Mostrando entradas con la etiqueta imbecilidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta imbecilidad. Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de abril de 2019

Lo que le debo a Zapatero

Le debemos a Zapatero algunas perlas de valor considerable. Como esta que le dijo a Pilar Manjón:
«He seguido su discurso atentamente desde mi despacho y gracias a usted soy mejor de lo que soy».
Ahí está todo: la soberbia, el narcisismo, la falta de respeto a las normas gramaticales...y si me apuran, la imbecilidad.
No es necesario buscar más perlas: para muestra, un botón.
Pero es que, además, yo le debo otro favor. Era consciente del inconmensurable daño que este individuo estaba haciendo a la sociedad española. Llegó a la presidencia de forma inesperada, puesto que sin los atentados del 11-M, que motivaron el discurso de Pilar Manjón que le gustó tanto, no lo habría conseguido. También Sánchez logró la presidencia gracias al apoyo de formaciones nada recomendables. Por ese camino el PSOE va a pique.
Critiqué una y otra vez los desmanes de Zapatero, e incluso escribí que si hacía algún bien, como fue el caso del matrimonio homosexual, tendría que pedirle perdón a Satanás (hice una encuesta entre mis amigos homosexuales y todos se mostraron encantados con esa medida). El caso es que todas esas críticas mías (no iba a alabar a quien estaba llevando a la ruina a tantos españoles) sirvió para que un grupo de amigos (tal vez, una manada, con su macho alfa y todo) dejara de serlo.
Puestos que todos esos me dejaron a causa de mis críticas a Zapatero es evidente que son sectarios. Si no lo fueran, habrían respetado mi libertad de opinión. Todo sectario es un mal bicho, aunque algunos de ellos lloriqueen a veces o pretendan pasar por sensibles y considerados. Todo eso es pura ficción. Un sectario siempre tiene espíritu de bestia.
Gracias a Zapatero me libré de unos cuantos de estos, tan peligrosos si están cerca, porque no tienen escrúpulos de ningún tipo, ni tampoco freno.
'2016.Año bisiesto' 
'El Parotet y otros asuntos'

'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978.El año en que España cambió de piel'
'Tránsito en la mirada'
'Te doy mi palabra

jueves, 9 de noviembre de 2017

El Parlamento belga y España

No cabe ninguna duda de que si el Parlamento de la Unión Europea está en Bruselas es debido a la irrelevancia de Bélgica.
Los belgas deberían tener la grandeza de reconocer este detalle, en lugar de enorgullecerse y creerse el ombligo de Europa. La irrelevancia belga se ha venido a justificar en el hecho de que en su Parlamento se ha debatido la posibilidad de reconocer la independencia de Cataluña, detalle este que tan solo ha recogido un panfleto español propiedad de un señor del que muchos se asombran de que siga siendo conde.
La actitud del Parlamento belga constituye una inaceptable intromisión en los asuntos internos de España. Cabría recordarles a estos diputados belgas que España forma parte de la Unión Europea y, por tanto, contribuye al enriquecimiento de Bélgica. Tiene una Constitución y unas leyes homologables a las de los demás países de la Unión y los tribunales de justicia españoles han declarado ilegal el movimiento separatista promovido, entre otros, por los prófugos que se encuentran en Bruselas. Por tanto, no cabe discusión alguna sobre el caso en ningún Parlamento de una nación democrática. Cualquier actitud en este sentido es equiparable la de Maduro. No importa cuál haya sido el resultado de la votación, porque si llega a ser favorable los secesionistas Bélgica se habría puesto a la altura que tuvo cuando exhibía en sus calles a los congoleños como si fueran atracciones del circo, en el siglo pasado, e incluso sus ciudadanos les daban de comer por encima de la vallas dentro de las cuales los tenían para que fueran contemplados.
Los belgas se creen más civilizados que los españoles, por lo que demuestra su Parlamento, que no tiene suficiente con lo que dicen las autoridades españolas. Aunque es cierto que también en España hay imbéciles que recurren al franquismo como argumento explicativo. En ninguna parte está escrito que la imbecilidad tenga cura.