Me vi adentro de tu
baúl austero
leyéndote.
Casi sano de mí,
cuando acercaste tu infortunio amarillento
y me vertí en mi propio útero.
Esta especie de
punto infinito me cuela entero.
Quizá ya nunca se encuentre el pote de la luz,
o tengamos que estirar los cuellos
-buscar el amenabar, la sombra, el cántaro-
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preparados, listos, ya