmente, si no se hubieran incluido esos insertos, yo creo que estaríamos ante una buena película de Franco. Todo lo buena que pueda ser una de sus películas, claro.
La película nos presenta a una de esas actrices de las que el tío Jess se enamoraba constantemente, la alemana Katja Bienert, menor de edad y que iba con su madre a todos lados (por lo que si algún caradura del set se la quería tirar, lo tenía crudo) que interpreta (es un decir) a la joven virgen que es, más que pervertida, forzada por estos caprichosos ricachos. En la piel de estos, Lina Romay y Emilio Linder.
Linder se enfadó muchísimo con Jess Franco, porque el firmó un contrato para actuar en una película “S” (ya había rodado unas cuantas) en la que hay simulación de coito, pero realmente ni se tocan, e incluyó insertos porno justo en sus escenas con Katja Bienert, lo que propició que la gente se creyera que el actor había realizado porno. A día de hoy, se queja de esto, pero lo cierto es, que en “Una rajita para dos”, se ve claramente como el actor practica sexo delante de la cámara, con lo que su rabieta se queda en tierra de nadie. Linder hizo porno, diga lo que diga.
Por otro lado, tenemos el agitanado rostro y afilada polla de José Llamas (no confundir con “Pancho” de “Verano Azul”, que es José Luis Fernández… lo digo, porque hasta ahora yo creí que José Llamas era él…). Tenemos a  Antonio Mayans haciendo del agente Mario Pereira, que se llama Mario como se podía llamar pedro, pero que és Al Pereira. Y es que el “Universo Pereira” es muy raro. Cambia de nombre, mote, género, como le da la gana, pero siempre nos podemos hacer una idea de cuando Mayans está interpretando al “famoso” detective. Y el propio Jess Franco tiene un papel de importancia, que para nada era mal actor, al contrario, tenía una fuerte vis cómica cuando tocaba –no le juzguen por los chistes malísimos de sus guiones, sino por su presencia cómica en pantalla- y potencial dramático cuando se prestaba, como es el caso, dónde interpreta al amigo de Pereira que se lamenta de que “es monstruoso que la juventud se drogue de esta manera”.
Así pues, como el producto final es claramente pornográfico, podemos decir que se trata de su mejor película pornográfica, con una ambientación y una atmósfera enrarecida y sórdida, haciendo un uso indiscriminado del  gran angular, sin venir a cuento, solo por usarlo, que la convierten, también, en una de sus mejores películas en general.

lunes, 15 de julio de 2013

SNAKE WOMAN

La ultima etapa de Jess Franco (que podríamos comprender desde el año 2000 hasta hoy, aún teniendo presente que los títulos de finales de los noventa son del mismo estilo que estos últimos), la del vídeo digital y el no currárselo ni un poquito, habrá quien afirme que está concebida para los acérrimos de Franco. Craso error, esos solo aguantarían según qué películas de los sesenta o setenta. La ultima etapa de Franco es mucho más experimental que otra cosa, y quienes, sino disfrutarán, sí que al menos aguantarán, son el publico acostumbrado a ver cine experimental y/o de vanguardia, o el espectador curtido en mil y una batallas visionadistas, cuyas tragaderas harán normal el ritmo inexistente de estas películas. Me encuentro entre ambos tipos de espectador, y como creador, digamos que comulgo bastante con las maneras de hacer del señor Franco para según que cosas, así que por todo eso, y por tener una mente abierta para el cine, no me avergüenzo en absoluto en decir que con “Snakewoman”, he disfrutado de lo lindo. Aunque ahora, tras su muerte, parece ser que el disfrutar de una des sus películas actuales no sea vergonzante, sino de recibo, que ya saben como funciona el fandom de los cojones.
Se trata de una de esas películas del abuelo Jess en las que, si, hay un argumento. En una convencional, el argumento sería lo más importante y rellenarían la película con escenas que no aportan nada, si es que con lo inicialmente concebido no se llega a la duración mínima. Pero en una peli de Jess Franco, ese argumento es lo de menos y sirve de material de relleno. Así, aquí tenemos unos numeritos lésbicos (en los que parece que las actrices están disfrutando de verdad… o eso, o son muy buenas), un Antonio Mayans soltando proclamas en latín, y luego ya, en segundo termino, el argumento, que viene a contarnos la historia de una mujer que viene a comprar los derechos de las películas de una artista del tercer reich. Esta parece ser ahora una mujer serpiente-vampiro, que se lo monta con una chiquilla a la que tiene atormentada Mayans… y bueno, pasan cosas.
Personalmente, la filmografía de Jess Franco que más me interesa es esta última, donde deja patente las constantes de su filosofía, y donde todo ello es más palpable.
La película producida por fans americanos de tío Jess, no conoce una edición en dvd en España, aunque tuvo algún pase ocasional en salas de cine, es un absoluto delirio dónde la lógica no hace acto de presencia en ni un solo plano, las escenas eróticas rozan el porno (las tías se tocan el coño de verdad…) y donde el sonido está la leche de descuidado. Incluso habiendo sido doblada en ciertas partes, es imposible escuchar bien nada de lo que dicen.
La música casera de David Ramos, compuesta con trazas de principiante, caótica, a base de zumbidos y sintetizador,  sin embargo suena muy bien, y le confiere a “Snakewoman” un soundtrack que le viene que ni al pelo y que queda de maravilla.
Por lo demás, una Jessfranquiada más, de las de la ultima hornada, y que si sabes los derroteros por los que anda el director, ofrece justamente lo que esperas ver. Y eso incluye a dos de sus actrices recurrentes en los últimos años: Fata Morgana y Carmen Montés.
Por cierto, se supone que “Snake Woman” es un remake de “Las vampiras”. Válgame dios, que diría un gitano.

martes, 19 de marzo de 2013

DON CIPOTE DE LA MANGA

Extraña y ochentera película española que, con serios problemas para desarrollar un argumento tontísimo, nos cuenta la historia de un individuo atacado por un vampiro. En consecuencia, las noches de luna llena le entran irrefrenables ganas de folleteo. Durante el resto del tiempo, va con su socio a vender motivos religiosos por la manga del mar menor, mientras emprende su particular cruzada contra el sexo y el pecado, lo que dará lugar a supuestas situaciones cómicas.
La película es muy mala. Si aquellos percebes que se creen doctos en temas cinematográficos desprecian lo que viene a ser una comedia común de los años ochenta, deberían ver esto para que se revolvieran en sus propios vómitos, porque lo grande de “Don Cipote de la Manga” es un atentado a todo lo establecido en la realización de cine. Una rareza de las que hay pocas, dos o tres a lo sumo, como pasaba con “El Violador violado” de J.J. Porto.
Y es que, la película es soportable únicamente gracias a ese tono de comedia española que desprende, pero, indudablemente, estamos ante una serie z de la peor calaña, donde el poco sentido de la trama se pierde al no tener absoluta idea, su director, de cómo hilar unas escenas con otras.
Curiosamente, tras ver varios de sus carteles, la película nos vende el estar adscrita a la cosa esa del “destape” ¡Menuda engañifa! Se utiliza el sexo como elemento cómico en el guión (el sexo de siempre ha sido el más importante de los elementos cómicos), pero no vemos ni una mísera teta, lo que teniendo en cuenta el concepto de la película, y la época en la que se rodó, la convierte en una cosa más rara todavía.
Lo curioso, también, es que el guión fue co-escrito por Antonio Mayans, uno de los cuatro que firmó, junto con el de la película porno “Detectives del placer”, del que también es director, o la última de Jess Franco “Al Pereira vs. Alligator Ladies". Tiene así mismo un papelito secundario sin mayor relevancia.
Los actores de aquella época eran todos muy buenos, y unos currelas, por eso no es de extrañar que aceptasen hacer cualquier tipo de película. Así pues, el reparto no es nada desdeñable, teniendo como protagonistas al eterno secundario Carlos Lucas, Paco Cecilio, Gracita Morales, Rafael Hernández y Azucena Hernández.
En cuanto al que da la voz de acción, Gabriel Hernández, cuenta con una filmografía reducida a tres títulos dirigidos y dos producidos, uno de ellos es, precisamente, “El tío del saco y el inspector Lobatón”, ignota secuela de la ya de por sí ignota “El Violador violado” arriba mentada.
Solo par curiosos.

lunes, 5 de diciembre de 2022

LOS FOTOCROMOS DE "ABERRACIONES SEXUALES DE UNA MUJER CASADA"

Llevábamos ya un tiempo sin poner fotocromos por aquí, porque se nos acabaron o no conseguimos más, pero gracias al amigo Fabio Méndez hoy podemos ofrecerles los de “Aberraciones sexuales de una mujer casada” del sempiterno Jess Franco.
Se trata de una de sus películas semi-guarrindongas (las guarrindongas-guarrindongas llegarían un par de años después) de principios de los ochenta a mayor gloria de Robert Foster/Antonio Mayans y que gira en torno a una mujer casada a la que le gusta tanto el folleteo que es incapaz de serle fiel a su marido. La crítica del momento se comió la película con patatas y arroz.
Obsérvese el ya clásico detallito de la estrellita tapando el pezoncillo (40 años después en las redes sociales hay que hacer lo mismo, tapar tetas y culos) para no ofender a los paseantes que se acercaban a las marquesinas de los cines a ver la cartelera.
Sin más, ahí les dejamos el juego de fotocromos completo.









miércoles, 21 de marzo de 2012

TERROR CANIBAL

Unos individuos, hombres y mujeres, que no paran de soltar tacos y maldiciones todo el tiempo y sin venir a cuento, secuestran a la hija pequeña de un empresario con la intención de cobrar un rescate. Así, se la llevan a la selva, donde además de otra gente que aparece por ahí sin saber por qué, también hay caníbales.
Los entrañables canallas de “Eurociné”, estandartes del cine “trash” europeo de peor calaña, llevan a cabo su propia película de caníbales, que se nutre de otras películas de caníbales, así que con este TERROR CANIBAL, podemos decir eso tan bonito de “Es una xplotation de otras xplotations”, lo que la sitúa en los más bajo de la escala de las heces tornadas celuloide. Con un descaro que ríete tu de todo lo demás.
Y la cosa es rara: la película la firma un tal A.W Steeve, seudónimo este bajo el que se ocultan –según imdb- nada menos que Allain Deruelle, Oliver Mathot y nuestro artesano Julio (“Con las bragas en la mano”) Pérez Tabernero. A saber. Lo que si que hay claro es que Tabernero dirigió la película, y para ello no se fueron a las exóticas Islas Filipinas, o al siempre peligroso Amazonas, que va… se fue a Alicante, y en medio del campo, rodó esta mamarrachada, que es al fin de al cabo lo que es este TERROR CANIBAL, una mamarrachada de tomo y lomo.
También se dice que en el guión ¡¡Escrito a seis manos!! Colaboró Jess Franco, lo cual, desde luego, no es de extrañar. Lo extraño es que en este pedazo de queso fundido –con moho- necesitase de tanta gente para ser llevado a cabo.
La película, funciona para bostezar. De hecho, efectivamente, hay caníbales de por medio, pero ese terror del que hace gala el título no hace acto de presencia en ni uno solo de sus fotogramas. ¿Si sirve para reírse? Si, pero no. Es decir; la película es abuuuurrida como la peor muestra del arte y ensayo más feroz, y la agonía está patente en la mayor parte del metraje, ahora bien, el tema caníbales, es lo mas hilarante visto en cualquier película de caníbales. Como TERROR CANIBAL, no es una película en la que se haya invertido demasiado dinero, pues no se fueron mas allá de la periferia a solucionar el tema de los nativos, así que contrataron gitanos locales para, con un taparrabos, y un poco de pintura, solucionar esa cuestión. ¿Qué es lo que pasa? Que no dan el pego ni de coña. Se ve perfectamente que son gitanos, con sus patillazas lolailas y con sus tatuajes de Cristo en el pecho. Incluso hay alguno con serios problemas de alopecia. Además, ni puta idea de actuar, ya que estos, dando caza a sus víctimas o haciendo danzas tribales, se descojonan sin ningún tipo de problemas, se miran entre ellos de manera cómplice, o sonríen a la cámara sin ningún tipo de pudor. Además por si no quedaba claro, el montador se reitera colando una y otra vez el mismo plano, con los gitanos celebrando un ritual en el que se descojonan ante la cámara. Y eso con unos planos, que ningún director en su sano juicio hubiera dado por buenos. Aquí no solo son buenos, si no que hacen que el metraje sea un poco más extenso.
Deudora, por supuestísimo, de HOLOCAUSTO CANIBAL, en esta también los protagonistas son malos, y con unas intenciones horrorosas. Hasta ahí bien… el tema es que los caníbales no se los zampan por tradición, “Modus vivendi” o supervivencia… se los comen porque son mala gente, a la gente buena no se los comen… o así se lo explican al policía que va a ver que pasa con la hija del empresario que ha sido secuestrada.
Por otro lado, tenemos a Antonio Mayans, malo malísimo de la función, que sobreactúa de manera vergonzosa, agitando tanto los brazos, que casi parece un rapero, y violando, solo por que le apetece, a una señorita que andaba por ahí. Entre eso y su, en este caso, increíble parecido con Camilo Sexto, tenemos las carcajadas servidas. Pero no se confíen, yo soy de risa floja. Y estos excepcionales y divertidos elementos, están introducidos con cuentagotas en la película, que es un tostón inaguantable.
En terrenos gore, no hay mucho nuevo: sustitución de un cerdo muerto por una señorita cuando toca abrir en canal y devorar las vísceras, y los gitanos mordiendo como pueden la casquería. Aunque hay un momento – y corríjanme si me equivoco- que los gitanos, en una de estas parecen comer ¡¡¡frankfurts con kétchup!!! Como diría Ford Fairlane: “Increible-ble!!”.
En resumidas cuentas, soportar el sopor merece la pena, aunque sea solamente por ver a una serie de gitanos en gayumbos comiendo perritos calientes. Además es un clásico en lo suyo.
Hay que verla. Eurociné

miércoles, 25 de septiembre de 2013

DON QUIJOTE DE ORSON WELLES

Es curiosísimo el caso de “Don Quijote de Orson Welles” al que, sin duda, deberíamos llamar “Don Quijote de Jess Franco”.
Remontémonos a los años 50. Un canal de televisión encarga a Welles un mediometraje sobre el personaje creado por Miguel de Cervantes. El canal, con la cinta a medio rodar, decide que ese material es una mierda y aborta el proyecto, pero Orson Welles, sobrevalorado director clásico y excelente actor en  filmes europeos de serie B, obsesionado con España y su cultura popular, decide seguir con el proyecto, pese a que ningún estudio quiere respaldarlo y tiene que autofinanciarse él mismo.
Y aunque influyentes amigos como Frank Sinatra aportan cantidades para su financiación, Orson, como bien le contaba a Ed Wood en la fábula homónima de Tim Burton, cada dos por tres se quedaba sin un duro, con lo que paraba el rodaje.
La película, además, era del todo rara e inconexa… no había guión, los actores improvisaban y trasladaba a los protagonistas a la época contemporánea (es decir, los 50), por lo que la cosa parecía ser un alocado “spoof” en el que vemos al Quijote yendo al cine o atacando a una joven que va montada en una vespa.
Pasan los años,  y pese a que los actores van envejeciendo, Welles rueda los fines de semana material para su proyecto, sumando horas y horas de metraje, y acumulando película de 16 mm., 35 mm., gastando ingentes cantidades de dinero, para una obra que casi seguro jamás verá la luz. La obra de un loco.
En plenos ochenta, Welles no ha terminado la película y el material acumulado es un caos, y poco más que una porquería – a juzgar por el reciente visionado- que antes de fallecer queda en manos de la mujer de Welles.
Una vez muerto Orson Welles, entra en escena Jess Franco y hace con el material de este lo mismo que ha hecho Antonio Mayans con el material que Franco dejó filmado  antes de morir para “Revenge of the Alligator Ladies”: completarlo y estrenarlo.
Para ello, y con la ayuda de un productor, Franco compra el material que está en poder de la señora Welles. Como ahora le pertenece, decide montar el largometraje, obviando absolutamente  los anteriores montajes de Welles, lo que se traduce en mayor incoherencia y un uso de los filtros y las transiciones de video absolutamente demencial (y muy Franquiano), a la que añade imágenes clásicas del propio Welles, en sus estancias (misteriosas, raras y desperadas) en nuestro país.
Aprovechando que la prensa en este país la dominan una panda de ignorantes indocumentados, que existen porque de todo tiene que haber en este mundo, y sabiendo del amigo Franco, únicamente, que trabajó con Welles como segunda unidad en “Campanadas a medianoche”, se crean unas expectativas que no se cumplen y durante su estreno en el festival de Cannes la película sufre abucheos y silbidos, puesto que el académico público del festival no está acostumbrado a las extravagancias de Franco.
Bien, vista la película, he de decir que, efectivamente, he flipado con las transiciones de vídeo noventeras, los insertos y demás parafernalia, y el enloquecido y torpe montaje de Jess Franco (según los créditos, ejecutado por Lina Romay…), pero también, hay que decir que todo el material filmado por Orson Welles es una mierda.
El tío Jess se limita a montar con cierto orden y dotándolo todo de un ritmo frenético que, para nada, es propio de su cine, un montón de planos que junto a un doblaje no muy acertado en la sincronía y una voz en off que nos va explicando lo que no está rodado y no podemos ver, van construyendo una historia lo más parecida a la del Quijote que se pueda montar, teniendo en cuenta los anacronismos y el montón de filtros y gilipolladas que mete Franco, creo intuir, que porque a la vez que monta, experimenta con el  programa de edición.
Ergo, Jesús Franco, de manera siempre sui generis, lo que hace es coger una cinta muy añeja y dotarla de cierta modernidad. El resultado es una ful, pero porque lo que rodó Orson Welles también lo es, no por el montaje de Franco, que no es para nada ortodoxo, pero sí muy eficaz. Y desde luego, dejando en el revoltijo impronta de “auteur”, porque a pesar de las velocidades, efectivamente, se nota que tras ello está Jess Frank.
Bueno, una curiosidad y una buena muestra de la cara dura del tío Jess, que se lo debió pasar pipa montando aquello.
No pasa nada por echarle una ojeadilla.

miércoles, 6 de abril de 2011

CIUDAD BAJA

Un Jess Franco de los noventa absolutamente genuino, de cuando era un apestado, justo antes de que lo adoptaran los gangsters de Subterfuge, y por tanto, donde no se exageran ni se fuerzan los elementos cutres que le han convertido en lo que es hoy, y quizás su ultima película autentica.
Trasladando la acción a Centroamérica, cuenta como tres policías luchan contra el narcotráfico. Poca cosa más. Cine policiaco en la línea de MORDIENDO LA VIDA, pero quizás un poquito más espectacular en las escenas de acción.
El caso es que al no ser consciente Franco de la fama que vendría después, el resultado de esta película no está ni tan mal… dentro de lo que cabe, claro. La película es un coñazo, es súper aburrida, pero está contada de manera estándar, y sorprendentemente, está muy bien realizada, sin dejar la impronta de Franco a un lado; planos sicodélicos, abuso del zoom y movimientos de cámara, también hay a tutti-pleni. Y hasta alguna que otra explosión.
Aunque se centra la acción en Centro América, la película está rodada en Barcelona, y en inglés. No deja de ser curioso, el ver como se defienden en ese idioma los actores, muchos de ellos claramente reconocibles, siendo algunos de ellos mejores y otros claramente nulos, cuando no, directamente doblados. No es el caso del prota, Oscar Ladoire, que pone acento americano con mucha soltura, y nos ofrece un papel distinto a lo habitual. Es amigo de Franco y por eso protagoniza la peli, justo en el momento más dulce de su carrera. Y además es un tipo misceláneo en la elección de sus papeles, puesto que además de trabajar con Colomo, Trueba y demás entes “respetables”, también trabajó con Mariano Ozores (DISPARATE NACIONAL y PELOTAZO NACIONAL), Bigas Luna (LAS EDADES DE LULU), e incluso Richard Benjamin en ¡¡LOS CUASICOPS!! Efectivamente, tenía un papel en aquella película. De hecho cuando vi tamaña mugre en la época, me pareció reconocerle, pero pensé que sería un individuo que se le parecía. Ahora, tras mi consulta al imdb, ya se que era el.
Por otro lado, tenemos a los habituales Antonio Mayans, Robert Long y Lina Romay, y los todo-terreno Barceloneses Víctor Israel y Mir Ferry (LOS BINGUEROS, YO EL VAQUILLA, LOS ULTIMOS GOLPES DEL TORETE), el director de cine porno Angel Mora hace un papel y, cagense en los pantalones, un jovencísimo y torpón Sergi López, intentando abrirse paso en el mundo del cine. Al año siguiente, se convertiría en estrella en Francia.
Curiosa, genuina, actual y distinta, dentro de lo malo, de lo mejorcito que hizo Jess Franco. ¿Qué hubiera sido de el, si en los noventa los oportunistas de la época no lo hubieran reivindicado?
Según datos del ministerio de cultura, DOWNTOWN HEAT (me encanta la musicalidad del título original… díganlo en voz alta ¡Daun taun jit!) la vieron en cines tan solo 166 personas, que dejaron en taquilla menos de 500€. Manda cojones.

lunes, 12 de mayo de 2014

UNA RAJITA PARA DOS

Seguimos con el Jess Franco pornográfico, y con la que puede que sea la película porno de mi vida. Me explico: 
Soy el último de cuatro hermanos y el que menos edad me lleva tiene 10 años más que yo. En plenos años ochenta, el Betamax familiar echaba chispas, ya que éramos siete los miembros de la familia los que requeríamos sus servicios. Y entonces a los videoclubes llegaron las primeras películas porno. Mis padres nunca estaban en casa puesto que regentaban un bar. Tendría ocho añitos, no más, y andaba tan tranquilo viendo la televisión cuando mis hermanos mayores (que ya tendrían 18  y 20 respectivamente) se presentan en el hogar, junto con otros tantos amigos del vecindario, y me dicen que debo irme a la habitación (que compartía con ambos) a jugar con mis “Clicks”, mis “Airgam boys” o lo que fuera, que ellos se disponían a ver una película “muy fea”. Y como buen niño, obedecí. Pero algo me debía oler a cuerno quemado. Dicha habitación estaba sita al fondo del pasillo de tal forma que, si asomaba la cabeza, podía ver la tele. Así, sentado en el suelo, me vi innumerables películas de dos rombos, como ya comenté en la reseña de “Yo la vi Primero”. Ante la curiosidad por “la película fea” que mis hermanos iban a consumir, me asomé. Y quedé traumatizado: nunca había visto un desnudo femenino… pero es que esta película comenzaba con alguien que portaba unas pinzas de depilar con las que extraía del ojo del culo de una muchacha algo que parecía una píldora. La sacaba y la volvía a introducir… imaginaos tal efecto en la mente de un niño -"¿Qué es eso? ¿Es un culo? ¡Qué asco!"- pensaba yo. Mis hermanos pronto me descubrieron fisgando y me ordenador que cerrara la puerta. Y yo obedecí. Eso si, a la que se descuidaban, asomaba de nuevo para mirar aquella pornografía tan repugnante por un lado, tan fascinante por otro.
Años después, en mis años de estudiante, solía ir al centro con un par de amigos a hacer pellas. Y como nunca pedían el carné, algunas veces nos metíamos a pasar la mañana en las sala X sita en Tirso de Molina (y que juraría sigue ahí), donde descubrí que aquella primera película porno que vi en mi vida era la que estaban proyectando en 1992. Solo éramos tres o cuatro -la mayoría viejos- viéndola. Si se tocaban, no lo notábamos. Y ya fue una cosa nostálgica, el toparme con ella por segunda vez y el descubrir que su título era “Una rajita para dos”. Seguimos visitando aquella sala X hasta que un día me levanté para ir al servicio y me siguió un señor chino, que con la mano llena de monedas de 500 pelas, me hacia gestos obscenos. Avisé a mis compañeros, nos fuimos de allí y no volvimos más.
Así que, sí, yo he visto “Una rajita para dos” en pantalla grande.
Años mas tarde, y en plena fiebre “jessfranquiana”, descubro que es el director de esa primera película porno. Una de las más famosas de cuantas rodó en el ámbito del cine X y cuya dirección atribuía a Lina Romay bajo cualquier seudónimo. En este caso “Lulú Laverne”.
Dos espías femeninas llevan ocultos en sus anos microfilms con contenidos secretos (las píldoras de las que hablaba antes), y que follan con argentinos y otros individuos de mal vivir, mientras sueltan todo el tiempo chistes y chascarrillos más o menos efectivos.
Lina Romay apenas sale, Emilio Linder folla con ímpetu, logrando alzar el rabo mejor que sus compañeros, poniendo acento Argentino (es Argentino) y, aunque sostenga que sus planos porno son insertos –verdad en muchos casos- aquí, siendo plano generales, está claro que es él quién folla. Y Antonio Mayans, que nunca mojó en un film de Franco, interpreta a un maricón impertinente que, ante los celos, interrumpe las sesiones eróticas de Linder, llamando por teléfono para preguntar tonterías. Está entretenidilla, como todas estas que hizo Jess Franco.
La película se rodó antes de que fuera legal en España el hacer porno y/o distribuirlo, así que se exhibió en algunas salas de manera clandestina. Luego ya se regularizó la ley, y se habilitaron las salas X , consiguiendo reunir a más de 88.000 espectadores, lo que la sitúa como una de las películas X españolas más taquilleras de la historia. Y a eso habría que sumarle los espectadores que la vieron de manera clandestina. En vídeo sería uno de los títulos más alquilados de aquella época, no ya del porno, sino en general, lo que la convierte en un absoluto clásico de nuestro país. Con todo, no es, ni de lejos, la mejor o más divertida marranada de su director.
A mí el porno no me gusta, no me ha gustado nunca. Lo veo aburrido, un arte menor y a la hora de, al igual que Onán, derramar mi semilla, tampoco me funciona. Prefiero usar la imaginación. Quizás todo esto sea por el trauma que me dejó esta maldita película en la que los ojetes peludos predominan, al igual que las pollas flácidas.
Entrañable.