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30 octubre 2024

Sesquidécada: octubre 2009


Escribo esta sesquidécada todavía sobrecogido por la catástrofe de la DANA que ha azotado el sur de la ciudad de Valencia, una zona en la que he crecido y he vivido durante muchos años. Cuesta reconocer en las imágenes que veo esas calles que he recorrido tantas veces, esas calles por las que paseo todavía a menudo, pero que a partir de ahora cobrarán un nuevo valor. En aquel octubre de 2009 ya no vivía allí: hacía cuatro años que me había trasladado a Castellón, donde todavía continúo afincado. Traigo dos lecturas de aquel otoño, una novela negra y un libro bastante curioso.


Extraños en un tren, de Patricia Highsmith, no requiere mucha presentación, porque si no habéis leído la novela, seguro que habréis visto la película. Se trata de un clásico que va más allá de la intriga criminal en la que se enredan los dos protagonistas: es una indagación en los rincones oscuros de la psicología humana, por lo que no nos ha de extrañar que fuese Hitchcock quien dirigiese la versión cinematográfica.  


El libro curioso se titula El rival de Prometeo: Vidas de autómatas ilustres, y se trata de una antología de textos diversos a cargo de Sonia Bueno y Marta Peirano. Está organizado en cuatro bloques, que van desde fragmentos de Descartes o los enciclopedistas ilustrados, hasta relatos de ciencia-ficción de principios del siglo XX, pasando por clásicos del Romanticismo. Es una obra interesante para acercarse al tema de la inteligencia artificial antes de que existiese, con ramificaciones hacia los aspectos éticos y terroríficos que la rodean. Muy recomendable.




30 mayo 2017

Sesquidécada: mayo 2002

Basta asomarse a las redes educativas para darse de bruces con el debate entre los partidarios incondicionales de las innovaciones en el aula y los que piensan que tanta nueva metodología no es más que humo para vender productos o para venderse uno mismo. Como todo en la vida, ambos extremos son igualmente censurables y es una pena que buenos profesionales no quieran darse cuenta de ello. En esta sesquidécada voy a comentar muy de paso mi primer contacto con estas modas educativas, un encuentro que me llegó a través del libro Inteligencia emocional, de Daniel Goleman.
"La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos"
Seguro que a estas alturas de la innovación pedagógica os suena este tipo de definiciones, que han ido fraguando en modelos como las inteligencias múltiples o en disciplinas como la neuroeducación. En aquel lejano mayo de 2002 acababa yo de aterrizar en un colegio que enarbolaba como bandera de la innovación, además del sempiterno bilingüismo, la educación emocional. Como miembro disciplinado de aquel claustro, leí con fruición el libro de Daniel Goleman y traté de aplicarlo al aula. En realidad, saqué poco provecho de todo ello; no sé muy bien si fue porque no me enteré del todo o porque ciertas cuestiones ya formaban parte de lo que yo consideraba sentido común. Lo que planteaba Goleman era algo bastante evidente para cualquiera que ha tratado con adolescentes: la parte emocional se encuentra estrechamente ligada con el aprendizaje y con la construcción del pensamiento y que, para obtener resultados óptimos en lo académico, es necesario que los estudiantes regulen sus propios sentimientos y sean capaces de convivir con los demás. Sinceramente, para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Quince años después, veo que seguimos con lo mismo, discutiendo si hay que hacer mindfulness (o mejor dicho, conciencia plena) en el aula o dedicar tiempo a colorear mandalas, o es preferible a ultranza ocupar todas las horas de clase con sintaxis o geometría. Personalmente, creo que si no dejamos que los docentes articulen como mejor crean su organización del aprendizaje, si imponemos visiones únicas de la docencia, estaremos cometiendo un gran error. Intentar, por ejemplo, que alumnos de 1º de ESO un viernes a la una, después de educación física, se pongan a repasar el subjuntivo, es no haber entendido la diferencia entre un licenciado en filología y un profesor de secundaria. Pero este es un tema que desborda las sesquidécadas, así que lo dejo para otra ocasión.

Como las sesquidécadas se nutren básicamente de literatura, dejo también el recuerdo de otra lectura que marcó aquel mayo perdido en la meseta: Soldados de Salamina, de Javier Cercas. Con esta novela se abrió al gran público una corriente literaria que mezcla ficción y realidad, una tendencia de la literatura actual que trata de borrar los difusos límites entre los géneros textuales y cuyo principal representante, junto a Cercas, ha sido Enrique Vila-Matas. La novela de Cercas toma su punto de partida en un episodio histórico de la guerra civil y traza una interesante trama en la que se confunden los personajes reales y los literarios, contando con la complicidad de un narrador también engañoso. He leído algunas otras novelas de Cercas, al que considero un buen narrador, pero sigo pensando que su gran acierto fue esta obra con la que se dio a conocer. Por supuesto, acepto críticas y disensiones al respecto.

24 octubre 2008

Pasarse de listos

El miércoles emitieron en TV3 un documental sobre superdotados. A pesar del tono desenfadado y de su brevedad, quedaron bastante claras algunas cuestiones que afectan a ese 2% de la población que se sitúa al este de la campana de Gauss (vid. infra) y que resumo brevemente:
  • Sólo se identifica a una proporción mínima de los superdotados y, generalmente, cuando ya es tarde para ayudarlos en su formación.
  • Ser superdotado no supone ninguna ventaja social ni emocional respecto al resto de la población.
  • El superdotado es diferente, pero su capacidad no lo hace ni más feliz ni más desgraciado que cualquier otra persona.
  • La convivencia con un superdotado suele ser, en ocasiones, bastante compleja.
Del intrincado laberinto de la superdotación (en el que no faltan arribistas como en cualquier otro ámbito), me interesa especialmente la atención de los superdotados en el ámbito educativo. Dice la LOE en el Título II, Capítulo I:
ALUMNADO CON ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES

Artículo 76. Ámbito.

Corresponde a las Administraciones educativas adoptar las medidas necesarias para identificar al alumnado con altas capacidades intelectuales y valorar de forma temprana sus necesidades. Asimismo, les corresponde adoptar planes de actuación adecuados a dichas necesidades.

Artículo 77. Escolarización.

El Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las normas para flexibilizar la duración de cada una de las etapas del sistema educativo para los alumnos con altas capacidades intelectuales, con independencia de su edad.
Si hacemos caso de las estadísticas, hay un 2% de alumnos superdotados en nuestras aulas. Eso quiere decir que por cada dos grupos de 25 alumnos/as debería haber un/a superdotado/a. Y eso significa también que, en la mayoría de casos, por cada Adaptación Curricular Significativa (ACIS) que se formaliza por problemas de limitación intelectiva, debería realizarse otra por superación de los estándares. Como esto no es así, lo que suele ocurrir es que aquellos alumnos superdotados que se aburren en clase desde muy temprano (ya en Primaria) acaban desconectando y se ven abocados al fracaso escolar. Muchos, además, intentan pasar desapercibidos para no generar rechazo del grupo, de modo que es aún más difícil detectarlos. Curiosamente, las chicas son las que más empeño ponen en disimular sus capacidades.
Lo peor de todo ello es que casi ningún docente está preparado para detectar alumnos superdotados y, mucho menos para realizar adaptaciones curriculares a su medida. Y aunque lo hiciese, es complicadísimo conseguir una mejora real para el alumno, pues no siempre es recomendable la aceleración (pasar al curso siguiente). En la mayoría de casos, todo se reduce a comentarios en las evaluaciones: "Es tan listo/a como vago", "si quisiera, podría ser el primero de la clase", etc.; para algunos de ellos ese querer es no poder.
He preparado una página con algunos enlaces para quien quiera ampliar información. En ella, os recomiendo que veáis el documental Al este de la campana de Gauss, porque muestra los problemas a los que se enfrentan algunos niños con superdotación y que reclaman la misma atención que pueden tener quienes están al otro lado de la campana y ya reciben asistencia. También podéis visitar la página de Mensa, una asociación internacional que funciona como red social y punto de encuentro de superdotados.

Más información:
Superdotación

Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/98067196@N00/124243332