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martes, 2 de febrero de 2021

Mississippi vs. Nuevo México (50 Estados USA)

La búsqueda de ajustarse a las necesidades de la audiencia hace que la RPA haya iniciado temporada con el mes de febrero.

Nueva programación para los nuevos tiempos.

Noche tras noche, el programa nocturno que acoge este espacio, se ha aplicado y hay nueva sintonía.

“Lo mejor está por llegar”.

*****

Aun así, La Batalla de los Estados® continúa.

Dos Estados en los que la segregación ha tenido una presencia odiosa.

Mississippi fue uno de los siete Estados (llegarían a ser trece) que fundaron la Confederación y pretendían separarse de la Unión en una disputa que, además de racial, tuvo mucho de económica.

Nuevo México, incorporado tras el tratado Guadalupe Hidalgo, es zona de influencia hispana en una situación que no puede resolverse construyendo muros, ni estableciendo reservas. Mexicanos y navajos reclaman un trato que, siendo justo, consiga ser igualitario.


Pero, estando convencido del valor vinculante de la música, planteo enfrentamientos en los que sólo puede continuar uno.

Una muestra más de mi contradictorio comportamiento que trato de superar cada semana.

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Programa: Noche tras noche (RPA)

Fecha de emisión: 1 de Febrero de 2021

Música: James Carr, Ingrid Chavez, Lewis & Leigh, Trummors, Sister Sledge.

Con Marcos Vega, Yolanda Vázquez, Manu Espiña y Edu Bueno.

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Y, con el estímulo del cambio, presentaré cada semana las canciones que han sonado en la edición del día.

 


Sister SledgeHe's The Greatest Dancer

We Are Family (1979)

Philadelphia, PA

 


 

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James CarrThe Dark End of the Street

You Got My Mind Messed Up (1967)

Coahoma, MS

 

 


Ingrid ChavezHeaven Must be Near

May 19, 1992 (1991)

Albuquerque, NM

 

 


Lewis & LeighThe 4:19

Ghost (2016)

Gulfport, MS

 

 


TrummorsHearts

Headlands (2017)

Taos, NM

 




jueves, 26 de marzo de 2020

Redondo y con Agujero

Jose Navas es un divulgador musical de fínisimo olfato y excelente gusto.
Le conozco desde que seguía su blog, Redondo y con Agujero, donde cada una de sus recomendaciones era un acierto seguro. Ahora lo mantiene en barbecho. Pero es una persona inquieta y presenta un programa de radio con el que sigue dándonos alimento. Esta temporada (la cuarta), Navas ha incluido una brillante innovación: cuenta con un invitado para que se presente y haga lo propio con una canción.


Para la edición 121 tuvo a bien contar conmigo; un completo honor.
Fue excesivo en los halagos, pero es una muestra de su generosidad que, por amistad, le agradezco.

La selección de temas es fabulosa. Pincha en el audio porque merece la pena.




Veo el elenco y flipo. Lo pongo en orden alfabético para no destripar nada:
James Carr, Matthew Curry, Owen Campbell, Owen Stroud, Taylor Scott Band, Whiskey Foxtrot.
Blues, americana, soul. Un repaso a la música de procedencia USA.
Gracias Jose.

Un privilegio

domingo, 31 de julio de 2016

James Carr — At The Dark End of the Street

James CarrAt The Dark End of the Street
You Got My Mind Messed Up (1967)

Memphis, en 1966, era una ciudad pequeña, aunque muy importante en el negocio musical, por la cantidad y variedad de personajes implicados en él. En el verano de ese año se celebró una convención de DJ, seres dedicados a la mala vida, que, a la menor ocasión, organizaban una timba. En una de ellas se aburrían Dan Penn y Chips Moman, dos músicos blancos que, si no hubiera existido el soul, se habrían dedicado para siempre al country. Pero Memphis era un lugar especial, en el que no existía (al menos en lo musical) segregación: compositores y productores, músicos y propietarios de sellos discográficos o estudios de grabación, trabajaban juntos para hacer una mezcla altamente explosiva. Así que Penn y Moman, blancos ambos, hartos de perder el tiempo jugando a las cartas, se involucran en componer una canción, aprovechando retazos de la melodía de uno y frases escritas por el otro. Necesitan concentración y tranquilidad, algo que no encuentran en el hotel donde se realiza la convención. Quinton M. Claunch les ofrece una habitación para trabajar, en el hotel que está enfrente, de su propiedad, poniendo una condición: la canción que compongan la interpretará su protegido, James Carr.

Claunch, blanco, era, además de propietario del hotel donde finalmente se compuso la canción, fundador de los sellos HI, donde Al Green alcanzaría la inmortalidad, y Goldwax, donde publicaba Carr. Era también su representante y, el cantante, su apuesta más firme para destilar esa música, conocida como  southern soul, y cocinada con dos ingredientes básicos: la pasión de los intérpretes (negros) y los sentimientos de los compositores y músicos (blancos).

Ese lugar, a mitad de camino, donde todos nos mostramos débiles y nos atrevemos a compartir nuestras difíciles experiencias vitales, las que han hecho mella en nosotros para siempre.

Treinta minutos necesitaron Penn y Moman para poner la guinda a una canción eterna. En ella, un adúltero le habla a la mujer con la que mantienen relaciones ilícitas, con quien se reúne en el lado oscuro de la calle. El tono es de culpa absoluta, abrumado por estar haciendo lo que sabe que no debería hacer. La letra tiene pasajes estremecedores: “esconderse en la oscuridad”, “vivir en las tinieblas”, “ser víctimas”, “pagar por lo robado”, “es un pecado”, “está mal”, “escabullirse”, “nos encontrarán”, “no llores”.

James Carr había interiorizado esas emociones y debía expresarlas en el estudio de grabación —Royal Studios, propiedad de Willie Mitchell, en lo que antes había sido el Royal Theatre—. Llegado el momento de grabar, Carr no aparecía. Claunch le encontró, agazapado en el techo del estudio, casi catatónico. Era evidente que sufría una crisis personal; el texto y las emociones contenidas en él le habían calado con tal hondura que no podía despegarse de ellas.

La mano izquierda de Claunch, su amigo y reverenciado admirador, su charla tranquila y unos pitillos compartidos, lograron convencer a Carr para que bajara y mostrara al mundo —a todos, para siempre— lo que implica reprocharse a uno mismo y sentir la necesidad de verse redimido.

Eso es implicarse, cantando una historia, y lo demás, monsergas.



James Carr era un tipo complejo, introvertido y atormentado, incapaz de cantar en público, pero dotado de una dilatada sensibilidad.

La anécdota referida, una de las más esclarecedoras de su personalidad, sería juzgada hoy por cualquiera de los que esperan a ser atendidos en la cola del supermercado, despachada con la ligereza y superficialidad que caracterizan los tiempos que vivimos, identificada como muestra evidente de bipolaridad.

Sin despeinarse siquiera.

Y sin posibilidad de apelación o recurso.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Amar a alguien

Es Navidad. Época de vivir en familia, reflexionar y hacer (buenos) propósitos.
Un momento para mirar atrás y recordar cómo fueron las cosas.
Pensar en los que ya no están.

Qué hemos hecho, cómo podríamos hacerlo de forma diferente...


"Verle crecer"

Y también es momento para que los anunciantes nos atrapen con la guardia baja, sabiendo que estamos especialmente sensibles.

Coca Cola sabe hacerlo: Ser padres


Si no has sido padre —en especial si has decidido que no lo vas a ser nunca—, lo que viene a continuación tendrá poco sentido para ti, así que podrás saltártelo y dedicarte a otros menesteres (aunque anticipo que habrá buena música).

Tú decides.

Puedes hacer una lista de pros y contras para ver si continúas.

Yo la hice, en su día.

En la columna de la izquierda (“pros”) sólo había puesto una cosa: “quiero”. En la de la derecha (“contras”), había escrito un montón. Hoy sería capaz de poner muchas más, que entonces no era capaz de imaginar, pero que ahora conozco al detalle. El anuncio dibuja algunas de las contrariedades que entraña ser padre (completo desorden, un ojo abierto, paseos nocturnos, destrozarse un pie, falta de intimidad, cargar con bártulos, ausencia de planes adultos, rotura de objetos, ...) pero constata la verdadera realidad que supone serlo: una dimensión de felicidad inalcanzable para quien no lo haya sido.

Una alegría tan enorme que hace palidecer cualquier otro momento dichoso que proceda de otros ámbitos.

Quizá no todos los padres puedan sentirlo; probablemente se estén perdiendo la parte más divertida de la fiesta.

*****

El anuncio se puede ver desde la perspectiva de un padre varón, una forma poco habitual de presentar la publicidad, que siempre ha buscado la complicidad femenina. Los padres que nos sentimos implicados en la educación de nuestros hijos, agradecemos el gesto.

Y los que nos gusta la música, reconocemos una canción espléndida, “To love somebody”. Si la educación de los jóvenes se hiciera atendiendo a criterios racionales, debería ser de escucha obligada en los colegios: ayudaría a desarrollar la sensibilidad que necesitamos.

Fue escrita por Barry y Robin Gibb, hermanos y miembros de Bee Gees, pensando en Otis Redding, que fallecería al accidentarse la avioneta en la que viajaba, yendo de gira, antes de poder cantarla.

Grabaron la canción en abril de 1967 y se publicó como single en junio. Era el segundo adelanto al que sería su lanzamiento internacional, el LP “Bee Gees’ 1st”, publicado el 14 de julio.

1967 — Bee Gees’ 1st

Bee Gees (el vídeo promocional original de la canción).


There's a light,                                                                                           Hay una luz
A certain kind of light,                                                                         Cierto tipo de luz
That never shone on me.                                                             Que nunca brilló en mí
I want my life to be lived with you,                                           Quiero vivir mi vida contigo
Lived with you.                                                                                           Vivir contigo

There's a way, everybody say,                                Hay una forma, todo el mundo lo dice
To do each and every little thing.                   Para hacer cada cosa, por pequeña que sea
But what does it bring                                                               Pero, ¿de qué me sirve?
If I ain't got you, ain't got?                                                                   Si no te tengo a ti

Baby, you don't know what it's like,                                         Cariño, no sabes cómo es
Baby, you don't know what it's like                                           No sabes cómo se siente
To love somebody,                                                                            Amando a alguien
To love somebody,                                                                  Queriendo a otra persona
The way I love you.                                                             De la forma que yo te quiero

In my brain                                                                                             En mi cabeza
I see your face again.                                                                 Veo tu rostro, de nuevo
I know my frame of mind.                                     Soy consciente de mi estado de ánimo
But you ain't got to be so blind.                                              Pero no debes estar ciego
And I'm blind, so so very blind.                                     Y yo estoy ciego, completamente

Cause I'm a man,                                                                       Porque soy un hombre
Can't you see what I am?                                                     ¿No puedes ver lo que soy?
I live and I breathe for you.                                                                Vivo y respiro por ti
But what good does it do                                                                 Pero, ¿de qué vale?
If I ain't got you, ain't got?                                                                        Si no te tengo

Baby, you don't know what it's like,                                         Cariño, no sabes cómo es
Baby, you don't know what it's like                                           No sabes cómo se siente
To love somebody,                                                                            Amando a alguien
To love somebody,                                                                  Queriendo a otra persona
The way I love you.                                                             De la forma que yo te quiero

*****

La canción era tan potente, que muchos músicos se aprestaron a interpretarla. Hoy se acepta que la que más recuerda a la que podría haber cantado Otis, es la que realizó el singular James Carr, un tipo introvertido y atormentado, incapaz de cantar en público, pero dotado de una sensibilidad sobrecogedora. Una de las anécdotas más esclarecedoras de su personalidad —que hoy, cualquiera, en la cola del supermercado identificaría como bipolar— viene de la grabación de su mayor éxito The dark end of the street (otra canción que se convertiría en un standard).


Veré cómo lo cuento: Memphis, en 1966, era una ciudad pequeña, aunque muy importante en el negocio musical, por la cantidad y variedad de personajes implicados en él. En el verano de ese año se celebró una convención de DJ, seres dedicados a la mala vida, que, a la menor ocasión, organizaban una timba. En esas estaban Dan Penn y Chips Moman, dos músicos blancos que, si no hubiera existido el soul, se habrían dedicado para siempre al country. Pero Memphis era un lugar especial, en el que no existía (al menos en lo musical) segregación: compositores y productores, músicos y propietarios de sellos discográficos o estudios de grabación, trabajaban juntos para hacer una mezcla altamente explosiva. Así que Penn y Moman, blancos ambos, se aburren de perder el tiempo jugando a las cartas y se lían en la composición de una canción. Necesitan concentración, que no encuentran en el hotel donde se realiza la convención. Quinton M. Claunch les ofrece una habitación para trabajar, en el hotel que está enfrente, de su propiedad, poniendo una condición: la canción que compongan la interpretará su protegido, James Carr.

Claunch, blanco, era, además de propietario del hotel donde finalmente se compuso la canción, fundador de los sellos HI Records  —donde grabaría Al Green, otro que versionó a Bee Gees: How can you mend a broken heart— y Goldwax Records, donde publicaba Carr. Era también su representante y, el cantante, su apuesta más firme para destilar esa música, conocida como southern soul, fermentada a partir de dos ingredientes básicos: la pasión de los intérpretes (negros) y los sentimientos de los compositores (blancos). Ese lugar, a mitad de camino, donde todos se muestran débiles y comparten sus difíciles experiencias vitales.

En la canción, un adúltero le habla a la mujer con la que mantiene relaciones ilícitas, con quien se reúne en el lado oscuro de la calle. El tono es de culpa absoluta, abrumado por estar haciendo lo que sabe que no debería hacer. La letra tiene pasajes estremecedores: “esconderse en la oscuridad”, “vivir en las tinieblas”, “ser víctimas”, “pagar por lo robado”, “es un pecado”, “está mal”, “escabullirse”, “nos encontrarán”, “no llores”. James Carr había interiorizado esas emociones y debía expresarlas en el estudio de grabación —Royal Studios, propiedad de Willie Mitchell, en lo que había sido el Royal Theatre—. Llegado el momento de grabar, Carr no aparecía. Claunch le encontró, agazapado en el techo del estudio, casi catatónico. Era evidente que sufría una crisis personal; el texto y las emociones le habían calado hondo y no podía despegarse de ellas.

La mano izquierda de Claunch, su amigo y reverenciado admirador, su charla tranquila y unos pitillos compartidos, lograron convencer a Carr para que bajara y mostrara al mundo —a todos, para siempre— lo que implica reprocharse a uno mismo y sentir la necesidad de verse redimido.

Eso es identificarse con la historia que estás cantando; lo demás, monsergas.

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Su versión de la canción de Bee Gees también quedó como definitiva.


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Se grabaron muchas otras versiones, de las que me detengo en cinco:

Tom Jones (el tigre de Gales, un tipo talentudo, proclive a dejar crecer sus patillas y que transmite que, con las prisas y el temor a sentirse pillado, carece de tiempo para ajustarse el corbatín. En las islas, la inyección de la música negra alcanzó muchas venas y el perpetuo Jones fue uno de los afectados.)


Nina Simone (la cantante que más le gusta a mi amigo. En un concierto en Antibes, en 1969, muestra la hondura de su personalidad musical. Demuestra que las emociones no tienen sexo y abre el camino para una legión de mujeres que también cantarían a lo que se siente al amar a alguien. La versión de estudio la tienes aquí.)


P. P. Arnold (una exquisita intérprete soul, en directo, en 1969. La grabación de las imágenes, en una sola toma con travelling circular en bucle, parece hecha con un anticipo de una steady-cam y sorprende enormemente: primero, contemplando el desinterés de toda una orquesta, con arpa incluida, vistiendo de riguroso smoking, mostrando desgana mientras la artista canta. Segundo, por el apático comportamiento del público, mayoritariamente blanco, que se mantiene sentado y que no mueven ni una ceja para llevar el ritmo. Finalmente, una señora de chaqueta verde y gafas oscuras que, asomada al vomitorio, se mantiene durante toda la canción con gesto impertérrito y brazos cruzados, en esa postura altiva de veterana que muestra a las claras que no le gusta nada lo que está haciendo la jovencita y que, si no abre el pico, es porque ella cumple órdenes. Su concesión final, al terminar la interpretación, es la de ajustarse las gafas. No parece que tenga una vida amatoria completamente satisfactoria, podría añadirse, aunque nunca puede imaginar uno lo que ocurre en las alcobas.)


Michael Bublé (el crooner 2.0 se apunta. Se incluye en su disco de 2013, “To be loved”. En el vídeo, atendiendo al título del álbum, aparece rodeado de una banda de mujeres que, da la sensación, hacen el paripé. Y no me refiero a las tres que bailan; se trata, más bien, de las que simulan tocar instrumentos. Resulta enojoso que, con tanto empeño en mostrar mujeres, no hayan hecho los coros; las voces son masculinas y, creo, se trata del propio Michael doblándose a sí mismo. Eso sí, se le reconoce el gusto justo en combinar blanco y negro como atuendo y actitud vital.)


The Revivalists (son de New Orleans y, el nombre da una pista, les gusta volver la vista al pasado. Participaron en una sesión del proyecto Jam In The Van, idea que consiste en replicar el ambiente del camarote de los Marx Brothers y dejar que las cosas discurran de forma natural. Se juntaron siete tipos, con aire hipster, para tocar instrumentos variopintos: batería, bajo, dos guitarras, saxo, sitar y un acordeón que, en lugar de fuelle, cuenta con un soplador al otro lado del tubo de goma. La verdad es que el conjunto funciona. Todo se desarrolló el 25 de septiembre de 2013, en High Sierra, Quincy, California.)


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Y hay mucha más gente interesante que se atrevió con el tema:


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La canción supone una fuente de inspiración increíble. Además de tomarse como base para el anuncio de marras, también se ha utilizado en unas cuantas películas:

Melody

1971 — (Waris Hussein). Una historia de amor adolescente, el que siente Daniel Latimer (Mark Lester) por Melody Perkins (Tracy Hyde). Cuenta con otras canciones de Bee Gees, “In the morning” y “Melody fair”. La escena en la que suena la que nos interesa ambienta una competición de atletismo, contraviniendo la idea extendida de que, antes, los padres no acudían a ver cómo sus hijos practicaban sus aficiones (si bien debe puntualizarse que no iban a ver todos los entrenamientos, afortunados ellos).



2001 — (Alfonso Cuarón). Road movie mexicana, protagonizada por Maribel Verdú, Diego Luna y Gael García Bernal. Claramente subida de tono, fue nominada al Óscar al mejor guión original. Se intuye a Eagle-Eye Cherry, en el vídeo a partir de 8:12.



2009 — (Glenn Ficarra y John Requa). La historia de amor y fugas que se desarrolla entre Steven Jay Russell (Jim Carrey) y Phillip Morris (Ewan McGregor). Es Nina Simone.


 50/50

2011 — (Jonathan Levine). Adam Lerner (Joseph Gordon-Levitt) tiene 27 años cuando le diagnostican una extraña variedad de cáncer. El título de la película hace referencia a sus probabilidades de sobrevivir, como se entera tras consultar internet. La escena empieza cuando va a iniciar las sesiones de quimioterapia y conoce a dos compañeros, Alan (Philip Baker Hall) y Mitch (Matt Frewer), que le introducen en su secreto para superar el deprimente ambiente que les rodea: tomar cookies, unas galletas “cocinadas” con marihuana, que ayudan a superar el trance. La sonrisa tonta que se le pone responde al viaje interior que acaba de iniciar.


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Es, al fin y al cabo, un efecto secundario del amor que se ha documentado extensamente: esa capacidad para transportar al afectado y de encenderlo con una luz, un cierto tipo de luz, que sólo conoce quien la ha tenido, quien ha brillado de esa forma.

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Y no hay amor como el que se siente por los hijos. No existen alegrías comparables a las que pueden darnos.

Los recuerdos no tienen patria; surgen de las emociones y se alimentan de sentimientos. Carecer de ellos es no tener pasado, como no haber vivido.

Vivir los hijos nos hará duraderos, perpetuados en su memoria, nutridos por las historias que compartiste con ellos, en las que hablabas de la vida y de las cosas, repitiendo lo que tu padre te había contado a ti, imaginando cómo tu hijo se lo contará al suyo, sintiéndote orgulloso en la transmisión de vivencias, de cuentos, de historias inventadas, de juegos, de buenos y malos momentos, de días que sientes que no tienes ganas de pelear y terminas revolcado en el suelo, haciendo cosquillas, o recibiéndolas, abrazando, queriendo, sintiendo, formando un vínculo tan sólido y duradero que permanecerá para siempre, otorgando sentido a tu vida, en la entrega de amor hacia quien sientes próximos para siempre.

Un sentimiento que, pese a que en ocasiones se muestren expertos en buscar tu debilidad y te hagan sentir cercano a la derrota, sembrando dudas y animando al desfallecimiento, es tan poderoso y gratificante que, cuando se sublima, se convierte en absolutamente eterno.

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Con mi agradecimiento permanente a la que hizo posible que pudiéramos disfrutar con ellos, juntos por muchos años.

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La Navidad es un árbol con demasiados bosques.

Feliz Navidad.

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Actualización: acabo de darme cuenta que he publicado esta entrada el mismo día en que nacieron los gemelos Robin y Maurice, hace 64 años.

Sirva de recuerdo y homenaje.



Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...