Lunes.
por la mañana.
Toda mi vida pasa en polaroids por delante de mis ojos y me pregunto en qué momento me he equivocado para llegar a este punto:
-me levanto a una hora antinatural para mi naturaleza (yo es que soy de mucho dormir).
-me desplazo en diferentes medios de transporte (según el humor y la metereología cojo vespa, bici, bus o piernas) hacia un sitio al que no tengo ganas de llegar.
-me siento en mi sitio. no es el que yo hubiese elegido, todo hay que decirlo.
-frunzo el ceño un poquito (lo que no debe ser bueno para la piel. la de la frente), lo suficiente para que parezca que estoy concentrada haciendo algo importante, y que sería contraproducente para la empresa -y para el mundo en general- molestarme con nimiedades).
-en ese momento, ya puedo bajarme tranquilamente musiquita, las fotos del fin de semana, responder a mails, hacerme una lista de buenos propósitos que se centran, básicamente y después de verme en bikini (he llegado a la conclusíon de que el desnudo favorece más porque no hace el indeseable "efecto morcilla"), en un plan de afianzamiento de carnes y disolución de grasas.
y nada, por más que miro hacia adentro, no asoma el más mínimo remordimiento.
*si alguien de mi empresa lee esto, que sepáis que es todo ficción y que están estudiando mi caso para darme la medalla al mérito en el trabajo (que no al merito, el pez).
(¿¿¿y mis merecidas vacaciones, para cuándo???)
(es agotador hacer como que trabajas)
(es peor que trabajar)
(de verdad)
(de la buena)
(palabrita)
(árbol. es una palabrita como otra cualquiera)
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