Y entonces, votamos otra vez. Los votamos a
ELLOS. A los que mienten, a los que roban, a los que lucran con el cargo
público. A los que maléficamente diseñan infinidad de estrategias para hacernos
la vida más trágica. A los que nuestra inocencia, poco les vale.
Porque son ELLOS, son los OTROS, los que nos
hunden en la maraña de las listas sábana, en las inundaciones con olor a cloaca
y en los proyectos de villas a urbanizar.
Son los OTROS, los que nos engañan, los que
se ríen continuamente de nuestra poca cultura democrática, de nuestra
ignorancia lisa y llana, que se esmeran en perpetuar.
Fueron ELLOS, los que desde los orígenes fabricaron
pobres, blasfemaron nuestra bandera y permitieron que afamados colonizadores
nos roben un par de islotes en ultramar.
Son los OTROS, los que permiten que
extranjeros de poca monta atraquen las acaudaladas arcas de nuestro supuesto
Estado del Bienestar. Son ELLOS, los que abren las fronteras para que los
restos de la Conquista usurpen nuestras fuentes de trabajo y aromaticen
nuestras calles con fritanga y chipá.
Sí, son ELLOS. Son los mismos que se hacen
los distraídos cuando los maquiavélicos medios de prensa sacan lustre a las
muertes por desnutrición infantil. Esas muertes que ocurren en un tal Interior
que cada vez se nos hace más externo.
Son ELLOS, los que nos estafan
cotidianamente, inventado obras de infraestructura que sólo existen bajo el
formato de vueltos, en los bolsillos de los titerísticos intendentes del Conurbano.
Siempre fueron y serán ELLOS. Son los OTROS,
esos a los cuales votamos, la especie más indigna de habitar nuestro sacro
territorio argentino. Son ELLOS, el linaje de la corrupción más nefasta y sucia
que el mundo haya conocido. Quienes embeben el sudor de nuestro trabajo como
dráculas famélicos. Quienes luego de atiborrarse de los sacrificios de nuestros
constantes esfuerzos, regurgitan migajas que apenas nos alcanzan para
subsistir.
Está claro. Son ELLOS, los culpables de
nuestra miseria estructural, de nuestra crisis eterna y de nuestra perdición
inconclusa. Siempre fueron ELLOS, los OTROS.
Porque en el fondo más cercano, en la
esquina más próxima y en el recoveco más inmediato, ELLOS fueron, son y serán NOS-OTROS.
Relatividad
Amena