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26 octubre 2019

Sesquidécada: octubre 2004

Dos novelas de misterio, cada una a su manera y bajo estilos muy diferentes, protagonizan la sesquidécada de octubre. La primera es El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith, un clásico del género negro que ha sido adaptado al cine y que se ha convertido casi en una saga. Se trata de una novela desconcertante en la que la fuerza del mal permanece latente, apenas intuida, hasta que desborda la trama y nos atrapa casi por sorpresa. Es uno de esos relatos que provoca la desazón por ser demasiado real y cercano, a pesar de las ficciones y a pesar del entorno exquisito en el que se desarrolla. Una novela muy recomendable para los aficionados al suspense psicológico.

La segunda novela, mucho más próxima, es El otro barrio, de Elvira Lindo. Creo que es una obra a la que no se le ha hecho justicia. Se lanzó como la primera novela para adultos de la autora cuando todavía se la encasillaba en la saga de Manolito Gafotas. Luego se hizo una edición juvenil. Ahora es una rareza. Es una narración que se parece mucho a La edad de la ira, de Nando López, con la distancia del tiempo y del estilo particular de cada autor. Me gustó mucho el acercamiento de Lindo a los problemas de los jóvenes, un acercamiento que rompía con los tópicos habituales que los rodean. Durante bastante tiempo la estuve recomendando de manera personalizada para algunos alumnos, que agradecían su lectura. No he regresado a ella y puede que haya perdido aquel atractivo que me atrapó en su día. Quizá vuelva a probar suerte en algún momento.

28 septiembre 2019

Sesquidécada: septiembre 2004

Empecé a leer los libros de la serie de Manolito Gafotas de Elvira Lindo, hace quince años, cuando llevaban un decenio en las librerías, lo que los convertía ya en aquel momento en un clásico de la literatura juvenil. Me consta que se siguen vendiendo en ediciones actualizadas, más por la nostalgia de una generación de padres y madres lectores que por el interés de los niños en unos personajes que tienen ya ese gusto añejo de épocas pasadas, en las que hay que poner notas al pie para entender el contexto. 

Manolito Gafotas se ha convertido en nuestra serie "Los Cinco", un referente de un tiempo en el que se podía ser políticamente incorrecto sin que las hordas de las redes sociales te quemasen en la pira. Manolito y el resto de personajes de sus novelas representan también esa clase media que parece ninguneada por los políticos y los medios, salvo para protagonizar docudramas televisivos o fotos de campaña electoral. Sin embargo, para los que vivimos en las aulas, Manolito y sus amigos siguen siendo unos personajes bastante humanos y cercanos, más en su ingenuidad que en sus intereses de aquella época, desplazados ya por el mundo del móvil y los videojuegos. Pienso que los futuros maestros y profesores deberían seguir leyendo estas novelas para entender, aunque sea de soslayo, la visión lúdica del mundo por parte de los niños, pues más de una vez he oído decir que son inmaduros, que solo piensan en jugar, que no tienen interés en nada... como si fuesen niños y niñas. Ahí queda esta recomendación, más social que literaria, una lectura de una saga que habría tenido más repercusión si las gafas de Manolito hubiesen tenido magia en lugar de tendencia a romperse a tortazos.

En el lado serio de esta sesquidécada, recupero también la lectura de El retrato de Dorian Grey, de Óscar Wilde. Es una obra que no requiere muchas explicaciones. Se me hizo un poco costosa de leer, tal vez por solaparla con la literatura juvenil, pero reconozco el valor de su autor para publicar esta obra tan compleja en la época del folletín. La vanidad, la soberbia, el vicio, la hipocresía social... creo que esta novela sigue siendo demasiado actual y podría adaptarse casi sin variaciones a la era de las redes sociales: El instagram de Dorian Grey, ¿no lo veis?