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1 de mayo de 2012

Geografías dispares


Leyendo el post que publicó Viridiana días pasados, invitándonos a pensar sobre nuestros mapas mentales y gráficos, acerca de cómo las personas repartimos el mundo, se reabrió en mí una inquietud, que duerme desde hace un tiempo, en mi habitación de las dudas capitales.

¿Por qué los sudamericanos hemos perdido el derecho a que nos consideren americanos? No son solo los habitantes de EE.UU quienes se llaman a ellos mismos “americanos”, obviando que comparten ese calificativo con el resto de habitantes que viven desde el sur de sus fronteras hasta Tierra del Fuego. Pese a mi asombro, allí en la madre patria, suelen catalogar de “americanos” a aquellos que viven en los EE.UU, canadienses y latinoamericanos excluidos, of course.

Me llamó la atención sobre todo que sea aquella potencia colonizadora que “descubrió” el continente, cuya denominación honra a Américo Vespucio, y que dejó tras de sí los cimientos de los patrones culturales, sociales, económicos y políticos que hoy rigen nuestra tierra, quien haya otorgado el privilegio de denominar "americanos" solamente a una parte de quienes habitan América. Veo que se perdió algo más que Cuba, y España cedió en el campo de la semántica, humillada en su pérdida, aquel vasto territorio que antaño la consagró.



Esos mapas mentales de los cuales nos hablaba Viridiana, hacen mención también de las distintas geografías que pensamos y enseñamos. Ejemplo de esto es considerar a Sudamérica un continente, cuando es en realidad, un subcontinente perteneciente al continente americano. Sin embargo, “sudamericanos” es un calificativo muy utilizado a la hora de referirnos a los habitantes de esta porción de Tierra. Menos fama tiene la de “sur-europeos o europeos occidentales” para aludir a los habitantes de España o Portugal. La denominación más común es la de “europeos” a secas. Ellos viven en el mismo continente que habitan suecos, franceses, letones y griegos. En cambio, los “sudamericanos” muchas veces tenemos que recordar que también somos americanos, que pertenecemos a un territorio más vasto que a una subdivisión.

¿Por qué de ese lado del mapa, desde aquella otra parte del océano y del Norte, insisten en denominarnos de acuerdo a subdivisiones continentales?

Otro dato interesante que también suele quedar bastante sepultado, es que los mexicanos también son norteamericanos. ¡Vaya sorpresa! Pero así es. De acuerdo a la amplia mayoría de los manuales de Geografía, América del Norte está integrada por 3 países: Canadá, EE.UU y México. A partir de Guatemala e incluyendo Panamá tenemos América Central, y desde Colombia hasta Chile-Argentina nos encontramos con la famosa Sudamérica. Aquella a la que se suele hacer referencia cuando alguna persona cuenta que visitó cuando estuvo de vacaciones en Cuba, Honduras, Puerto Rico o Costa Rica (que por cierto, no son lo mismo). En realidad, esta persona nunca fue a Sudamérica, a pesar de que su mapa mental o su ignorancia así se lo indiquen.

La corteza terrestre se mueve. Sabemos que hace millones de años las masas continentales no estaban dispuestas de esta forma y que seguramente tampoco lo estén dentro de unos millones de años más. Aunque no lo percibamos, la naturaleza también cambia y origina movimientos constantes. De hecho, debido a los movimientos que ocasionan las placas tectónicas, América y Europa están cada vez acercándose más, corriéndose América unos cuantos centímetros al año en dirección este.

Estos movimientos de la corteza terrestre dieron lugar a la actual distribución de tierras y masas de agua dentro de nuestro planeta. Quedó en manos de la naturaleza agrupar la mayor proporción de corteza terrestre al norte del paralelo 0º del Ecuador. Si miramos un mapa planisferio, nos daremos cuenta que la mayor cantidad de países del mundo se encuentran en el Hemisferio Norte, a pesar de que para nuestros mapas mentales ni Colombia, ni Nicaragua, ni Etiopía, ni Camboya nos aludan a él.


En el Hemisferio Sur, hay pocos países y no demasiado importantes, a excepción de Australia tal vez, y no es de extrañar, encontrar personas que se asombren cuando uno comenta que en agosto es invierno en Chile, en Angola,  en Botswana y en Paraguay. ¿Qué allá en enero es verano? ¡¿Cómo puede ser?! Y ahí es donde yo me pregunto si un concepto como el de la rotación de la Tierra es demasiado complicado o si es que el eurocentrismo y el narcicismo estadounidense son demasiado fuertes.

La diferencia de estaciones entre ambos hemisferios se da por el fenómeno de la traslación (la Tierra gira alrededor del Sol y lo hace inclinada unos 23º en el transcurso de 365 días y unas cuantas horas). Sin esta inclinación, que varía su ángulo cada 27.000 y tantos años, no tendríamos diferencias estacionales entre Norte y Sur.

Las diferencias en los mapas mentales por su parte, muchas veces se dan por negligencia y estupidez humana, mezcladas con altas dosis de soberbia e ignorancia. ¡Agarremos un mapa, y abramos la mente!


Laurencia Melancolía

6 de abril de 2012

Oriente es Oriente

En los días previos a escribir este post me vino a la memoria una frase del exfutbolista de origen argelino Zinedine Zidane. Durante una entrevista  que se le hizo, en su mayor esplendor profesional, expresaba que  nunca olvidaba donde estaba Oriente, haciendo referencia a que la fama y el éxito no se le había subido a la cabeza, que siempre había tenido claro sus referentes. Desde luego, me llamo mucho la atención, es la primera vez que escuchaba esta expresión. Me pareció muy acertada y significativa.

Oriente proviene del  vocablo latino Oriens (aparecer, nacer, levantarse). Como sabemos, alude a la salida del Sol que se produce por el punto cardinal Este, en contraposición a Occidente-Poniente,  en el punto cardinal Oeste, donde se da el ocaso del astro.  No obstante, la perspectiva europea ha sido el eje de la delimitación simbólica de Oriente y Occidente.

Este eurocentrismo  deriva en una asimilación entre Occidente, Europa y Norte, en nuestros mapas físicos y mentales. En nuestras coordenadas culturales hablamos de perder el norte como  si nuestra brújula interior estuviera condicionada por nuestra ubicación en el mapa geopolítico. En nuestro imaginario occidental, el Norte, próspero, marca la dirección a seguir. Lo correcto. Lo avanzado. Con lo cual, si no sabes donde vas, si te sales del camino, pierdes el norte.



Los mapamundis al uso nos han afianzado en esta convicción. La proyección más conocida y usada de mapamundi es la Proyección de Mercator, claramente eurocéntrica. Hasta que la Proyección de Peters ha venido a plasmarnos sobre el papel unas dimensiones más proporcionadas de todos los territorios, atravesados o no por la pobreza, la invisibilidad o los egos.


La historia también nos ha mostrado en infinidad de ocasiones como todo pasa y todo llega. Los ciclos socioeconómicos son dinámicos, nada es de una vez y para siempre.  De esta manera, son  muchos los países que emergen ahora del Sur y de Oriente con fuerza para situarse como potencias económicas mundiales. Ahora son visibles. Ahora cuentan. Las cosas cambian inexorablemente. Nuestras referencias se tambalean.

Quizás los mapas los dibujarán otros lápices. Quizás la historia la escribirán otras manos. No obstante, el sol saldrá por Oriente cada día, voluntariosamente, como hasta ahora. Oriente es Oriente.

Viridiana



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