En el oasis de tu cuerpo,
te acarician los rayos del sol.
Y en el alba de tus ojos,
amanece la playa de tu boca,
cómplice enjuagas mi sonrisa;
desnudando mi pasión,
fosforea esa brisa
que anega el día de mi rubor,
para esperar una noche,
que viste la luna guiando mis silencios.
Ya no habrá jamás luceros que adornen mi cielo