Recuerdo cuando se cierran mis ojos,
me vuelve aquel aroma de la rosa,
ese olfato, de tu piel codiciosa,
en el beso a tu cuerpo sin sonrojos.
Fuimos hasta huracanes en los enojos,
canjeando caricia dadivosa,
gemidos en nuestra boca alevosa,
encerrando la pasión con cerrojos.
Elevaste mi talle a tu mismo altar,
donde fue horadado con cariño,
exento de ese pudor, apurar.
Ralentizando tu dulce acariciar
respirabas cansado como niño,
reposando, el orto vimos llegar.
Mariola
Le viene que ni pintado el título al blogg.
ResponderEliminarEstás seductora tú con los poemas, caray!
Je je je je...
ResponderEliminarPepe es que ahora estoy intentado apreder el juego de seducción je je je.
Intento aprender cada día una cosita je je je. A ver si me sale!!!
Gracias por pasarte.
Un abrazo
Maroal, perdona, ¿donde venden esa seducción?
ResponderEliminarMe gustó, sinceramente, un placer haberlo leido.
Eso no se vende, ni se compra, eso se aprende, pero para hacerlo bien, hay que dedicarse, como en cuanquier otro apredizaje, de cualquier faceta de la vida.
ResponderEliminar:D Un saludo