No hace mucho estaba de moda la seriedad
asnal, por lo que quienes posaban para el fotógrafo de algún medio
componían el gesto severo, como si estuvieran concentrados pensando
en algo importante, a pesar de sus rostros delataban que sus
oquedades craneales no podían contener sino serrín.
Hoy en día, en cambio, se estila la
risa, por lo que los protagonistas de la foto, aunque estén en un
entierro, ríen. Así pues, los dos melones que se han visto en
Bruselas también se han fotografiado riéndose. Con respecto al
calificativo de melones que les he aplicado me remito a los vídeos
en los son protagonistas, pero no sólo a los vídeos. Se ríen a
pesar del horizonte penal que se cierne sobre uno y que puede
pronosticarse que se procurará el otro, haciendo bueno también con
esto el calificativo de melón.
Torrent se cree muy listo y piensa que
puede utilizar las prerrogativas que le concede la ley para saltarse
la ley, y como prueba de su perspicacia ha viajado a Bruselas, dice
que pagándose el viaje de su bolsillo, pero lo ha hecho en jornada
laboral, desatendiendo sus funciones y seguro que cuando lo pillen en
otra más gorda esto saldrá a relucir como agravante. Si en las
cosas más sencillas ya mete la pata…
Por otro lado, en este juego de tahúres
que se llevan entre manos Puigdemont y Junqueras, en el cual Torrent
es un títere, porque no se le vislumbra capacidad para más, la
parte principal del engaño está dirigida a sus votantes, a los
cuales tratan de mantener en tensión, porque si desmoralizan se
habrá acabado el juego. Es más, tratan de enardecerlos, para ver si
a alguno se le va la mano y provoca una catástrofe.
La elección de Torrent demuestra que van
a la desesperada, tratando de salvarse ellos, más que la causa.
Podrían haber optado por salvar la causa, pero para eso tendrían
que sacrificarse ellos abandonando la primera línea y dando paso a
otros.