Mi Sara
Me abordó una noche
en la cola del cine Torre de Madrid (ya desaparecido).
-¿Te importa que me
ponga aquí contigo? Es para disimular y que no me reconozcan.
Es posible que
alguien no le viera la cara pues el enorme cuello levantado del visón le
sobrepasaba con mucho el moño. Lo que era casi imposible es que alguien no se
fijara en una señora con un visón blanco hasta los pies de espía de
entreguerras haciendo cola.
Creo que solo fui
capaz de balbucear: por favor, Sara.
Yo diría que Sara no
triunfó por guapa, ni por cantante ni por actriz. Triunfó, como muchas otras,
porque era auténtica. Es muy difícil tener una vida tan cosmopolita, codearse
con intelectuales, personalidades del arte, la ciencia y la política y que todo
eso no te afecte. Sara nunca dejó de ser una chica de pueblo encantada de haber
triunfado. Y de conocerse.
Hasta siempre,
Sarita.