Esta
historia sucederá en un tiempo futuro, un tiempo ni tan alejado que
nos permita respirar, ni tan cercano que nos hiele la sangre… En
cualquier caso las historias se han de contar como sucederán… y
esto, tarde o temprano, sucederá... créanme. A no ser que algún elemento inesperado
cambie este complicado amasijo de emociones y ambiciones que es la
vida…
El
caso es que en ese tiempo futuro, el que ha de venir… sucederá
que… No, no, así no se puede iniciar nada… un condicionante
severo este del devenir… dejaré pues de hablar en futuro, que me
siento amenazado al contarlo, hablaré mejor en presente… cierta
resignación es apropiada para implicarse con lo que ha de suceder,
eso que aún no ha sucedido…Aunque si hablo en presente no hay
solución y el tono descriptivo será más tremendista y vivencial…
no, tanta pasión no debe ser buena; mejor hablo en pasado y preservo
el clásico hilo conductor de la narración, para habituar el oído a
la melodía penetrante del cuento o de la fábula, sí señor. Esta
es buena solución. Hablar en pasado insuflará al relato cierta
esperanza… quedará la puerta abierta a un cambio que aún está
por venir… Todo viaje iniciático tiene su recompensa…sí, me
gusta. Mucho mejor en pasado… cómo no lo había pensado antes…
Pues
bien, cuentan que esta historia sucedió cuando las preguntas eran
más frecuentes que las respuestas, cuando la ilusión se cubría de
una fina capa de plomo y los sueños eran instrumentos de libertad
censurados por la tiranía de un Imperio adormecido conocido como
Amnesia… Solamente los viejitos, seres conocedores de tiempos
inmemoriales y mundos ancestrales, se permitían pequeñas licencias
privadas en la intimidad del hogar. Eran pues el oxígeno que
respiraban algunos niños inquietos cada vez que palpitaba una
curiosidad irrefrenable en su interior… Sus cuentos buscaban dar
razones precisas a las preguntas de los vástagos, no sólo
intelectualmente, también en el plano espiritual. El ritual de la
narración podía ser penalizado seriamente por el Imperio, iba
contra toda norma ética, de ahí el anonimato que confería el hogar
a tremendo acontecimiento de insurrección. Por otra parte abuelitas
y abuelitos acostumbraban a cerrar sus relatos con una frase
consensuada y universal, pero secreta, que decía algo así como: “Y
los niños vivieron como quisieron vivir”…
Pobre de aquel anciano que fuera descubierto en su perversión…
desmemoriado, exiliado y abandonado sin el olor de la infancia.
Repudiado por todos, en definitiva. Por esa razón era tan importante
ser discreto… y, por ende, muy constante en la lucha contra el
Imperio de Amnesia y su Sociedad PerpheKta.
Sociedad
PerpheKta, era un sistema creado a partir de los criterios abusivos
de producción y discriminación para nivelar el desequilibrio
inherente a una civilización demasiado implicada en el plano
emocional y sensitivo. Sencillamente no interesaba humanizar, ni
cultivar la curiosidad. Siguiendo estas premisas quien no producía
lo suficiente para enriquecer al sistema o quien no respondía a la
demanda del mismo, es decir, seres débiles, no formados, personas de
otras etnias o incluso enfermos… era directamente trasladado al
departamento de Transformación donde se le aplicaban técnicas
altamente cualificadas para optimizar el producto humano y hacer de
él un ser dócil, abnegado y eficiente… Si aún así se resistía
al cambio… Bueno, si eso sucedía… sólo quedaba el destierro, un
destierro irrevocable y cruel llamado “El abandono”. El
Presidente de PerpheKta, el Señor Tajante de Ambitia, un lejano
reino de codicia sito en las lindes del Valle de la Perdición, era
un tipo intransigente y con carisma, que había encontrado el
elemento distorsionador del equilibrio humano. Descubrió que el
sentido de la utilidad debía estar siempre por encima del espíritu
creativo, el arte supeditado a la efectividad, el proceso personal
anulado por la productividad y las preguntas silenciadas por el
murmullo constante del miedo… ese que paraliza y que convence de
las inconveniencias de ir en contra de lo establecido.
Aquel
Imperio no fue creado a partir de la nada, fuerzas malignas y bien
seleccionadas por la mente pérfida de Tajante, participaron en la
operación contra la especie humana más calculada y fría que se
haya escuchado jamás. Las Inánimas, sombras antiguas sin
remordimiento ni afectos declarados, eran participantes activas y
sigilosas de unos planes, los de Tajante… que un día llegaron a
consolidar aquel reino implacable de desidia y oscuridad invisible.
La
vida en las calles se regía por la métrica perenne de un tic-tac
que medía el rendimiento y que marcaba el ritmo constante por el que
guiarse en cada pequeña acción. Rascarse la nariz era un tic,
agacharse un tic, tac, tic, tocar a una puerta un tic, tac… correr
podía suponer una sucesión infinita de tics y de tacs que se
contabilizaban en el Contador de tictacs, más conocido como “La
esponja negra”. Medidor de impulsos reales que daba como fruto un papel en el que el
esfuerzo humano estaba pormenorizado en apartados como destreza,
constancia, resistencia, afán de superación y resultado. La máquina
culminaba su valoración con una A que significaba Apto o una D que
aludía a la deficiencia y designaba advertencia, peligro y
supervisión… 3 Des suponían exilio y un no retorno a la vida en
Amnesia, en consecuencia... el olvido eterno.
Las
Inánimas cumplían esa función de supervisión, no sólo en las
calles, también en los hogares y en las escuelas… donde la
educación debía pasar por ciertos filtros nada ortodoxos que
anulaban cualquier opción de los niños a crecer en libertad. El tic
tac no les era ajeno, los resultados regían su evolución académica
y la espontaneidad o la diferencia eran marcadas con una estrella
negra en su indumentaria, símbolo del miedo en el Imperio de
Amnesia. Estigma para sus portadores y amenaza para todos los que
observaran la inequívoca insignia.
Esta
historia no habla de buenos y malos, sino de ciegos e interesados, de
hechiceros del tiempo y corderos descarriados, de sometidos y
alzados, de poderosos y derrocados… pero fundamentalmente de cómo
los niños consiguieron utilizar el arte y el juego para alcanzar su
revolución… Una fisura para Perphekta, un halo de luz para todos.